Uf, comenzar esta crítica sobre esta película basada en la trilogía de libros más celebrados de la década (con el permiso de los Harris Potteres, Códigos DaVincis, vampiros y demás fauna de Blockbusters literarios) para llevar la contraria a un peso pesado de la literatura como Vargas Llosa (El Pais) y a un pesado a secas como Ansón (El Cultural de El Mundo) no resulta fácil. Pero no puedo evitar primero sorprenderme y luego descojonarme al comprobar su entusiasmo calificando casi como obra maestra esta trilogía.sueca. Los libros, y la adaptación a la pantalla de la primera parte, tienen un punto a favor, eso no lo voy a negar. Resultan entretenidos, y miles de lectores/espectadores comparten el entusiasmo. No es poco en el siglo de las pantallas unipersonales, pero de ahí a subirla a los altares me parece que hay un salto cuantitativo y cualitativo importante. No entiendo porque Vargas Llosa dedica el primer párrafo de su artículo a justificarse, incluso lo reconoce al inicio del segundo con un -“A qué viene este preámbulo”- su peso es evidente, pero también él se puede equivocar, igual que él mismo dice que Donna Leon se equivoca por no gustarle, utilizando un –“¡Vaya disparate!”-
No nos volvamos locos llevados por el entusiasmo o por lo que digan los demás y sentémonos a reflexionar y a sacar conclusiones propias. La adaptación de Nicolas Arcell y Rasmus Heisterberg resulta bastante correcta y traslada las virtudes y los defectos casi a la perfección. Y digo casi, porque hay detalles que han sido convenientemente suprimidos, sirva como ejemplo ese superfluo ánimo de transgredir del Larsson formando un extraño triangulo consentido de Michael Blomkvist, su editora, y el marido de esta, que esta sencillamente suprimido posiblemente por miedo a que el espectador juzgue a un personaje al que tiene que apoyar incondicionalmente. Y claro, se trata de una adaptación y puede resultar intrascendente por no aportar nada a la trama. Pero tiene su importancia porque la base sobre la que se construye todo lo demás (la trama de la desaparición de Harriet Vanger) es cartón piedra, y es el desarrollo de los personajes, lo que sostienen el camelo (como se demuestra en la segunda y tercera entrega). Vargas Llosa habla de representantes sociales corruptos reflejos de la sociedad, olvidando que al fin y al cabo se trata de novelas de género que necesitan antagonistas oscuros contra los que luchar, y que cuanto mayor sea la entidad del enemigo, mayor el interés de la empresa.
Pero no hace mención de la plana, plana, plana personalidad de ese alter ego del escritor que es el periodista metido a detective, Blomkvist. Los personajes positivos, sin un solo defecto, moralmente intachables, sin asomo de duda, comprensivos, y luchadores no tienen cabida en una sociedad que tiende a rechazar. Todos desgraciadamente tenemos defectos, y desde el primer capítulo entendemos que este superhéroe llevará a buen puerto cualquier cosa que se proponga. Y eso, me resulta además de obvio, aburrido y mentira. Con esa personalidad, es difícil que el personaje de Lisbeth Salander (fantásticamente interpretada en la película por Noomi Rapace) no sea el que se come la novela, y en la segunda y tercera parte acapare el protagonismo. Salander es otro personaje de cartón piedra con la que es espectador/lector se identifica porque está dibujada imperfecta y con un oscuro pasado. Eso anima la curiosidad, pero no es suficiente para convertirla en una diosa intocable. Salander es otro cliche con recursos ilimitados, más inteligente que todos los demás personajes juntos, porque además de la mejor hacker del planeta, es la mejor boxeadora, la más persistente y la única “buena” que a pesar de transgredir el sistema, también es moralmente intachable. El espectador sabe inconscientemente que nada se le podrá resistir, y en ningún momento teme por su vida, es más, hasta cuando roba, lo hace a alguien que lo merece por corrupto.
En cuanto a la trama, no es más que una traslación "de barrio" de cualquier caso de Agatha Christie o Conan Doyle (o Dikens o Dumas si Vargas Llosa lo prefiere), a una desaparición de hace treinta años, y podemos decir que es entretenido, pero ni siquiera sorprende, menos en la película, que también evita en este punto la trasgresión moral del asesino, su padre, y sus costumbres sexuales. Sólo cabria resaltar la secuencia de la violación de Salander, que por supuesto está rodada a la americana, sin producir ese asco que trasmite imaginar la situación cuando la lees la primera parte de la trilogía. El resultado final de la película resulta naif y vacío. Lo bueno, es que al menos los protagonistas en la pantalla no son un actor de papel cuché, y cualquier lerda siliconada (bueno, en la segunda igual si, porque la propia trama impulse a la futura estrella) los protagonistas no son reconocibles y pensamos que asistimos a algo nuevo. A pesar de ello, la película y el libro son más de lo mismo que importamos del mercadeo USA.
Volviendo al tema que parece haber apasionado a Vargas Llosa, recordar como nació el género negro. La corrupción social de las instituciones, bancos, empresas, policía y demás, generan la desconfianza de la masa social produciendo una impresión de que cualquier vengador enmascarado o armado que luche contra/al margen del sistema merece un puesto en el imaginario colectivo (una vez más el individuo contra el sistema). Lo vimos hace poco en “Enemigos públicos” Dilinger es el último héroe romántico que transgrede el sistema, el héroe romántico antes que se restablezca el orden. Si todo es cíclico, las crisis bancarias, los constantes casos de corrupción política y económica, producen ahora el mismo efecto con el repunte del género, en el caso de esta trilogía centro de las tramas del segundo y tercer libro. Y es que la literatura y el cine, suelen tener que ver con las sensaciones sociales del momento, y si a eso añadimos un estilo directo y sencillo, la mitad del público ya está ganada. Lo que me resulta curiosa es la otra mitad. ¿por qué guardan silencio? No es una buena novela (sin entrar en las deficiencias técnicas), no es una buena película (correcta a nivel formal en todo caso). Yo no creo como algunos en las conspiraciones de encargo. Prefiero pensar que el reconocido escritor se ha dejado llevar por los recuerdos de su juventud y hace tiempo que no lo hacia… al final sólo el tiempo colocará a cada uno en su sitio. Seguro que Vargas Llosa sube al panteón de la historia de la literatura, lo que no tengo tan claro es que Stieg Larsson y su Millenium lo hagan.
Víctor Gualda.
No nos volvamos locos llevados por el entusiasmo o por lo que digan los demás y sentémonos a reflexionar y a sacar conclusiones propias. La adaptación de Nicolas Arcell y Rasmus Heisterberg resulta bastante correcta y traslada las virtudes y los defectos casi a la perfección. Y digo casi, porque hay detalles que han sido convenientemente suprimidos, sirva como ejemplo ese superfluo ánimo de transgredir del Larsson formando un extraño triangulo consentido de Michael Blomkvist, su editora, y el marido de esta, que esta sencillamente suprimido posiblemente por miedo a que el espectador juzgue a un personaje al que tiene que apoyar incondicionalmente. Y claro, se trata de una adaptación y puede resultar intrascendente por no aportar nada a la trama. Pero tiene su importancia porque la base sobre la que se construye todo lo demás (la trama de la desaparición de Harriet Vanger) es cartón piedra, y es el desarrollo de los personajes, lo que sostienen el camelo (como se demuestra en la segunda y tercera entrega). Vargas Llosa habla de representantes sociales corruptos reflejos de la sociedad, olvidando que al fin y al cabo se trata de novelas de género que necesitan antagonistas oscuros contra los que luchar, y que cuanto mayor sea la entidad del enemigo, mayor el interés de la empresa.
Pero no hace mención de la plana, plana, plana personalidad de ese alter ego del escritor que es el periodista metido a detective, Blomkvist. Los personajes positivos, sin un solo defecto, moralmente intachables, sin asomo de duda, comprensivos, y luchadores no tienen cabida en una sociedad que tiende a rechazar. Todos desgraciadamente tenemos defectos, y desde el primer capítulo entendemos que este superhéroe llevará a buen puerto cualquier cosa que se proponga. Y eso, me resulta además de obvio, aburrido y mentira. Con esa personalidad, es difícil que el personaje de Lisbeth Salander (fantásticamente interpretada en la película por Noomi Rapace) no sea el que se come la novela, y en la segunda y tercera parte acapare el protagonismo. Salander es otro personaje de cartón piedra con la que es espectador/lector se identifica porque está dibujada imperfecta y con un oscuro pasado. Eso anima la curiosidad, pero no es suficiente para convertirla en una diosa intocable. Salander es otro cliche con recursos ilimitados, más inteligente que todos los demás personajes juntos, porque además de la mejor hacker del planeta, es la mejor boxeadora, la más persistente y la única “buena” que a pesar de transgredir el sistema, también es moralmente intachable. El espectador sabe inconscientemente que nada se le podrá resistir, y en ningún momento teme por su vida, es más, hasta cuando roba, lo hace a alguien que lo merece por corrupto.
En cuanto a la trama, no es más que una traslación "de barrio" de cualquier caso de Agatha Christie o Conan Doyle (o Dikens o Dumas si Vargas Llosa lo prefiere), a una desaparición de hace treinta años, y podemos decir que es entretenido, pero ni siquiera sorprende, menos en la película, que también evita en este punto la trasgresión moral del asesino, su padre, y sus costumbres sexuales. Sólo cabria resaltar la secuencia de la violación de Salander, que por supuesto está rodada a la americana, sin producir ese asco que trasmite imaginar la situación cuando la lees la primera parte de la trilogía. El resultado final de la película resulta naif y vacío. Lo bueno, es que al menos los protagonistas en la pantalla no son un actor de papel cuché, y cualquier lerda siliconada (bueno, en la segunda igual si, porque la propia trama impulse a la futura estrella) los protagonistas no son reconocibles y pensamos que asistimos a algo nuevo. A pesar de ello, la película y el libro son más de lo mismo que importamos del mercadeo USA.
Volviendo al tema que parece haber apasionado a Vargas Llosa, recordar como nació el género negro. La corrupción social de las instituciones, bancos, empresas, policía y demás, generan la desconfianza de la masa social produciendo una impresión de que cualquier vengador enmascarado o armado que luche contra/al margen del sistema merece un puesto en el imaginario colectivo (una vez más el individuo contra el sistema). Lo vimos hace poco en “Enemigos públicos” Dilinger es el último héroe romántico que transgrede el sistema, el héroe romántico antes que se restablezca el orden. Si todo es cíclico, las crisis bancarias, los constantes casos de corrupción política y económica, producen ahora el mismo efecto con el repunte del género, en el caso de esta trilogía centro de las tramas del segundo y tercer libro. Y es que la literatura y el cine, suelen tener que ver con las sensaciones sociales del momento, y si a eso añadimos un estilo directo y sencillo, la mitad del público ya está ganada. Lo que me resulta curiosa es la otra mitad. ¿por qué guardan silencio? No es una buena novela (sin entrar en las deficiencias técnicas), no es una buena película (correcta a nivel formal en todo caso). Yo no creo como algunos en las conspiraciones de encargo. Prefiero pensar que el reconocido escritor se ha dejado llevar por los recuerdos de su juventud y hace tiempo que no lo hacia… al final sólo el tiempo colocará a cada uno en su sitio. Seguro que Vargas Llosa sube al panteón de la historia de la literatura, lo que no tengo tan claro es que Stieg Larsson y su Millenium lo hagan.
Víctor Gualda.
2 comentarios:
ya lo dijo Roberto Bolaño "la mejor lección de literatura que dio Vargas Llosa fue salir a hacer jogging con las primeras luces del alba"
Totalmente de acuerdo con todo! Y para novela negra sueca: Mankell.
Acabo de descubrir el blog. Bueno, y el site de la devedeteca.
Estoy curioseando un poco.
Gracias por las reseñas, Víctor.
[Ana (sin dni sin móvil)]
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