viernes, 27 de junio de 2008

BUDA EXPLOTÓ POR VERGÜENZA

La familia Makhmalbaf no puede ser tildada de tibieza.Mohsen, el padre, estuvo 4 años en la cárcel por su oposición al Sha.Poco después de la revolución de Jomeini fue liberado y decidió coger una cámara antes que una pistola.Así, este hombre audaz, a contracorriente, perseguido, inevitablemente nómada y amenazado de muerte, refundó una de las cinematografías más importantes, la iraní.
No se puede entender esta maravillosa filmografía sin el otro progenitor:Abbas Kiarostami (no en vano Abbas significa “padre” en arameo), que desde su etapa en el Instituto Nacional para el Desarrollo de Niños y Adolescentes viene realizando una filmografía humanista, malabar con la censura, donde ética y estética forman un mismo concepto y siempre reflexiva acerca del lenguaje y la posición del espectador.
De la sinergia de ambos surge una de las películas capitales de los últimos años:”Primer plano”.Kiarostami tras la cámara y Makhmalbaf como accidental alter-ego de ese protagonista de carne y hueso llamado Sabzian, que debido a su admiración por Makhmalbaf se hace pasar por éste ante una familia de potentados.La última secuencia, con el encuentro entre el cineasta y el impostor y su viaje en moto seguido de manera documental por Kiarostami tal vez sea la esencia del cine iraní.
Pero vayamos con los hijos, que en el caso de Makhmalbaf son hijas y además en todos los sentidos, pues no sólo han recogido el testigo, sino que en su insultante juventud llevan toda la vida en esa escuela inevitablemente nómada por la persecución gubernamental en la que su padre ejerce de maestro como se hacía antiguamente con cualquier oficio.
Hablamos de Samira y Hana Makhmalbaf, que hoy cuentan con 31 y 19 años.
Samira lleva una serie de largometrajes exitosos desde que debutara con la excelente “La manzana” a los 20 años y Hana, que dejó la escuela a los 5 años para estudiar con su padre, asombrando a los 8 años con un cortometraje en el Festival de Locarno, nos regala el año pasado “Buda explotó por vergüenza”, su primer largometraje.
Está rodada en Afganistán, en las mismas montañas donde los taliban hicieron explotar la figura de Buda.En las cuevas de esas montañas que fueron noticia ese día en todas las televisiones occidentales viven nuestros protagonistas.
Baktay es una niña de unos 6 años que, como en buena parte del cine iraní, se plantea de manera pertinaz una meta:ir a la escuela.No ceja ante los diferentes obstáculos que se le presentan, así Hana Makhmalbaf teje una película tierna y trágica que opera tanto a nivel de fábula como desde el cine de la crueldad.
Habría que remontarse muchas generaciones para encontrar un afgano que no haya vivido desde siempre con la guerra.Y en lo terrible de este hecho se haya la audacia de la película, pues los planes de nuestra pequeña protagonista se ven obstaculizados por otros niños que juegan a la guerra.Así, tanto jugando a ser americanos como taliban, en esa suerte de esquizofrénico juego simbólico, humillan a todo aquel que en su representación sea el enemigo (que puede ser cualquier otro niño que pase por allí).
Además Baktay no sólo se topa con ese tipo de violencia, sino que en su itinerario comprobamos lo vetusto de las infraestructuras, la enseñanza y la división por género de ésta (ya empleada con bastante peso argumental por Majad Majidi en “Los niños del paraíso”) .No todo es destrucción, y también mediante el juego (qué mejor manera de procurar el desarrollo cognitivo y social del niño) se produce la magia cuando finalmente consigue Baktay sentarse en el aula, en la secuencia más hermosa y divertida de la película.
Así, con un personaje ingenuo consigue deletrear una situación, encarnando una obstinada resistencia, pero finalmente en una secuencia bellísima (donde vuelve a confluir el cine de la crueldad y la metáfora) la tragedia (en forma de parábola) aparece y la fuerza del personaje es vencida.
Zero en conducta

martes, 24 de junio de 2008

LA GUERRA DE CHARLIE WILSON

Cuando veo una película como esta siempre me planteo que haría si me encontrase al protagonista por la calle. ¿Abrazarle o insultarle?... y casi siempre me decanto por la segunda opción. Me pregunto cómo un gobierno, sea el de aquí o el de allí de turno, puede ser tan manipulador con la opinión pública. En realidad la cosa no ha cambiado tanto desde que se descubrió que el cine funciona como un arma de propaganda que manipula a naciones enteras para ponerlas de parte de un gobierno o en contra de otro. Charlie Wilson es un político manipulador, putero y farlopero (y eso que el personaje está dramatizado) sin mayor interés que el de seguir saliendo elegido como congresista para poder seguir manteniendo su nivel de vida. Interpretado por Tom Hanks y con unos diálogos ingeniosos resulta un personaje simpático al que todos nos gustaría tener como colega. Pero no nos equivoquemos. Charlie Wilson, igual que muchos políticos a lo que nosotros votamos, (algunos de ellos "presuntamente juzgados” por corrupción) no es más que un cabrón que juega con el dinero público de su país para enriquecerse, y lo que es peor, juega con la vida de millones de inocentes en todo el mundo.

Así que el bueno de Charlie-Hanks ha decidido hacer el bien después de una visita a los campos de refugiados de Afganistán. Que la buena de Julia Robers siendo presentada como un personaje manipulador de extrema derecha me tiene que caer bien. Que el agente de la CIA interpretado por por Seymour Hoffman es un tío guay porque insulta a su jefe y dice las verdades a la cara. Que los americanos hicieron una guerra encubierta contra los rusos en Afganistán "para matar rusos" (así es como se menciona tres o cuatro veces)... ¿Pero qué me están contando? Cómo se puede hacer apología de la democracia pasando el presupuesto de cinco millones de dólares en armamento a quinientos, sin meter un protagonista de la zona involucrada, y obviando a los verdaderamente perjudicados (excepto por las imágenes de los campos de refugiados convenientemente utilizadas). Cómo se puede pasar en diez años de ayudar a los afganos en una guerra, a pretender demonizarlos como el gran enemigo, involucrando para ello en la matanza a la ONU (y por supuesto a España) Pero qué mierda me está contando Mike Nichols en su película. Es que pretende justificar una masacre cometida en los ochenta sencillamente añadiendo un epílogo absurdo en el que el “bueno” de Tom Hanks trata de pedir un millón de dólares para construir una escuela y no le dejan (¿es que no llevaba suelto?... ¿o no lo llevaba el personaje de Julia? presentada como una de las mujeres más ricas de América). O la escena anterior, en la que el bueno de Seymour Hoffman le pide a Hanks que ayude a reconstruir el país. ¿Qué pasó con todas ellas aquellas buenas intenciones?... Igual las encuentran enterradas junto a las armas de destrucción masiva de la vecina Irak.

¿Qué tengo que decir?... ¿qué es una buena película? Pues lo digo. Es una gran ficción, que los votantes respaldamos a falta de alternativas, pero no nos dejemos engañar por la pátina que recubre el trasfondo. Buenos diálogos, buenas interpretaciones, presunta autocrítica (siempre hablando del pasado, claro), buena estructura dramática que va creciendo. Hasta la subtrama en la que Hanks se ve involucrado resulta ante un publico que está deseando que el político salve el culo. Y eso después del escarnio que hizo el mismo “público” americano por una situación de mucho menor calado para los intereses públicos de su ex presidente Clinton. ¿Autocrítica? O más bien autocomplacencia y adoctrinamiento... Lo mejor y más real, la explicación de por qué sale el tipo elegido seis legislaturas consecutivas. Por intereses cruzados. Pura política. Pero desgraciadamente, no pura ficción.

Víctor Gualda.

viernes, 20 de junio de 2008

IRINA PALM

Otra maravilla para los espectadores. No puedo decir menos de esta gran película que hace meses se posó en nuestras estanterías. La verdad es que me faltan calificativos para alabar a este film del que sólo puedo hablar bien en todos los aspectos.

El planteamiento de la película es sencillo y directo. Maggie necesita dinero para afrontar el tratamiento que requiere su nieto enfermo. Los padres de la criatura son presentados como trabajadores sin recursos suficientes, a los que no les queda más remedio que aceptar la situación. Maggie no está dispuesta. Fue capaz de vender su casa, y ahora está dispuesta a conseguir el dinero como sea. De manera casual acude a un anuncio en un sex-shop. El trabajo a priori no es el mejor para una abuela ama de casa, pero con el salario podría ayudar a su nieto.

La evolución del personaje ante la difícil situación que se le plantea está expuesta con claridad. Sin posicionamientos morales. El objetivo del personaje y el conflicto están planteados desde el principio. El ritmo es coherente con la evolución del personaje. Que el espectador se ponga de parte de la protagonista es fácil, así que la identificación está garantizada. El desarrollo del guión está perfectamente compensado con personajes secundarios que evolucionan a la par que ella, y enriquecen el desarrollo de la trama. El antagonista Miki (Miki Manojlovic) es un personaje mimado, tal vez algo ablandado para producir un efecto final positivo. También otros, como las vecinas cotillas, que le proporcionan al espectador la escena que todos los sensibilizados con la causa de Irina esperamos. El desenlace es previsible, pero no por ello menos satisfactorio. El antagonismo del hijo también es otro elemento previsible, pero necesario. Como lo es tragarse el orgullo y reconocer el esfuerzo por encima de las consideraciones morales a las que todos estamos sometidos. Los detalles de dirección y guión que desarrollan el carácter de la protagonista están cuidados con todo el mimo que merece el personaje. Así, la secuencia en la que Maggie cuelga el cuadro y se pone la bata y las zapatillas en su lugar de trabajo, me parece sencillamente maravillosa. No se puede decir más de un personaje con menos. Tal vez esté un poco subexplotada la subtrama de la competencia, pero evidentemente desarrollar este conflicto hubiese supuesto salirse de la línea narrativa, y tal como está, no es mas que un refuerzo sobre los sentimientos de Maggie-Irina. Las secuencias a priori más comprometidas están tratadas con una fantástica delicadeza. No vemos nada, pero para entender no hace falta ver. La imaginación es mucho más poderosa que la vista. El tono se mantiene a lo largo de todo el metraje en la fina línea entre el drama y la comedia en un equilibrio digno de admiración. No cae en ningún momento en lo fácil (me refiero a imágenes de sexo explicito que hubiesen roto el tono) Ni siquiera en la fantástica imagen visual en la que vamos viendo sucesivamente los cogotes de los clientes de Irina disfrutando de sus servicios .

Creo que a estas alturas es evidente que la película me ha impactado. Marianne Faithfull adapta a la perfección su físico a una película que es ella. Me encanta el planteamiento en el que a pesar de que Irina y Maggie son diferentes personajes; uno que vive de día y otro que vive de noche, hay un punto en el que ambos se encuentran, y ni lo sórdido del club, o de la habitación, o del agujero de la pared, pueden arrebatarle su personalidad, sino más bien todo lo contrario. Así que no me queda más que felicitar a Martín Herron y Philippe Blasband por este cuento casi navideño lleno de energía positiva, y a la sensibilidad de Sam Garbarski, el director que ha sabido dejar a un lado su ego para, de forma sencilla y dando la importancia que merece, poner su capacidad al servicio del personaje y la historia. Imprescindible, creo que es la palabra que mejor define esta película. Impresionante la que mejor define a la cantante sensibilizada con la enfermedad (ella misma pasó un cancer hace un par de años) Ojalá tengamos oportunidad de volver a verla en la gran pantalla en breve, porque estoy seguro de que volverá a brillar como en Irina Palm.

Víctor Gualda.

martes, 17 de junio de 2008

ANTES QUE EL DIABLO SEPA QUE HAS MUERTO

No es oro todo lo que reluce. Las increíbles críticas que ha tenido la película del director Sidney Lumet, tal vez sirvan para hacer justicia a uno de los pocos artesanos que quedan en el cine. Pero me parece que a los críticos se les ha ido un poco el tema de las manos. Y es que la película está bien, pero llegar a hablar de obra maestra me parece un tanto exagerado.

Lo primero que me gustaría destacar es el buen pulso de este director. “12 hombre sin piedad”, “Serpico”, “Tarde de perros” o “Network” son tal vez las cimas de su carrera. Ahora parece que hay interés de meter una película sencillamente correcta entre la lista de sus mejores.

Para empezar, y a pesar de que es un efecto resultón, el asunto de los flash-baks y flash-forwards para recoger los puntos de vista principales sobre los que está sustentado la estructura narrativa es, a parte de poco original, demasiado repetitivo en esta película. La primera vez sorprende y se agradece, pero al ser utilizado durante todo el metraje reiteradamente, lo único que consigue es que el ritmo de la película se estanque, resulte pesada, densa, aburrida por momentos y avance a trompicones. Eso a pesar de que este ritmo del que hablo es coherente con la evolución de los personajes. Que en realidad es lo que le da peso especifico a la película. El drama interno de ellos, sus frustraciones, sus deseos, problemas con sus vidas están reflejadas a la perfección por una más que correcta interpretación. No en vano todos ellos son actores con suficiente peso especifico como para trasmitir las emociones. Aunque me gustaría apuntar que en los cara a cara entre actores, y a pesar de que destilan esa verdad de la situación extrema que viven, no acaban de convencerme. Me da la sensación de que no hay comunicación. De que cada uno de ellos está muy metido en su personaje, pero se olvidan de que hay otro enfrente con el que se presupone algo más que un buen diálogo, bien recitado. Me refiero, en orden de importancia, a las secuencias entre Marisa Tomei y Seymor Hoffman (cuando ella le confiesa que le engaña), entre el personaje Seymor Hoffman y Albert Finey (en el funeral), o la crucial entre los dos hermanos (Hoffman y Hawke)

Así la película no sorprende. El primer giro se produce por desconocimiento del espectador. No controla toda la información y piensa que se trata de un atraco más. Pero las relaciones parentales (gran tema moral de la película), que es lo que le da a la película ese halo de tragedia griega del que se llenan la boca los críticos, se planta de manera sorpresiva a los ojos del espectador. A partir de este punto todo es posible, y inconscientemente el público puede jugar a adivinar, y es capaz de adelantar los acontecimientos (incluido el fantástico desenlace). No en vano las secuencias son tan lentas, para que entendamos como se sienten los personajes. Pero dejar pensar al espectador tiene el peligro de que sea capaz de adelantarse. De todas formas, esta capacidad de anticipación se produce completa al introducir nuevos elementos a la trama. El atracador abatido en la joyería tiene una novia-mujer que ha visto a Hawke, y hace acto de presencia con su hermano. Un personaje poco dibujado que se limita a cumplir un rol, pero que tiene el peso necesario-imprescindible para hacer avanzar la trama e introducir más conflicto Es un personaje resorte. Como lo es la otra secuencia resorte a nivel emocional. La del padre con Hoffman que nos ayuda a comprender a fondo al hermano mayor para darle credibilidad a las dos secuencias de desenlace. La de trama y la de personajes.

Luego hay secuencias necesarias para que todo encaje, pero que o bien se alargan demasiado, o bien son callejones sin salida. Me refiero en el primer caso a la secuencia en casa del camello. Con ese look postmoderno que sirve como punto de liberación de Hoffman, pero cuyo paseo de revista de decoración, no aporta más que unos minutos para aprovechar e ir al baño, y que más adelante se convierte en una de las claves de la trama de manera demasiado calculada. En cuanto a la segunda, esa subtrama que no hace más que reiterar la angustia al personaje de Hawke. Me refiero a la del CD. ¿Es que el director pretendía introducir tensión con el CD olvidado? Porque sinceramente, si la suprimimos en el montaje no creo que nada cambie.

Así, el lector ya habrá entendido a estas alturas que la pelí esta desarrollada en dos planos. El de la trama, en el que es otra película más, y el personal, que es lo que realmente engrandece una película que de otra manera (con otro director y actores) hubiese pasado desapercibida. Lo mejor sin duda, es el tercer acto, en el que las verdaderas relaciones entre el triangulo de personajes centrales estallan ante los ojos del espectador, con dos finales coherentes con el desarrollo. Por eso creo que había que haber metido la tijera en el principio, para dosificar la información, y haber hecho más ágil el ritmo. Sólo me queda hablar del personaje de Marisa Tomei, que por supuesto, como no podría ser de otra manera, tiene la única función de justificar la reacción final de Seymor-Hoffman, y que a pesar de tener un personaje muy interesante, realmente no tiene el suficiente peso especifico en la trama.

En definitiva felicitar a Lumet por tener el coraje de seguir demostrando que con ochenta y cinco años todavía tiene cosas que decir, y al debutante guionista Kelly Masterson por demostrar que los guionistas noveles en cine, también tienen mucho que aportar... al menos en aquel lado del Atlántico.

Víctor Gualda.

viernes, 13 de junio de 2008

LA HABITACION DE FERMAT

Otra película española interesante pero.... Y es que a pesar de que la idea original de encerrar a varios personajes en un espacio limitado, tiene un inicio que promete tensión a costa de ejercicios mentales, esta se va diluyendo con el paso de los minutos.

El arranque es la típica presentación chorra y poco original. Alejo Sauras es un brillante estudiante que plantea a unas compañeras, y por ende al espectador, una cuestión matemática básica pero pretenciosa. Intención infantil del personaje: ligar. Intención de los guionistas y directores Rodrigo Sopeña y Luis Piedrahita: presentárnoslo como un atractivo e inteligente joven que ha hecho un descubrimiento que cambiará el mundo de las matemáticas.

Siguiente presentación con intención: La del actor de moda del momento Lluís Homar. En este caso, nos dan pistas del personaje y de la trama que vamos a desarrollar durante la próxima hora y media. Ya empezamos haciendo trampas. El personaje de Homar lee una invitación que dice haber recibido para una reunión de matemáticos. Plantea un enigma que tiene que resolver si quiere participar, y enlace al tercer protagonista en cuestión. Santi Millán. Un inventor que se desespera ante la incapacidad para resolver el mismo enigma. De manera un tanto efectista, que deja ver el cartón del guión, por una casualidad, consigue resolverlo. Ahora los tres ya están camino del lugar de reunión. Más claves del juego y encuentro de los protagonistas frente a un pantano. El primero en llegar, Millán. La segunda, nuestra protagonista femenina, Elena Ballesteros. Presentación de su presunta inteligencia en la barca “Pitágoras” que cruza el lago que lleva al infierno (¿dónde está el cancerbero del lago Estigio?). Homar plantea el primer acertijo, que en realidad sirve de antecedente claro. Otra secuencia instrumental con una PDA (creo que se llama) que no hubiese tenido sentido de no ser por la función del aparato en el futuro, y ya estamos en faena.

La llegada a un silo o gran almacén, y de ahí a un decorado de teleserie tipo Globomedia, nos pone al día de que todos han/ hemos (aunque los guionistas se olviden) sido reunidos por un tal Fermat para resolver un gran enigma. Llegada del personaje interpretado por el siempre grande Federico Luppi. Presunta huida del personaje y todos encerrados en la habitación. Veinte minutos de metraje. Comienza la película. Como el planteamiento ha sido rápido, la verdadera intención de la reunión no se hace esperar. El decorado tiene pinta de decorado porque lo es. Está rodeado por prensas hidráulicas que van encogiendo las paredes si no consiguen resolver pequeños enigmas o desafíos a la inteligencia.... Que no se me olvide; antes de la "huida" de Luppi, hemos asistido a otra secuencia que nos sirve de antecedente al plantearse la duda ¿Qué prefieres ser invisible, o poder volar? Las respuestas van a definir a los personajes y nos van a dar las claves para que cuando llegue el desenlace el espectador diga algo así como –“Ah, claro, por eso tenían aquella conversación al principio de la peli...” –. A partir de esta rápida acumulación de acontecimientos e información que no satura al espectador, pero si alimenta su curiosidad, comienzan los dilemas. En fin, más bien parecen problemas de lógica del “Brain Logic” que grandes cuestiones matemáticas: Los caramelos en las tres cajas, el acertijo de la bombilla, el enigma del reloj de arena, o el plagiado de “Dentro del laberinto” de las puertas. Son todas pruebas que el espectador trata de resolver en su cabeza, pero que no suponen progresión en la trama. La tensión de la habitación que se va haciendo más pequeña, se despista cuando los guionistas han querido dar las explicaciones de los porques. A los treinta y siete minutos descubrimos el primer dato de la mano de Santi Millan. Se señala como culpable a Fermat, aquel que se planteaba como anfitrión y que abandonó la habitación por una llamada al móvil. Los directores vuelven a mentir al espectador con un cambio de punto de vista interesado en una gasolinera con Fermat-Luppi creando la duda de cómo es realmente el personaje. Mientras, en la casa se presentan nuevas expectativas entre los personajes. Y ahora si, las relaciones entre ellos previas al encuentro. De aquí, a la resolución de los porques y del quien, el juego entre las medias verdades y el tamaño de la habitación en proporción. No quiero extenderme en desmenuzar el guión minuto a minuto...

Esto nos lleva a otro problema. Como en un guión televisivo, Sopeña y Piedrahita no se guardan nada para el final. Para que todo encaje comienzan a resolver por orden de importancia todas las situaciones expuestas. E igual que se han ido planteando, con el mismo ritmo, se van resolviendo. ¿Qué le queda al espectador? Nada. Porque es evidente que en realidad esa pretendida tensión no es tal (eso sin contar con la falta de credibilidad en varios momentos que saca al espectador de la peli). Porque todo es tan ordenado que sabes que van a acabar saliendo de la habitación. Es decir que los meritos del guión, son paradójicamente sus deméritos. Y es una pena, porque la película es correcta de principio a fin, destacando la buena interpretación de Millán, Homar y Luppi. Pero ni el montaje (fallido en las secuencias paralelas con Luppi y algo lento en el ritmo general), ni la música (muy cool, pero poco tensa), y una estructura demasiado armada, con algunas casualidades que la corrompen, consiguen “emocionar”. Ese elemento tan necesario para que el espectador salga con la impresión de que ha vivido la gran aventura de los personajes... A pesar de todo, quiero felicitar a los directores y al productor por el riesgo que siempre supone dirigir y producir una película de estas características en nuestro país.

Víctor Gualda.

martes, 10 de junio de 2008

GONE BABY GONE

Esta bien, lo reconozco, es una gran película aunque en algunos momentos roce el melodrama televisivo. Y es que volvemos a los prejuicios. Si Ben Affleck no es precisamente el mejor actor, parece que no ha perdido el tiempo y ha aprendido de sus mayores a la hora de dirigir. Además, quién mejor que su hermano al que ya habíamos visto en “El asesinato de Jasse James por...” para interpretar a su detective de barrio.

Lo primero que hay que mencionar es que la película está basada en un texto de Dennis Lehane, al que en España conocemos por ser el escritor de la novela en la que se basó Eastwood para su mejor película como director “Mistic River”. El caso es que el tal Lehane tiene una serie de novelas con los detectives Patrick Kenzie y Angie Genaro como protagonistas. La cuarta entrega de la serie, es en la que está basada la película “Gone baby Gone”-“Adiós pequeña adiós” (“Desapareció una noche”, RBA editores) Pero follones de títulos aparte...

La película sigue los consejos del manual arquetípico del guionista al empezar en plena acción. Nada de andarse con rodeos. Hay mucho que contar y poco tiempo para hacerlo. Una niña ha sido secuestrada. Patrick Kenzie y Angie Genaro son detectives privados y son contratados por el tío de la niña para encontrarla. Como en una matriuska, conocemos al tiempo que los protagonistas (el punto de vista principal está con Patrick-Casey todo el tiempo) que nada es lo que parece, y que basta con rascar, para ver que hay mucho que esconder bajo la superficie. En veinte minutos conocemos a todos los personajes principales: la madre, los dos policías veteranos que sirven de enlace con el cuerpo (Ed Harris y John Aston) y al sargento veterano Morgan Freeman. Sabemos que la niña no se ha criado en el mejor ambiente posible. Affleck nos vuelve a mostrar que sigue siendo un chico del barrio (igual que en “El indomable Will Hunting”) que conoce bien como se mueve la realidad social a pequeña escala. Los camellos, los yonkies, todos los desheredados que en realidad también forman el tejido social de cualquier barrio obrero. Casey-Patrick se ha criado allí, y se va a mover como pez en el agua. Tirar de la madeja le lleva a un camello con ínfulas de grandeza. La excusa parece ser drogas y pasta, problemas en los que está metida la madre de la desaparecida. Paralelamente nos muestra a los socios involuntarios de esta, un par de viejos yonkies y un pederasta, desaparecidos del mapa coincidiendo con el secuestro de la niña. Todo parece preparado para la resolución en menos de cincuenta minutos, e involuntariamente miro el Time Code del DVD para ver como es posible. Todavía falta la mitad de la película, y el punto de giro principal está a punto de producirse. No puede ser. Inmediatamente pienso en “Psicosis” o “Vestida para matar” con ese giro que reconduce la historia... Sorpresa, el punto de giro está, pero no es como lo esperaba. La excusa de la búsqueda de la niña se desvanece ante mis ojos y no entiendo dónde me quiere llevar el guión. Pausa para que el espectador coja aire y el personaje también, subtrama que reconduce la trama principal, y ya estamos otra vez en la película.

La nueva desaparición de otro niño (cambiando el conflicto de arranque), y la ayuda un tanto forzada de un camello colega, nos lleva a que en breve todos los cabos sueltos que se quedaron en el anterior giro estén a punto de resolverse. Nuevo desenlace... Esto es un tiovivo. Parece que la cosa tiene ahora más sentido y que todo cobra forma. Hay una excusa, los personajes están relacionados, y aunque el secuestro y asesinato de la niña (que quedo un tanto difuminado) y el asesinato del posterior niño (que vimos en pantalla) son difíciles de justificar. Todo encaja. Pero el reflexivo personaje interpretado por Affleck no es un tipo conformista, y necesita como extensión del espectador que no falte ninguna pieza en el puzzle. Joder otra sorpresa que no viene a cuento; ese atraco al bar en el que Affleck está con el tío de la niña para pedir explicaciones, encaja porque entra dentro de la credibilidad de la línea narrativa que hemos seguido. A estás alturas el espectador, que gracias al guión de Affleck y Aarón Stockard siempre está un paso por detrás del protagonista, pero que va descubriendo casi a la par que él todos los entresijos, está completamente metido en la película y se deja sorprender con la siguiente secuencia “castigo” consecuencia directa de la acción-reacción. Ya no te sorprendes. Todo podía haber terminado en este punto, pero no. Aun queda la sorpresa final. La que plantea una decisión moral para el protagonista y para el espectador. Parece que el director le esté preguntando directamente al espectador qué haría él en una situación parecida. Pero nuestro protagonista tiene claro cual es su decisión. Más cuando para meter mayor tensión dramática posiciona a los que le rodean en contra a la decisión que él considera que debe tomar. Su rectitud moral ya ha sido salvaguardada con precedentes para que entendamos y justifiquemos al personaje, así que el epílogo no puede ser distinto del que es. Aunque nosotros como espectadores deseemos que lo sea para que todo salga redondo, que tengamos un final feliz completo... pero el director, (una vez más inteligentemente) no está dispuesto a hacer concesiones.

“Gone baby gone” es una gran película, de la que me gustaría destacar el buen pulso en el ritmo, en la interpretación, y por supuesto en el guión, que ha pasado medio desapercibida por la desaparición de la mediática niña blanca caucásica Madeleine en Portugal que ha dado la vuelta al mundo. Esto hizo retrasar su estreno. En nuestro país no han tenido claro si utilizar el título original o el traducido “Adiós pequeña adiós”, pero lo que es indudable es que mi resistencia durante meses a ver la película no eran más que prejuicios. Aplaudo al señor Ben Affleck, porque a pesar de ser un mal actor, si no se tuerce, tiene un brillante futuro como director.

Víctor Gualda.

viernes, 6 de junio de 2008

JUNO

A priori, cuando te dicen que vas a ver una comedia americana de adolescentes en la que la protagonista se queda embarazada, te echas a temblar. Son los prejuicios, porque esta película demuestra que cualquier tema o edad puede dar como resultado un trabajo más que respetable... además de cumplir el tópico de menos es más.

En el caso de “Juno” (diosa de la maternidad en la mitología romana), es fácil adivinar teniendo a Jasón Reitman como director, y sobre todo gracias a su anterior trabajo “Gracias por fumar”, que el tono entre irónico y sarcástico del material está garantizado. Con Ellen Page estaba un poco más despistado. A pesar de ser reconocida internacionalmente por su anterior trabajo en “Hard Candy”, la película no acabó de engancharme. Me parecía que tenía demasiados puntos en común con “Funny Games”, y que la interpretación de Arno Frisch era devastadora e incomparable. Además, la escena final de “Hard Candy”, hizo que para mi perdiera toda la credibilidad el personaje (todo estaba perfectamente justificado, haciendo que se viera el “cartón” al guión). Pero en el caso de “Juno”, el personaje le queda a Page como un guante. Es más, después de vista, me cuesta imaginarme a otra actriz haciendo ese papel. El de la adolescente de dieciséis años inteligente, algo freaky y cargada de sentido del humor que se enfrenta a un embarazo no deseado.

La película tiene una estructura narrativa muy sencilla. Todo gira alrededor de Juno. El planteamiento se hace casi desde el primer minuto. Esas secuencias iniciales en las que la protagonista se hace las pruebas de embarazo. Además también queda definido el tono. Lo mejor es que esta adolescente y todos los que les rodean tienen un sentido positivo de la vida que traspasa la pantalla. La película huye de toda pretenciosidad. El lenguaje (tanto visual como textual) es fresco, directo y realista. La trama se abre cuando Juno ayudada por su amiga Leah, decide dar el bebe en adopción. Para ello busca a los padres “perfectos”, pero no tarda en descubrir que la perfección no existe. En este punto conocemos a la acomodada pareja elegida a través de la relación con ellos. Pero el punto de vista se mantiene en todo momento con ella. Se ve involucrada en situaciones que se le escapan de las manos por su edad, pero que ella es capaz de capear con soltura. Por otro lado su “relación” con el padre de la criatura, Michael Cera (el tímido de “Supersalidos”) es tierna y enternecedora, como conexión con la vida que corresponde a una adolescente de su edad. Tal vez esté ahí (además de en su sentido del humor) la clave de la película. Contraponer situaciones de adulto a una niña de dieciséis años, y ver como se enfrenta a ellas con más cabeza que la mayoría de los adultos. Está arropada además por unos fantásticos secundarios, especialmente Jennifer Garner como madrastra y Jasón Bateman como padre, y por una música muy acorde con el personaje. La película tiene mucho que ver con aquel cine independiente de los noventa basado en los diálogos y los personajes, que se fueron comiendo los grandes estudios hasta hacerlo casi desaparecer.

Para conseguir este resultado tan “normal” la película tiene una base muy sólida apoyada en el fantástico guión de una camarera striper de nombre artístico Diablo Cody, que creo que utiliza a Juno como alter ego (muchas de los fantásticos diálogos me los imagino en una joven algo mayor). Lo cierto es que Cody se ha llevado el Oscar al mejor guión original. Al parecer la encontraron a través de un blog en tono cómico que tenía en Internet. Luego le propusieron escribir un guión... y lo demás ya es historia. Siempre criticamos el cine americano, pero su cultura (la anglosajona en general) tiene cosas que ya quisiera la nuestra. Una situación similar a la de Cody es completamente impensable en nuestro anquilosado y rancio cine patrio. Y es que más que nos pese, y superproducciones aparte, Estados Unidos sigue siendo el país de las oportunidades, y son conscientes de que cualquiera puede ser un filón si tiene algo que contar.

Víctor Gualda.

martes, 3 de junio de 2008

INDIANA JONES Y EL REINO DE LA CALAVERA DE CRISTAL

Después de revisar la trilogía y comentar “En busca del arca perdida”, es casi obligatorio escribir unas líneas sobre la última entrega de las aventuras del doctor Jones. Han pasado veinte años, y a Lucas le parecía, desde que se encontró con las calaveras de cristal en la serie del joven Indiana, que podía ser un tema interesante a explotar. Después de encargar textos a más de media docena de guionistas que siempre acaba desechando (al parecer también Spielberg), se acabó decidiendo por el de David Koepp. Personalmente creo que el ultimátum de Harrison de que o se hacia ya, o lo descartaban definitivamente, es lo que les animó a lanzarse al guión de esta cuarta entrega. Todo antes de perder una sustanciosa montaña de billetes. Personalmente creo que el guión se podía haber pulido un poco más, aunque la taquilla parece haberles dado la razón.

La idea original era conservar la idiosincrasia del personaje y adaptarlo al paso del tiempo. En este punto creo que han acertado. Indiana Jones es Harrison Ford, y su sonrisa de medio lado, su carisma y su manera de correr son marca inconfundible de la casa. Creo que todos los fans hemos sentido un hormigueo por la espalda la primera vez que vemos su sombra en pantalla. Los mitos no mueren... sólo se hacen mayores. La secuencia inicial de la carrera de jóvenes con militares, trata de sorprender y desorientar, pero no introduce como en la primera película de la saga al personaje en plena acción. La música y el look informativos para que nos demos cuenta del paso del tiempo hacen que uno se pregunte si se habrá equivocado de sala. La temperatura de la secuencia crece con la aparición de Indi, y se eleva hasta el infinito cuando empieza la acción. Algún guiño a su primera aventura de la serie en el hangar nos hace recordar que tiempos pasados siempre fueron mejores, pero entendemos que los rusos son el nuevo enemigo a batir, y lo aceptamos.

Todo ello da paso a una secuencia que me ha desorientado, pero en la que no he podido dejar de pensar. La del pueblo fantasma. Lo cierto es que las aventuras nucleares son muy de las series de la época, pero no sé si encajan mucho con la anterior trilogía. En este punto, esa imagen tan sesenta y que cuadra tan poco con el personaje; La composición de los planos que me resultó un tanto artificial, casi como de serie de televisión; La manera de librarse de la muerte, que tampoco me convenció. Todo ello son concesiones casi infantiles. Como lo son los gags con los castores (o el animal que sea) que me resultaron más que infantiles, estúpidos.

A pesar de los pesares, reconozco que la cuanto menos extraña presentación-aparición del personaje de Shia LaBeouf por el anden de la estación, montado la Harley imitando a Brando en “Salvaje”, con una excusa cogida con pinzas, me gusto, todavía más cuando emprenden la huida en moto. Esta es una secuencia digna de la serie. Acción, humor, giros en la misma secuencia. El más puro Indiana. Esto hace que la película suba enteros de nuevo (la repetición es un valor seguro). A partir de aquí, una vez presentados los protagonistas. Antagonistas, conflictos y objetivos es cuando empieza la verdadera película. La incorporación de Karen Allen es otro punto a favor. Más con ese punto de giro que se adivina desde la primera aparición del joven complemento. Luego, prácticamente la nada. Algunas secuencias salvables y divertidas que repiten la fórmula mágica, como la de la persecución de coches al borde del precipicio. Alguna idea genial que se va por donde ha venido, como la de las hormigas asesinas. Algún chascarrillo ridículo, como lo de las arenas movedizas y la serpiente. La escena de la pirámide, con interés, pero que no alcanza el nivel de sus predecesoras. Un desenlace respetable por arriesgado, pero que tiene el mismo fallo (en realidad prácticamente calcado) que en la primera, y es que el protagonista no interviene más que como mero espectador (malditos efectos especiales que se convierten en un fin, en vez de en un medio). Y un epílogo con dos intenciones: Anunciar la siguiente parte cuando el hijo se va a poner el sombrero e Indi se lo arrebata, y la ridícula boda que ayuda a la continuidad de la serie, pero que echa por tierra la personalidad del personaje. Todo para que el espectador medio (yanqui) se quede contento.

Una película que entretiene y mantiene el interés a lo largo de dos horas, que corre el riesgo inmenso de perder toda credibilidad con el mundo marciano que no pertenece al tono de la serie, y por lo tanto te produce el recelo de lo improbable. Que en parte rompe la magia de la aventura al no haber metiendo suficientes antecedentes para que resulte creíble (Kasdam lo hizo muy bien en la primera plagando la película de pistas y conjeturas sobre el arca). Un Harrison Ford que tira todo el rato del resto de personajes empezando por el de Shia, que a pesar de ser una cara conocida de otras superproducciones resulta blando y le falta el carisma de papa. Una Allen que está un poco de relleno a pesar de la prometedora primera aparición. Una Cate Blanchett de mala malísima que a pesar de lo comunista que es, sigue el patrón hitleriano de la serie, resultando un estereotipo (lo único que le faltaba es el bigote) Al contrario de la primera y tercera en las que el antagonista era uno, y el malo otro, de forma que se complementaban. En definitiva, una película concebida por y para la taquilla, pero que nos deja con la esperanza de que haya una quinta parte que al menos esté a la altura de la tercera... ahora que han cogido carrerilla... cosa ante la que no puedo mostrarme menos que escéptico visto lo visto.

Víctor Gualda.