lunes, 7 de septiembre de 2009

WATCHMEN

Lo cierto es que no sé lo que esperaba de esta película. Tal vez se deba a que mis expectativas después de escuchar a tanto fanático del cómic, eran demasiado elevadas. Pero el primer visionado de “Watchmen” me ha parecido en líneas generales un coñazo insufrible. De acuerdo, estéticamente es la caña, la introducción es cojonuda, pero las dos horas y media de metraje se me han hecho eternas, y el discurso me ha parecido anticuado y pretencioso. En su favor, tengo que reconocer que me la tragué entera de una sentada (cosa que no pude hacer con “The Spirit”) y que tiene reflexiones sobre los “superhéroes” que no había visto o leído en otros cómics de la época.

Para empezar me parece complicado adaptar un cómic tan complejo y largo en una película. Se que el director (Zack Snyder) y sus guionistas (David Hayter y Alex Tse) han tenido que suprimir capítulos que ayudan a entender la trama principal o las motivaciones de los protagonistas. Incluso ese metalenguaje del cómic dentro del cómic es interesante y se ha perdido. Pero eso no me parece excusa para entender que el formato audiovisual es diferente, y por lo tanto que no se le pueden meter paliques metafísicos monologados de cinco minutos. Después de esa presentación en imágenes que tan bien resume la formación de los Héroes y que cualquier tiempo pasado fue mejor (que por cierto me recordó a “Los Increíbles”) comienza la parte narrativa propiamente dicha. Los cambios de punto de vista, alternados con flash-backs explicativos están bien introducidos. Sabemos quién es quién y cuales son los roles (aunque claramente estereotipados) El problema es que aunque estructuralmente están donde tienen que estar, este primer bloque es tan largo que casi dura una película convencional entera, con lo cual el ritmo narrativo se resiente. Por otra parte, el planteamiento del conflicto interno de los héroes que envejecen y dejan de tener sentido en una sociedad cambiante que les rechaza (“¿Quién vigila a los vigilantes?”), lo que les provoca morriña del pasado está bien, pero no hacen falta treinta secuencias para contar lo mismo en la primera que en la última, por mucho que la intención sea deconstruir el arquetipo convencional del superhéroe y la falta de superpoderes les humanice en todos los estadios.

Es cuando cambia el bloque de flach-backs y presentaciones, y se centran en el conflicto, cuando la película arranca y coge algo de ritmo (por fin). La consecuencia necesaria de tanto melodrama (historia de Espectro de Seda I y II con el Comediante, o a la de Espectro de Seda II y Buho Nocturno) no puede ser otra que la de que los personajes reaccionen dejen de lado sus miedos y retomen su “misión”. Es en este punto de giro donde más conflicto en cuanto al mensaje veo. Si es cierto (como me decía un amigo) que el tufillo fascistoide impregna toda la cinta, es con la guerra nuclear con lo que alcanza su mayor esplendor. Entiendo que la preocupación de la época (está ambientada en 1985) y el fantasma del comunismo copen todo el trasfondo, pero los valores han cambiado y el enemigo invisible que no tiene cara me resulta demasiado irreal (por no hablar de esa división simplista entre buenos y malos). La idea de que los americanos tienen el deber de salvar al mundo me aburre sobremanera, y la idea utilitarista de que haya un exterminador invisible que tiene la misión autoimpuesta de reventar al planeta para salvarlo me produce escalofríos, porque justifica moralmente cualquier acción por descabellada que sea. Los daños colaterales valen para matar mujeres y niños y tienen justificación, porque a fin de cuentas a los muertos no les conocíamos y la causa es “buena” (me recuerda demasiado a conflictos actuales)

Luego está el tema de los personajes, como dije antes estereotipos que esconden distintas tendencias nihilistas, deterministas, utilitaristas disfrazadas en las personalidades. El esquizofrénico paranoico fascista de la mascara llamado Roschach (Jakie Earle Haley) es el punto de vista principal que hace que avance la acción a través de su voz en off al mas puro estilo del cine negro, por cierto la mejor interpretación cuando le quitan la máscara. Espectro de Seda es el enlace entre dios/Dr Manhattan y los hombres; El buho, el bucólico representante de los héroes retirados; El comediante otro fascista psicópata presuntamente nihilista (al menos es lo que se entiende de sus monólogos contra todo y todos) sin la menor empatía con nadie y Ozymandias, el espabilado megalomano narcisista personificado. Hago un alto en Dr Manhattan porque me parece el más estúpido de todos. Un personaje que pierde la humanidad, pero que es el encargado de salvarla. Omnipotente pero creado por el propio hombre. Indestructible pero manipulado por un ser inferior; guardián del mundo, pero retirado en una isla (Marte) Podría llamarse doctor paradoja, pero a pesar de que está introducido en la trama pseudos policíaca, cualquier acción suya no deja de ser un Deus ex machina, con lo cual cualquier desastre puede ser arreglado con su varita mágica, como de hecho así sucede primero en Vietnam (guerra que acabo de descubrir que los americanos consideran que ganaron) y luego con el conflicto nuclear (lo digo consciente de que el final del cómic difiere del de la película). Todo ello alternado por discursos seudo metafísicos de guardería.

Lo siento por los fans de Alan Moore, que deben sentirse decepcionados dado el formato gráfico permite un desarrollo más coherente, pero lo único que me parece salvable de este coñazo de dos horas y media es la estética y algunas soluciones visuales. Me da igual que hayan contado con asesores en física quántica y que los personajes tengan una base científica como explican en los extras. La trama me parece espesa, los personajes estereotipos, el trasfondo pasado de moda. Todo con una ambición desmedida de su director sobrevalorado Zack Snyder (300). Al final me quedo con la frase hecha “el que mucho abarca, poco aprieta”.

Víctor Gualda

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