Después de revisar la trilogía y comentar “En busca del arca perdida”, es casi obligatorio escribir unas líneas sobre la última entrega de las aventuras del doctor Jones. Han pasado veinte años, y a Lucas le parecía, desde que se encontró con las calaveras de cristal en la serie del joven Indiana, que podía ser un tema interesante a explotar. Después de encargar textos a más de media docena de guionistas que siempre acaba desechando (al parecer también Spielberg), se acabó decidiendo por el de David Koepp. Personalmente creo que el ultimátum de Harrison de que o se hacia ya, o lo descartaban definitivamente, es lo que les animó a lanzarse al guión de esta cuarta entrega. Todo antes de perder una sustanciosa montaña de billetes. Personalmente creo que el guión se podía haber pulido un poco más, aunque la taquilla parece haberles dado la razón.
La idea original era conservar la idiosincrasia del personaje y adaptarlo al paso del tiempo. En este punto creo que han acertado. Indiana Jones es Harrison Ford, y su sonrisa de medio lado, su carisma y su manera de correr son marca inconfundible de la casa. Creo que todos los fans hemos sentido un hormigueo por la espalda la primera vez que vemos su sombra en pantalla. Los mitos no mueren... sólo se hacen mayores. La secuencia inicial de la carrera de jóvenes con militares, trata de sorprender y desorientar, pero no introduce como en la primera película de la saga al personaje en plena acción. La música y el look informativos para que nos demos cuenta del paso del tiempo hacen que uno se pregunte si se habrá equivocado de sala. La temperatura de la secuencia crece con la aparición de Indi, y se eleva hasta el infinito cuando empieza la acción. Algún guiño a su primera aventura de la serie en el hangar nos hace recordar que tiempos pasados siempre fueron mejores, pero entendemos que los rusos son el nuevo enemigo a batir, y lo aceptamos.
Todo ello da paso a una secuencia que me ha desorientado, pero en la que no he podido dejar de pensar. La del pueblo fantasma. Lo cierto es que las aventuras nucleares son muy de las series de la época, pero no sé si encajan mucho con la anterior trilogía. En este punto, esa imagen tan sesenta y que cuadra tan poco con el personaje; La composición de los planos que me resultó un tanto artificial, casi como de serie de televisión; La manera de librarse de la muerte, que tampoco me convenció. Todo ello son concesiones casi infantiles. Como lo son los gags con los castores (o el animal que sea) que me resultaron más que infantiles, estúpidos.
A pesar de los pesares, reconozco que la cuanto menos extraña presentación-aparición del personaje de Shia LaBeouf por el anden de la estación, montado la Harley imitando a Brando en “Salvaje”, con una excusa cogida con pinzas, me gusto, todavía más cuando emprenden la huida en moto. Esta es una secuencia digna de la serie. Acción, humor, giros en la misma secuencia. El más puro Indiana. Esto hace que la película suba enteros de nuevo (la repetición es un valor seguro). A partir de aquí, una vez presentados los protagonistas. Antagonistas, conflictos y objetivos es cuando empieza la verdadera película. La incorporación de Karen Allen es otro punto a favor. Más con ese punto de giro que se adivina desde la primera aparición del joven complemento. Luego, prácticamente la nada. Algunas secuencias salvables y divertidas que repiten la fórmula mágica, como la de la persecución de coches al borde del precipicio. Alguna idea genial que se va por donde ha venido, como la de las hormigas asesinas. Algún chascarrillo ridículo, como lo de las arenas movedizas y la serpiente. La escena de la pirámide, con interés, pero que no alcanza el nivel de sus predecesoras. Un desenlace respetable por arriesgado, pero que tiene el mismo fallo (en realidad prácticamente calcado) que en la primera, y es que el protagonista no interviene más que como mero espectador (malditos efectos especiales que se convierten en un fin, en vez de en un medio). Y un epílogo con dos intenciones: Anunciar la siguiente parte cuando el hijo se va a poner el sombrero e Indi se lo arrebata, y la ridícula boda que ayuda a la continuidad de la serie, pero que echa por tierra la personalidad del personaje. Todo para que el espectador medio (yanqui) se quede contento.
Una película que entretiene y mantiene el interés a lo largo de dos horas, que corre el riesgo inmenso de perder toda credibilidad con el mundo marciano que no pertenece al tono de la serie, y por lo tanto te produce el recelo de lo improbable. Que en parte rompe la magia de la aventura al no haber metiendo suficientes antecedentes para que resulte creíble (Kasdam lo hizo muy bien en la primera plagando la película de pistas y conjeturas sobre el arca). Un Harrison Ford que tira todo el rato del resto de personajes empezando por el de Shia, que a pesar de ser una cara conocida de otras superproducciones resulta blando y le falta el carisma de papa. Una Allen que está un poco de relleno a pesar de la prometedora primera aparición. Una Cate Blanchett de mala malísima que a pesar de lo comunista que es, sigue el patrón hitleriano de la serie, resultando un estereotipo (lo único que le faltaba es el bigote) Al contrario de la primera y tercera en las que el antagonista era uno, y el malo otro, de forma que se complementaban. En definitiva, una película concebida por y para la taquilla, pero que nos deja con la esperanza de que haya una quinta parte que al menos esté a la altura de la tercera... ahora que han cogido carrerilla... cosa ante la que no puedo mostrarme menos que escéptico visto lo visto.
Víctor Gualda.
La idea original era conservar la idiosincrasia del personaje y adaptarlo al paso del tiempo. En este punto creo que han acertado. Indiana Jones es Harrison Ford, y su sonrisa de medio lado, su carisma y su manera de correr son marca inconfundible de la casa. Creo que todos los fans hemos sentido un hormigueo por la espalda la primera vez que vemos su sombra en pantalla. Los mitos no mueren... sólo se hacen mayores. La secuencia inicial de la carrera de jóvenes con militares, trata de sorprender y desorientar, pero no introduce como en la primera película de la saga al personaje en plena acción. La música y el look informativos para que nos demos cuenta del paso del tiempo hacen que uno se pregunte si se habrá equivocado de sala. La temperatura de la secuencia crece con la aparición de Indi, y se eleva hasta el infinito cuando empieza la acción. Algún guiño a su primera aventura de la serie en el hangar nos hace recordar que tiempos pasados siempre fueron mejores, pero entendemos que los rusos son el nuevo enemigo a batir, y lo aceptamos.
Todo ello da paso a una secuencia que me ha desorientado, pero en la que no he podido dejar de pensar. La del pueblo fantasma. Lo cierto es que las aventuras nucleares son muy de las series de la época, pero no sé si encajan mucho con la anterior trilogía. En este punto, esa imagen tan sesenta y que cuadra tan poco con el personaje; La composición de los planos que me resultó un tanto artificial, casi como de serie de televisión; La manera de librarse de la muerte, que tampoco me convenció. Todo ello son concesiones casi infantiles. Como lo son los gags con los castores (o el animal que sea) que me resultaron más que infantiles, estúpidos.
A pesar de los pesares, reconozco que la cuanto menos extraña presentación-aparición del personaje de Shia LaBeouf por el anden de la estación, montado la Harley imitando a Brando en “Salvaje”, con una excusa cogida con pinzas, me gusto, todavía más cuando emprenden la huida en moto. Esta es una secuencia digna de la serie. Acción, humor, giros en la misma secuencia. El más puro Indiana. Esto hace que la película suba enteros de nuevo (la repetición es un valor seguro). A partir de aquí, una vez presentados los protagonistas. Antagonistas, conflictos y objetivos es cuando empieza la verdadera película. La incorporación de Karen Allen es otro punto a favor. Más con ese punto de giro que se adivina desde la primera aparición del joven complemento. Luego, prácticamente la nada. Algunas secuencias salvables y divertidas que repiten la fórmula mágica, como la de la persecución de coches al borde del precipicio. Alguna idea genial que se va por donde ha venido, como la de las hormigas asesinas. Algún chascarrillo ridículo, como lo de las arenas movedizas y la serpiente. La escena de la pirámide, con interés, pero que no alcanza el nivel de sus predecesoras. Un desenlace respetable por arriesgado, pero que tiene el mismo fallo (en realidad prácticamente calcado) que en la primera, y es que el protagonista no interviene más que como mero espectador (malditos efectos especiales que se convierten en un fin, en vez de en un medio). Y un epílogo con dos intenciones: Anunciar la siguiente parte cuando el hijo se va a poner el sombrero e Indi se lo arrebata, y la ridícula boda que ayuda a la continuidad de la serie, pero que echa por tierra la personalidad del personaje. Todo para que el espectador medio (yanqui) se quede contento.
Una película que entretiene y mantiene el interés a lo largo de dos horas, que corre el riesgo inmenso de perder toda credibilidad con el mundo marciano que no pertenece al tono de la serie, y por lo tanto te produce el recelo de lo improbable. Que en parte rompe la magia de la aventura al no haber metiendo suficientes antecedentes para que resulte creíble (Kasdam lo hizo muy bien en la primera plagando la película de pistas y conjeturas sobre el arca). Un Harrison Ford que tira todo el rato del resto de personajes empezando por el de Shia, que a pesar de ser una cara conocida de otras superproducciones resulta blando y le falta el carisma de papa. Una Allen que está un poco de relleno a pesar de la prometedora primera aparición. Una Cate Blanchett de mala malísima que a pesar de lo comunista que es, sigue el patrón hitleriano de la serie, resultando un estereotipo (lo único que le faltaba es el bigote) Al contrario de la primera y tercera en las que el antagonista era uno, y el malo otro, de forma que se complementaban. En definitiva, una película concebida por y para la taquilla, pero que nos deja con la esperanza de que haya una quinta parte que al menos esté a la altura de la tercera... ahora que han cogido carrerilla... cosa ante la que no puedo mostrarme menos que escéptico visto lo visto.
Víctor Gualda.
2 comentarios:
Yo no acepto que los rusos sean los nuevos(?) enemigos a batir...ufff, anda que no ha pasado tiempo, y no nos han aburrido con películas sobre la pretendida maldad intrínseca de los rusos...
Falta originalidad e imaginación, y creo que no es mucho pedírsela a Spielberg. Pero ya hace tiempo que me di cuenta de que sus películas tienen dos fines: primero hacer dinero, segundo, dorarle la píldora a Israel. Una peli por año más o menos sobre el asunto de siempre...
Nada más que añadir, salvo que no creo que vuelva a invertir... ¿cuánto? creo que 2 horas y media en un guión trasnochado y más que previsible.
... Indi se ha hecho mayor, y por una cuestión de coherencia los enemigos deben cambiar. Después de la segunda guerra mundial, hubo una relación tensa entre los americanos y Stalin (antes incluso de la guerra fria) y en este intervalo es donde creo que se situaría la película. De todas los rusos son la excusa para enmarcar a los malos malisimos. En cuanto a que Spielberg sea judio y financiador habitual de Israel, no nos cabe ninguna duda, pero no creo que se vea reflejado en esta película. Ya lo hizo en "la lista..." y de manera polémica ya que trataba de no posicionarse (esto es muy discutible) en "Munich", pero Indi es Indi siempre. Si quisiera hacer una peli completamente sesgada contaría como los judios tomaron Jerusalen el día que la abandonaron los ingleses una hora antes de la hora a la que se tenían que ir, que eso si que es un peliculón. Otra cosa es que no te haya gustado el guión. Lo entiendo. Tampoco a mi me parece redondo, pero creo que trata de rendir homenaje a las peliculas y series B de la época... y esto NO resulta creible con un presupuesto de doscientos y pico millones de dolares. Ya veras como a partir de ahora se vuelven a poner de moda las pelis de marcianos... Lo que yo le agradezco a Spielberg y a Lucas es que sigan pretendiendo (que no necesariamente consiguiendo) ser niños grandes. El problema es que los que disfrutamos de aquellas aventuras en los ochenta, ahora tenemos veintitantos años más, y hemos perdido esa capacidad de soñar, por defender la a veces estúpida credibilidad. Yo si voy a perder dos horas y pico más en una presunta quinta entrega, porque tal y como esta la industria en todo el mundo, ellos son los únicos que tienen presupuesto para soñar.
Bi
Publicar un comentario