Me encuentro frente a la película española revelación de este año. Las expectativas son muchas por las buenas críticas, y tal vez la minuciosidad a la hora de analizarla juegue en su contra, porque después de verla me da la impresión de que no es para tanto. Desde luego no le voy a negar las virtudes, que las tiene, pero al final llego a la conclusión de que es una película más en el triste panorama del cine español.
Su mayor baza es el fantástico reparto. Juan Diego, Luis Tosar son dos pesos pesados que se comen el metraje para que juegue a su favor. Luego tiene un reparto equilibrado que no desentona y le da credibilidad, aunque haya personajes que si se hubiesen suprimido no hubiese pasado nada, todo ello a pesar de reconocer que cumplen una función dentro de la trama. Me refiero al de Alberto San Juan, Marta Etura o Malena Alterio. El tema es de actualidad, los diálogos tratan de aportar frescura, las tramas personales están bien envueltas en la estructura narrativa. Pero insisto, la película destaca por la falta de otras cintas que le hagan sombra, más que por meritos propios. Y es que cada año se presenta en nuestro cine alguna película que casi podría ser (e incluso alguna lo es) una obra de teatro con decorados naturales. Por ejemplo “El método” o “Smokintg Room” con un tema relacionado con la empresa y con las formas de relacionarse de los personajes. “
En “Casual Day” asistimos a un extracto de un grupo de personajes que por obligación se reúnen fuera de su ámbito de trabajo para compartir unas horas de su vida en aquello que las multinacionales americanas llama un “casual day”. Es decir comparten sus problemas con el espectador, que asiste como un miembro más de la empresa a la vida de personas que son fáciles de identificar en la nuestra propia. La virtud es que a pesar de responder a estereotipos, el director Max Lemcke y los guionistas Pablo y Miguel Remón son capaces sin estridencias de hacernos sentir parte del grupo. Cada uno tiene sus propios problemas para integrarse. Juan Diego y Tosar son jefes y cumplen con sus roles de abuso de poder y discriminación, Javier Rios y Estibaliz Gabilondo son personajes atrapados muy bien construidos como yerno y amiga de la hija del jefe. Pero destaca también Carlos Kaniowski, ese secundario habitual, que aporta credibilidad a todos sus personajes, y que aquí es un hombre de mediana edad, con subtrama propia, al que ha dejado su mujer. Alex Angulo como apocado que sabe lo que se juega y es un arrastrado empleado medio. Un Alberto San Juan como psicólogo que parece un cura en cuanto le sacas de sus personajes de cómico-serio (siempre utiliza las mismas inflexiones de voz), pero que siempre está correcto, Secun de la Rosa y Mikel Losada que rellenan esta película de actores, con personajes de peso menor. Por último personajes anecdóticos que tienen una sola secuencia funcional, pero bien aprovechada Etura y Alterio. Precisamente Marta Etura introduce la película y la trama principal que sobrevolará toda la película. Al ser casi a modo de monólogo y en la primera secuencia, no puedes evitar fijarte casi en cada palabra. Inmediatamente te das cuenta de que estás dentro de una película, de que los diálogos están bien, pero no son frescos ¿por qué la mayoría de los actores españoles se conforman con interpretar?. Me pregunto si el no haber eliminado la secuencia prólogo no le hubiese dado más que quitado a la película, convirtiendo el personaje de Etura en un personaje al que se elude pero nunca vemos, y creando así expectativas al espectador... En fin, estas son soluciones que no vienen ahora al caso.
Lo cierto es que la presencia de Arturo Valls con un personaje trepa secundario y gañan me hizo preguntarme si no estaba asistiendo a un capítulo sin gags divertidos de “Cámara Café”. Y es que ese es otro de los problemas de nuestro cine. A pesar de la buena solvencia de los actores de la cinta, los hemos visto en tantas películas y series de televisión, que uno se pregunta si es que no hay más que una veintena de actores en nuestro país. Aunque de esto no podemos culpar a los productores, porque si al público patrio le cuesta ir al cine a ver a conocidos, los desconocidos ni estrenan. La pescadilla que se muerde la cola. Por eso no quiero que parezca una mala película. Todo lo contrario es una película más que correcta, y hay que felicitar a Lemcke por ser capaz de sacarla adelante. Porque si los anteriores fueron años tristes, este se salvará por los estrenos de Almodóvar y Amenabar, para que luego asistamos estupefactos a las ruedas de prensa de los políticos dándose palmaditas en la espalda, diciendo que a pesar de la crisis se ha subido la cuota de pantalla del cine español respecto al año pasado... Eso si que es una película. Dan ganas de decir –señora (por la ministra de turno), váyase a la mierda-
Víctor gualda.
Su mayor baza es el fantástico reparto. Juan Diego, Luis Tosar son dos pesos pesados que se comen el metraje para que juegue a su favor. Luego tiene un reparto equilibrado que no desentona y le da credibilidad, aunque haya personajes que si se hubiesen suprimido no hubiese pasado nada, todo ello a pesar de reconocer que cumplen una función dentro de la trama. Me refiero al de Alberto San Juan, Marta Etura o Malena Alterio. El tema es de actualidad, los diálogos tratan de aportar frescura, las tramas personales están bien envueltas en la estructura narrativa. Pero insisto, la película destaca por la falta de otras cintas que le hagan sombra, más que por meritos propios. Y es que cada año se presenta en nuestro cine alguna película que casi podría ser (e incluso alguna lo es) una obra de teatro con decorados naturales. Por ejemplo “El método” o “Smokintg Room” con un tema relacionado con la empresa y con las formas de relacionarse de los personajes. “
En “Casual Day” asistimos a un extracto de un grupo de personajes que por obligación se reúnen fuera de su ámbito de trabajo para compartir unas horas de su vida en aquello que las multinacionales americanas llama un “casual day”. Es decir comparten sus problemas con el espectador, que asiste como un miembro más de la empresa a la vida de personas que son fáciles de identificar en la nuestra propia. La virtud es que a pesar de responder a estereotipos, el director Max Lemcke y los guionistas Pablo y Miguel Remón son capaces sin estridencias de hacernos sentir parte del grupo. Cada uno tiene sus propios problemas para integrarse. Juan Diego y Tosar son jefes y cumplen con sus roles de abuso de poder y discriminación, Javier Rios y Estibaliz Gabilondo son personajes atrapados muy bien construidos como yerno y amiga de la hija del jefe. Pero destaca también Carlos Kaniowski, ese secundario habitual, que aporta credibilidad a todos sus personajes, y que aquí es un hombre de mediana edad, con subtrama propia, al que ha dejado su mujer. Alex Angulo como apocado que sabe lo que se juega y es un arrastrado empleado medio. Un Alberto San Juan como psicólogo que parece un cura en cuanto le sacas de sus personajes de cómico-serio (siempre utiliza las mismas inflexiones de voz), pero que siempre está correcto, Secun de la Rosa y Mikel Losada que rellenan esta película de actores, con personajes de peso menor. Por último personajes anecdóticos que tienen una sola secuencia funcional, pero bien aprovechada Etura y Alterio. Precisamente Marta Etura introduce la película y la trama principal que sobrevolará toda la película. Al ser casi a modo de monólogo y en la primera secuencia, no puedes evitar fijarte casi en cada palabra. Inmediatamente te das cuenta de que estás dentro de una película, de que los diálogos están bien, pero no son frescos ¿por qué la mayoría de los actores españoles se conforman con interpretar?. Me pregunto si el no haber eliminado la secuencia prólogo no le hubiese dado más que quitado a la película, convirtiendo el personaje de Etura en un personaje al que se elude pero nunca vemos, y creando así expectativas al espectador... En fin, estas son soluciones que no vienen ahora al caso.
Lo cierto es que la presencia de Arturo Valls con un personaje trepa secundario y gañan me hizo preguntarme si no estaba asistiendo a un capítulo sin gags divertidos de “Cámara Café”. Y es que ese es otro de los problemas de nuestro cine. A pesar de la buena solvencia de los actores de la cinta, los hemos visto en tantas películas y series de televisión, que uno se pregunta si es que no hay más que una veintena de actores en nuestro país. Aunque de esto no podemos culpar a los productores, porque si al público patrio le cuesta ir al cine a ver a conocidos, los desconocidos ni estrenan. La pescadilla que se muerde la cola. Por eso no quiero que parezca una mala película. Todo lo contrario es una película más que correcta, y hay que felicitar a Lemcke por ser capaz de sacarla adelante. Porque si los anteriores fueron años tristes, este se salvará por los estrenos de Almodóvar y Amenabar, para que luego asistamos estupefactos a las ruedas de prensa de los políticos dándose palmaditas en la espalda, diciendo que a pesar de la crisis se ha subido la cuota de pantalla del cine español respecto al año pasado... Eso si que es una película. Dan ganas de decir –señora (por la ministra de turno), váyase a la mierda-
Víctor gualda.
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