Este personaje será interpretado por el histriónico Dustin Hoffman. El productor de Hollywood que convierta en realidad la ficción (me encanta la frase de DeNiro “-es verdad, lo he visto en la tele”) se encargará de crear la gran bola. Un trailer que distribuir por todas las televisiones del mundo en el que una presunta inocente albanesa (Kristen Dunst) cruza un puente con su gato blanco (el color del animal por expreso deseo del presidente) huyendo de las bombas. El espectador, que somos todos, no se plantea si lo que está viendo es un croma o una realidad. Lo echan en la tele, o sea que sólo puede ser cierto. Cuando la CIA, otro poder fáctico en EEUU con suficiente mano para la ficción y las conspiraciones se entromete, la ilusión está a punto de irse al traste, así que como nuevo giro interno y metalingüístico, se crea el héroe americano necesario. Ya lo decía Kirk Douglas en “El gran Carnaval”, si la desgracia le ocurre a un pueblo entero no surge tanto efecto como si el público se identifica con el individuo, así que para la gran mentira se necesita un héroe, aunque haya que buscarlo en al agujero más profundo del sistema.
Lo curioso y destacado de esta película además del trasfondo crítico, es el tono y el ritmo en el que está narrado. La película se puede dividir en dos tipos de secuencias. Los personajes desplazándose, sea en avión, coche o sobre todo andando, en busca del objetivo y dando ritmo a una película de otra forma muy estática, y los personajes viendo la televisión, sea en una mansión, en un bar o en un aparato portátil, como gran guru que hay que controlar. “Cortina de humo” es una comedia negra casi teatral en la que la caracterización de los personajes no sale del estereotipo y tal vez este sea su mayor defecto. Pero eso si, nos encontramos mala leche en casi cada secuencia, como el héroe americano interpretado por Woody Harrelson, o la venta de cualquier producto a partir del incidente, sean camisetas, zapatillas o discos…
Poco o nada importa que el final de la cinta sea absolutamente dramático, previsible, injusto y necesario. Que nos avise del peligroso manejo del poder que hacen los políticos. No importa que seamos capaces de reírnos de nuestra propia ignorancia. Lo que importa es manipular al votante para que crea que elige libremente. La democracia solo es sostenible si unos cuantos le sacan partido, parece querer decir la película. Lo que por cierto me da pie para recomendar el libro del periodista Daniel Montero recién editado “La Casta: El increíble chollo de ser político en España”. Un catálogo de despropósitos nada ficcionados que mantenemos con nuestros impuestos. Y es que si a veces sospechamos que unas noticias aparecen para tapar otras, que los partidos políticos se encaminan al late night show más que a las ideas, o que se utiliza el deporte como interés nacional para distraernos, lo innegable es que en el país de los ciegos, el tuerto es político.
Víctor Gualda.