A nadie se le escapa la importancia de los títulos para definir el tono de una película. Y aunque es fácil relacionar a Tornatore con su homenaje amable al séptimo arte de “Cinema Paradiso”, al director italiano le gusta tocar diferentes palos. En este caso se atreve con un drama envuelto en thriller, y tengo que reconocer que después de seis años de espera desde su anterior “Malena”, el resultado es más que aceptable.
Como decía, el crédito que da título al metraje, cobra especial protagonismo. Toda la película está planteada como una especie de larga presentación del personaje principal. Para el espectador, Irena (Xenia Rappoport) es una desconocida de la que va descubriendo parcelas limitadas de su vida. Vemos que está recién llegada a la ciudad; Que le interesa vivir en una zona determinada; Que tiene una gran cantidad de dinero en efectivo, pero aun así quiere trabajar haciendo como limpiadora en un piso concreto. Piso en el que vive una familia acomodada con su hija.
El fantástico guión, firmado por el propio director, va dando detalles lentamente y generando la curiosidad del espectador que probablemente juegue a adivinar cuales son los verdaderos intereses de la protagonista. Unos flash-backs espaciados, con un estilo de fotografía rodaje y planificación diferentes, nos hablan de un pasado difícil, desarrollado en una trama paralela. La subtrama no está colocada de manera descuidada, también nos aporta pistas de sus intereses presentes. Nos presenta además a un antagonista que en el tercer tramo de película absorberá todo el conflicto, uniendo el pasado que representan los flash-backs y el presente, además de descubrirnos los motivos de nuestra protagonista. De esta forma entendemos el conflicto moral al que se ha enfrentado Irena a lo largo de todo el metraje.
Es tal vez este tercer bloque el que resulta más efectista, aunque algo precipitado, al girar radicalmente al thriler y dejar casi de trasfondo el drama, con algunas elipsis que tal vez den ritmo, pero que recortan el interés. El mayor problema de la cinta, se encuentra en un descubrimiento anticlímatico innecesario (¿será el pago moral necesario por sus actos? ya que el personaje lleva ese peso, sugerido por sus visitas a la antigua criada), que el director trata de compensar en un epílogo forzado y bajo mi punto de vista poco creíble, sólo con el fin de dejar un final positivo.
Tal vez haya espectadores que no aprecien el interés de la película por razones tan banales como el ritmo, acostumbrados al cine de género americano. Pero Tornatore es un director con muchas tablas, y tanto el tono, el ritmo, la mezcla de géneros, el suspense y la sorpresa (al más puro estilo Hitchcock) están llevados con una coherencia que se acomodan al estilo europeo, y aunque no haya sido una película especialmente taquillera en nuestro país, hay que rendirse ante el buen quehacer de este director lastrado por el éxito mundial de su oscarizada segunda película.
Víctor Gualda
Como decía, el crédito que da título al metraje, cobra especial protagonismo. Toda la película está planteada como una especie de larga presentación del personaje principal. Para el espectador, Irena (Xenia Rappoport) es una desconocida de la que va descubriendo parcelas limitadas de su vida. Vemos que está recién llegada a la ciudad; Que le interesa vivir en una zona determinada; Que tiene una gran cantidad de dinero en efectivo, pero aun así quiere trabajar haciendo como limpiadora en un piso concreto. Piso en el que vive una familia acomodada con su hija.
El fantástico guión, firmado por el propio director, va dando detalles lentamente y generando la curiosidad del espectador que probablemente juegue a adivinar cuales son los verdaderos intereses de la protagonista. Unos flash-backs espaciados, con un estilo de fotografía rodaje y planificación diferentes, nos hablan de un pasado difícil, desarrollado en una trama paralela. La subtrama no está colocada de manera descuidada, también nos aporta pistas de sus intereses presentes. Nos presenta además a un antagonista que en el tercer tramo de película absorberá todo el conflicto, uniendo el pasado que representan los flash-backs y el presente, además de descubrirnos los motivos de nuestra protagonista. De esta forma entendemos el conflicto moral al que se ha enfrentado Irena a lo largo de todo el metraje.
Es tal vez este tercer bloque el que resulta más efectista, aunque algo precipitado, al girar radicalmente al thriler y dejar casi de trasfondo el drama, con algunas elipsis que tal vez den ritmo, pero que recortan el interés. El mayor problema de la cinta, se encuentra en un descubrimiento anticlímatico innecesario (¿será el pago moral necesario por sus actos? ya que el personaje lleva ese peso, sugerido por sus visitas a la antigua criada), que el director trata de compensar en un epílogo forzado y bajo mi punto de vista poco creíble, sólo con el fin de dejar un final positivo.
Tal vez haya espectadores que no aprecien el interés de la película por razones tan banales como el ritmo, acostumbrados al cine de género americano. Pero Tornatore es un director con muchas tablas, y tanto el tono, el ritmo, la mezcla de géneros, el suspense y la sorpresa (al más puro estilo Hitchcock) están llevados con una coherencia que se acomodan al estilo europeo, y aunque no haya sido una película especialmente taquillera en nuestro país, hay que rendirse ante el buen quehacer de este director lastrado por el éxito mundial de su oscarizada segunda película.
Víctor Gualda