Es cierto, el discurso político de esta película es un tanto infantil e ingenuo. Pero eso no le quita merito cinematográfico, y en realidad tampoco social, ni simpatía y encanto a sus protagonistas. Los edukadores son una pareja de veinteañeros, Daniel Brühl y Stipe Erceg que se dedican a entrar en las casas de los burgueses, no con intención de robar, sino más bien de remover, conciencias y muebles. Es lo que se ha dado a llamar “actos poéticos”.
El arranque nos muestra una manifestación de chavales tipo antiglobalización que son reprimidos duramente por la policía sólo por repartir folletos. Parece que el director nos quiere decir que los métodos tradicionales de protesta ya no sirven en una sociedad claramente represora. Así que acto seguido pasa a presentarnos a una chica, Julia Jentsch que trabaja en un restaurante de lujo. El “maltrato” por la condición social es mostrado tanto por parte de clientes como de jefes. La impotencia sólo encuentra vía de escape rayando de lado a lado un mercedes del garaje. Pero esta acción es ínfima (y justificada a nivel de trama como entenderemos más tarde) para lo que le depara el futuro. Después de que su casero la eche, se traslada a la casa de su novio Stipe. Compañero de piso e ideales de Brühl. Pronto por iniciativa de Daniel conoce el secreto de esta pareja de Robin Hoods neomodernos, e inconscientemente los desequilibra en todos los sentidos. Realmente no creo que el director tenga intenciones misóginas, porque el discurso va por otro sendero, pero ella introduce sus problemas personales en la causa “revolucionaria” proponiéndole una acción a Brühl contra la casa del burgués al que ella le debe dinero por un accidente de tráfico. Cuando consigue arrastrar a un inmaduro Brühl hacia el precipicio, rompe una regla más de cualquier ética personal que pueda tener, al seducir al amigo y socio de su novio (él tampoco se queda mirando, seamos justos). Pero como no hay dos sin tres, comete la torpeza de olvidar el móvil en la casa violentada, obligando a que tengan que volver de nuevo al día siguiente a buscarlo. Por supuesto la vuelta no es gratuita, pues se van a encontrar de frente con el dueño de la casa. La bola de nieve ha ido creciendo y ahora se encuentran en un callejón sin salida. Como Stipe acaba de volver de viaje, sólo faltaba involucrarlo a él para que el circo este completo y tomar decisiones drásticas.
El segundo acto hace que los cuatro protagonistas (si he dicho bien, cuatro) tengan que aislarse mientras encuentran una solución para un problema del que no parecen comprender el alcance. La situación lleva a que todos se conozcan un poco mejor, que las subtramas de relaciones entre ellos se aclaren, que todos evolucionen hacia un lugar ideal que tiene más que ver con el entorno que con la realidad que presuntamente les espera al volver a sus casas. Por eso desenlace de la película lleva al confiado espectador de la mano hacia donde Hans Weingartner (director y guionista) y Katharina Held (guionista) les conduce, para luego al más estilo americano darle una vuelta de tuerca más a este paradójicamente comercial guión.
Porque hay varios temas que destacar de esta película. Y el primero de ellos es un guión que va creciendo al paso de los minutos. Que tal vez se para un poco en la mitad del metraje, y al que le falta una base o más ideológica, o justo lo contrario, el inventar una nueva ideología reciclada al estilo de “El club de la lucha”, sin utilizar como referencia constante a Marx. Con ese nuevo código de valores el argumento ideológico hubiese tenido menos peso especifico y nos hubiésemos centrado única y exclusivamente en lo que es la película. Una película de “acción” y personajes donde el egoísmo del individuo se contrapone con el ideario –ista en mayor o menor medida en boga.
Otro elemento a destacar bajo mi punto de vista de la película es el formato en el que esta grabada. En video. Con lo que ello conlleva. Menor presupuesto. Mayores posibilidades para la planificación en menor tiempo. Tiempo y metraje para encontrar la mejor interpretación posible por parte de los actores. Interpretación muy bien llevada por cierto. Todo ello le valió el reconocimiento de su selección en la sección oficial en el festival de Cannes de 2004... y es que el cine con contenido social esta siendo apoyado por las instituciones germanas que nos obsequian desde hace unos años con al menos un buen par de títulos a nivel mundial. Sólo hay que echar un ojo a las últimas películas alemanas que han ido llegando a nuestras estanterías.
En definitiva, una película con sus defectos de inmadurez, pero de visionado obligatorio para no olvidar de dónde venimos (muchos, no todos) y dónde acabamos (la mayoría) cuando priman valores como la ambición, el poder o el dinero. Y es que de boquilla frente a una caña todos somos muy idealistas. Pero, ¿qué pasaría si nos propusieran pasar a la acción?
Víctor Gualda.
El arranque nos muestra una manifestación de chavales tipo antiglobalización que son reprimidos duramente por la policía sólo por repartir folletos. Parece que el director nos quiere decir que los métodos tradicionales de protesta ya no sirven en una sociedad claramente represora. Así que acto seguido pasa a presentarnos a una chica, Julia Jentsch que trabaja en un restaurante de lujo. El “maltrato” por la condición social es mostrado tanto por parte de clientes como de jefes. La impotencia sólo encuentra vía de escape rayando de lado a lado un mercedes del garaje. Pero esta acción es ínfima (y justificada a nivel de trama como entenderemos más tarde) para lo que le depara el futuro. Después de que su casero la eche, se traslada a la casa de su novio Stipe. Compañero de piso e ideales de Brühl. Pronto por iniciativa de Daniel conoce el secreto de esta pareja de Robin Hoods neomodernos, e inconscientemente los desequilibra en todos los sentidos. Realmente no creo que el director tenga intenciones misóginas, porque el discurso va por otro sendero, pero ella introduce sus problemas personales en la causa “revolucionaria” proponiéndole una acción a Brühl contra la casa del burgués al que ella le debe dinero por un accidente de tráfico. Cuando consigue arrastrar a un inmaduro Brühl hacia el precipicio, rompe una regla más de cualquier ética personal que pueda tener, al seducir al amigo y socio de su novio (él tampoco se queda mirando, seamos justos). Pero como no hay dos sin tres, comete la torpeza de olvidar el móvil en la casa violentada, obligando a que tengan que volver de nuevo al día siguiente a buscarlo. Por supuesto la vuelta no es gratuita, pues se van a encontrar de frente con el dueño de la casa. La bola de nieve ha ido creciendo y ahora se encuentran en un callejón sin salida. Como Stipe acaba de volver de viaje, sólo faltaba involucrarlo a él para que el circo este completo y tomar decisiones drásticas.
El segundo acto hace que los cuatro protagonistas (si he dicho bien, cuatro) tengan que aislarse mientras encuentran una solución para un problema del que no parecen comprender el alcance. La situación lleva a que todos se conozcan un poco mejor, que las subtramas de relaciones entre ellos se aclaren, que todos evolucionen hacia un lugar ideal que tiene más que ver con el entorno que con la realidad que presuntamente les espera al volver a sus casas. Por eso desenlace de la película lleva al confiado espectador de la mano hacia donde Hans Weingartner (director y guionista) y Katharina Held (guionista) les conduce, para luego al más estilo americano darle una vuelta de tuerca más a este paradójicamente comercial guión.
Porque hay varios temas que destacar de esta película. Y el primero de ellos es un guión que va creciendo al paso de los minutos. Que tal vez se para un poco en la mitad del metraje, y al que le falta una base o más ideológica, o justo lo contrario, el inventar una nueva ideología reciclada al estilo de “El club de la lucha”, sin utilizar como referencia constante a Marx. Con ese nuevo código de valores el argumento ideológico hubiese tenido menos peso especifico y nos hubiésemos centrado única y exclusivamente en lo que es la película. Una película de “acción” y personajes donde el egoísmo del individuo se contrapone con el ideario –ista en mayor o menor medida en boga.
Otro elemento a destacar bajo mi punto de vista de la película es el formato en el que esta grabada. En video. Con lo que ello conlleva. Menor presupuesto. Mayores posibilidades para la planificación en menor tiempo. Tiempo y metraje para encontrar la mejor interpretación posible por parte de los actores. Interpretación muy bien llevada por cierto. Todo ello le valió el reconocimiento de su selección en la sección oficial en el festival de Cannes de 2004... y es que el cine con contenido social esta siendo apoyado por las instituciones germanas que nos obsequian desde hace unos años con al menos un buen par de títulos a nivel mundial. Sólo hay que echar un ojo a las últimas películas alemanas que han ido llegando a nuestras estanterías.
En definitiva, una película con sus defectos de inmadurez, pero de visionado obligatorio para no olvidar de dónde venimos (muchos, no todos) y dónde acabamos (la mayoría) cuando priman valores como la ambición, el poder o el dinero. Y es que de boquilla frente a una caña todos somos muy idealistas. Pero, ¿qué pasaría si nos propusieran pasar a la acción?
Víctor Gualda.