viernes, 19 de junio de 2009

RESISTENCIA

Hay películas que es necesario comentar por razones extracinematográficas. El caso de “Resistencia” es el más obvio con el que me he encontrado desde hace tiempo. El motivo; es una película de propaganda política encubierta de las más descaradas de los últimos años. No creo que sea necesario explicar que los inicios de los grandes estudios fueran judíos inmigrantes que se asentaron en los estates y visionarios en el negocio. Tampoco que actualmente gran parte de la industria es controlada por judíos. Si en un inicio pusieron a disposición del estado su cadena de montaje para hacer películas panfleto-patrióticas bélicas, luego la cosa derivó en concienciar al gran público de la gran injusticia que sufrieron en la Alemania nazi. Hasta aquí bien. El problema es que tienen además la peculiaridad de no admitir voces discordantes. O estas con ellos, o contra ellos. Y me da la impresión que entre el blanco y el negro hay una gran variedad de tonalidades. Ya lo hicieron con el otro tema político que les ocupa. El palestino, y cinematográficamente el boicot a “Paradise Now” cuando intentaron expulsarla de los Oscar. No lo consiguieron porque los premios habrían perdido toda credibilidad, pero al menos consiguieron que no ganara (a pesar de merecerlo). “Resistencia” va más lejos del mero panfleto.

Ambientada durante la ocupación de Bielorrusia por los nazis, cuenta como un grupo de partisanos judíos liderados por la familia Bielski, se convirtieron en comunidad, refugiándose en los bosques y defendiéndose contra el invasor. Un drama bien construido, equilibrado en las tramas por tópicas, aunque en algún momento se haga lenta y pesada, pero con una estructura clara y diáfana. Dos hermanos (tres en realidad) campesinos y competitivos que buscan su sitio, y que darán la ayuda a su pueblo de la mejor manera posible. Pero ya desde el arranque es evidente la metáfora que cubre todo el entramado. Craig que interpreta al hermano Tuvia Bielski, podría llamarse Moisés, porque sólo le falta bajar del monte Sinai con las tablas. Se convierte en líder profético, y sigue los designios que Dios le transmite llegando a cruzar su propio mar Rojo, huyendo en busca de la tierra prometida.

O al menos eso es lo que yo saco en claro. Por supuesto al tratarse de una comunidad, habrá otros personajes que interpretaran roles necesarios para entender a la comunidad judía. El intelectual rabino y su aprendiz, el egoísta que es eliminado con el mismo despotismo que haría un Dios Vengativo, y que refuerza al líder. Las mujeres como fieles compañeras de viaje sin voz mi voto, y por supuesto el drama de los hermanos que están condenados a entenderse y que tienen la correspondiente lucha moral por la envidia, el liderato, el despotismo y la violencia siempre tratando de que sea justificada. Incluso la continuidad de la comunidad está expuesta con el personaje del hermano menor Jamie Bell (Asael) como líder sucesor.

Llegados a este punto, lo que más atención me ha llamado aparte de un conjunto paternalista y didáctico, ha sido la clara extrapolación con la actual situación con Palestina. Sobre todo en aquella secuencia aislada en la que atrapan a un militar alemán, casi única personificación del nazi como individuo aislado, pero que han utilizado para justificar no la fuerza o la defensa ante la injusticia, sino la violencia irracional del pueblo que tiene derecho a vengarse. Y es tan clara manipulación que llega a asustar. Es fácil identificarse con las víctimas después de mostrarnos los horrores y entrar en el juego del ojo por ojo. Pero ya no es la empatía refinada de “La lista de Schiller” que mostraba al enemigo mediante un personaje despiadado, y la voluntad de sobrevivir de los judíos, mostrando sus “armas” en la inteligencia y el apoyo de alguien externo a la comunidad, pero siempre con variedad de matices cambiantes en cada escena. Los hermanos Bielski utilizan y justifican la fuerza como único medio para sobrevivir, siempre con la etiqueta de “historia real” que da credibilidad a cualquier estereotipo. Los personajes han sido tratados con benevolencia extrema y acaban siendo héroes indiscutidos, con una moral intacta a pesar de tener las manos manchadas de sangre.

En cuanto a la interpretación poco o nada que decir. Craig con su habitual frialdad construye un personaje inexpresivo sin matices que pasa igual ante muerte, el amor o cualquier matiz que tenga que interpretar. Es el paradigma para el experimento Kulechov. Liev Schreiber (Zus) borda estos personajes sarcásticos que parecen siempre enfadados, pero también ofrece poco repertorio. Es tal vez Jamie Bell, el hermano menor, al que se le adivina mayor variedad de registros en este drama bélico.

En definitiva, noto una intención política de extrapolar situaciones e introducir poco a poco en el subconsciente colectivo la idea de que están haciendo lo correcto en oriente medio, castigando con toda su maquinaria militar al no reconocido estado palestino, apareciendo como víctimas en vez de cómo verdugos. Y ellos podrán considerarse (con razón o no) perseguidos y odiados, pero ni la fuerza militar ni el dinero, ni la manipulación dan la razón, solo engendran más odio y más violencia.

Víctor Gualda.

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