viernes, 26 de marzo de 2010

EL BAILE DE LA VICTORIA

A veces me resulta curioso el criterio de la academia de cine a la hora de seleccionar las películas que nuestro país manda para representarnos en los Oscar. No hace falta ser muy espabilado para darse cuenta de que “El baile de la Victoria” no era la cinta adecuada para pasar el primer corte de selección. Y no digo que sea mala película, pero desde luego ni el fondo, ni la forma son las adecuadas.

Para empezar por el principio, la estructura narrativa es defectuosa. Dividido el punto de vista en dos, incluso en tres, la tensión se diluye entre los bloques perdiendo el interés hasta llegar a un desenlace que se me antoja menor respecto al verdadero clímax de la cinta que se encuentra al final del segundo acto. El personaje de Darín (Nicolas) que ejerce de famoso “revienta-cajas” que acaba de salir de la cárcel tiene como objetivo recuperar a su familia después de cinco años resulta baldío. La empatía es la excusa para convertirse en tutor del joven Ángel (Abel Ayala) aprendiz de ladrón con ilusiones e inmadurez repartidas a partes iguales. Este joven, que realmente es el protagonista de la película, o mejor dicho, por guión debería serlo por el peso que adquiere su relación con la muda bailarina de la calle Victoria (Miranda Bodenhofer) además de con la trama “guía” del atraco. En tercer lugar el necesario antagonista con misión incierta, pero que amenaza desde las sombras al trío protagonista.

En realidad los conflictos y objetivos de los personajes están bien planteados (probablemente herencia de la novela de Skármeta), y es en los bloques que los desarrollan donde demasiadas secuencias informativas y otras repetitivas para reforzar los roles, donde se pierde el equipo guionista encabezado por el propio escritor, Fernando Y Jonas Trueba. Pero no todos los defectos vienen dados por un guión mal estructurado o unos diálogos forzados en muchas ocasiones, sino que, y esto es lo más curioso, la película está mal dirigida en varios tramos. Fallos como las voces en off de Darín y su mujer en el tenso encuentro, recuerdan al cine de un amateur, o los cambios de género del drama, a la buddy movie, al thriller, y lo que es peor a la comedia esperpéntica, como la terrible y fallida secuencia del tribunal de danza, hacen que me pregunte si es posible que este director sea el mismo que ha ganado un Oscar por una película fantástica como es “Belle Epoque”.

Respecto al fondo, ambientada en el Chile reciente, me pregunto si el discurso moral es, “quien roba a un ladrón tiene cien años de perdón”… aunque con peaje, o el baldío intento de denunciar las diferencias sociales que impiden a los que están en la parte baja de la pirámide incorporarse a una sociedad que les rechaza (por no hablar de una crítica pueril del final de la época de Pinochet). No creo que sea la intención siquiera. Trueba tiene muchas virtudes, pero en esta ocasión los defectos se comen una película carente de tensión dramática que da secuencias a un Darín que se come la película con su presencia como actor, pero también por la mala distribución de las escenas, ralentizadas en la presentación sólo por el hecho de que es el único actor capaz de levantar el film. Al final dos horas de un metraje al que le sobran veinte minutos como mínimo, que da lugar por este defecto de forma, a meter el verdadero desenlace al final del segundo tercio de película mientras resuelve la que debería ser (y es) la trama guía en quince minutos, y lo que es peor, obviando todas las convenciones para que el subgénero del cine de atracos funcione. Si a eso añadimos un final incierto y negativo que hace que el público se aleje más si cabe de personajes por los que debería estar obligado a sentir al menos cierto cariño, estamos ante una película incuestionablemente fallida.

Es una pena que esta película con buena intención y buena base se vaya al garete por la falta de buen pulso en la dirección, la falta de un guión consistente y equilibrado, y unas interpretaciones sobreactuadas en los principales (con la excepción de un Darín desubicado y tópicas en los secundarios. Esperemos que sólo sea el primer impulso después de años sin ponerse detrás de la cámara de un director con sobrada experiencia y que, espero, todavía tiene mucho que aportar.

Víctor Gualda.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

En el libro la bailarina no es muda
¿Tan faltos andaban de ideas que decidieron dejarla calladita?

Anónimo dijo...

no leí el libro, pero es un recurso aceptable que personalmente no me molesta. para qué quieres que hable un personaje que no tiene nada que decir y que sirve de excusa para que los dos personajes principales evolucionen. Así al menos se le aporta un cierto misterio, de alguna forma se le caracteriza, y se mantiene la tensión de si en algún momento romperá a hablar (no es muda de nacimiento, sino por un trauma) Los problemas los tiene la película sobre todo en la estructura narrativa.
Víctor.