La idea original era ver la recién llegada “Mas allá de la duda” con Michael Douglas. La sorpresa de encontrarme un telefilm de dudosa calidad, con un guión previsible, una realización digital casi patética, y unas interpretaciones lamentables, duró quince minutos. Así que recordé que había dos peticiones en el blog para revisar un par de películas “La cortina de humo” y “La última noche”. La primera me resultó en su momento algo aburrida, así que me decidí por “La última noche”. Si el recuerdo que tenía era que se trataba de una buena película, después de volver a verla, puedo decir que se trata de un peliculón.
Lo primero que hay que destacar de Spike Lee, es que aparte de revindicar a los afroamericanos en sus films, es un gran contador de historias. Un tipo con un sentido de la narración casi literario que sabe imprimir su sello personal en la historia entregándose a los personajes, y utilizando la trama como medio en vez de cómo fin. Es decir, realiza películas comerciales y entretenidas, pero invita a reflexionar sobre los temas que plantea a través de los personajes (algo poco común en el cine made in Hollywood, demasiado preocupado en entretener). Sus películas son fáciles de contextualizar en momentos históricos concretos y hablan de los problemas que provocan en la sociedad a través del individuo. En este caso se trata de uno de los primeros dramas ambientados en Nueva York después de los atentados del 11 de septiembre, y el ambiente pesimista y desesperanzador sobrevuela todo el metraje, con un par de secuencias concretas, y en las actitudes de los protagonistas ante las situaciones personales que viven cada uno de ellos.
La trama sobre la que se sustenta este ambiente es sencilla y correcta. La información esta distribuida a lo largo de metraje sin precipitaciones, con una concepción de ritmo fantástica. Director y guionista (David Benioff) nos hablan de personajes. Sabemos a través de una secuencia de presentación que Monty (Edgard Norton) es un buen tipo que tiene tendencia a meterse en problemas. Conocemos a su novia (la espectacular Rosario Dawson, elemento racial del film) conocemos a sus amigos del instituto que aparentemente tienen poco que ver con él. Un corredor de bolsa tiburón agresivo y ambicioso (fantástico Barry Pepper) y un profesor de instituto Philip Seymour Hoffman reprimido y atraído por una alumna peligrosa, Anna Paquin. En los puntos de giro, y a través de flash-backs introducidos puntualmente, pero con muy buen criterio, recibimos la información que nos pone en situación. Todo se desarrolla a lo largo de una noche. La despedida de la vida/libertad obliga a poner las cosas en su sitio. A saber quien es quien realmente, a quitar las mascaras que sirven de defensas de los personajes con el mundo de “ahí fuera”. El interés se sustenta en saber quien fue el culpable, en saber cuales son los sentimientos reales. En hacer un viaje iniciático con los personajes por la noche que les obligue a decir la verdad por vez primera en muchos años. Todo lo demás es fino envoltorio que se dibuja a través de una estructura dramática sin grandes sorpresas. Un par de secuencias resultonas como la del monologo de Norton en el cuarto de baño, que habla del odio y que resulta un tanto artificial (tal vez por su colocación en el corte final), o la del epilogo que le da al espectador la opción de elegir la esperanza como única salida, no desmerecen una reflexión profunda de un país desconcertado que se busca a si mismo tras los atentados
Si tuviera que ponerle un pero a la película, sólo me atrevería a hacerlo en la realización/montaje (ojo: la fotografía de Rodrigo Prieto es fantástica). Demasiados planos innecesarios en algunas secuencias para darle ritmo, que resultan gratuitos. Mirar a través de la cámara a los personajes no quiere decir que haya que hacerlo desde todos los ángulos posibles (por mucho que esté emparentado con la idea última) porque nos hacen conscientes de la presencia del director. Es como si tuviese la necesidad de decir “estoy aquí”, cuando las maravillosas interpretaciones te sumergen sin artificios. También lo son los subrayados de nuevo de montaje con planos que repiten la acción en momentos importantes. Esos recursos se quedan anticuados antes de estar de moda. Pero es igual, porque los actores y la historia te meten de lleno y te olvidas para disfrutar. Un diez a esta película que recomiendo revisar ahora que contamos con un elemento de juicio más; la perspectiva del tiempo.
Víctor Gualda.
7 comentarios:
A mi me resultó muy interesante la tensión (¿Se dice así?) que se genera entre los personajes, abocados a ir a una fiesta de despedida a la que preferirían no acudir, en un sitio en el que serían mejor no estar, cada uno con sus reproches-rencores-envidias-complejos-dudas-desconfianzas hacia los demás traidos del pasado; y el que, como espectador, estés a cada paso más ansioso por que la situación se resuelva mientras a la vez vas estando más seguro de que se va a liar la de Dios y no habrá final feliz, sino más bien una especie de desoladora resignación en la que cada uno seguirá con su vida (salvo el protagonista, claro, que comienza una nueva, de escaso atractivo) y todas esas emociones se irán diluyendo con el paso del tiempo.
Real como la vida misma.
Por cierto, yo hice la petición en el blog, asi pues muchas gracias.
Aprovechando tu trávelling por el circuito de películas no comenrciales, me gustaría recomendar a los blogueros, un diréctor, no por poco mentado, menos capital en la historia del cine. Me refiero a Max Ophuls.
Sus filmes holliwudienses "carta de una desconocida" y "almas desnudas". Junto con "el placer" y "Lola Montes" de su andadura parisina,son ya historia en este medio
En espera de poder gustar de un hipotético viaje,en tu más que notable blog, por alguno de estos filmes. Se despide un asiduo, de estas bisemanales críticas
Anonimo 1: creo que esa es la principal virtud de la película. Mantener esa tensión de la que hablas a lo largo de todo el metraje, no sólo en esa secuencia, imprescindible por estructura por ser un punto de inflexión definitiva entre los tres protagonistas, la novia ¿traidora?, Anna Paquin y los jefes mafiosos, en la que todas las contradicciones de los personajes que hemos visto, e incluso la acumulada por el protagonista (perfectamente reflejada en la secuencia del espejo) inciden para resituar al espectador y a los personajes. Aunque luego cada uno siga su vida, algo ha cambiado en todos ellos. Aprenden a aceptar que algo hicieron mal en el pasado y que han creado una burbuja para aislarse sin compartir ni preocuparse más que por ellos mismos. Solo cuando algo irremediable sucede se lo plantean.
Intentare verme la cortina de humo a ver si le sacamos tanto partido como a esta, que ha sido una grata revisión
Anonimo 2; gracias, y suscribo tu recomendación, aunque en la devedeteca hay poco de Ophuls, que eso no sea un impedimento para ver buen cine.
perdon, acabo de ver el segundo comentario y no era anónimo. un saludo para joaquin.
Bonita reflexion de Spike Lee sobre las horas previas al enchironamiento. Buen ritmo y mucho respeto a la historia y a los personajes. Interpretacion como siempre de lujo de Edward Norton, que repite un poco el papel de malo con cascaron de bueno.
Pelicula neoyorkina y por lo tanto universal, pero a la vez extranya y agradablemente intimista. Lo mejor que he visto de Spike Lee.
Chumari: Yo diría más bien bueno con cascarón de malo.
Por cierto ¿Y la escena de la zona cero no os parece un poco traida por los pelos? Si fuese una película española pensaría que esa escena ha sido incluida para conseguir alguna subvención...
yo diría que ni bueno ni malo. eso es lo interesante de esta película, que los personajes están tan currados que se saltan los estereotipos y se convierten en personas. no caigamos en los tópicos morales. la pasta fácil le da un nivel de vida y no se plantea si está haciendo bien o mal, sencillamente lo hace y vive de puta madre. sólo cuando le pillan comienza a ser consciente, él y sus colegas, que tal vez había que haber hecho las cosas de otra manera (como dijeron antes, como la vida misma)
la secuencia de la zona cero creo que es necesaria porque contextualiza la acción, más bien refuerza el sentimiento nihilista de los personajes... aunque en nuestro país sería por la subvención como bien dices, porque sino el productor no la permitiría.
Víctor.
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