martes, 15 de septiembre de 2009

LA SOMBRA DEL PODER

Nada que objetar a este thriller conspirativo al más puro estilo americano. Todo es correcto por no decir perfecto. Tan perfecto que mi chica a los quince minutos se levantó del sillón aburrida. ¿Por qué? Por la razón más obvia. Sabía perfectamente como iba a terminar. Dos horas después no pude hacer más que darle la razón. Puede que el espectador no pueda prever las vueltas que decidan dar los responsables para llegar al desenlace, pero el esquema es tan evidente que un no cinéfilo lo puede adivinar sin esforzarse. Tal vez su previsibilidad se deba a que está basado en una serie de televisión (de la BBC), o a que los actores no son los mejores posibles, pero esta película dirigida con buen pulso deja ver claros los andamios que la sostienen

El guión responde a la estructura clásica del género. Trama escrita de atrás adelante y personajes planos con pinceladas de personalidad pero sin profundizar. Por un lado aunque el protagonista absoluto está interpretado por Russell Crowe. Arquetipo del periodista de la vieja escuela, desastroso en lo privado, un fiera en lo profesional por encima de reglas convenciones y jefas histéricas. Como “compañía” femenina una joven inexperta pero ilusionada (la invisible pero constante Rachel McAdams) Por otro, el amigo de la universidad ambicioso que ha hecho carrera en la política llegando a ser congresista interpretado por Ben Affleck, y la mujer de este Robin Wright Penn como rubia peligrosa, completan un triangulo extraño de relaciones sexuales cruzadas poco explotadas. Por supuesto el ganador congresista Affleck se llevó a la chica. Nada de aprovechar la posible tensión sexual entre aprendiz y el maestro. Todos ellos metidos en una conspiración política con los típicos asesinatos extraños, la típica gran empresa (en este caso de seguridad privada), y el típico asesino de pago frío y calculador. En definitiva nada nuevo bajo el horizonte.

Tal vez lo más interesante de la película sea lo menos desarrollado. La confrontación entre el antiguo periodismo, y la información limitada y poco contrastada de escritores de blogs, pero con el poder de llevar la información y los rumores a cada rincón del mundo de manera inmediata. Crowe como buen profesional de la vieja escuela sirve de gurú a McAdams para que descubra el verdadero periodismo de investigación. Aunque sea sonsacando a veces con métodos poco ortodoxos la información. Siempre menos inmediatos, pero yendo a ese fondo de la noticia que muchas veces esconde una realidad de mucho más calado social. Esto es lo que lleva a la denuncia escondida en la trama. El poder que van acaparando las empresas de seguridad en Estados Unidos. Pequeños ejércitos de mercenarios que se van quedando con el negocio de la guerra fuera de las fronteras americanas. (TVE emitió en Documentos TV un fantástico reportaje/documental que no tiene desperdicio que habla de este negocio floreciente y lucrativo que os cuelgo para que lo veáis) Lo más increíble; que estos yanquis tiran la piedra y esconden la mano, y en vez de llevar la situación al extremo, deciden convertir el thriller en melodrama televisivo y dejar la denuncia en una mera anécdota (el giro final es una tomadura de pelo que trata de sorprender, y lo único que consigue es faltar el respeto al espectador). Una cagada de alto presupuesto, vamos.

En definitiva, que si, que Kevin Mcdonald tiene buen pulso a la hora de dirigir imprimiendo ritmo, suspense e incluso guiños de comedia. Que el guión de la serie de Paul Abbott está bien comprimido por Matthew Michael Carnahan, Tony Gilroy (que está hasta en la sopa) y Billy Ray, que los actores están perfectos en sus trajes, camisas de leñador o minifaldas… pero me extraña tanta buena crítica a esta película que en realidad es más de los mismo. Dentro de dos meses ya no estarás seguro de si la viste, o adivinaras lo que va a pasar en la próxima que veas del estilo.

Víctor Gualda.

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