Aprovechando el tirón que tiene el autor en nuestro país, la editorial Anagrama, que gestiona las publicaciones de Auster en España, ha lanzado unas semanas antes del estreno en salas, el guión de la nueva película como director de Paul Auster. “La vida interior de Martín Frost” Además, como nada es casual en la vida y literatura de Auster, la película se estrenó en el reciente festival de cine de San Sebastián, del que Paul era presidente del jurado. Para rizar aun más el rizo, en esta edición se presentaba la película de Wayne Wang “Mil años de oración”, el director honkones (¿se dirá así?) con el que Paul hizo sus primeros y mejores pinitos en el cine (“Smoke” y “Blue in the face”). Es sabido que escritor y director no acabaron bien aquella relación. Pues lo cierto, es que la prensa se ha hecho eco de que ambos ex amigos se reencontraron en el bar de la cafetería del hotel desayunando y Auster tomó la iniciativa de acercarse a Wang y decirle algo así como “Siete años son suficientes”. Desde entonces, ambos retomaron su perdida amistad, y Wayne se llevó la concha de oro del festival... pero dejemos a un lado el marujeo festivalero que tanto nos gusta, y centrémonos en el guión (no la película) que nos ha traído hasta aquí.
El guión de Paul está claramente dividido en dos partes. Y es que según él mismo cuenta en una entrevista que contiene la edición, lo escribió por encargo para una productora alemana. Finalmente no se hizo por motivos demasiado largos de explicar en la crítica, y Auster lo rescató para su “El libro de las ilusiones” (para mi, el mejor de su trayectoria) Años después ha decidido retomarlo y completarlo para rodarlo. La primera parte del guión corresponde íntegramente a la historia que contiene la novela, mientras que la segunda introduce un par de nuevos personajes. Pero vayamos por partes (igual que el autor).
En la primera, el autor nos presenta al personaje principal Martín Frost como un escritor que pasa unos días en la casa de campo de unos amigos. Quiere estar solo y aprovechar para escribir, pasear etc... pero un día, al levantarse, se encuentra que no lo está. Junto a él, en la cama duerme una chica, Claire, que dice ser la sobrina de los que le prestaron la casa a Martin. Lo cierto es que él se indigna en principio, pero se deja convencer por los argumentos de Claire y deciden compartir techo. Por supuesto, como en una especie de gran hermano, la soledad y el presunto atractivo de ambos les hace atraerse mutuamente, y sucede lo inevitable. En este mundo particular todo es perfecto. No se conocen, nada les distrae, tienen una conversación intelectualmente satisfactoria para ambos y se convierten en una especie de matrimonio bien avenido. Pero sucede que mientras Martín va completando su relato, Claire va muriendo. Sin saber de que forma, Martín logra resucitarla al quemar las páginas de su nuevo relato. El precio es demasiado bajo a cambio de ella. Luego deciden trasladarse juntos a Nueva York hasta que un pinchazo les sorprende en mitad del trayecto. A partir de aquí comienza la segunda parte. Claire desaparece y aparece el nuevo personaje del fontanero escritor Fortunato. Un manitas de pueblo que además tiene tiempo para escribir novelas. Por supuesto no está a la altura del intelectual alter ego de Paul Auster, pero le hacen comprender lo que está sucediendo al conocer a una sobrina de características parecidas a Claire (que resulta ser la hija de Auster... todo queda en familia) Martín entiende el símbolo al tiempo que se lo hace entender al espectador (en este caso lector) por si no le había quedado claro cual es la relación simbólica entre ambos, y a partir de aquí se establece una lucha por mantener la relación que les queda a Martín, Claire y Anna recién adoptada como "hija" de la pareja.
En definitiva, todo de una pretenciosidad y artificio simbólico que particularmente me ha horrorizado al leerlo, ya que aunque la idea de partida es buena, no daba más que para el corto original. El resto es un alargamiento un tanto “snob” y algo clasista al que no estamos invitados los espectadores llanos, es decir a la mayoría del potencial público de cualquier película.
El guión de Paul está claramente dividido en dos partes. Y es que según él mismo cuenta en una entrevista que contiene la edición, lo escribió por encargo para una productora alemana. Finalmente no se hizo por motivos demasiado largos de explicar en la crítica, y Auster lo rescató para su “El libro de las ilusiones” (para mi, el mejor de su trayectoria) Años después ha decidido retomarlo y completarlo para rodarlo. La primera parte del guión corresponde íntegramente a la historia que contiene la novela, mientras que la segunda introduce un par de nuevos personajes. Pero vayamos por partes (igual que el autor).
En la primera, el autor nos presenta al personaje principal Martín Frost como un escritor que pasa unos días en la casa de campo de unos amigos. Quiere estar solo y aprovechar para escribir, pasear etc... pero un día, al levantarse, se encuentra que no lo está. Junto a él, en la cama duerme una chica, Claire, que dice ser la sobrina de los que le prestaron la casa a Martin. Lo cierto es que él se indigna en principio, pero se deja convencer por los argumentos de Claire y deciden compartir techo. Por supuesto, como en una especie de gran hermano, la soledad y el presunto atractivo de ambos les hace atraerse mutuamente, y sucede lo inevitable. En este mundo particular todo es perfecto. No se conocen, nada les distrae, tienen una conversación intelectualmente satisfactoria para ambos y se convierten en una especie de matrimonio bien avenido. Pero sucede que mientras Martín va completando su relato, Claire va muriendo. Sin saber de que forma, Martín logra resucitarla al quemar las páginas de su nuevo relato. El precio es demasiado bajo a cambio de ella. Luego deciden trasladarse juntos a Nueva York hasta que un pinchazo les sorprende en mitad del trayecto. A partir de aquí comienza la segunda parte. Claire desaparece y aparece el nuevo personaje del fontanero escritor Fortunato. Un manitas de pueblo que además tiene tiempo para escribir novelas. Por supuesto no está a la altura del intelectual alter ego de Paul Auster, pero le hacen comprender lo que está sucediendo al conocer a una sobrina de características parecidas a Claire (que resulta ser la hija de Auster... todo queda en familia) Martín entiende el símbolo al tiempo que se lo hace entender al espectador (en este caso lector) por si no le había quedado claro cual es la relación simbólica entre ambos, y a partir de aquí se establece una lucha por mantener la relación que les queda a Martín, Claire y Anna recién adoptada como "hija" de la pareja.
En definitiva, todo de una pretenciosidad y artificio simbólico que particularmente me ha horrorizado al leerlo, ya que aunque la idea de partida es buena, no daba más que para el corto original. El resto es un alargamiento un tanto “snob” y algo clasista al que no estamos invitados los espectadores llanos, es decir a la mayoría del potencial público de cualquier película.
Para mi, el gran defecto de "La vida interior...", al igual que en “Lulu on the bridge” es que a pesar de un arranque interesante con unos personajes interesantes, acaba perdiéndose en sus propias “pajas” mentales sin dar opciones al espectador. Sus presentaciones realistas con un tono muy determinados, acaban gravemente heridas por el giro de trescientos sesenta grados que da al guión, haciendo que pierda la credibilidad, o mejor dicho la verosimilitud, aquello tan importante que junto con la identificación crea un lazo invisible entre pantalla y espectador. Porque como el propio director indica, “la acción se desarrolla en la cabeza de Martín” pero dudo que el espectador vaya a ser capaz de captar este punto. No sé cual será el resultado en pantalla, lo que sé es que no me convenció sobre el papel. Lo que no le puedo negar al director es lo consecuente que ha sido. Ha rodado la historia que le ha convencido, con sólo cuatro actores, y tres localizaciones. En veinticinco días. Con un presupuesto ajustado. Ha recuperado en algún momento aquellos diálogos ingeniosos de “Smoke”. Se ha expuesto y ha arriesgado, y sólo por ello tiene mi admiración, y probablemente mi entrada al cine. Unicamente espero que el varapalo no sea tan grande que no nos permita ver más textos suyos en la pantalla. A fin de cuentas es un autor en toda la extensión de la palabra y siempre tendrá algo interesante que contarnos.
Víctor Gualda.
2 comentarios:
Por qué no habrá adaptado por completo la vida de las ilusiones? estoy de acuerdo en que es de lo mejorcito que tiene.
El libro de las ilusiones es muy bueno pero ¿no habeis leido El palacio de la luna? es con diferencia la más honesta de todas. Me encanta Auster pero hay cierto tufillo artificioso en muchas de sus historias, también veré la peli pero estoy de acuerdo en que la historia de Frost hubiese sido un corto ideal... en cuanto a la anecdota de Wang y Auster en San Sebastian... no sé... quizás en un futuro tú y Salazar... (heavy tu historia con ese pequeño enfermo de si mismo)
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