jueves, 18 de marzo de 2010

BONNIE AND CLYDE

Estamos ante uno de esos clásicos que merece la pena revisar cada cierto tiempo. Una película que tuvo un parto difícil incluso una vez estrenada, pero que supuso un antes y un después en el cine made in hollywood, un referente del pasado siempre a recuperar como ejemplo de cine barato pero con excelente factura, que además tendría peso en el posterior cine de los setenta, rodada en su mayoría en exteriores, y que dinamitó el caro cine de estudio.

Ambientada en la América justo posterior a la depresión, nos muestra un país que se lame las heridas, una América de antihéroes, de individuos que a su pesar son utilizados por el sistema para ejemplificar el nuevo orden que está por llegar. El de la necesidad de los gobiernos por recuperar el control de una sociedad a la que se le escapan los mal llamados valores tradicionales y confronta al individuo contra un sistema culpable de los desastres del país. Antihéroes inmaduros cuya única ambición es volver a los orígenes (el personaje de CW vuelve buscando el refugio de una autoridad corrompida y amoral paterna, Bonnie que busca la imagen materna como referente a pesar de la advertencia de esta o Clyde sin más referente que su hermano).

Y es que son los personajes otro de los valores de la cinta, un Clyde inmaduro y apasionado al que le buscan los problemas, una Bonnie que siente la necesidad de salir de su burbuja. Juntos inician la road movie que les lleva a recorrer el suroeste del país atracando bancos, que pocas veces atracan, y de manera natural y no premeditada hacer banda con el chaval CW y con el propio hermano de Clyde y la mojigata mujer de este. Los problemas de impotencia sexual de Clyde llevaron en el guión original de David Newman y Robert Benton a formar un trío con CW, con el Truffaut de Jules and Jim como director, pero con el alejamiento de la cinta de la mano europea, y los complejos del propio Beatty, se consiguió un efecto fantástico: La evolución de la impotencia del personaje desaparece al tiempo que la violencia decrece, convirtiéndole en vulnerable. Una especie de semidiós mitológico condenado por superar sus propios complejos.

También intervino en el guión Robert Towne, aunque de manera indirecta, mejorando algunos diálogos, y cambiando el orden de algunas secuencias, entre ellas una fundamental, la del enterrador, que supone un punto de inflexión en el texto y la entrada en el túnel que condena a los protagonistas a una muerte anunciada, desde la aparición del peligroso antagonista que supone el policía burlado.

Casi no merece la pena mencionar la violencia que desprenden las imágenes del film. Un sello de identidad demasiado evidente que estuvo a punto de llevar al traste la película y que bajo la mano de Arthur Penn alcanza cotas impresionantes; la sangre a borbotones dentro del mismo plano en que los antihéroes disparan, o el final ralentizado mientras las balas agujerean los cuerpos sin piedad y el extraordinario montaje, barrieron a partir de su estreno las mojigatas escenas violentas precedentes y dieron paso en Estados Unidos al posterior cine de personajes sicológicamente torturados.

Os recomiendo el fantástico libro de Biskind “Moteros tranquilos, toros salvajes” para conocer los detalles de esta producción y de muchas otras que revolucionaron el cine en la década de los setenta, y por supuesto la revisión de esta cinta imprescindible en la historia del séptimo arte.

Víctor Gualda.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Simplemente añadir que el cine de Arthur Penn está cargado de una profunda y certera crítica social tanto en "Bonnie and Clyde" como en los magistrales títulos "La jauría humana", "Pequeño gran hombre", etc, ese discurso en muchas ocasiones no conto con el refrendo de la taquilla.

Marieta dijo...

Precisamente el otro día comentamos "La jauría humana" en una comida familiar.
¿Alguien sabe por qué extraño mecanismo de la memoria la mayor parte de la gente se acuerda de Robert redford y no de Marlon Brando?

Anónimo dijo...

Solo quiero agregar que esta road movie ademas es una historia de amor, amor transgresor y si se quiere anti-sistema. Un camino del heroe que deciden recorrer hasta al fin, sin importar las consecuencias, la convicción los hace mas fuertes, y conviertiendose en mito, en inmortales.

joaquín dijo...

Era pregunta de Berltold Brech en su tiempo.¿Qué es más delito robar un banco o fundarlo?.
El cine por medio de "Bonnie and Clay", nos da una respuesta. En que "bello es vivir" la respuesta pudiera ser diferente. La realidad que estamos viviendo hoy es indubitable.
¿Se seguiría haciendo en estos días la pregunta Brech?. Pues eso

Anónimo dijo...

me gusta la idea que apuntas de que todo el mundo se acuerda del personaje de Redford. Personalmente por lo que recuerdo me gusta más la difícil posición de Brando entre su mujer y el tipo que le tira los trastos a esta y las reacciones del pueblo, un ejercicio de malabarismo y contención. Pero tal vez sea cierto que es más fácil empatizar con el chaval con cara de buen chaval que busca su libertad y huye que con el poli que en el fondo vive atrapado por las convenciones sociales.
Víctor.