martes, 31 de marzo de 2009

LOS ABRAZOS ROTOS

Lo cierto es que aun no tengo claro si la última película de Almodóvar me ha gustado o me ha horrorizado. De momento tengo que reconocer y valorar el esfuerzo del director por intentar complicar sus habitualmente planas historias. Aquí se lanza al vacío para intentar hacer una especie de “experimento narrativo”. Personajes que dan lugar a otros personajes dando lugar a nuevas tramas que luego tienden a converger en una principal. Muy buena idea, pero al final el intento resulta fallido. Y es que el manchego más universal tiene una tendencia natural a repetirse más, cuando más original trata de ser.

Para empezar hay algo que me llama la atención, y es que en esta película la trama que domina la película está guiada por el intento de introducir un recurso tan habitual en el cine como el flash-back, de la manera más complicada posible. Pocas veces un recurso tan sencillo como este, que sirve para darnos información del pasado, fundamental para el presente del personaje, se convierte en un rocambolesco ardid para crear una inexistente tensión, pero como ocurre con cualquier flash-back, ralentiza la acción llegando a hacer la película tediosa. Más, cuando a la vuelta de cada flash-back hay una explicación dialogada, que casi funciona como voz en off explicativa y que ralentiza aun más si cabe.

Luego está otro de los temas fundamentales de la película. El punto de vista, que parece para el director una especie de punto g. Sabe que existe y tantea personaje por personaje (tal vez por lo que expliqué en el primer párrafo), pero sin llegar encontrarlo. Y es que si el personaje del ciego escritor o director, o amante o lo que sea, de Lluis Homar tiene tan poca movilidad de acción, y está prácticamente basado en el diálogo. Nunca interviene en la trama como un elemento activo, sino como un cronista de primera fila. Entonces descarga toda la responsabilidad en una Penélope que no sabe de qué va su personaje y se mantiene fría y distante a lo largo de todo el metraje. La heroína que debería ser bisagra de los demás, que es el origen de toda la historia y que tendría que estar llena de sentimientos contradictorios, es sólo un personaje colocado a capón con “secuencias excusa” para sacarla guapa y que rellene minutos. Un desastre para una actriz que tiene mucho que dar, pero que necesita tener confianza absoluta en el personaje para creérselo y por ende que se lo crea el espectador. Y siguiendo con este tema de los actores, no quiero olvidarme de la también grande Blanca Portillo, que tiene el personaje clave para que entendamos, pero que resuelve (igual que en “Volver”) uno de los clímax sentada detrás de una mesa, en un diálogo de nuevo explicativo, que sirve de resolución de una de las tramas principales y que aunque con uno de los pocos guiños cómicos (el de la copa en el Chicote), no deja de ser una secuencia explicativa y melodramática algo “barata” (sin ánimo de ofender) Para Ochandiano no tengo casi palabras. Lo suyo es el más difícil todavía. Un personaje escrito para él, que esta casi echo a su imagen y semejanza y que cae en el estereotipo más absoluto. Con lo cual, al único que puedo salvar de todo el reparto (aparte de esos maravillosos actores secundarios, Ángela Molina, Chus Lampreabe, Rosi de Palma, Lola Dueñas, Kiti Mamber, Carmen Machi) es a Jose Luís Gómez, un actor que es la repetición de otros hombres Almodóvar (me recuerda particularmente a Fernando Guillen Cuervo) pero que defiende su personaje con honestidad y algo alejado de los estereotipos interpretativos del director.

La necesidad de demostrar de Pedro, hace que en esta orquesta cada instrumento suene por su cuenta, convirtiendo algo que se intuye hermoso en un conjunto desafinado. Por supuesto, la fotografía, la música y todos los elementos que atrezan una película son fantásticos, pero un director sin problemas de producción no puede permitirse descargar sus meritos en meros ornamentos florales… Al final la mezcla de géneros thriller, comedia y melodrama, recortada de sus propios mitos, resulta fallida, y tal vez la parte que más se resiente es el montaje de Jose Salcedo demasiado plegado a los caprichos de un Almodóvar que no controla el ritmo de los géneros si se salen del melodrama (para mi el mayor problema de la película).

Es fácil dar consejos desde el sillón de casa, pero lo mejor de la película son las escenas cómicas e irónicas. Resulta que su autoparodia de “Chicas y maletas” deja mucho mejor sabor de boca que las dos horas anteriores. Lo mismo sucede con el personaje de Lola Dueñas, que para mi tiene la mejor secuencia de la película con su trabajo de lectora de labios. ¿Qué tal una comedia pura y dura para la próxima? Por cierto, y para terminar, me encanta que haya una secuencia completamente prescindible, que hace un homenaje a Louise Malle, pero en fondo a La Devedeteca sin saberlo, ya que cuando Tamar Novas mira entre los DVD de Homar, está señalando las películas que “El Deseo” nos alquiló para la producción. Un bonito detalle Pedro.

Víctor Gualda.

viernes, 27 de marzo de 2009

R.A.F. FACCIÓN DEL EJÉRCITO ROJO Y EL PROCESO




En Alemania durante la década de los ´70 hubo un grupo de jóvenes que luchó contra el estado alemán en lo que percibía como el nuevo rostro del fascismo (imperialismo liderado por EE.UU), la generación que protagonizó el periodo nazi vs sus hijos, este enfrentamiento tuvo su culmen tras la detención de los líderes de la RAF y el juicio de Stammheim (cárcel construida para albergarles), que duró 2 años, la sentencia fue cadena perpetúa. Tras esta sentencia se sucedieron secuestros, muertes, detenciones, en lo que se ha denominado como uno de los períodos más convulsos de la historia alemana contemporánea; el Otoño alemán.

La primera de las películas (R.A.F. facción del ejercito rojo) intenta desde varios puntos de vista (psicológico, sociológico e histórico) relatar una década de historia alemana siguiendo un enfoque que denominaron “fetzedramaturgie” (dramaturgia triturada), que viene a brindar al público un rompecabezas que el público debe reconstruir para tener una imagen general. Para el rodaje se utilizó mucho la cámara en mano lo cual da más impresión de realidad a las persecuciones, y sobretodo hace más cercana al espectador la “paranoia” de los militantes del RAF que el estado les está vigilando a todas horas.
A pesar de este supuesta imparcialidad de partida (al menos eso pretende) hay una serie de cuestiones que no me parecen verosímiles, el director y guionista aceptan la versión oficial del suicidio de los militantes de la RAF en Stammheim, no obstante, nunca se ha aclarado como Baader pudo introducir una pistola en una prisión de máxima seguridad, dos de los muertos fueron por herida de bala. Además, hubiera sido muy difícil –si no imposible– para Möller haberse podido infligir las cuatro puñaladas que se le encontraron cerca del corazón. Otro punto que resta veracidad a la trama es que nos presenta a estos militantes como unos jóvenes incautos que durante el juicio solo se dedicaron a insultar y obstaculizar el proceso judicial sin respetar a las autoridades, cuando el “El proceso” nos muestra todo lo contrario, que estos jóvenes eran considerados por las autoridades académicas como superdotados, terminaron varias licenciaturas con alta graduación, y durante el juicio esgrimieron argumentos filosóficos y políticos que la magistratura en muchos casos no podía contra argumentar.

En definitiva “RAF facción del ejercito rojo” me parece un buen producto para despertar el interés sobre lo acontecido en Alemania durante la década de los ´70 pero no para darle luz, en cambio “El proceso”, con carácter de documental, si sirve para entender estos hechos históricos, aunque solo se centre en el juicio de Stammheim. Tras ver estas películas y varias lecturas tengo la impresión que estos sucesos siguen siendo piezas de un puzzle que la sociedad alemana no ha reconstruido, teniendo en cuenta que llegaron a ser uno de cada cuatro alemanes los que apoyaban a la RAF durante el Otoño alemán (más de siete millones de alemanes!).

Eregoyan.

martes, 24 de marzo de 2009

GOMORRA

El revuelo mediático que acompañó Roberto Saviano con la publicación del libro que desentrañaba la camorra napolitana, se prolongó con la aparición de la adaptación cinematográfica, y sus premios en Cannes, en los premios del cine europeo etc. Al director Matteo Garrone le valió el reconocimiento y a Saviano (que participó en el guión) la amenaza de muerte que le mantiene escondido y con guardaespaldas vaya donde vaya. Al espectador-lector la consciencia de algo que muchos sabían pero pocos se atreven a denunciar. La no selección para los Oscar, acabó diluyendo el revuelo y en pocos meses probablemente sea una película más sobre la mafia. Lo que me lleva a preguntarme si realmente mereció la pena.

Si la versión literaria era una denuncia con nombres y apellidos de los jefes de los clanes y sus prácticas con una crudeza que asustaba, la versión cinematográfica, a pesar de su interés, se queda en una mera anécdota dividida en subtramas que completan un todo, del que se puede obtener una visión distorsionada de la realidad. Y es que a pesar de su espíritu documental que le infiere realidad, la versión cinematográfica adolece de la falta de conexión de las tramas, que puede despistar al espectador que se queda con una idea a grandes rasgos del control de la droga, la moda o los residuos que ejerce implacable la camorra.

En el libro, que tenía una estructura narrativa también dividida por temas, Saviano descargaba todos los detalles, y las trescientas y pico páginas daban para explicar como funciona escalafón por escalafón la estructura de las familias camorristas. Temas tan interesantes e importantes como la guerra entre familias, los jefes buscados por la policía que se escondían en zulos durante años, el funcionamiento de los barrios donde se vende la droga, la corrupción institucional en muchas zonas de Italia, la importancia ascendente dentro de las familias de las mujeres, la construcción, las armas, en concreto el Kalashnikov (al que dedica un capítulo entero) incluso la importancia del cine en los jóvenes camorristas, que apenas está sugerida en la película por unos diálogos de “El precio del poder”, cuando la película referencia de los camorristas es “El profesor” (Il Camorrista) de Giuseppe Tornatore, tan necesaria para entender el funcionamiento como el mismo libro de Saviano, todos ellos se quedan fuera del metraje, dejando una visión muy incompleta de la realidad.

En definitiva, las imágenes no son más que un complemento interesante por la mezcla de estilos entre documental a veces, un estilo neorrealista en las secuencias dramatizadas por actores, frescas en todo momento y reflejo de una realidad social que atenaza las estructuras de un país entero, pero con carencias en la adaptación por la mencionada falta de línea de unión entre las tramas. Una especie de periodismo cinematográfico que puede llegar a aburrir por momentos al espectador mal acostumbrado por Hollywood.

La paradoja se presenta con una anécdota. La camorra consiguió hacer una copia pirata del master de la película y venderla en todos los quioscos de Italia antes de que se editase el DVD legal. Con lo que además de amenazar a Saviano, se siguen enriqueciendo igual que antes, con el añadido de hacer negocio con la denuncia.

Víctor Gualda.

viernes, 20 de marzo de 2009

Jiří Menzel (Trenes rigurosamente vigilados y Yo serví al rey de Inglaterra)

















Hijo del conocido escritor y periodista Joseph Menzek, el joven Menzel pensó inicialmente en seguir los pasos de su padre y estudiar periodismo, pero finalmente ingresó en la Academia de Cine de Praga, de la que fue expulsado. No obstante, gracias a la intervención de uno de sus profesores, pudo continuar sus estudios.

Su ópera prima en el largometraje profesional, Trenes rigurosamente vigilados, supuso una grata sorpresa en el panorama del nuevo cine checo, al lograr el oscar a la mejor película de habla no inglesa. La película está considerada una de las obras cumbres de la cinematografía europea y se adscribe a la Nueva Ola checa.

A pesar de todos sus éxitos, Alondras en el alambre (Pack Primavera de Praga), su siguiente filme fué prohibido por el régimen checo. Esta película esta basada en un libro de cuentos de Bohumil Hrabal titulado Anuncio de una casa donde ya no quiero vivir. Tras el rodaje se prohibió la proyección de la película y hasta 1974 Menzel no volvió a dirigir.

En los ochenta Menzel rodó otras películas basadas en relatos de su escritor favorito, Bohumil Hrabal, como Mi dulce pueblecito, que fué nominada al Oscar a la mejor película no inglesa (Pack Primavera de Praga).

En el 2006 dirigió Yo serví la rey de Inglaterra, estrenada recientemente en nuestros cines.

Tanto en Trenes rigurosamente vigilados como en Yo serví al rey de Inglaterra, tenemos dos muestras de un cine cómico aderezado con referencias sociales, históricas e incluso reflexiones sobre la condición humana. En ambas películas el protagonista es una especie de Charlot que emplea el sentido común en situaciones donde prevalecen intereses o valores absolutamente arbitrarios, algo propio de la vida, lo que facilita la posibilidad de empatizar con el protagonista.

Pero además de situaciones cómicas, es destacable que frente al extrañamiento ante una lógica social que carece racionalidad, justicia y mesura, nuestro protagonista siempre responde con ironía, que en muchas ocasiones es una lógica magistral para ejercer una crítica efectiva.

Ambas películas también destacan por la genial interpretación, por su capacidad narrativa, pero sobretodo por la universalidad del mensaje implícito en las tramas. Cine cómico-social heterodoxo pero absolutamente genial.

Eregoyan.

martes, 17 de marzo de 2009

GRAN TORINO

Con esta película Clint Eastwood demuestra que es algo más que una estrella. Es un artesano que ama su trabajo, y lo hace con una honestidad y mimo que le ha llevado a
los libros de historia. Ya desde que empezó su carrera, su motivación para hacer los spaghetti-western que le hicieron famoso fue la de conocer mundo y trabajar con un director que no hablaba ingles. Pero ya entonces con aquellos personajes estereotipados supo imponer su personalidad y destacar en películas de serie b, que gracias a él se han convertido en pequeños clásicos. Luego llegaron sus películas en Estados Unidos y con ellas su saga del policía fascistoide y vengador Harry el Sucio y demás. Pues resulta que el cine y la sociedad han evolucionado, y en “Gran Torino” vemos esa evolución de las formas narrativas y de las ideas, probablemente también del mismo director.

Y es que el personaje parece deudor de aquella época de vengadores en la que el individuo era la única forma de redimir el mal de las calles (una constante en su cine). Por eso la evolución del personaje en la película parece la evolución de la sociedad que le ha tocado vivir a un “héroe de guerra” como Eastwood. De ahí que esta película de bajo presupuesto se convierte en una película necesaria en su filmografía. No es de extrañar que el director-actor haya anunciado el final de su carrera delante de la cámara. Parece lógico que haya querido cerrar el círculo con un personaje que entiende que su tiempo ya pasó, y que como redención de las ideas, se hace este traje a medida, se corta el pelo y se rasura como actor para enfrentarse al destino a pecho descubierto. Pero es que el símbolo trasciende, y parece querer decir que el desconocimiento de nuestros semejantes es lo que nos aleja de ellos. Por eso al conocerlos les aceptamos en incluso admiramos más que a nuestra propia familia. Y es que “Gran Torino” es una carga de profundidad crítica con el americano medio y por extrapolación con nosotros mismos.

Había escuchado que el final sorprendía, y después de verla, no puedo dejar de pensar que lo interesante del metraje no es el final, sino la evolución que hace del desenlace algo necesario e inevitable. Este Walt Kowalski parece entender que el pueblo americano es el producto del mestizaje de sus culturas, sean de donde sean (el personaje es de origen polaco, el cura irlandés, el peluquero italiano…), y que por mucho que se cuelgue la bandera americana en el porche, o tenga un Ford que le da titulo en el garaje, al final lo que importa es que tu gente es la que está cerca. Tal vez por eso cuando le dieron el Oscar por “Million Dólar Baby”, su madre de casi cien años le acompañó a la ceremonia.

No quiero develar el argumento porque la película es sencilla y hay que disfrutar al descubrirla. Sólo añadiré que mezcla sabiamente el tono dramático, salpicado de diálogos de comedia que enganchan e identifican al espectador con el personaje (fantástica la secuencia de la barbería con Thao). Que está presente la diatriba individuo-iglesia-Dios tan necesaria en su último cine, y que ojala Eastwood tenga energía para seguir dirigiendo durante muchos años, porque su cine a pesar de estar hecho para que el americano medio reflexioné, sirve de espejo fuera para conocer las tripas de aquella sociedad mestiza, tan distinta pero tan igual que la nuestra.

Víctor Gualda.

viernes, 13 de marzo de 2009

EL EDIFICIO YACOBIAN


“El edificio Yacobian” es una inesperada joya del cine egipcio editada por Karma Films, distribuidora de cine independiente que está poniendo en el mercado títulos de incuestionable calidad como “Mil años de oración”, “El último viaje del juez Feng”, etc, o documentales como “¿Y tú que sabes?, “The corporation”, “Nosotros alimentamos el mundo”, etc.

“El edificio Yacobian” es la producción más cara de la historia del cine árabe, la película dirigida por Marwan Hamed, adaptación de la novela del escritor Ala el Aswani, removió los cimientos de la sociedad al tratar temas tabúes en Egipto como el fundamentalismo, las relaciones homosexuales, la prostitución, las drogas, las torturas policiales, y la corrupción política. Está película contó con la fuerte oposición del parlamento egipcio, pero finalmente se pudo distribuir, el filme arroja luz sobre determinadas realidades en la sociedad egipcia fuera de la cobertura de los medios de comunicación occidentales fruto, según el escritor de la obra, de la alianza estratégica de Egipto con EE.UU.

El edificio Yacobian fue erigido en 1934, bautizado con el nombre de un líder de la comunidad Armenia, durante décadas fue considerado como un ejemplo de elegancia y comodidad, pero con el pasar del tiempo se ido transformando en un reflejo de la sociedad egipcia contemporánea. En las diferentes plantas se han ido situando los diferentes estratos y clases de la sociedad egipcia, en las plantas más bajas la aristocracia, en las plantas más altas las clases “medias” (comerciantes), y en la azotea, como no podía ser de otra manera, las clases más bajas. Por medio de las dinámicas vitales y las relaciones sociales de los diferentes vecinos accedemos a las entrañas de está sociedad agobiada por su situación económica, política, y sobretodo por su crisis ética y moral, agudizada por la sinrazón de determinadas tendencias a reinventar "la religión” y "la sociedad” en unas claves que nada tiene que ver con el verdadero fundamento de las sociedades árabes ni quizás con el propio Islam.

En definitiva una película, quizás demasiado larga, pero altamente recomendable.

Eregoyan

martes, 10 de marzo de 2009

TRANSSIBERIAN

Esta coproducción, además de tener un reparto internacional, tiene la peculiaridad de parecer una producción más potente de lo que es (en realidad “sólo” 15 millones de dólares, que es un presupuesto reducido para Hollywood). Hay que tener en cuenta que tres cuartas partes del metraje están rodadas en los decorados del supuesto transiberiano. Con lo cual la sensación de opresión y de constante movilidad está asegurada. Otra cuestión es la eficacia con la que está conducida la trama.

El director Brad Anderson, de solvencia suficiente para crear atmósferas opresivas, ya lo comprobamos en su anterior “El maquinista” (otra pequeña producción disfrazada, y sustentada por la fantástica interpretación de Cristian Bale). Como decía, Anderson tiene la capacidad de introducirnos en un submundo cerrado en el que el suspense está garantizado por la ambigüedad de los personajes y lo cerrado del decorado.

Resulta curioso que esta pareja de americanos de clase media, un Roy (Woody Harrelson) ferretero del que se nos muestra su lado moral marcado por la religión, del que habría mucho que hablar por el lado ortodoxo muy marcado del personaje, pero que esconde una ambigüedad moral paradójica (muy bien mostrado en apenas dos secuencias) y su misteriosa mujer Jessie (Emily Mortimer) que desde el principio entendemos que tiene oscuros secretos que esconder, viajan casi como redención, para cruzarse en el tren con otra curiosa pareja formada por un español (Eduardo Noriega) que resulta inquietante por su manera de mirar y sus palabras llenas de ambigüedad y Kate Mara, una chica que parece que constantemente tiene miedo y esconde algo. Toda la primera parte el director, que ya digo consigue una atmósfera opresiva, y el guión que juega al misterio, nos llevan a un punto de una situación tensa. Pero como las matriuscas que trasporta Noriega, la trama esconde nuevas situaciones que no eran la prevista.

Se muestran así las parejas al tiempo que la trama y con un interés creciente avanzamos hacia el primer tramo de estación. Es curioso que el director ha escogido que el desenlace de este primer acto, que casi funciona como un clímax definitivo, se desarrolle lejos del tren. Pero es que al abrir la primera matriusca, la trama se reconduce hacia otro misterio. Es en este punto cuando entra en el juego de misterios y suspense el personaje policía de Ben Kinsley, que aunque ya había sido presentado en el arranque (de otra manera hubiese resultado forzado, mientras que así se amplia la incertidumbre de que papel jugará en la historia), no tiene ninguna función hasta que desaparece el anterior antagonista. Noriega.

A partir de este momento, y con la información que sólo posee el personaje de Emily Mortimer y por ende el espectador, el director utiliza al más puro estilo Hitchcock la tensión y el suspense de manera magistral. Sufrimos por la protagonista que lleva el punto de vista principal. Pero además el guión está preparándonos otra sorpresa que precipitara el segundo acto de este texto que se desliza como una anguila por los recovecos que le cede la ambigüedad de la situación. Bajo mi punto de vista, el desenlace demasiado forzado en el que por fin adquiere algún protagonismo el personaje poco creíble de Woody Harrelson y que trata inútilmente de robar plano a la verdadera “heroína” con la que difícilmente se podrá identificar el espectador (una protagonista mentirosa y manipuladora). Es entonces cuando el desenlace del film vuelve a jugar de nuevo con los mismos elementos del primer acto, por lo que la sorpresa es menor. Nada es lo que parece, el desenlace necesariamente será fuera del tren, y se ha añadido (por no decir parcheado) una escena de acción, que lo único que consigue es restarle la credibilidad que se ha ido ganado giro tras giro la antipática protagonista.

Es en este punto donde se ve que el director ingles tenía una capacidad de la que no disponen sus imitadores. Este tipo de finales pueden dejar satisfecho a un público poco exigente, o a un productor que busque números en el público, pero es necesario ser coherente con el desarrollo de un personaje y la trama, y no conformista con un plano final en el que todo se reordena como concesión a cambio del daño provocado (un daño insalvable además) lo que se desordenó en el primer tramo del metraje. Si el caos se ha adueñado de la vida de los protagonistas, ya nada debería de poder volver al origen sin más (tanto para la pareja como para Abby), y menos como concesión a un público que se olvidará de una película interesante por un final facilón.

Son Eduardo Noriega primero y Ben kinsley, como interesantes antagonistas, los que sustentan una producción en la que se ha elegido mal a la única protagonista que no cambia su mirada de susto en todo el metraje.

Víctor Gualda.

viernes, 6 de marzo de 2009

CONFIDENCIAS


El aristócrata y director de cine Don Luchino Visconti di Modorne fué uno de los autores como Fellini, Antonioni, Rosellini, etc, que pusíeron al cine italiano en el escaparate de los referentes mundiales de la producción cultural occidental.


Visconti pasó del cine social al cine más estético quedándose al final de su obra en un cine más nostálgico dentro de esta última etapa destacan “El gatopardo” y en mi opinión “Confidencias”.

El reparto de “Confidencias” es absolutamente magistral; Burt Lancaster, Silvana Mangano, Helmut Berger, Claudia Marsani, todos estos personajes representan la aristocracia en un momento histórico de absoluta decadencia.

La historia de “Confidencias” versa sobre la vida de un acaudalado profesor norteamericano que vive apartado del mundanal ruido recordando la pérdida de su mujer y queriendo disfrutar de la última etapa de su vida con recogimiento y tranquilidad. De repente se ve acosado por una marquesa italiana, una sublime Silvia Mangano, para conseguir que le alquile el piso de arriba. El profesor no acepta la petición de la marquesa por lo que sufre un tremendo acoso hasta que accede a alquilarle el piso, tras esta decisión se suceden los ruidos, las obras, y todo tipo de desordenes provocados por la marquesa, sus hijos, y el amante de la marquesa (Helmut Berger), proxeneta de dudosa reputación en esos círculos sociales. Al principio el profesor se ve sumergido en unas vidas carentes de orden, caprichosas, inconscientes, que tienen poca consideración por sus semejantes pero poco a poco va entendiendo que tras ese caos existe una profunda pulsión de vida, una vitalidad que él había perdido y por la que se ve iluminado en medio de su momento existencial de sombras y silencio.

Por medio de estos personajes Visconti nos representa dos arquetipos de la aristocracia, uno más culto, educado, que cree en el progreso, que es con quien se identifica Visconti y es la mirada que conduce el argumento (la mirada del profesor), y por otra parte una aristocracia inculta, caprichosa, que busca satisfacer sus deseos y sus pulsiones sin pensar en ningún momento en las consecuencias de esa actitud, esta clase social que siempre lo ha tenido todo y sin esperarlo la historia les ha puesto unos límites a su deseo. Ambas aristocracias han perdido su lugar específico en la historia pero lo que nos queda es la inagotable vitalidad de la aristocracia que representa la marquesa y sus hijos.

Eregoyan

lunes, 2 de marzo de 2009

SLUMDOG MILLIONAIRE

Aunque a priori no era una película que me llamara la atención, tal vez porque no soy muy fan del cine de Bollywood, la lluvia de premios en los Oscar me animó a verla. Tengo que reconocer que la película me ha sorprendido gratamente. Tal vez el mérito principal haya que buscarlo en el libro original de Vikas Shuarup, o en lo complicado que resulta el ejercicio de adaptación de Simon Swarup sin traicionar el espíritu crítico del libro. O incluso en el buen hacer de Danny Boyle. Lo cierto, es que la película se ve sin bajones de ritmo y con coherencia de principio a fin.

Lo primero que me gustaría destacar es lo bien utilizado que está un recurso tan manido como necesario que es el flash-back. Toda la película está sustentada en los cambios temporales que le imprimen ritmo, interés y curiosidad por saber como nuestro Jamal ha llegado hasta el presente, en el que está a punto de ganar el premio máximo de la edición india de “¿Quiere ser millonario?” El programa tiene la facultad de ser un formato tan global que a nadie del primer mundo (los espectadores potenciales del film) ni del tercer mundo, se le escapa la importancia. Más en un país sobrepoblado en el que la pobreza es una epidemia.

Una vez que los espectadores conocen la situación mostrada en presente, nos introduce en torturas por parte de la policía, que van a servir de excusa para que nuestro protagonista cuente su historia desde la infancia hasta el momento actual, que correspondería al final del segundo acto. Acierto estructural, porque si interés tiene como ha llegado hasta la última pregunta del concurso, más tiene saber si lo conseguirá o no. Pero la estructura esconde varias subtramas perfectamente entrelazadas que tienen en realidad mucho más interés que el propio caparazón que es el flash-back. Aquella que nos cuenta como se las arreglan miles de niños para sobrevivir en los suburbios de Bombay (Está rodada en Dharavi, y Juhu). Como operan las mafias que se aprovechan de la inocencia y los turistas; Cómo la violencia se convierte en parte de su cotidianeidad, hasta el punto de destrozar familias; La otra plaga que asola el mundo, las religiones extremistas; Las drogas; La especulación salvaje, o el machismo que convierte a la mujer en un objeto en aquel país.
Pero hasta en un basurero puede crecer una flor (permítaseme la licencia poética) y ese corazón puro no es otro que Jamal. El elegido por sus dioses para representar la esperanza de que un ayudante de telefonista (de camarero en el libro) puede llegar a la gloria que da el dinero. Pero es que los sentimientos de Jamal están impulsados por ese sentimiento romántico que en los tiempos que corren, y en países “civilizados” parece anacrónico, pero entre la miseria justificamos como algo posible: El amor. Y es que si Jamal es puro, sus sentimientos son la cuerda a la que asirse para salir de la mierda. Boyle nos lo muestra como premonición en una de las primeras secuencias.

Cada secuencia tiene un detalle que descubrir, y me gusta la idea de que el destino de la ficción se ha unido al de la realidad, cuando en las cenas previas a los oscar Harvey Weinstein, en una extrapolación real del personaje del presentador, se dedicó a traicionar el espíritu de la película vertiendo rumores que empañaran la reputación del rodaje. Aquellos que se extendieron por los mentideros de Hollywood de que se había maltratado a los actores de la película y demás lindezas. Al final triunfó la sencillez de un proyecto que rechazaron una tras otra las mayors, y que con tan “sólo” 15 millones de dólares produjeron Phathe Pictures, Celador films y Film4. Por no hablar de la distribución en principio de Warner, que acabó retirandose después de ofrecerles estrenar directamente en DVD, y que acabó recayendo finalmente en Fox Searchlight.

Al final el premio se lo llevó Boyle, que se arriesga con estos proyectos pequeños (Se decidió a grabar en digital para tener mayor movilidad y alterar lo menos posible la vida de los barrios), y que demuestra que siempre sabe darle el “toque visual” a cualquier tipo de historia. Felicidades a la gran triunfadora, que ya le está dando salidas para mejorar sus vidas a algunos de los protagonistas de este perro callejero millonario.

Víctor Gualda