No soy precisamente admirador del cine publicitario de Isabel Coixet. Para mi, su mejor película es “Cosas que nunca te dije”, y probablemente lo seguirá siendo porque desde aquel estreno su cine no ha evolucionado. Sigue repitiendo el mismo tema, las mismas formulas, hasta sus planos son los mismos. Llevar el argumento a Tokio no significa más que seguir en la cresta de la ola de la modernidad, de un snobismo demode que no aporta nada. Da igual que un argumento se disfrace con el exotismo japo o con la cotidianidad de un pueblo de Granada, porque son los temas lo que son universales, no el marco tras el que se desarrollen.
Para empezar, me llama la atención el camino que ha tomado. Su cine está supeditado al encuadre más que a los personajes, lo necesita para estar, para tener razón de existir, así que para que sus personajes avancen en una trama simplista que sólo lleva del amor al desamor y viceversa, necesita un narrador. Como si de un relato se tratara, el narrador se convierte en personaje fantasma que tiene la peculiaridad de no estar definido. Pasa de ser ominisciente a equisciente con una soltura literaria (aunque imagino que de forma casual). No molesta, es sólo el trazo que hay que seguir para tratar de entender al personaje protagonista de Ryu (Rinko Kikuchi). Mediante la excusa del encargo (no me quiero extender para no destapar el argumento) el espectador sabe lo mismo que ella, pero se pone en el lugar de Sergi Lopez, teme por él. Es decir, el punto de vista es compartido para que nos identifiquemos con ambos personajes. La directora catalana es espabilada y nos lleva de la mano en un tramo como si de “Catalanes por el mundo” (si es que existe) se tratara. Distrae al espectador estéticamente, pero la evolución no deja de ser la relación de sexo a través de la que nuestra protagonista descubre el amor y el deseo. Como el personaje es silencioso, entendemos inconscientemente que por su ocupación a tiempo parcial y por sus dudas hay algo oculto que nos impide entender a un personaje más complejo de lo que se atreve a mostrarnos Coixet. Y es que si la excusa es tópica pero válida. El desarrollo es monótono, más de lo mismo que en mil cintas. Escenas de sexo para turistas en anuncios publicitarios de un hotel temático, y poco más…
El gran problema del guión para mi es que el personaje de Sergi Lopez no llega a entregarse (aunque tenga excusa), entendemos que la relación está abocada al fracaso, y como Coixet se posiciona en todo momento de parte de la chica (como en todo su cine) el drama está garantizado de antemano. Por eso no sorprende, por eso no emociona, porque en realidad las normas tradicionales de la narración no entienden de genero. Por mucho que se disfrace de estética lo que llega al inconsciente no son los planos cenitales, las grúas o los travellings. Son las emociones primarias con las que el espectador se debe identificar para sentir y entender el sacrificio de Ryu. Nos tenemos que poner en el lugar de Lopez y morir un poco con él (si, si, no me he vuelto loco) cuando entienda que el máximo sacrificio no lo hizo la primera suicida esteta del espejo, sino la segunda en sus brazos (sobra la escena justificatoria-explicativa con el dependiente de la tienda). Porque nosotros espectadores somos él, y no ella.
Por último quisiera atreverme a sugerir a Coixet (sin acritud) un cambio de rumbo en su cine porque está estancado. Coixet no es Kar Wai narrativamente. Sus planos estéticos no llevan implícito un subtexto distinto a lo que vemos (por mucho que utilice torpemente el símbolo), así que mejor concentrarse en lo mejor de la cinta. Las pocas escenas en las que los personajes hablan. Los planos contraplanos dicen más que los generales buscando la diagonal, los de cámara en mano con montajes publicitarios con versiones de coplas o de temas míticos a los que sólo falta el corte del producto a vender. Para mi ser consciente en todo momento de la técnica no es más que un ejercicio de ego del director y si no están justificados por la historia que cuentan (fin último de esta forma de expresión) son sólo un artificio que lastra la esencia de un film que está contando una sencilla historia de amor imposible.
Víctor Gualda.
Para empezar, me llama la atención el camino que ha tomado. Su cine está supeditado al encuadre más que a los personajes, lo necesita para estar, para tener razón de existir, así que para que sus personajes avancen en una trama simplista que sólo lleva del amor al desamor y viceversa, necesita un narrador. Como si de un relato se tratara, el narrador se convierte en personaje fantasma que tiene la peculiaridad de no estar definido. Pasa de ser ominisciente a equisciente con una soltura literaria (aunque imagino que de forma casual). No molesta, es sólo el trazo que hay que seguir para tratar de entender al personaje protagonista de Ryu (Rinko Kikuchi). Mediante la excusa del encargo (no me quiero extender para no destapar el argumento) el espectador sabe lo mismo que ella, pero se pone en el lugar de Sergi Lopez, teme por él. Es decir, el punto de vista es compartido para que nos identifiquemos con ambos personajes. La directora catalana es espabilada y nos lleva de la mano en un tramo como si de “Catalanes por el mundo” (si es que existe) se tratara. Distrae al espectador estéticamente, pero la evolución no deja de ser la relación de sexo a través de la que nuestra protagonista descubre el amor y el deseo. Como el personaje es silencioso, entendemos inconscientemente que por su ocupación a tiempo parcial y por sus dudas hay algo oculto que nos impide entender a un personaje más complejo de lo que se atreve a mostrarnos Coixet. Y es que si la excusa es tópica pero válida. El desarrollo es monótono, más de lo mismo que en mil cintas. Escenas de sexo para turistas en anuncios publicitarios de un hotel temático, y poco más…
El gran problema del guión para mi es que el personaje de Sergi Lopez no llega a entregarse (aunque tenga excusa), entendemos que la relación está abocada al fracaso, y como Coixet se posiciona en todo momento de parte de la chica (como en todo su cine) el drama está garantizado de antemano. Por eso no sorprende, por eso no emociona, porque en realidad las normas tradicionales de la narración no entienden de genero. Por mucho que se disfrace de estética lo que llega al inconsciente no son los planos cenitales, las grúas o los travellings. Son las emociones primarias con las que el espectador se debe identificar para sentir y entender el sacrificio de Ryu. Nos tenemos que poner en el lugar de Lopez y morir un poco con él (si, si, no me he vuelto loco) cuando entienda que el máximo sacrificio no lo hizo la primera suicida esteta del espejo, sino la segunda en sus brazos (sobra la escena justificatoria-explicativa con el dependiente de la tienda). Porque nosotros espectadores somos él, y no ella.
Por último quisiera atreverme a sugerir a Coixet (sin acritud) un cambio de rumbo en su cine porque está estancado. Coixet no es Kar Wai narrativamente. Sus planos estéticos no llevan implícito un subtexto distinto a lo que vemos (por mucho que utilice torpemente el símbolo), así que mejor concentrarse en lo mejor de la cinta. Las pocas escenas en las que los personajes hablan. Los planos contraplanos dicen más que los generales buscando la diagonal, los de cámara en mano con montajes publicitarios con versiones de coplas o de temas míticos a los que sólo falta el corte del producto a vender. Para mi ser consciente en todo momento de la técnica no es más que un ejercicio de ego del director y si no están justificados por la historia que cuentan (fin último de esta forma de expresión) son sólo un artificio que lastra la esencia de un film que está contando una sencilla historia de amor imposible.
Víctor Gualda.
6 comentarios:
Que conste que me gustaron algunas cosas de la película, peeeero:
1.-Coincido en casi todo, precisamente salí del cine pensando que Coixet habia intentado hacer una película de Won Kar Wai pero no le había salido... Me alegro de que alguien más opine lo mismo.
2.-Me sobra totalmente la escena final en Barcelona, dando una información innecesaria, e incluso perjudicial, a mi modo de ver, totalmente fuera de la historia...El fantasma de las subvenciones y los patrocinadores me viene a la mente, no puedo evitarlo.
3.-No sé que tiene Sergi López, pero me resulta incomprensible su trabajo; en realidad no me creo niguno de los papeles en los que le he visto hasta ahora.
-y que tal aunar los puntos 2 y 3 de tu comentario? La frialdad de Lopez en la relación necesita la puntualización de escena final en la que deja claro al espectador que sigue recordándola... claro que tambien puede que recuerde a las dos novias muertas (creo que no se fue, lo echaron de Japón para que no diezmara la población femenina)
-No es actor de mi devoción, pero tenía una que se llamaba algo así como "Harry, un amigo que os quiere" en la que estaba bastante bien.
-y la subvención que hay es de la tele catalana claro, aparte de ICO, TVE, ministerio, y la intervención de varias productoras.
A mi me pareció una moraleja chunga en plan "Puedes tirarte a todas las orientales que quieras, que al final, volverás al redil, te casarás con una "local", formarás una familia tradicional,y bla bla bla". Muy triste.
No necesito ver qué pasa a posteriori, ni si el personaje cambia a mejor o a peor; e nmi opinión la película debe acabar en la lonja de pescado o bien en la escena del cementerio.
Intentaré ver "Harry...", pero no tengo mucha fe en Sergi, la verdad.
En "Negocios ocultos" de Stephen Freaks Sergi Lopez hace un buen papel
Stephen Frears, si no te importa.
en este blog los errores gramaticales son parte del encanto. lo digo yo, que escribo las criticas sin releerlas casi nunca.
Víctor.
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