Con “Che, el argentino” asistimos ante la primera parte de este biopic sobre uno de los revolucionarios más célebres de toda la historia, cuya secuela “Guerrillero” se estrenará en cines en los siguientes meses. En el festival de Cannes se emitió íntegramente, 4 horas y media, y tuvo una muy buena acogida por la crítica y el público.
Esta película comienza con el golpe de estado de Fulgencio Batista y termina con el triunfo de la revolución. Previo al estallido de la revolución “Che, el argentino” nos relata el encuentro que mantienen Ernesto Guevara y Fidel Castro en México, presentados por Raul Castro (actual líder de la revolución cubana) en un modesto apartamento de la ciudad capital (el 13 de julio de 1955), este evento silencioso tendría grandes repercusiones en la historia cubana. Por medio de este encuentro el realizador nos describe la personalidad de los dos personajes principales; Fidel Castro, el político que quiere tomar el poder, y Ernesto Guevara, el revolucionario que quiere cambiar el mundo y extender la revolución a toda Latinoamérica.
Tras el comienzo de la revolución, la película torna en un relato básicamente bélico y se centra en una de las obsesiones de nuestro personaje; la disciplina y el orden en un sentido absolutamente marcial, quizás un poco alejado la imagen mítica que se desarrolló tras la difusión mundial de la foto de Korda del Che, en el entierro por las vítimas de la explosión de La Coubre.
Durante la película es interesante constatar la variedad de movimientos sociales que luchaban contra el régimen de Batista, entre ellos el partido comunista al que Fidel Castro no pertenecía ya que el lideraba el Movimiento 26 de julio, de carácter básicamente nacionalista. Fidel tras tomar el poder adoptó el marxismo como ideología del estado estableciendo el primer país comunista en América Latina. Antes de este recorrido, el realizador nos describe las alianzas y los encuentros que establecía Fidel con otros movimientos sociales, con la oposición del Che (que consideraba a algunos de estos colectivos como traidores), de nuevo se afianza la idea del Che como un idealista y de Fidel como un fino político que conocía los tiempos, las tramas, la forma de tejer estrategias para alzarse y perpetuarse en el poder.
Una interesante y bien narrada película con un más que destacable nivel interpretativo, que alzó a Benicio del Toro con el premio de mejor actor en el festival de Cannes de 2008 por su interpretación del joven revolucionario Ernesto “Che” Guevara.
Eregoyan.
Esta película comienza con el golpe de estado de Fulgencio Batista y termina con el triunfo de la revolución. Previo al estallido de la revolución “Che, el argentino” nos relata el encuentro que mantienen Ernesto Guevara y Fidel Castro en México, presentados por Raul Castro (actual líder de la revolución cubana) en un modesto apartamento de la ciudad capital (el 13 de julio de 1955), este evento silencioso tendría grandes repercusiones en la historia cubana. Por medio de este encuentro el realizador nos describe la personalidad de los dos personajes principales; Fidel Castro, el político que quiere tomar el poder, y Ernesto Guevara, el revolucionario que quiere cambiar el mundo y extender la revolución a toda Latinoamérica.
Tras el comienzo de la revolución, la película torna en un relato básicamente bélico y se centra en una de las obsesiones de nuestro personaje; la disciplina y el orden en un sentido absolutamente marcial, quizás un poco alejado la imagen mítica que se desarrolló tras la difusión mundial de la foto de Korda del Che, en el entierro por las vítimas de la explosión de La Coubre.
Durante la película es interesante constatar la variedad de movimientos sociales que luchaban contra el régimen de Batista, entre ellos el partido comunista al que Fidel Castro no pertenecía ya que el lideraba el Movimiento 26 de julio, de carácter básicamente nacionalista. Fidel tras tomar el poder adoptó el marxismo como ideología del estado estableciendo el primer país comunista en América Latina. Antes de este recorrido, el realizador nos describe las alianzas y los encuentros que establecía Fidel con otros movimientos sociales, con la oposición del Che (que consideraba a algunos de estos colectivos como traidores), de nuevo se afianza la idea del Che como un idealista y de Fidel como un fino político que conocía los tiempos, las tramas, la forma de tejer estrategias para alzarse y perpetuarse en el poder.
Una interesante y bien narrada película con un más que destacable nivel interpretativo, que alzó a Benicio del Toro con el premio de mejor actor en el festival de Cannes de 2008 por su interpretación del joven revolucionario Ernesto “Che” Guevara.
Eregoyan.
1 comentario:
tengo que reconocer que esta película me dejó un sabor agridulce. Por una parte me pareció un coñazo como casi todos los biopic que pretender enlatar en un par de horas (me horrorizó que cortaran la película con un machete) todo el desarrollo de un personaje historico. Por otro lado me pareció una película interesante como acercamiento sesgado y amable que humaniza el mito convertido en todo lo contrario que pretendia, gracias a Korda. Pero lo que me parece más increible, es que la película consigue un retrato indirecto de Fidel Castro como autentico protagonista. Y es que cuando un antagonista está bien desarrollado, inevitablemente se come al prota (más cuando encima es alguien al que todos conocemos).
Otra cosa que me parece importante resaltar y de la que no hablas es la estructura narrativa. Por una parte; documental desde Sierra Maestra a Santa Clara siguiendo casi la vida diaria, reflejada a la perfección. Aquí vemos la faceta más humana del personaje. Sus inseguridades e inquietudes. Fantástica la interpretación en este punto de Benicio Del Toro, se nota que conoce y admira al personaje, no en vano es un proyecto personal. Por otro lado la parte que se desarrolla en Nueva York, las entrevistas y el discurso en las Naciones Unidas; aquí vemos el lado ideológico del personaje, que por lo que da a entender la película es utilizado como escaparate por un muy zorro Fidel. Esta parte me pareció demasiado manierista. Todo demasiado forzado de cara a la galeria, a la consagración del mito. Pero insisto que en lineas generales, precisamente la desmitificación del personaje es lo que más me interesa de la película. En cuanto a las formas no dejan de ser coherentes con la historia que cuentan, y eso es el gran acierto de Soderberg, que además es un fantastico operador de cámara.
Bi.
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