martes, 16 de octubre de 2007

MEMORIAS DE QUEENS

Esta es la historia real de un chico cualquiera del un barrio de Nueva York que está condenado al fracaso o a la delincuencia, que ya no puede más con la presión y decide huir para encontrarse a si mismo... Con esta sencilla premisa conocemos una amplio mapa de personajes que pueblan un barrio cualquiera de cualquier gran ciudad.

El director refleja a la perfección el ambiente, las relaciones interpersonales, la vida del barrio, las necesidades de los personajes, los roles de los mismos dentro del grupo. Son chavales a los que el destino ha colocado en un dramático papel que no tienen otro remedio que representar. Como en una tragedia griega. Sólo de vez en cuando uno de ellos cobra consciencia de su situación y decide huir hacia delante. Sin mirar atrás. Pero eso si, uno nunca puede renunciar a quien es, e inevitablemente tiene que volver la vista a sus raíces. Ese es el caso de Dito Montiel. El escritor, guionista y director mezcla y remueven el futuro y el pasado en un flash-back justificado por la edición del libro autobiográfico (“A guide to recognizing your saints”) que cuenta en presente el pasado del protagonista, un pasado del que huyo, pero al que no le queda otro remedio que volver por la enfermedad de la figura paterna que marcó su infancia. De poco vale el éxito cuando a uno se le presentan de cara sus fantasmas. Hasta que no te enfrentas a ellos, no podrás crecer. Y crecer siempre es duro. Porque como decía Michael Caine en otra película, - “Lo más difícil y lo correcto suelen ser la misma cosa. Nada que signifique algo es fácil. Lo fácil no tiene cabida en la vida de adulto”-

Así, la estructura de la película se divide en dos; la que corresponde a mediados de los ochenta, y la que se desarrolla en un presente cercano. “Memorias de Queens” comienza de manera atípica pero acertada. El director muestra como es la vida en un barrio neoyorquino en un caluroso verano. De esta forma presenta a los personajes sin necesidad de ser demasiado concreto. Sin diálogos tipo manual de guión. Los lectores de las productoras de nuestro país serían incapaces de entender, porque no encontrarán un catalizador a los diez minutos con diálogos centrados en la vida de los personajes. Montiel se limita a presentarlos en conversaciones sin pies ni cabeza, como la vida misma, sin necesidad de ser demasiado explicito. Esto le da una credibilidad y un ritmo que te mete de cabeza en la película. Sientes la identificación con los personajes y quieres saber que ha sucedido con ellos al conectarlos con el futuro, en el que un soberbio Rober downey jr ha conseguido escapar y ahora al volver por la enfermedad de su padre, tiene que enfrentarse a sus fantasmas. Así, pronto conocemos a los futuros chavales, que ya no lo son, y que han tomado caminos diferentes, y en ninguno de los casos a mejor. La trama está muy bien confeccionada, de forma que une pasado y futuro con un ritmo creciente. Si te has metido en la historia, pronto te sentirás tan angustiado como Dito, y ansioso porque por fin tome la decisión mil veces aplazada de salir corriendo. Una serie de situaciones cada vez más extremas le impulsan y las subtramas no hacen otra cosa sino reforzar ese sentimiento. Dando lugar a las mejores escenas del también coproductor de la cinta Downey, las que le enfrentan con sus amigos, pero sobre todo con sus padres. Un puñado de buenos cara a cara, la conversación con su madre en unos escalones del barrio. La que tiene con su exnovia convertida en la guapa Rosario Dawson, la que comparte con Scott Cambell mientras este le cuenta que su madre se esconde cuando se cruza con él por la calle. Y por supuesto la que mantiene con el inmenso Chazz Palminteri, en otra extraordinaria interpretación. En general los actores han sabido trasmitir una credibilidad, y naturalidad formando un bloque interpretativo que ha recibido reconocimiento al trabajo bien realizado con los premios a la mejor Dirección dramática y el Especial del jurado al mejor reparto del Festival de Sundance y el premio colectivo a la mejor interpretación en el Festival de Gijón. Una vez más se refuerza la teoría de que este es el tipo de cine al que debiéramos aspirar en nuestro país, un cine de personajes sencillo, directo sin preteciosidades ni artificios. Y es que ellos tienen una industria que necesita retroalimentarse constantemente, y por eso necesitan nuevas caras que interpreten películas, escriban libros... Y encima coincide que muchos de ellos son buenos. Porque hay un mercado que cuidar y una industria a la que seguir alimentando los engranajes. España únicamente funciona por motores tan innobles como las envidias (no se trata de un estereotipo), y conservadurismo, de forma que los que están no se quieren mover de su apoltrono y los que llegan pronto se incorporan a este ritmo cansino y decadente. Por eso nos perdemos este cine perfectamente asequible a nuestros presupuestos. Este cine cercano que no tiene nacionalidad. Porque los temas universales lo son en cualquier rincón del mundo, nos hacen falta más "Ditos Montieles", pero sobre todo más productores que confien en ellos.

Devedeteco Bi.

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