lunes, 20 de abril de 2009

AUSTRALIA

La excusa para este western épico que no lo es, no es otra que el ataque de los japos sobre Australia después de Pearl Harbor, para evitar que sirviera de lanzadera al contraataque americano a Japón. Poco importa que los americanos matasen sólo un par de años más tarde a miles de personas con sus bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki (casi 700.000 víctimas directas o indirectas, civiles en su mayoría). Esta película no es otra cosa que una comedia romántica entre el vaquero Hugh Jackman y la señorita inglesa Nicole Kidman. Todo lo demás no es más que un envoltorio épico para rellenar las dos horas y media de metraje. Y es que el director Baz Luhrmann quiere contarlo todo, tocando todos los géneros. Y ya es sabido que el que mucho abarca, poco aprieta.

Así, la película se divide en varios capítulos, que poco tienen que ver unos con otros. Desde el arranque justificatorio que nos pone en situación, y que está planteado en un tono de comedieta, con la llegada de la inglesa al rancho, pasando por la road movie tipo “La diligencia” con la excusa de llevar el ganado cruzando medio país para abastecer de carne al imperio. Un par de malos estereotipados insuficientemente trabajados e intercambiables, hasta llegar al primer punto de giro, que más bien podría ser el clímax de la película, pero que sólo lo es del primer capítulo de esta miniserie largometrada.

Segundo acto, que no lo es por duración, con unas elipsis que casi dan miedo porque se intuye que el material está cortado con un machete australiano, y es que el periodo de felicidad que nos muestra el director parece montado por un mono loco. Cambios de temas. Sin dar a conocer a los “malos” de nuevo más allá del esteriotipo, Luhrmann decide que mejor centrar los esfuerzos en un solo antagonista, separar artificiosamente a la pareja (melodrama), secuestrar a un niño mestizo excusa del metraje (thriller), y el ataque de los japoneses (bélico). Se agita todo, y ya se tiene una nuevo objetivo para el reencuentro y el momento heroico, tanto de los protagonistas, que curiosamente dejan de serlo para delegar responsabilidades en los secundarios, tal vez por corrección social. Los personajes pierden la coherencia, sobre todo el de Nicole Kidman, que parece una trastornada desorientada. Y entonces el director y los guionistas (Beattie, Harwood y Flanagan) los convierten en actores de reparto en un –más difícil todavía- sin arrebatarles plano. ¿Qué sucedió con el cliché del cine clásico que tan bien funciona, en el que los héroes tenían el privilegio de las mejores escenas, y de la resolución del desenlace? Que aquí se deja para la escena postclimática, en la que los buenos, guapos y ricos vuelven a formar una familia, para que la moral no sea ultrajada.

A pesar de las incoherencias de guión, de algún fallo de racord importante (por qué la estampida empieza mitad de la noche y termina a media tarde?), de los extraños cambios de personalidad de la protagonista, y del cambalache de géneros, Australia resulta una película entretenida, divertida por momentos, preciosista visualmente (incluyendo las escenas estáticas de decorado descarado con fondo digital), que deja un buen sabor de boca al espectador poco exigente… y es que los tópicos siempre funcionan en el cine de masas, aunque sea de forma desordenada.

Víctor Gualda.

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