La acaban de editar por fin en DVD. Una de las obras maestras del cine clásico americano. Cine dentro del cine. Kirk Douglas en estado puro. Vincente Minnelli firmando su mejor título lejos del musical, tal vez junto a “El loco del pelo rojo” también con Douglas. La película es un alarde de técnica y de buen quehacer artesano, que según los rumores que nos llegan de la época, basaba el personaje principal en O´Selznick, en Welles o en Lewton (tal vez una mezcla de los tres)... aunque podría ser cualquier productor que se precie de serlo. En realidad da igual; Douglas construye un personaje complejo, el de Jonathan Shields, y con la energía que imprime a todas sus creaciones le da personalidad propia a ese odioso pero irresistible productor.
El arranque es sencillamente espectacular. A través de los protagonistas de los tres bloques en los que va a estar dividida la película, el guionista Charles Schnee nos deja ver que todos ellos tienen motivos para odiar a Shields. Todavía no le conocemos. Las expectativas se van creando por las reacciones. Se habla de él creando perspectivas que el espectador necesita conocer. Primero por separado, Un travelling con grúa que marca un plano dentro de un rodaje, nos sitúa dentro del mundo del cine. Luego los tres protagonistas sentados en el despacho del hombre de confianza del también productor y amigo interpretado por Walter Pidgeon nos van a dar paso a los flash-backs que van a componer la película. Al estilo de “Ciudadano Kane” vamos a conocer la personalidad de nuestro protagonista. Al igual que en ella es una falsa sensación, pues el punto de vista principal siempre estará con Douglas-Shields, o en último caso se moverá discretamente según convenga. Otro elemento interesante de esta estructura inicialmente planteado por Welles y luego repetido hasta la saciedad, es que la acción va avanzando temporalmente y no se desarrolla simultáneamente en acciones paralelas, de manera que la trama no deja de avanzar, marcando el arranque, triunfo y declive del personaje.
La secuencia de presentación de Douglas-Shields es de nuevo genial. En el entierro del padre de Shields, uno de los asistentes se dedica a insultarlo todo el rato sin saber que quien está a su lado es su hijo. Luego la genial sorpresa que no desvelaré, pero que también ha sido utilizada en diversas ocasiones incluso en nuestro cine (era la base argumental de “Familia” por ejemplo). Es el principio de la relación que entre el futuro director oscarizado interpretado por Barry Sullivan y el futuro productor oscarizado (obtuvieron el permiso de la academia para utilizar la estatuilla del tío Oscar), que les llevará a trabajar para un estudio en una sección de cine de serie B. La ambiciosa personalidad de Douglas les llevará a convertir una película, cuyo argumento me recordó a “La mujer pantera” de Tourneur, en un pequeño éxito que les abre las puertas de producciones más ambiciosas. Es entonces cuando llegará el primer desengaño.
Para el segundo Schnee y Minnelli han sembrado antecedentes pero sin descubrir la personalidad de la futura actriz Lana Turner, que interpreta a la insegura hija de otro actor de “raza”... Los precedentes nos hacen imaginar por donde vendrá el golpe. Pero antes vamos a asistir a la confirmación de que Shields es capaz de cualquier cosa por el cine... o tal vez por él mismo. El camino está marcado, y aquí la sorpresa vendrá al saber hasta donde llegará la falta de moral del protagonista. No importa, porque aun hay más. Ya sabemos de lo que es capaz el productor. La moral no es una de las características de su personalidad. Parece que los escrúpulos son para quien tiene vida personal, y Shield-Douglas no lo tiene. Por eso está dispuesto a “eliminar” a la mujer del futuro pullitzer Dick Powell encargado de sacar adelante su siguiente guión.
Pero Minnelli no ha querido dejar a nuestro protagonista como héroe, la lección de vida y de oficio se la da un personaje secundario, el director de sus películas interpretado por Ivan Triesault , cuando en un aparte, (quien sabe si para saldar alguna deuda personal del propio Minnelli), le explica a Shields-Douglas que lo principal para dirigir es La Humildad, algo de lo que él carece. Por supuesto nada es gratis, y el precio, es la decadencia que le ha llevado a reunir a sus viejos “amigos” para pedirles que trabajen por última vez para él. El final no es cerrado. Está claro que todos ellos deben lo que son al productor, y no sabemos si en un futuro... que seria la secuela, todos ellos trabajarían juntos en esa apetecible producción.
Lo que me resulta más curioso, del personaje es lo poco que se nos muestra de él. Quero decir, que a pesar de que vemos sus acciones, no se dejan entrever sus intenciones. Se crea de esta forma un personaje que a pesar de que tiene detalles amorales, no deja de caer simpático, y uno llega incluso a justificar sus acciones. Tal vez precisamente porque con ellas, sus amigos han crecido y madurado convirtiéndose en los mejores en su oficio, se crea una empatía en los dos sentidos. En cualquier caso, un guión de hierro con premio de la Academia americana, adaptado por Schnee de “Tribute to a badman” de George Bradshaw.... Sin duda, “Cautivos del mal” es una obra maestra imprescindible, de esas que es necesario revisar cada cierto tiempo.
Víctor Gualda.
El arranque es sencillamente espectacular. A través de los protagonistas de los tres bloques en los que va a estar dividida la película, el guionista Charles Schnee nos deja ver que todos ellos tienen motivos para odiar a Shields. Todavía no le conocemos. Las expectativas se van creando por las reacciones. Se habla de él creando perspectivas que el espectador necesita conocer. Primero por separado, Un travelling con grúa que marca un plano dentro de un rodaje, nos sitúa dentro del mundo del cine. Luego los tres protagonistas sentados en el despacho del hombre de confianza del también productor y amigo interpretado por Walter Pidgeon nos van a dar paso a los flash-backs que van a componer la película. Al estilo de “Ciudadano Kane” vamos a conocer la personalidad de nuestro protagonista. Al igual que en ella es una falsa sensación, pues el punto de vista principal siempre estará con Douglas-Shields, o en último caso se moverá discretamente según convenga. Otro elemento interesante de esta estructura inicialmente planteado por Welles y luego repetido hasta la saciedad, es que la acción va avanzando temporalmente y no se desarrolla simultáneamente en acciones paralelas, de manera que la trama no deja de avanzar, marcando el arranque, triunfo y declive del personaje.
La secuencia de presentación de Douglas-Shields es de nuevo genial. En el entierro del padre de Shields, uno de los asistentes se dedica a insultarlo todo el rato sin saber que quien está a su lado es su hijo. Luego la genial sorpresa que no desvelaré, pero que también ha sido utilizada en diversas ocasiones incluso en nuestro cine (era la base argumental de “Familia” por ejemplo). Es el principio de la relación que entre el futuro director oscarizado interpretado por Barry Sullivan y el futuro productor oscarizado (obtuvieron el permiso de la academia para utilizar la estatuilla del tío Oscar), que les llevará a trabajar para un estudio en una sección de cine de serie B. La ambiciosa personalidad de Douglas les llevará a convertir una película, cuyo argumento me recordó a “La mujer pantera” de Tourneur, en un pequeño éxito que les abre las puertas de producciones más ambiciosas. Es entonces cuando llegará el primer desengaño.
Para el segundo Schnee y Minnelli han sembrado antecedentes pero sin descubrir la personalidad de la futura actriz Lana Turner, que interpreta a la insegura hija de otro actor de “raza”... Los precedentes nos hacen imaginar por donde vendrá el golpe. Pero antes vamos a asistir a la confirmación de que Shields es capaz de cualquier cosa por el cine... o tal vez por él mismo. El camino está marcado, y aquí la sorpresa vendrá al saber hasta donde llegará la falta de moral del protagonista. No importa, porque aun hay más. Ya sabemos de lo que es capaz el productor. La moral no es una de las características de su personalidad. Parece que los escrúpulos son para quien tiene vida personal, y Shield-Douglas no lo tiene. Por eso está dispuesto a “eliminar” a la mujer del futuro pullitzer Dick Powell encargado de sacar adelante su siguiente guión.
Pero Minnelli no ha querido dejar a nuestro protagonista como héroe, la lección de vida y de oficio se la da un personaje secundario, el director de sus películas interpretado por Ivan Triesault , cuando en un aparte, (quien sabe si para saldar alguna deuda personal del propio Minnelli), le explica a Shields-Douglas que lo principal para dirigir es La Humildad, algo de lo que él carece. Por supuesto nada es gratis, y el precio, es la decadencia que le ha llevado a reunir a sus viejos “amigos” para pedirles que trabajen por última vez para él. El final no es cerrado. Está claro que todos ellos deben lo que son al productor, y no sabemos si en un futuro... que seria la secuela, todos ellos trabajarían juntos en esa apetecible producción.
Lo que me resulta más curioso, del personaje es lo poco que se nos muestra de él. Quero decir, que a pesar de que vemos sus acciones, no se dejan entrever sus intenciones. Se crea de esta forma un personaje que a pesar de que tiene detalles amorales, no deja de caer simpático, y uno llega incluso a justificar sus acciones. Tal vez precisamente porque con ellas, sus amigos han crecido y madurado convirtiéndose en los mejores en su oficio, se crea una empatía en los dos sentidos. En cualquier caso, un guión de hierro con premio de la Academia americana, adaptado por Schnee de “Tribute to a badman” de George Bradshaw.... Sin duda, “Cautivos del mal” es una obra maestra imprescindible, de esas que es necesario revisar cada cierto tiempo.
Víctor Gualda.
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