viernes, 28 de septiembre de 2007

EL FACTOR HUMANO

Tal vez el cine de espionaje sea uno de los géneros más cinematográficos que existen.Cuando Samuel Fuller decía en "Pierrot el loco" que el cine es "Amor, odio, accion, muerte, en una palabra:¡emocion!", parecía referirse a este cine de funambulistas, de agentes fríos como el telón que traspasaban para abrazar el vodka o someterse al suero de la verdad, de secretos, mentiras e identidades rayanas a la esquizofrenia, de micros, microfilms y kalashnikovs.De personajes que han conocido los secretos de alcoba de las relaciones internacionales, muchas veces ante el dilema ser fiel a la patria ("God save the Queen") o a su conciencia.
Los tiempos han cambiado, pero la amplia cinematografía sobre el asunto está ahí.Recientemente se ha editado en DVD "El factor humano", basada en una novela de uno de los tótems del tema:Graham Greene, del que sólo tenemos que recordar que es el padre de "El tercer hombre", "Nuestro hombre en La Habana", "El americano impasible" o "El factor humano", tocando muchos palos y escenarios.
"El factor humano" es una de las películas más decepcionantes que he visto en mucho tiempo.Uno de los tópicos más ciertos es que de un mal guión dificilmente sale una buena película, y que de un buen guión puede gestarse un mejor o peor filme.
Tenemos de partida un buen guión, bien escrito, que gestiona estupendamente el suspense y la información (y que arranca enseguida al deslizar que un agente británico está filtrando información a Moscú, y dicho ésto no voy a desvelar más), que roza la perfección en la presentación de algunos personajes, con un flash-back estupendo que explica los avatares del protagonista en Sudáfrica y que con alguna secuencia indirecta muestra el Apartheid (tema racial que es rimado también de manera acertada en Inglaterra), y un desarrollo final que no desentona.
¿Teniendo un buen texto dónde se haya el problema?
La dirección de Otto Preminger(autor de "Anatomía de un asesinato" o "Laura") es penosa, carente de tensión e imaginación, y con una dirección de actores sencillamente aberrante, con una puesta en escena tan plana como vaga, al igual que la planificación.Tal vez se salve un par de secuencias, como la del juicio en Sudáfrica o el registro de la maleta del prota al principio de la peli, que reitero al decir que me parece una presentación de un personaje digna de una gran película.
Los actores no sólo están mal dirigidos, sino que muchos de ellos son incapaces, como la bella Imán, cuyo registro interpretativo es tan limitado como para que David Bowie (es su esposa desde hace 15 años) pueda sentirse ajeno a infedilidades.
Tampoco ayuda la fotografía de Mike Molloy, arriesgada y poco conseguida, demérito que años después repitió en "The hit".Me pregunto qué aprendió de un maestro como Kubrick cuando trabajó de operador en "La naranja mecánica" o "Barry Lyndon".
Pese a todos estos factores, considero que es un filme que merece la pena.No sólo como reflejo sociológico de una época en la que la existencia de armas de destrucción masiva estaba a la orden del día, de ese Támesis que una noche escuchó a los Sex Pistols, del Apartheid y la demonización de los camaradas del Este.
Si bien, la película lejos de legitimar aquello, rompe una lanza por la justicia social y describe cómo el factor multiplicativo más importante de la ecuación es el humano.
Zero en conducta

martes, 25 de septiembre de 2007

EL REY DE LA COMEDIA

"Prefiero ser rey un día, que gilipollas toda la vida" esta sentencia que utiliza Rupert Punkin, el personaje protagonista de esta película, sirve como justificación, al tiempo que resume a la perfección el argumento de esta especie de falsa comedia, que es más bien una crítica ácida al mundo del espectáculo, la televisión, y a esa gente que quiere ser famosa a cualquier precio. Según el mismo Martín Scorsese "- Adoras lo que crees que son ... porque representan un sueño"

Woody Allen dice en una reciente entrevista que si consigue grandes estrellas para protagonizar sus películas, es porque han terminado recientemente algún otro trabajo por el que se han embolsado un suculento cheque de diez millones, igual tienen el verano libre, y no les importa aparecer en ellas... pero que si Spielgber o Scorsese les llamaran, preferirían trabajar con ellos antes que con él. Scorsese es una garantía de calidad y rentabilidad en taquilla, pero hubo un tiempo en que a pesar de ser considerado un director "de culto", tenía que lucharse las películas. Cuando realizó "El rey de la comedia" había encadenado una serie de desastres de taquilla y critica. Lejos quedaba ya el éxito de "Taxi Driver" (1976). Hay un viejo dicho en Hollywood que dice que vales tanto como tu última película. Scorsese había hecho una película con un alto presupuesto "New York, New York" que había sido un descalabro en taquilla, luego "El último Vals" tampoco fue bien. A ello hay que añadirle su adicción a la cocaína y sus problemas matrimoniales. El director italo-americano estaba convencido de que la siguiente sería su última película, así que puso toda la carne en el asador e hizo "Toro Salvaje". Probablemente una de las mejores películas de la historia del cine, con un actuación memorable de Rober De Niro, que además de amigo era su "inspiración". Así que después del éxito que supuso la biografía del boxeador, De Niro le pasó al director el guión de esta película por su necesidad de abarcar otro tipo de papeles, y no sólo el de tipo duro. A pesar de el guión no convencía a Scorsese, juntos se lanzaron al proyecto de "El rey de la comedia".

"El rey de la comedia" es una película que no deja indiferente. En primer lugar, y tal vez sea su mayor problema, no esta claro cual es el tono de la película. A pesar del título, se plantea como un drama personal de un tipo mitómano Rupert pupkin (De Niro) obsesionado con el humorista, Jerry Langford (Jerry Lewis) y con la idea de que este le proporcionará la oportunidad que necesita para intervenir como humorista en un programa de televisión de emisión nacional. En un arranque en el que se presenta a ambos, cuando Rupert de Niro se cuela en el coche del famoso humorista asediado por los caza autógrafos y admiradoras psicópatas (personaje que interpreta a la perfección Sandra Berhard), De Niro le pide la oportunidad que necesita... Me encantó el detalle de que el vestuario de De Niro es una imitación del de su héroe, excepto por los zapatos como toque de personalidad. Jerry Lewis le promete la oportunidad pero pronto descubrimos que era sólo una forma de desprenderse de él. De Niro no está dispuesto a ceder y prácticamente asedia al cómico. Cuando es definitivamente despreciado y expulsado del edificio en el que está la productora del programa, De Niro decide auto invitarse acompañado de una camarera de la que está enamorado (y que era pareja del actor en ese momento) a la casa de campo del humorista. La secuencia mantiene una tensión dramática que te hace dudar de la cabalidad(¿?) del personaje. Pero te termina de enganchar y te mete de cabeza en el personaje hasta que entiendes que de una manera u otra está predestinado para conseguir su objetivo. La confirmación llega con el secuestro de Jerry y su puesta en libertad a cambio de realizar su número en el programa de Jerry en el puesto del famoso, mientras la "pirada" Bernhard custodia al secuestrado.

Varios detalles a comentar: Como explique anteriormente el tono del guión es confuso, y no acabas de saber muy bien si el personaje es un psicópata, un retrasado o un kamikaze. Sólo es en mitad de la película, cuando consigues entenderle e identificarte con él (fundamental para que te guste). Por otro lado la secuencia de la que hablaba anteriormente, en la que se presenta en la casa del famoso contiene una mezcla de tensión, humor y vergüenza ajena que no te permite decantarte. Y finalmente el secuestro, en el que de nuevo la tensión que consigue el director, ante la incertidumbre de si De Niro conseguirá su objetivo o no.
La elección del personaje del humorista Jerry Lewis me parece más que acertada, porque el espectador lo identifica perfectamente con el personaje que interpreta. Lo mejor, que no tiene ni una sola secuencia amable. No esperes ver al ceniciento o al profesor chiflado de una de sus antiguas películas. No, Jerry persona-personaje, es de carne y hueso, solo que tiene un trabajo de cara al público, con lo que la imagen es completamente distinta a la de los personajes con los que lo identificamos, creando así una paradoja entre ficción-realidad. Otro recurso que utiliza Martín, es que en toda la película no vemos al presunto humorista Rupert hacer ni uno solo de sus monólogos, tampoco Jerry, aunque el espectador sabe en su caso que es realmente un humorista (en los extras del dvd tienes la oportunidad de ver un monólogo de Jerry Langford) con lo cual se acentúa la incertidumbre de no saber cual es su rol real (el de Rupert, claro). En la relación entre ambos personajes, se plantea de alguna forma que el personaje de Rupert pasa del amor-adoración por Jerry, al odio. En realidad, lo que quiere es ser él, ocupar su lugar, y para ello tiene que hundirle... Esto nos lleva a otra buena característica de la película; Las secuencias en las que el personaje de De Niro se imagina a si mismo como un fenómeno televisivo al que el mismo Jerry adora. Llegando incluso a imaginarse casándose en televisión, escena en la que además vemos que el personaje anhela el reconocimiento de toda la gente que en el pasado le menospreció. Aunque para Scorsese la escena clave de la película es cuando le rechazan en la oficina, porque en ella vemos que en el personaje se mezcla el intento de amabilidad y la inevitable hostilidad en la que acaba desembocando el protagonista, acentuando su inestabilidad. Sólo al final veremos que es realmente humorista, que no ha tenido la oportunidad que necesita, y que sabe que para conseguirlo tiene que arriesgar algo. Tendrá que pagar un precio... pero el precio merecerá la pena a cambio de la recompensa. Mas características destacables de la película son el guión, que está firmado por Paul D Zimmerman, y recuerda en algunos momentos al estilo de Paul Schrader, hasta el punto de llevarte a pensar si no se tratara de él firmando con seudónimo, pero no parece ser el caso. Para el rodaje Martín utilizó gran cantidad de improvisación de los actores en un guión que señalaba las acciones, pero para el que improvisó buena parte de los diálogos. La presentación por parte de Marty de la ciudad de Nueva York como un personaje vivo más de la película... o la voz en off del personaje de la madre de De Niro que no aparece en plano, pero que corresponde a la voz de la madre real de Scorsese, son sólo algunos detalles más a destacar en una película llena de ellos.

Según el director, las malas críticas que tuvo la película marcaron el final de una época, de un tipo de cine de autor del que él mismo era uno de los artífices en los setenta. La industria estaba cambiando y la película fue uno de las grandes perjudicadas. Pero el paso del tiempo le ha dado la razón y sin lugar a dudas "El rey de la comedia" es una obra maestra.

Víctor Gualda.

viernes, 21 de septiembre de 2007

DELIRIOUS

Que Tom Dicillo es un reconocido director de cine independiente es algo que sabe cualquiera que haya visto alguna de sus películas. Que este estilo de cine es el que falta en nuestro país es algo que sabe cualquiera que haya leído alguna de las críticas de nuestra sección. Lejos del cine pretencioso de Hollywood, DiCillo se está convertido en un referente de esos a los que probablemente se acabe estudiando en las universidades. Colaborador habitual en sus inicios del maestro Jasmusch, si su debut con “Jonny Suede” fue brillante, su película “Vivir rodando” es imprescindible en las estanterías de cualquiera que se quiera dedicar a este oficio. Pues ahora nos llega su última obra “Delirious”, que comparte con la anterior, al fantástico Steve Buscemi como protagonista. En este caso acompañado como antagonista por el últimamente muy solicitado Michael Pitt (¿os acordáis de él haciendo de “giri” en “Soñadores” de Bertolucci?). Esta excepcional pareja está secundada por Alison Lohman y por la otra habitual del cine independiente americano Gina Gershon.

El argumento de la película es sencillo (voy a desvelarlo casi entero, así que si quieres verla te aconsejo que te saltes al menos parte de este parrafo). Buscemi (Les Galantine en la película) es un paparazzi (aunque él odia el término) en busca de la foto que le de el reconocimiento que cree merecer. Pitt (Tony) es un joven vagabundo llegado de Philadelphia que no parece tener aspiraciones en la vida. Un día ambos coinciden en la puerta de la famosa de turno (en este caso Alison Lohman) Una joven que triunfa como cantante pero infeliz en lo personal. Tony se ofrece a los fotógrafos para echarles una mano en lo que pueda, que no es otra cosa que traer unos cafés. Pitt acaba trabajando como ayudante del fotógrafo a cambio de dormir bajo techo... en realidad dentro de un armario. Pronto la relación laboral acaba volviéndose amistad. Vamos descubriendo la personalidad de ambos. Pitt es un buen chico siempre dispuesto a echar una mano en lo que haga falta sin ningún interés, mientras que Galantine es un tipo con buen fondo y ganas de demostrar su valía al que la gran ciudad le ha ido arrebatando sus principios. La casualidad y la ayuda de Pitt hacen que el fotógrafo consiga una foto comprometida de un famoso, y que de alguna forma se relance su carrera. Pero lo que Buscemi necesita es el reconocimiento de sus padres, que lejos de dárselo, son sus peores críticos. Mientras cubren una fiesta, la famosa Lohman repara en el vagabundo (ya se han cruzado miradas) y acaban en la habitación del hotel en el que vive la cantante. Buscemi se siente traicionado y Pitt para compensarle le invita al cumpleaños de ella a cambio de que no haga fotos. Un paparazzi es un paparazzi y en la fiesta incumple su parte del trato y se lanza a hacer fotos a Elvis Costello (que colaboró en la película con su aparición y un tema para la banda sonora) hasta que les echan de la fiesta. La indignación de Pitt hace que se enfade con su amigo. Galantine hace el numerito de tirar la memoria de la cámara en el café, pero Pitt, que no se fía, aprovecha un descuido del fotógrafo para comprobarlo en el ordenador. Su amigo le ha traicionado y él huye. Paradojas de la vida, a Pitt le sale trabajo como actor en un reality show al entrar en contacto con una representante (Gershon) a la que había conocido en una fiesta. Su suerte cambia radicalmente y de la noche a la mañana se convierte en una estrella. Buscemi quiere recuperar su amistad, pero Pitt se siente demasiado herido y le deja fuera. Buscemi es ahora el traicionado y hasta aquí quiero leer...

Si en esta ocasión desvelo casi todo el argumento de la película es para que se vea lo que antes comentaba, que es un argumento sencillo basado en la relación entre dos personajes y su entorno, perfectamente asequible a una producción pequeña. No hay efectos especiales, no hay grandes recursos técnicos, sólo hay un trabajo fantástico interpretativo. E insisto una vez más. Un tipo de cine que podría funcionar en nuestro país si los productores e instituciones se inclinasen por apoyarlo en vez de minimizarlo con la manida excusa de que no cuenta nada. Porque luego, curiosamente es el que se premia en nuestro país. “Delirious” consiguió en el pasado festival del San Sebastián la Concha de Plata al mejor director y al mejor guión... y basta de oír que en nuestro país no hay guionistas capaces. Los hay, sólo necesitan que se les apoye y se permita hacer y distribuir su cine. Como datos que apoyan esta teoría de la conspiración, diré que “Delirious” está rodada en veinticinco días. Para el que no esté familiarizado, le diré que en España la media de rodaje de una película son dos meses. Pero en esta, como buena película independiente, el equipo fue reducido. Para los planos del arranque de película en los que Pitt vagabundea por las calles, y en concreto para los del metro, los únicos miembros del equipo que participaron fueron DiCillo, Michael Pitt y el director de fotografía Frank G DeMarco, que por supuesto se colaron (nada de permisos de rodaje) y grabaron a las cuatro de la madrugada. Para todas las secuencias de el apartamento entre los dos protagonistas, rodaron en espacio real en tan solo seis días, y casi todos los planos entre ambos cámara en mano. ¿De verdad no se puede hacer este tipo de cine en España? Por supuesto, él es DiCillo y tiene una trayectoria que le abala, y un festival de primer nivel, el de Sundance, que le apoya, pero de alguna manera tuvo que rodar su opera prima “Jonny Suede”.

El único “pero” que le pongo a la película es la evolución del personaje de Galantine, que acaba perdiendo la cabeza y reacciona de manera desproporcionada. Pero entiendo que el director metió estas secuencias para hacer aún más contraste en la situación entre ambos, llevándola al extremo y pensando que necesitaba que “algo” moviese el guión, creando tensión dramática. En este punto tengo que reconocer que DiCillo no es Schrader, pero que tampoco le hace falta. La amistad, la ambición, la traición, el destino, el amor, son temas universales que caben en cualquier presupuesto y siempre son interesantes para el espectador.

Víctor Gualda.

martes, 18 de septiembre de 2007

"300"- "SIN CITY"

Habría que comenzar este artículo hablando del responsable común de ambas películas. Frank Miller. El dibujante y guionista de los cómics en los que se basan ambas. Miller trabajó en la década de los 80 para la editorial Marvel y dio sus primeras muestras de talento con “Daredevil”. Luego se pasó a la competencia DC, creando “Ronin”. En 1986 volvió a hacerse cargo de “Daredevi”, pero según los entendidos alcanzó la cúspide de su carrera en el cómic, con la edición de “El regreso del caballero Nocturno”. Una nueva versión de un Batman crepuscular que trata de adaptarse a los tiempos que corren y acaba enfrentándose a Superman. Pero volviendo a los cómics que nos ocupan, decir que las versiones ilustradas de ambos títulos son de la década de los noventa “Sin City” del año 1991 y “300” de 1998

En cuanto a las versiones cinematográficas, lo primero que me gustaría destacar es el nivel visual de ambas producciones. Atrás quedaron los años en los que el avance de los efectos especiales tenían más peso que el propio argumento. En el caso de ambas películas si te detienes a observar la planificación de cada una de ellas, verás que cada plano podría corresponder perfectamente una viñeta del cómic original (en el caso de “300”, el director Zack Snyder utilizó fotocopias de las viñetas originales para crear la acción anterior y posterior a partir de ellas). En ambas películas una voz en off actúa como narradora, lo que en el caso de “Sin City” le resta ritmo a la película, pero sin llegar a hacerla aburrida. En ambas, la voz en off es casi onírica, y en el caso de “300” me atrevería a decir que es casi shakespiriana (¿se escribe así?). En cuanto a los argumentos es más sencillo en el caso de “300”. Los persas, que disponen del mayor ejercito del mundo quieren pasar al continente por Grecia. Para ello piden que el pueblo Griego se postre a sus pies y les aporte un tributo de tierra y agua. Los espartanos representados por Leonidas (un espectacular Gerard Butler) son un pueblo orgulloso y duro que no está dispuesto a reconocer el sometimiento de nadie, y mucho menos de un rey prepotente que se autoproclama Dios, como el persa Jerjes. Una vez declarada la guerra encubierta, pues Leonidas no puede enfrentarse a ellos con todo su ejercito porque los oráculos se lo prohíben, el espartano recluta a sus trescientos mejores soldados, lo que él da a llamar “su guardia personal” para enfrentarse al ejercito persa infinitamente superior en número. Para ello recurren a la estrategia de hacerles pasar por el desfiladero de los Termópilas. Un paso estrecho por el que es grueso del ejercito persa no puede ni atacar ni pasar con todo su potencial. Las secuencias de las primeras batallas son sencillamente espectaculares. Los constantes efectos de ralentizado acentúan el efecto cómic y lo acercan de alguna forma al manga. Me encanta la idea de que en la segunda batalla en la que los persas envían a la élite de sus tropas, “los inmortales” todos lleven mascaras, de forma que se acentúa la falta de personalidad de un ejercito que está compuesto por mercenarios. Aunque es en este punto donde más crítica ha recibido el cómic y la película, al estar inspirados los inmortales en los samuráis japoneses, cultura de la que es reconocido entusiasta Miller. También me encantó la secuencia de la lucha contra el “mounstruo” de nuevo con claras referencias mitológicas y que me recordó a la “Odisea” y el enfrentamiento con el cíclope... Mucho menor peso tiene la subtrama de la reina Gorgo, que habla en el consejo, hecho más que improbable en la antigua Esparta. No daré las claves del final, aunque es de sobra conocido.

Por otra parte hay que tener en cuenta que el cómic se realizó a finales de los noventa (1998), y la película puede leerse, con un tono algo fascistoide con su constante referencia a la patria, y sobre todo porque los persas son los antepasados de los iraníes y los espartanos se puede entender que representan a occidente (un poco discutible) que se defiende de los “bárbaros”. Pero como cualquier hecho tiene una doble interpretación, los iraníes podrían identificarse perfectamente con los minoritarios 300 y el ejercito prepotente que se cree dueño del mundo podría representar a los americanos. Pero esto es rizar el rizo y no tiene que ver con la película...

En cuanto a Sin City el argumento del cómic es mucho más complejo que su reciente “hermana”, al estar más fraccionada la historia. Al más puro estilo de cine negro, y con una estética influida por el expresionismo alemán (no sé si consciente o inconscientemente) la película está rodada (o al menos editada) en un blanco y negro muy contrastado en el que casi no hay gama de grises. Con pequeñas pinceladas de color en momentos determinados para destacar personajes o elementos importantes en cada momento. La ciudad es un personaje más (Basin City). Sin City (en inglés) “Ciudad del Pecado” y dentro de ella conviven personajes oscuros que viven bajo el amparo de la oscuridad de la noche y los callejones. Los personajes tienen su propia historia e iremos conociendo como se mueven cada uno de ellos. No hay una sola trama que una todo el hilo argumental. Los personajes se cruzan en un tugurio cualquiera y no se inmiscuyen en las tramas ajenas. Bruce Willis es un policía que acaba de dejar el cuerpo aquejado por una angina de pecho, pero antes quiere hacer su particular limpia, y salvar a una niña de las manos de un psicópata pasando por encima de la ley que defiende.
Mickey Rourke, recuperado para la película como una parodia casi de la imagen que ha ido sembrando en los últimos años, es un matón agresivo obsesionado con encontrar a la única mujer que le ha tratado como una persona (romántico en el fondo).
Benicio del Toro y Clift Owen, policía y delincuente con los roles intercambiados. Owen defiende primero a una mujer y luego a todo un grupo de ellas ejerciendo de macho de la manada, en el fondo es otro sentimental al que le gusta meterse en problemas.
La última trama es de nuevo protagonizada por Willis, que después de un largo periodo entre rejas al haber asumido la culpa de terceros ha salido para volver a proteger a la ya más crecidita Jessica Alba. En definitiva tipos duros que tratan de proteger a las mujeres y que como pago tienen dramáticos finales. Porque tanto “300” como “Sin City” son películas con finales duros, aunque sus protagonistas quedan redimidos por la heroicidad de lo justo de la causa que defienden.

Destacar en ambas producciones y especialmente en “Sin City” el alto nivel interpretativo de sus protagonistas. En el caso de “300” es algo más sobreactuada, pero la épica con la que está planteada la película lo justifica. Impresionante de cualquier forma la interpretación de Gerard Butler como rey Leonidas, en contraposición con un demasiado contenido Santoro que interpreta al rey Jerjes.

En definitiva dos películas imprescindibles que podrían servir para inaugurar un nuevo subgénero, el del cómic, aunque de “300” la podríamos enmarcar en el género épico de aventuras, y “Sin City” en el de cine negro. Pero ambas tienen tanta personalidad siendo tan iguales y tan distinta a la vez, que podrían, sobre todo por la estética, crear el nuevo subgénero del que hablaba. Lejos quedan además aquellas películas también basadas en cómics, de superhéroes que poco o nada tienen que ver con las que comentamos..

Por cierto, y como curiosidades para terminar el artículo, Robert Rodríguez se enfrentó a el sindicato de directores (incluso llegaron a expulsarle) para añadir en los títulos de crédito a Miller como codirector de su película. Además en “Sin City” el amigo Tarantino también participó como director de algunas de las secuencias. En cuanto a “300”, aparte de las críticas que recibió la película por su falta de rigor histórico (Esparta era una monarquía militar y esclavista muy lejos de la visión democrática que proyecta en la película) destacar que en Estados Unidos recaudó más de 28 millones de dólares el día del estreno y más de 70 el primer fin de semana. Que el rodaje se realizó cronológicamente (algo poco habitual en cine) en 60 días, con todos los planos en estudio (creo que sólo hay una secuencia que se rodó en exteriores), mientras que la postproducción duró más de un año para meter todos los efectos y darle la estética adecuada, y para utilizar la estructura circular de “Sin City” terminaremos de nuevo hablando del padre de ambas. Frank Miller se basó para su cómic en una película de 1962 “The 300 Spartans” (El león de Esparta) dirigida por Rudolph Maté.

Víctor Gualda.

viernes, 14 de septiembre de 2007

EL LADRON DE PARIS

Con motivo de la próxima incorporación de “El ladrón de París” de Louis Malle a nuestras estanterías el próximo miércoles, hemos decidido añadir la crítica a esta excelente película, que a pesar de no encontrarse entre las más conocidas del director, para mi es una obra maestra a tener en cuenta. El guión está firmado por el imprescindible Jean-Claude Carriere, aquel que colaboró en algunos de los mejores títulos de Luis Buñuel, y que de hecho en esta película utiliza elementos que también aparecen en la filmografía del aragonés.

Pero antes de entrar en profundidad sobre la película, situemos temporalmente a este personal director que lejos de incorporarse a las modas y tendencias del momento, tiene su particular visión sobre el cine, y tal vez por eso sea menos conocido que sus coetáneos Truffaut, Godard o Rommer. Lo primero que hay que entender del director, es que proviene de la alta burguesía francesa. En concreto de una familia de industriales del azúcar, y que esto marcó su vida y su cine. A pesar de hacer su primera película como director “Ascensor para el cadalso” a la temprana edad de veinticinco años, concretamente en 1957 ( “Los cuatrocientos golpes” y “Al final de la escapada” son del año 1959), nunca perteneció ni quiso pertenecer a la Nouvelle Vague. Tal vez la principal característica de su cine es tratar de no hacer juicios de valor. Esta responsabilidad la vierte sobre el espectador que considera debe formarse su propia opinión... pero hay que tener en cuenta que esto es relativo porque sus películas llevan implícita una gran carga de crítica social, que en concreto, en la que nos ocupa es tal vez lo más evidente. Rueda la mayor parte de sus películas en Francia, pero en un momento en el que fue duramente criticado, precisamente por tratar de no hacer juicios de valor en “Lacombe Lucien” (la historia de un joven colaboracionista) fue machacado por prensa y crítica. La situación de presión le llevó a emigrar a Estados Unidos donde rodó algunas de sus mejores y más reconocidas películas como “Atlantic City” y “Vania en la calle 42” (basada en la obra de Chejov “Tio Vania”). En Francia todavía rodó otra obra maestra “Adiós muchachos”.

El argumento del “Ladrón de Paris”, es sencillo. El personaje interpretado por Belmondo se ha quedado huérfano, y durante su infancia, su tío se ha aprovechado del dinero que debía administrar hasta su mayoría de edad. Cuando se supone que tiene que cobrarlo, apenas queda una tercera parte del dinero real. Como venganza, Jean Paul decide robar unas joyas que representan el único capital de la familia con la que su prima Genevieve (de la que está enamorado) va a contraer matrimonio. Por supuesto la boda se anula, pero Belmondo a iniciado un camino que a partir de ese momento no tendrá vuelta atrás. Parte hace Bélgica en busca de fortuna, y en el tren conoce con más en profundidad (ya ha sido presentado con anterioridad) a un cura que pide para la construcción de una iglesia en China, pero que resulta ser otro afamado ladrón. Este personaje, que representa una crítica descarada a la iglesia, le pone en contacto con nuevos ladrones, y con el gremio (así está presentado) del robo en toda Europa.

No quiero desvelar más del argumento, pero si diré que con un ritmo pausado, el director se recrea en la imagen cargada de símbolo donde nada es gratuito, con personajes que representan instituciones a las que criticar. Aparte del cura ladrón y vago que representa a la iglesia católica, otros de los temas de la película que simbolizan diferentes secuencias y personajes son, el individualismo y la falta de fe del protagonista, colocando al hombre como centro de su propio universo. La misoginia también muy presente en toda la película. Todos los personajes femeninos (incluido el de su prima) actúan por interés. Parece que el director nos quiere decir que el final del siglo XIX, también supone el final del romanticismo y más en concreto del amor. Por otro lado me gustaría destacar la secuencia de su encuentro con un ladrón anarquista y su posterior asesinato, que quiero interpretar como la muerte de los ideales. También tiene cabida la llegada de la industrialización y el consiguiente final de los oficios tradicionales incluido el de ladrón... Pero por encima de todos los temas que toca la película, destaca la constante crítica absolutamente destructiva de la burguesía, presente a lo largo de todo el metraje.

La película tiene una estructura circular, y toda ella se desarrolla sobre un flash-back que nos lleva hacia la destrucción de lo que él representa, en un final ambiguo que el espectador debe interpretar a su gusto, como una parte que faltase en el metraje, después de una secuencia en la que por medio de la trampa, Belmondo le consigue todo el dinero de la herencia a su prima amada. En este punto, nuestro protagonista tiene un monólogo en el que explica porque hace lo que hace, que para mi es su mejor momento interpretativo en la película. Cuando le habla a Genevieve del oficio –“... así encontré la felicidad... me sentía vivo, como un hombre bueno y orgulloso”-. A pesar de que podrá poseerlo todo, tendrá que seguir robando. Como en la fábula del escorpión y la rana, no puede dejar de ser lo que es.
La secuencia final tiene múltiples interpretaciones. Y la destrucción de la antigua casa de la familia, simboliza esta autodestrucción de la que hablaba antes, pero me resulta divertido y coherente imaginar (después de la desconfianza y el trato que le da a todo el género femenino en la película), que su prima ha podido dejarle por otro, y al igual que al comienzo de la película, la venganza ser el motor que impulsa al personaje, cerrando además así el circulo estructural... Pero esto es sólo una interpretación, y como ya dije antes, uno de los motivos que hace grande a este director es la ambigüedad de la interpretación moral de sus películas.

Víctor Gualda.

martes, 11 de septiembre de 2007

DAVID TRUEBA Y ESA COSA LLAMADA CINE ESPAÑOL

En primer lugar, me gustaría felicitar a David Trueba por su artículo del pasado martes en “El País” que, como él bien dice, está lleno de obviedades de esas que a veces es necesario recordar para que no se nos olvide en que país vivimos. Lástima que resulte tan fácil torear de salón. No es una crítica personal, pero desde luego para alguien que no tiene mayor problema para rodar que el disponer de una buena historia (ni siquiera esto es indispensable) todo es más sencillo de analizar... pero ¿qué pasa con todos los que llegados de provincias que desembarcamos en esta ciudad en busca de la tierra prometida? ¿Qué sucederá con los diez mil estudiantes de cine de los que hablas que buscan un hueco?. Yo te lo cuento. Que sólo uno de cada cien conseguirá ver su sueño hecho realidad, mientras el resto trabajan de camareros, vendedores ó mimos. ¿Y cuál es el motivo?. Que el cine español es una merienda de negros. La realidad es alarmante. Los denostados americanos se cuelan por todas las rendijas con su cine de palomitas y medios apabullantes porque tienen una industria, que en el caso de nuestro país es completamente inexistente. No creo que se pueda llamar industria a que una película española esté financiada íntegramente por subvenciones, ya sean estatales o privadas (por parte de las televisiones). Cualquiera que haya puesto el pie en una productora media (y no me refiero a la de la familia Trueba) sabe que sólo hay dos posibilidades para llevar a buen puerto cualquier proyecto. La subvención del ministerio y la ayuda de las televisiones. Las subvenciones de instituciones públicas curiosamente y con independencia del gobierno de turno, siempre corresponden a parecidas caras. En cuanto a las cadenas, Antena 3, Tele 5 y el Grupo Prisa producen únicamente sus propios proyectos, que en total y siendo optimistas no llegan entre las tres a diez películas al año. Así que el resto, las migajas de la tarta, es lo que queda para el resto de hambrientos comensales.

En la base de la pirámide, y si eres uno de los afortunados que ha conseguido llevar a buen puerto el guión sin que los opinadores inexpertos (que suelen ser licenciados en derecho, decoración ó corte y confección) te hayan desguazado un guión, que desgraciadamente en nuestro país y para reforzar la falta de industria suele corresponder a la misma persona que dirige, enfréntate a la figura del productor, que como siempre, seguro que los hay buenísimos y que a ti te han tratado estupendamente. Pues para los que no tienen esa suerte, les queda una carrera de fondo más solitaria y larga que la de la película de Tony Richardson, en la que tendrán que aguantar humillaciones, recortes de presupuesto en el último momento, y mil historias más que merecerían un artículo aparte. Pero no te preocupes, porque aun queda lo mejor. La distribución. Por supuesto los distribuidores quieren sacar beneficios, (como todos), pero como la mayoría de las películas apenas salen en prensa, porque los grupos de comunicación se dedican a poner por las nubes sus propias producciones, aunque sean perfectamente conscientes de que no están a la altura (por citar un ejemplo, la recién estrenada película de Medem lleva publicitándose periódicamente desde hace dos años!). El caso es que sin apenas distribución y ninguna publicidad, la mayoría de las películas se caen por su propio peso de cartel... Lo curioso es que estás mismas películas tienen la suerte de tener por ejemplo el reconocimiento de los Goya, se vuelven a reestrenar y entonces se produce el “extraño milagro” en nuestro país. Un director desconocido se convierte en director referencia, lo que al menos le garantiza una segunda oportunidad (como fue el caso de Amenábar). Por otra parte, me consta que algunas distribuidoras actúan como coproductoras y que, una vez recuperado su dinero, presuntamente les ofrecen a las pequeñas productoras la posibilidad de mantener la película unas semanas más en cartel por un dinerito. Así, la susodicha película llega al mínimo de taquilla para recibir la subvención correspondiente del ministerio y todos contentos... por supuesto, esto no se puede decir porque es parte del chanchullo.

De los cortometrajes mejor ni hablar. Hace unos años conseguir entrar en un festival de categoría A, era el camino para que nuevos directores fuesen vistos como jóvenes promesas a los que dar una oportunidad. Ahora ni siquiera apareces en prensa, ni aunque corras detrás de los articulistas, les des copias en mano de tu trabajo... o les regales un jamón. No aparecerás en prensa, a no ser que tu socio sea americano y entonces tendrás un artículo en el Variety, tal vez porque ellos si saben que cualquier ”producto” puede ser rentable en el futuro. Lo cierto es que el cortometraje sigue siendo la única puerta a la que pueden aspirar los futuros realizadores... experiencia que de nuevo desconoces, querido David. Lo mejor, es que luego resulta que estos nuevos realizadores dirigen buenos largometrajes, como por ejemplo el que “la familia” a producido a Félix Viscarret, “Bajo las estrellas” (por cierto, muy sutil al introducirlo en el artículo cuando dices “... las que logran sobrevivir bajo las estrellas, y años después son nuestro orgullo”). Pero hay más ejemplos en los dos últimos años. Daniel Sánchez Arévalo, con “Azul oscuro casi negro” (gracias a la ayuda del Grupo Prisa), Jorge Sánchez-Cabezudo y su fantástica “Noche de los girasoles”, Rodrigo Cortés con su “Concursante”, Iñaki Dorronsoro con “La distancia” ó Koldo Serra y su “Bosque de sombras”, sólo por citar unos buenos nuevos directores con películas por encima de la media americana.

En definitiva, gracias una vez más por tu artículo desde tu tribuna privilegiada y por tu defensa en el congreso hacia esos nuevos futuros cineastas, que efectivamente están en condiciones infrahumanas y a los que lo único que les mantiene es su necesidad de contar algo. Es triste comprobar que no hay espíritu de defensa de nuestro propio patrimonio por intereses partidistas. Aunque no crean que se nos olvidan las promesas electorales de los políticos, que luego, a la hora de la verdad, cuando llegan al gobierno siempre recortan de los mismos sitios. Da igual el color de la camiseta que defiendan... Eso si, luego a todos les encanta hacerse la foto con el triunfador de turno como si hubiesen hecho algo por las ilusiones de ese/a chico/a. Estaría bien si entre todos conseguimos dignificar el cine patrio, que al final será el único que nos quede como parte de lo que somos... O en un futuro de lo que fuimos (tu mismo haces referencia a la Segunda Republica). Que esas subvenciones sean para los que realmente las necesitan. Los que empiezan. Pero esto es demasiado utópico y España no es el Reino de Nunca Jamás. Así que los demás seguiremos en las trincheras con la esperanza de que algún día tendremos nuestra oportunidad, mientras envidiamos la posición de otros que están apoltronados en su sillón con la seguridad de que ellos si podrán rodar su enésimo proyecto.

Víctor Gualda.

sábado, 8 de septiembre de 2007

LA SOLEDAD DEL CORREDOR DE FONDO

Esta película y su director Tony Richardson forman parte de uno de los principales movimientos cinematográficos surgidos en Europa. El movimiento “Free Cinema” que tiene su origen en Inglaterra casi a la par que la “Nouvelle Vague” en Francia. El movimiento está directamente emparentado con el neorrealismo italiano y el documental. Los medios y los equipos son mínimos, al margen de estudios y con un coste ridículo. Tratan de reflejar un inconformismo social y una visión crítica a la burguesía con un trasfondo irónico y amargo. Sus temas son el compromiso social y el aislamiento del individuo, contado desde un punto de vista realista. Si en Francia el nuevo movimiento se dio a conocer en la revista “Cahier du cinema”, el “Free Cinema” también tuvo su repercusión en Inglaterra a través de la revista “Séquense”. Los primeros títulos del movimiento son “Together” de Lorenza Mazetti, “Dreamland” de Lindsay Anderson y sobre todo “Momma don´t allow” de Karel Reisz y Tony Richardson (aunque tal vez la película más representativa del director en el movimiento sea “”Un sabor a miel”). Las tres películas son proyectadas conjuntamente en el Instituto Británico del Cine en febrero de 1956 junto con el “Manifiesto de los jóvenes airados” Todos ellos son jóvenes que provienen del teatro y son conducidos por el dramaturgo John Osborne que funda junto a Tony Richardson, “Woodfall Film” como cabezas visible del movimiento. Tony recibiría un par de años más tarde de la realización de “La soledad del corredor de fondo” dos Oscar como mejor película y director por la película “Tom Jones”... Por cierto que otra de las características de las películas del movimiento es la utilización del jazz en sus bandas sonoras.

En cuanto al a estructura de “La soledad del corredor de fondo”, la película está dividida en dos partes; comienza con la presentación de un grupo de jóvenes que son trasladados a un reformatorio. En este traslado nos presenta a nuestro protagonista Colin Smith... Son jóvenes de barrio obrero que cometen pequeños hurtos y que resisten a trabajar en fabricas en las que se sienten explotados. Al mismo tiempo conocemos las nuevas rutinas a las que tendrá que enfrentarse en el reformatorio. La competitividad dentro del mismo por ocupar un lugar privilegiado se la proporciona una condición física envidiable para el fondo. Smith se encarga de contarnos que correr es la forma que tienen de huir de la policía, y dentro del reformatorio es una habilidad muy apreciada por el director del centro Redgrave, que por una parte cree en los métodos de ejercicio físico como terapia y por otra, ve en él la posibilidad de aprovechar sus cualidades para una competición contra un internado privado de la zona.

Mientras nuestro protagonista entrena su fondo físico, mediante flash backs, el director nos va contando como era la vida del joven antes de llegar al reformatorio. La muerte de su padre, la entrada del amante de su madre el mismo día de la muerte de este, el escaso futuro laboral son ingredientes a añadir en una olla a presión que acaba pasando factura a muchos jóvenes de cualquier barrio obrero. El cobro de una indemnización por la muerte del padre hace ver a nuestro protagonista la importancia del dinero. Ha conocido a una chica, y él y su amigo de correrías se pueden permitir pasar un fin de semana en la playa. Pero cuando acabe este idílico viaje, la realidad se vuelve a imponer, haciendo que nuestro protagonista aproveche la oportunidad de dar un pequeño “palo” a una panadería.
Por lo tanto, ambas acciones circulan alternativamente paralelas mientras se acerca el gran día de la competición. No desvelaré el final, pero si me gustaría destacar el montaje que el director utiliza en la secuencia climática del film.

La película está rodada en blanco y negro y contiene todas las características del movimiento. Cámara en mano, casi documental. trasfondo social, música de jazz en las secuencias mientras el protagonista corre. Se ve que los medios son escasos y la película se apoya en la interpretación y en la muestra de la difícil realidad social. A mi particularmente me recuerda en muchos momentos a “Al final de la escapada”, y viendo ambas me pregunto porque en nuestro país no se hace un cine de estas características. Todos los movimientos principales de Europa Neorrealismo italiano, Nouvelle Vague francesa, Free cinema ingles e incluso el Dogma danés se basan en el mismo concepto. Simplificación de los medios técnicos, utilización de espacios reales, cámara en mano dando un realismo casi documental. Trasfondo social. ¿Tan complicado es en nuestro país hacer este tipo de cine?. Aunque tal vez, lo realmente complicado sea que conseguir que el público acceda a él. La distribución ahogaría estas películas en beneficio de las que producen los grandes grupos mediáticos y de distribución del país. Con lo cual estamos condenados a ver películas mediocres, en su mayoría disfrazadas de comedias, aunque de vez en cuando descubramos algún joven director que sorprenda con su frescura, para luego empujarlo al sistema y que acabe dirigiendo capítulos de alguna serie televisiva mediocre.
Víctor Gualda.

sábado, 1 de septiembre de 2007

TODOS LOS HOMBRES DEL REY


La política y el cine tienen una relación de amor odio. Y según nos estamos acostumbrando a ver en pantalla en los últimos tiempos, que ambos son una gran mentira parece la relación común más evidente. Que el cine se base de trucos ya sea visuales o de guión para producir un efecto en el espectador es algo que todos sabemos. Y que partidos políticos y gobiernos lo han utilizado para su “propaganda” es algo reconocido. Estados unidos utilizo la influencia del cine para sobrellevar la crisis económica con películas que se englobaron en el llamado “New Deal”. Películas en las que la sociedad se sintiera identificadas con sus héroes de la calle para crear una sensación positiva, aunque la realidad fuese deprimente. Durante la segunda guerra mundial los mejores y más afanados directores de la industria colaboraron con el gobierno americano en la difícil tarea de concienciar a la masa de que la guerra era necesaria. Incluso en la actualidad, y a pesar de que está mas que probada la farsa de la familia Bush en Irak, sigue apareciendo en películas americanas como gran enemigo de la democracia el mundo árabe. Como contraste, el cine (siempre por detrás del periodismo), ha servido como denuncia de situaciones inaceptables. Lo que resulta más sorprendente es la indiferencia (aunque no siempre) de la sociedad cuando a través de este medio o de otros se hacen un cine de denuncia. Entonces, siempre aparece la coletilla “cariñosa” de que es sólo cine, ficción, y por lo tanto mentira.


La película que nos ocupa habla de un político cualquiera. Bueno uno cualquiera, porque en esto también nos diferenciamos de los yanquis. Allí cualquiera (siempre que sea natural de Estados Unidos, mayor de treinta y cinco años y haber vivido al menos catorce años en el país) puede llegar a presidente (un actor, un paralítico, un vendedor de callejero, un presunto instigador de golpes de estado premio Novel de la paz) En “Todos los hombres del Rey” Sean Peen da vida a Willie Stark personaje inspirado en el gobernador sureño populista Huey Long (a mi me recuerda un poco a Jose Bono en nuestro país). Peen es un economista que se gana la vida como vendedor a domicilio bienintencionado que denuncia desde su pequeña posición irregularidades en la obtención de licencias de obra para la construcción una escuela. Cuando parte de la escuela se derrumba matando por el camino a tres niños, una pandilla de interesados ven en el vendedor Sean el hombre perfecto para luchar por el puesto de gobernador del desfavorecido estado de Loissiana. A partir de este momento todo cambia en la vida del humilde vendedor. La metáfora de la naranjada con dos pajitas que evoluciona a whisky nos sirve en la película para entender que nuestro protagonista ha cambiado. Que de honrado con buenas intenciones ha pasado a demagogo populista. Y los intereses del pueblo ha pasado a sus intereses particulares, que al mismo tiempo se enfrentan con los de las “multinacionales” de la época. Y es que no es estereotipo todo lo que reluce, y el poder corrompe. Pero la película tiene otros intereses aparte de los convencionalismos propios del género. Y es que se trata de una adaptación del libro del mismo título publicado en 1946 por Robert Penn Warren y que le valió el prestigioso premio Pullitzer (premio que es el único escritor que ganó también en el apartado de poesía), que recientemente ha sido publicado por la editorial Anagrama en nuestro país. Su paso al celuloide ha sido una muy buena adaptación, aunque Robert Rossen ya dirigió una versión titulada “El político” (oscar a la mejor interpretación al actor Broderick Crawdford). La estructura está muy bien construida. Toda la película está contada desde el punto de vista del narrador Jude Law. Jack Burden en la película (personaje alter ego de Penn Warren). Un periodista idealista descreído venido a menos que acaba trabajando para el ya gobernador del estado sureño. Es curioso observar como al igual que en la obra literaria, Jude el cronista, nos hace ponernos en su posición respecto al personaje de Sean. La situación se complica cuando el pasado de Jude se mezcla con los intereses de Sean. El ex periodista no dudará en ponerse de parte del reconvertido vendedor como forma de autodestrucción, o al menos como forma de deconstrucción de un mundo del que se sabe participe, pero contra el que se revela, aunque este punto (sus motivaciones) no queda suficientemente aclarado en la película. Lo que nos lleva a preguntarnos qué mueve al personaje ¿El rencor?, ¿El odio?, ¿la devoción al mafioso en el que se ha convertido Sean?... Lo cierto es que Jude Law lleva a una situación extrema al personaje interpretado por Anthony Hopkins con el que tiene un vínculo personal. Hopkins que por cierto guarda un inesperado secreto sorpresa.


El reparto de la película es espectacular. Encabezado por Sean Penn y Jude Law, Kate Winslet, Anthony Hopkins y secundados por James Gandolfini, Mark Ruffalo y Patrica Clarkson. Todos ellos hacen un trabajo excelente. Tal vez un poco excesivo en alguna escena Sean Penn (aunque al parecer el personaje real en el que está inspirado era así), y en todas ellas Anthony Hopkins. Pero sobresaliente Jude Law... en tal vez, desde mi punto de vista, su mejor interpretación hasta la fecha, y muy buenas las de el resto del reparto. Quizá el problema de la película sea el tema... o mejor dicho el trasfondo político que como decía anteriormente resulta un tanto cansino para un espectador saturado y desencantado por toda la corrupción institucional con la que es bombardeado diariamente por la televisión. Eso, y el hecho de que sea una trama literaria con los giros y la complejidad psicológica de los personajes que hacen pensar en los motivos de estos, sin llegar a entenderlos en algunas ocasiones, hacen que el espectador no se identifique con los personajes. Y la identificación es uno de los pilares de cualquier película. Y es que el espectador medio se ha acostumbrado a personajes planos con un solo objetivo y sin doblez. Desgraciadamente el ser humano actúa de forma contradictoria en muchas ocasiones y en esta película eso esta mostrado a la perfección. Como digo. Una película poco amable, pero con interés literario además de cinematográfico, que confirma algo que todos sabemos, que el poder es peligroso cuando se utiliza mal (un tópico más que se cumple)...


En cuanto al director Steven Zaillian, del que ya habíamos hablado en “Buscando a Bobby Fischer”, no es más que un mero conductor, y si te dejas llevar, no te darás cuenta de que hay alguien que se encarga de organizar el fantástico guión. ¿Hay mejor forma de alabar a un director que decir que su trabajo pasa desapercibido?...

Víctor Gualda.