Otra película española interesante pero.... Y es que a pesar de que la idea original de encerrar a varios personajes en un espacio limitado, tiene un inicio que promete tensión a costa de ejercicios mentales, esta se va diluyendo con el paso de los minutos.
El arranque es la típica presentación chorra y poco original. Alejo Sauras es un brillante estudiante que plantea a unas compañeras, y por ende al espectador, una cuestión matemática básica pero pretenciosa. Intención infantil del personaje: ligar. Intención de los guionistas y directores Rodrigo Sopeña y Luis Piedrahita: presentárnoslo como un atractivo e inteligente joven que ha hecho un descubrimiento que cambiará el mundo de las matemáticas.
Siguiente presentación con intención: La del actor de moda del momento Lluís Homar. En este caso, nos dan pistas del personaje y de la trama que vamos a desarrollar durante la próxima hora y media. Ya empezamos haciendo trampas. El personaje de Homar lee una invitación que dice haber recibido para una reunión de matemáticos. Plantea un enigma que tiene que resolver si quiere participar, y enlace al tercer protagonista en cuestión. Santi Millán. Un inventor que se desespera ante la incapacidad para resolver el mismo enigma. De manera un tanto efectista, que deja ver el cartón del guión, por una casualidad, consigue resolverlo. Ahora los tres ya están camino del lugar de reunión. Más claves del juego y encuentro de los protagonistas frente a un pantano. El primero en llegar, Millán. La segunda, nuestra protagonista femenina, Elena Ballesteros. Presentación de su presunta inteligencia en la barca “Pitágoras” que cruza el lago que lleva al infierno (¿dónde está el cancerbero del lago Estigio?). Homar plantea el primer acertijo, que en realidad sirve de antecedente claro. Otra secuencia instrumental con una PDA (creo que se llama) que no hubiese tenido sentido de no ser por la función del aparato en el futuro, y ya estamos en faena.
La llegada a un silo o gran almacén, y de ahí a un decorado de teleserie tipo Globomedia, nos pone al día de que todos han/ hemos (aunque los guionistas se olviden) sido reunidos por un tal Fermat para resolver un gran enigma. Llegada del personaje interpretado por el siempre grande Federico Luppi. Presunta huida del personaje y todos encerrados en la habitación. Veinte minutos de metraje. Comienza la película. Como el planteamiento ha sido rápido, la verdadera intención de la reunión no se hace esperar. El decorado tiene pinta de decorado porque lo es. Está rodeado por prensas hidráulicas que van encogiendo las paredes si no consiguen resolver pequeños enigmas o desafíos a la inteligencia.... Que no se me olvide; antes de la "huida" de Luppi, hemos asistido a otra secuencia que nos sirve de antecedente al plantearse la duda ¿Qué prefieres ser invisible, o poder volar? Las respuestas van a definir a los personajes y nos van a dar las claves para que cuando llegue el desenlace el espectador diga algo así como –“Ah, claro, por eso tenían aquella conversación al principio de la peli...” –. A partir de esta rápida acumulación de acontecimientos e información que no satura al espectador, pero si alimenta su curiosidad, comienzan los dilemas. En fin, más bien parecen problemas de lógica del “Brain Logic” que grandes cuestiones matemáticas: Los caramelos en las tres cajas, el acertijo de la bombilla, el enigma del reloj de arena, o el plagiado de “Dentro del laberinto” de las puertas. Son todas pruebas que el espectador trata de resolver en su cabeza, pero que no suponen progresión en la trama. La tensión de la habitación que se va haciendo más pequeña, se despista cuando los guionistas han querido dar las explicaciones de los porques. A los treinta y siete minutos descubrimos el primer dato de la mano de Santi Millan. Se señala como culpable a Fermat, aquel que se planteaba como anfitrión y que abandonó la habitación por una llamada al móvil. Los directores vuelven a mentir al espectador con un cambio de punto de vista interesado en una gasolinera con Fermat-Luppi creando la duda de cómo es realmente el personaje. Mientras, en la casa se presentan nuevas expectativas entre los personajes. Y ahora si, las relaciones entre ellos previas al encuentro. De aquí, a la resolución de los porques y del quien, el juego entre las medias verdades y el tamaño de la habitación en proporción. No quiero extenderme en desmenuzar el guión minuto a minuto...
Esto nos lleva a otro problema. Como en un guión televisivo, Sopeña y Piedrahita no se guardan nada para el final. Para que todo encaje comienzan a resolver por orden de importancia todas las situaciones expuestas. E igual que se han ido planteando, con el mismo ritmo, se van resolviendo. ¿Qué le queda al espectador? Nada. Porque es evidente que en realidad esa pretendida tensión no es tal (eso sin contar con la falta de credibilidad en varios momentos que saca al espectador de la peli). Porque todo es tan ordenado que sabes que van a acabar saliendo de la habitación. Es decir que los meritos del guión, son paradójicamente sus deméritos. Y es una pena, porque la película es correcta de principio a fin, destacando la buena interpretación de Millán, Homar y Luppi. Pero ni el montaje (fallido en las secuencias paralelas con Luppi y algo lento en el ritmo general), ni la música (muy cool, pero poco tensa), y una estructura demasiado armada, con algunas casualidades que la corrompen, consiguen “emocionar”. Ese elemento tan necesario para que el espectador salga con la impresión de que ha vivido la gran aventura de los personajes... A pesar de todo, quiero felicitar a los directores y al productor por el riesgo que siempre supone dirigir y producir una película de estas características en nuestro país.
Víctor Gualda.
El arranque es la típica presentación chorra y poco original. Alejo Sauras es un brillante estudiante que plantea a unas compañeras, y por ende al espectador, una cuestión matemática básica pero pretenciosa. Intención infantil del personaje: ligar. Intención de los guionistas y directores Rodrigo Sopeña y Luis Piedrahita: presentárnoslo como un atractivo e inteligente joven que ha hecho un descubrimiento que cambiará el mundo de las matemáticas.
Siguiente presentación con intención: La del actor de moda del momento Lluís Homar. En este caso, nos dan pistas del personaje y de la trama que vamos a desarrollar durante la próxima hora y media. Ya empezamos haciendo trampas. El personaje de Homar lee una invitación que dice haber recibido para una reunión de matemáticos. Plantea un enigma que tiene que resolver si quiere participar, y enlace al tercer protagonista en cuestión. Santi Millán. Un inventor que se desespera ante la incapacidad para resolver el mismo enigma. De manera un tanto efectista, que deja ver el cartón del guión, por una casualidad, consigue resolverlo. Ahora los tres ya están camino del lugar de reunión. Más claves del juego y encuentro de los protagonistas frente a un pantano. El primero en llegar, Millán. La segunda, nuestra protagonista femenina, Elena Ballesteros. Presentación de su presunta inteligencia en la barca “Pitágoras” que cruza el lago que lleva al infierno (¿dónde está el cancerbero del lago Estigio?). Homar plantea el primer acertijo, que en realidad sirve de antecedente claro. Otra secuencia instrumental con una PDA (creo que se llama) que no hubiese tenido sentido de no ser por la función del aparato en el futuro, y ya estamos en faena.
La llegada a un silo o gran almacén, y de ahí a un decorado de teleserie tipo Globomedia, nos pone al día de que todos han/ hemos (aunque los guionistas se olviden) sido reunidos por un tal Fermat para resolver un gran enigma. Llegada del personaje interpretado por el siempre grande Federico Luppi. Presunta huida del personaje y todos encerrados en la habitación. Veinte minutos de metraje. Comienza la película. Como el planteamiento ha sido rápido, la verdadera intención de la reunión no se hace esperar. El decorado tiene pinta de decorado porque lo es. Está rodeado por prensas hidráulicas que van encogiendo las paredes si no consiguen resolver pequeños enigmas o desafíos a la inteligencia.... Que no se me olvide; antes de la "huida" de Luppi, hemos asistido a otra secuencia que nos sirve de antecedente al plantearse la duda ¿Qué prefieres ser invisible, o poder volar? Las respuestas van a definir a los personajes y nos van a dar las claves para que cuando llegue el desenlace el espectador diga algo así como –“Ah, claro, por eso tenían aquella conversación al principio de la peli...” –. A partir de esta rápida acumulación de acontecimientos e información que no satura al espectador, pero si alimenta su curiosidad, comienzan los dilemas. En fin, más bien parecen problemas de lógica del “Brain Logic” que grandes cuestiones matemáticas: Los caramelos en las tres cajas, el acertijo de la bombilla, el enigma del reloj de arena, o el plagiado de “Dentro del laberinto” de las puertas. Son todas pruebas que el espectador trata de resolver en su cabeza, pero que no suponen progresión en la trama. La tensión de la habitación que se va haciendo más pequeña, se despista cuando los guionistas han querido dar las explicaciones de los porques. A los treinta y siete minutos descubrimos el primer dato de la mano de Santi Millan. Se señala como culpable a Fermat, aquel que se planteaba como anfitrión y que abandonó la habitación por una llamada al móvil. Los directores vuelven a mentir al espectador con un cambio de punto de vista interesado en una gasolinera con Fermat-Luppi creando la duda de cómo es realmente el personaje. Mientras, en la casa se presentan nuevas expectativas entre los personajes. Y ahora si, las relaciones entre ellos previas al encuentro. De aquí, a la resolución de los porques y del quien, el juego entre las medias verdades y el tamaño de la habitación en proporción. No quiero extenderme en desmenuzar el guión minuto a minuto...
Esto nos lleva a otro problema. Como en un guión televisivo, Sopeña y Piedrahita no se guardan nada para el final. Para que todo encaje comienzan a resolver por orden de importancia todas las situaciones expuestas. E igual que se han ido planteando, con el mismo ritmo, se van resolviendo. ¿Qué le queda al espectador? Nada. Porque es evidente que en realidad esa pretendida tensión no es tal (eso sin contar con la falta de credibilidad en varios momentos que saca al espectador de la peli). Porque todo es tan ordenado que sabes que van a acabar saliendo de la habitación. Es decir que los meritos del guión, son paradójicamente sus deméritos. Y es una pena, porque la película es correcta de principio a fin, destacando la buena interpretación de Millán, Homar y Luppi. Pero ni el montaje (fallido en las secuencias paralelas con Luppi y algo lento en el ritmo general), ni la música (muy cool, pero poco tensa), y una estructura demasiado armada, con algunas casualidades que la corrompen, consiguen “emocionar”. Ese elemento tan necesario para que el espectador salga con la impresión de que ha vivido la gran aventura de los personajes... A pesar de todo, quiero felicitar a los directores y al productor por el riesgo que siempre supone dirigir y producir una película de estas características en nuestro país.
Víctor Gualda.
2 comentarios:
me gustaría puntualizar que los planos cenitales que dejan ver el decorado completo sólo sirven para que el espectador sea aun más consciente de la ficción. Al dar aire a los planos, se lo estan dando al espectador y a los personajes, anulando así la sensación de angustia y opresión que debería tener el hecho de estar encerrados en una habitación que se encoge.
Bi.
En uno de los acertijos se dice que hay que leer bien el enunciado.
Y en el enunciado o título de la peli, "La habitación de Fermat" ya hay implícita una trampa.
Todo el metraje es una sucesión de burdos embustes que harían crecer las narices de los directores en la misma medida que mengua la habitación.
Zero
Publicar un comentario