martes, 26 de enero de 2010

UP IN THE AIR

La premisa sobre la que se sustenta esta película es sencilla. Un tipo (Clooney) trabaja viajando para despedir gente en empresas en las que los jefes no se atreven a tomar la iniciativa. En realidad poco o nada tiene que ver el mercado laboral americano con el nuestro, así que por lo que vemos la identificación está completamente descartada. Toda la película se sustenta en el simpático capullo solitario que interpreta Clooney (Ryan Bingham) y en la visión simplista de la situación socioeconómica de unos EEUU también en crisis. Opción oportunista que me recuerda a la época de las películas de Capra y su visión positiva del individuo y moralista de la sociedad.

Para empezar el conflicto de la película es prácticamente inexistente. Tal vez hubiese estado bien que el propio Clooney hubiese sido despedido para sufrir en sus carnes una situación injusta y dolorosa. En vez de eso, nos presenta al personaje como un solitario egoísta sin ninguna empatía con la gente que va a despedir. Su trabajo consiste en minimizar los costes para las empresas y evitar las posibles demandas, y para ello se valdrá de una palabrería hueca muy lejana a la realidad, y frases echas. Los guionistas Reitman (también director) y Turner, se valen del recurso en alza de las nuevas tecnologías para desbancar y abaratar los costes de los despidos, una vez desaparecidos los viajes de los matones que hacen el trabajo sucio, una sencilla pantalla de ordenador será la forma de comunicación. El personaje de Clooney, con una doble moral que parece reflejar la de su sociedad, arremete contra las nuevas formas, y trata de demostrar que el individuo es insustituible y se lleva a la joven aprendiza presunta experta en despidos on line (Anna Kendrick) de viaje para que viva por si misma las situaciones reales. Y aquí se supone que está la paradoja y el conflicto. Falso, la única que aprende, la única que se humaniza y evoluciona es Natalie-Kendrick. Clooney-Bingham permanece en su torre de cristal y nada crece en su personaje dentro de la trama principal.

Pero como el recurso manido de la repetición se hace cansino, y reiterar los planos jugando con su maletita, han introducido un personaje complementario/antagónico para que el ¿antihéroe? se de cuenta de lo desamparado que está, y otra subtrama que lo ablande con la boda de su hermana. Será entonces cuando lo ridículo de la situación se dispare hasta el infinito. No desvelaré el desenlace, pero supone una patada en los genitales del personaje de Clooney, y una constatación de que la doble moral americana es la que manda… o cómo interpretar la secuencia en la que él va en busca de su “chica”, porque se da cuenta de que no puede morir sólo y que la vida es más bonita con alguien al lado. El moralismo barato que nos vende la película es una mierda tan hipócrita como su propio personaje, la deshumanización de una sociedad capitalista que no entiende de personas sino de números está aquí, y el protagonista lejos de descubrir que dentro de el hay una persona con sentimientos, entiende que no hay esperanza para el individuo, y lejos de luchar contra la sociedad, o contra si mismo… o contra algo, sólo reacciona de manera artificial en un par de secuencias, para descubrir que en realidad todo es mentira (y no me vale la idea de que igual eso precisamente es lo que denuncia, porque entonces el personaje hubiese reaccionado). Al final te quedas con la sensación de que la única salida es la de uno de los despedidos, tirarse por un puente. Buen mensaje para una película que pretende ser una comedia negra, y que se queda en un drama blanco.

Que conste que la película me resultó entretenida y aunque conserva el tono y muchas similitudes entre los personajes, principalmente de “Gracias por Fumar”, y la idea de hacer una crítica de la sociedad aparece en ambas, el último plano de “Up in the air” rompe las buenas intenciones, mientras que “Juno” es mucho más fresca y tiene poco que ver. En esta sólo rescataría la realización en las secuencias de la boda de la hermana, que se escapan del cine convencional para resultar más dinámicas e independientes (fantástica la secuencia del tablero de fotos), pero no es suficiente para compensar un guión que arrastra un mensaje demoledor, que parece financiado por las grandes multinacionales como excusa para abaratar costes. A fin de cuentas si el que te despide también tiene sus propios dramas, todo es más llevadero… y es que todos los grandes hombres pasaron por esa situación para convertirse en lo que después fueron.

Víctor Gualda.

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