Tal y como recordaba, nos encontramos ante una película menor de un director menor (Barry Levinson). Al menos a nivel formal, aunque hay que reconocer que la idea es fantástica y probablemente pase de ficción a realidad con más frecuencia de lo que sospechamos. La idea es sencilla, y la estructura del guión de Mamet (novela de Larry Beinhart) más aun si cabe. El presidente americano ha tenido un desliz con una becaria a pocos días de las elecciones, y la noticia puede ser una bomba que lastre su reelección. Para estos casos hay un “resuelveproblemas” interpretado por Robert DeNiro que se encargará de crear una cortina de humo que convierta en noticia menor el suceso. Una vez presentado el conflicto y los personajes por parte del gobierno, De Niro y la casi desaparecida Anne Heche (paradójicamente por un “escándalo” de imagen), sólo falta buscar un productor que convierta la excusa en un producto para que el pueblo americano consuma.
Este personaje será interpretado por el histriónico Dustin Hoffman. El productor de Hollywood que convierta en realidad la ficción (me encanta la frase de DeNiro “-es verdad, lo he visto en la tele”) se encargará de crear la gran bola. Un trailer que distribuir por todas las televisiones del mundo en el que una presunta inocente albanesa (Kristen Dunst) cruza un puente con su gato blanco (el color del animal por expreso deseo del presidente) huyendo de las bombas. El espectador, que somos todos, no se plantea si lo que está viendo es un croma o una realidad. Lo echan en la tele, o sea que sólo puede ser cierto. Cuando la CIA, otro poder fáctico en EEUU con suficiente mano para la ficción y las conspiraciones se entromete, la ilusión está a punto de irse al traste, así que como nuevo giro interno y metalingüístico, se crea el héroe americano necesario. Ya lo decía Kirk Douglas en “El gran Carnaval”, si la desgracia le ocurre a un pueblo entero no surge tanto efecto como si el público se identifica con el individuo, así que para la gran mentira se necesita un héroe, aunque haya que buscarlo en al agujero más profundo del sistema.
Lo curioso y destacado de esta película además del trasfondo crítico, es el tono y el ritmo en el que está narrado. La película se puede dividir en dos tipos de secuencias. Los personajes desplazándose, sea en avión, coche o sobre todo andando, en busca del objetivo y dando ritmo a una película de otra forma muy estática, y los personajes viendo la televisión, sea en una mansión, en un bar o en un aparato portátil, como gran guru que hay que controlar. “Cortina de humo” es una comedia negra casi teatral en la que la caracterización de los personajes no sale del estereotipo y tal vez este sea su mayor defecto. Pero eso si, nos encontramos mala leche en casi cada secuencia, como el héroe americano interpretado por Woody Harrelson, o la venta de cualquier producto a partir del incidente, sean camisetas, zapatillas o discos…
Poco o nada importa que el final de la cinta sea absolutamente dramático, previsible, injusto y necesario. Que nos avise del peligroso manejo del poder que hacen los políticos. No importa que seamos capaces de reírnos de nuestra propia ignorancia. Lo que importa es manipular al votante para que crea que elige libremente. La democracia solo es sostenible si unos cuantos le sacan partido, parece querer decir la película. Lo que por cierto me da pie para recomendar el libro del periodista Daniel Montero recién editado “La Casta: El increíble chollo de ser político en España”. Un catálogo de despropósitos nada ficcionados que mantenemos con nuestros impuestos. Y es que si a veces sospechamos que unas noticias aparecen para tapar otras, que los partidos políticos se encaminan al late night show más que a las ideas, o que se utiliza el deporte como interés nacional para distraernos, lo innegable es que en el país de los ciegos, el tuerto es político.
Víctor Gualda.
Este personaje será interpretado por el histriónico Dustin Hoffman. El productor de Hollywood que convierta en realidad la ficción (me encanta la frase de DeNiro “-es verdad, lo he visto en la tele”) se encargará de crear la gran bola. Un trailer que distribuir por todas las televisiones del mundo en el que una presunta inocente albanesa (Kristen Dunst) cruza un puente con su gato blanco (el color del animal por expreso deseo del presidente) huyendo de las bombas. El espectador, que somos todos, no se plantea si lo que está viendo es un croma o una realidad. Lo echan en la tele, o sea que sólo puede ser cierto. Cuando la CIA, otro poder fáctico en EEUU con suficiente mano para la ficción y las conspiraciones se entromete, la ilusión está a punto de irse al traste, así que como nuevo giro interno y metalingüístico, se crea el héroe americano necesario. Ya lo decía Kirk Douglas en “El gran Carnaval”, si la desgracia le ocurre a un pueblo entero no surge tanto efecto como si el público se identifica con el individuo, así que para la gran mentira se necesita un héroe, aunque haya que buscarlo en al agujero más profundo del sistema.
Lo curioso y destacado de esta película además del trasfondo crítico, es el tono y el ritmo en el que está narrado. La película se puede dividir en dos tipos de secuencias. Los personajes desplazándose, sea en avión, coche o sobre todo andando, en busca del objetivo y dando ritmo a una película de otra forma muy estática, y los personajes viendo la televisión, sea en una mansión, en un bar o en un aparato portátil, como gran guru que hay que controlar. “Cortina de humo” es una comedia negra casi teatral en la que la caracterización de los personajes no sale del estereotipo y tal vez este sea su mayor defecto. Pero eso si, nos encontramos mala leche en casi cada secuencia, como el héroe americano interpretado por Woody Harrelson, o la venta de cualquier producto a partir del incidente, sean camisetas, zapatillas o discos…
Poco o nada importa que el final de la cinta sea absolutamente dramático, previsible, injusto y necesario. Que nos avise del peligroso manejo del poder que hacen los políticos. No importa que seamos capaces de reírnos de nuestra propia ignorancia. Lo que importa es manipular al votante para que crea que elige libremente. La democracia solo es sostenible si unos cuantos le sacan partido, parece querer decir la película. Lo que por cierto me da pie para recomendar el libro del periodista Daniel Montero recién editado “La Casta: El increíble chollo de ser político en España”. Un catálogo de despropósitos nada ficcionados que mantenemos con nuestros impuestos. Y es que si a veces sospechamos que unas noticias aparecen para tapar otras, que los partidos políticos se encaminan al late night show más que a las ideas, o que se utiliza el deporte como interés nacional para distraernos, lo innegable es que en el país de los ciegos, el tuerto es político.
Víctor Gualda.
3 comentarios:
creo que lo que pone de manifiesto la peli, y seguramente sea su mayor logro, es el cinismo de la clase política, la ambición desmesurada de los gobiernos por anclarse en el poder (no olvidemos que la peli está hecha durante el segundo mandato de Clinton, y la polémica Lewinsky)la manipulación de las masas a través de los medios y el poder de éstos, la ignorancia de la sociedad, y se podrían hacer varios cruces históricos-políticos-sociales ya que es una triste realidad común aplicable a otras latitudes. Al final, lo mas interesante de esta peli, (coincido que es una peli menor como dices) es que dentro de una industria cinematográfica, como la norteamericana, exista un espacio para la autocrítica desde su propio sistema, aunque no comamos las palomitas.... es otra forma de seguir bajándonos líneas de falsa moral ilustrada.
estoy de acuerdo en que es una película crítica con el sistema, pero creo que se ha conseguido hacer precisamente por el tono de comedia de situación que le infiere un aura de fabula irreal (aunque el trasfondo no lo sea). si el planteamiento hubiese sido el de "todos los hombres del presidente" no tengo tan claro que se hubiesen arriesgado. los americanos son críticos muy relativamente. Más en los temas políticos-medios de comunicación. lo que mandan son los intereses economicos, por muy demócrata que sea la mayoria de Hollywood.
A mi me parece que lo del cinismo y la ambición desmedida no es algo exclusivo de la clase política; aquí todos miramos para otro lado cuando interesa y cada uno saca partido de donde puede: llamar gratis desde el trabajo, que tu primo dependiente del corte inglés te saque un abrigo de extraperlo, quedarte con el bolígrafo al rellenar los impresos en el banco...
Lo suyo es más flagrante porque se llevan la pasta de las arcas del estado y sobre todo porque no hacen su trabajo (¡¡¡Que ya les vale!!!).
En fin, a mí esta película me supone le enésima confirmación de que no podemos estar seguros de que la información que nos llega sea mínimamente veraz, y no creo que se salve un solo medio.
El tono de comedia me parece el adecuado porque de otro modo uno terminaría la película deseando que la tierra se abra y nos trague...
Y por último, decir que no me había fijado en lo de las secuencias estáticas y dinámicas; siempre se aprenden cosas leyendo este blog, así pues muchas gracias (de nuevo) por hacer caso de las peticiones del aficionado.
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