En honor a la verdad, hay poco que objetar a esta película que sorprendentemente se ciñe a la perfección a un guión de Rafael Cobos más sustentado en la forma que en el fondo, pero perfectamente válido y desde luego llevado con muy buen pulso por Alberto Rodríguez. Otra cosa será que el tema: La soledad a través de personajes que presuntamente no lo están, como reflejo de la sociedad demasiado volcada hacia el exterior y poco dada a cultivar el interior, tal vez esté llevado al extremo. Para mí, fallo de una película por lo demás más que correcta a nivel formal, y fantástica en sus interpretaciones.
Lo primero que hay que destacar de la cinta, es la estructura. Tres personajes: Julio (Guillermo Toledo), Manuel (Tristan Ulloa) y Ana (Blanca Romero) amigos y con vidas y ocupaciones independientes, que se reúnen presuntamente cada cierto tiempo para irse de fiesta, y no perder aquella capacidad de aislarse de los problemas diarios desfasando y buscando una adolescencia que nunca volverá. No es ningún disparate, es un reflejo sino general, si habitual. Con cuarenta años todavía eres joven, y las salidas dislocadas hacen que olvidemos los problemas diarios. Pues bien, el guión trata el tema desde tres puntos de vista diferentes, con situaciones vitales diferentes (recurso fundamental y acierto de la cinta). Lo hace de una forma sencilla y efectiva; crédito con el nombre del prota, y sobre una línea temporal que abarca prácticamente una noche, cada uno, y con ellos el espectador, vive la noche de fiesta de manera diferente. El espectador será el que decida cual es la situación más próxima a la realidad, ya que más allá de la mera repetición (que también) hay pequeñas variaciones dentro de la misma situación. Un acierto de estructura; sencilla, pero bien trabajada.
La otra característica sobre la que se sustenta la película, además de los lógicos conflictos entre los personajes, que sirven al tiempo para definir sus miedos o sus necesidades, es la fantástica interpretación de (sobre todo) un Guillermo Toledo que sencillamente está brutal. Es fácil pensar que interpretar un personaje pedo es fácil, pero Tristán Ulloa y también Blanca Romero están magistrales. He visto mucha gente puesta hasta las cejas en la calle, y lo que veía en la pantalla no desmerece y un ápice la realidad. La cara abotargada, los movimientos imprecisos, la forma de hablar, la continuidad entre los planos grabados algunos en momentos diferentes. Sinceramente me quito el sombrero ante papeles que no están suficientemente valorados porque tienen un arco interpretativo corto y poca evolución dramática, pero ayudados por las situaciones con las que se complementa cada trama, entendemos las actitudes y refuerzan la interpretación. No quiero olvidarme de Blanca (nominada a actriz revelación). No está al nivel de ellos, porque sus angustias están menos desarrolladas con situaciones concretas, y casi siempre relacionadas con Ulloa (subtrama del perro, subtrama personal con Tristán) y en menor mediada con Toledo, pero en ningún momento desentona, y brilla en alguna ocasión por encima de sus compañeros. Si no se vuelve loca (me refiero a que se crea mejor de los que es y estanque su evolución), estamos ante una actriz que nos dará muchas alegrías en el futuro.
Lo que si es cierto, es que el director Alberto Rodríguez no da opciones a los personajes. No da la opción de la esperanza, ni siquiera conforma al espectador con un plano en el que todo vuelva a la normalidad, en vez de eso aparca la película con la secuencia “caliente” como clímax, y un bajón considerable como desenlace y eso deja un desazón difícil de suplir. Necesitamos pensar que después de esa noche todo volverá a la normalidad y que hay esperanza de que cada personaje redima sus carencias, y mejor si es con un plano de los tres juntos… que resultaría igual de valido, con el mensaje claro, pero como en la vida real, con la idea de que la vida sigue y el fin de semana siguiente habrá una nueva falsa esperanza de recuperar lo perdido con los años.
Víctor Gualda.
2 comentarios:
Fantástica crítica, sin palabras, chapó!!!
Muy buena la interpretación, sí señor. Todavía sigo con la boca abierta después de ver a Guillermo Toledo.
Con respecto a la estructura, aunque la idea me parece buen (más buena que original), esa dividsión en 3 hace que todo se vuelva un poco previsible... y hay momentos en los que me apetecía ya pasar a lo siguiente!
Margüita
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