lunes, 1 de junio de 2009

LA CLASE

El último festival de Cannes ha dejado como vencedor a Michael Haneke y su “El Lazo Blanco”. También la “guerra” entre Almodóvar y Boyero a la vuelta del festival. Pero lejos de la polémica, el año pasado la ganadora del festival fue “La clase”. Recién estrenada en DVD en nuestro país, la mejor película del festival fue este análisis sociológico de los adolescentes franceses, tal vez extrapolable a nuestro país. Una película que cautiva por su sencillez y autenticidad.

La película dirigida por Laurent Cantet de dos horas de duración, tiene la facultad de mantener el interés sin que decaiga en ningún momento el ritmo, prescindiendo de la estructura narrativa tradicional. Amparándose en un estilo casi documental, la cámara se mantiene alejada de los actores, utilizando planos largos o teleobjetivos para no interrumpir “la verdad” de las situaciones. (muchas de ellas improvisadas). El punto de vista dominante a los largo de (casi) todo el metraje es el de François (el propio escritor de la novela y coguionista) profesor de lengua y tutor de una clase cualquiera, de un instituto de la periferia de París. De esta forma conocemos a los alumnos y las relaciones con los adultos y entre ellos mismos. Entendemos que muchos de ellos son rebeldes, la mayoría inmigrantes, inadaptados, pero a fin de cuentas alumnos que se encuentran en institutos públicos de Francia y por extensión en cualquier país de Europa. Conocemos las pequeñas competencias entre profesores, las relaciones jerárquicas dentro del centro (relaciones de poder). Las de los profesores con el sistema. Asistimos a las tutorias con los padres, a las relaciones de padres e hijos, y al distanciamiento del profesor y alumno. El guionista resulta ser el propio Francois Begaudeau (junto al director y a Robin Campillo) y se posiciona claramente de parte de él mismo, pero hace concesiones a la historia para crear incomodidad en el público.

Si a lo largo de más de hora y media Cantet juega con una calma tensa que puede estallar en cualquier momento, el último tramo de película introduce un conflicto. Un pequeño detalle que desencadena una reacción en cadena que afecta a François y a alguno de los alumnos. Muy buena jugada la de crear la incomodidad de la injusticia de forma clara. La duda, la reflexión y la culpa se encuentran para que se produzca una situación que altera el delicado equilibrio que acaba resultando incluso deprimente.


Lo mejor es la reflexión a la que el director invita al espectador con la consulta al final de la clase y la película, en la que el profesor pregunta a sus alumnos qué han aprendido. Todos tratan de aportar algo, pero cuando han salido, una de las alumnas se acerca a François y le dice que no cree que haya aprendido nada. La reflexión sobre el aprendizaje, los valores, la disciplina, está encima de la mesa, y el espectador, posible padre de ese futuro que son los hijos, debería saber qué contestar. Cómo un final así sería demoledor y deprimente, se ha incluido una escena en la que profesores y alumnos juegan un partido en el patio del instituto. Puede ser una imagen simbólica, pero me inclino por el descanso para apaciguar la tensión.

Al recoger opiniones, me doy cuenta de que la clase media ve desde una perspectiva alejada la posibilidad de que sus hijos tengan esos problemas o preocupaciones. No son inmigrantes (la inmigración es un tema muy presente en la película), sus familias les proporcionan una estabilidad que les hace creer que están lejos de esas situaciones. Todos ven el germen de las revueltas de Francia el año pasado. Y es que siempre es fácil sentir empatía por el personaje más cercano. En este caso el profesor planteado como justo, inteligente y ético. Pero François no representa la actitud general de la clase media, y me da la impresión de que rechazan (como buena parte de la sociedad), la integración de los inmigrantes, creando ese muro que distingue las clases sociales (muy bien representada en los padres de los únicos alumnos blancos y nacidos en Francia del film) convirtiéndose al final la difícil situación en la pescadilla que se muerde la cola.

Víctor Gualda

1 comentario:

Anónimo dijo...

Entre los muros, como dice el titulo en frances, es donde se recorta este interesante analisis social, donde las partes del universo: instituto-profesores-alumnos-padres se implican, sobre todo las relaciones de poder que ejerce la educacion en un colegio x de la pariferia parisina, y la respuesta del alumnado, donde aparece manifiesta la multiculturalidad (es verdad podria aplicarse tambien a otras capitales de Europa), donde es dificil "reconocerse frances" tanto para unos como para otros alumnos. La peli resulta mas interesante aun, mientras seguimos en tensión, me parece que el personaje del profesor denota una busqueda interior intencionada de acercarse desde "otro lugar" a los adolescentes, una manera de quebrar el orden del colegio.
Me parece genial que el profe sea de lengua, porque es a traves del lenguaje donde se establece la dialectica que evidentemente en este caso se rompe. Una relacion de poder escuela-orden y alumnos-caos, y como resultante la realidad del adolescente que dispara pasividad, descontrol, insolencia etc.. Desde afuera los padres, con la resistencia a tomar parte, porque no pueden, porque no saben(muy buena la reflexion sobre "padres blancos"). Creo que esta muy bien el matiz de opiñiones de los otros profesores y como determinan la situacion en el conflicto ambas partes. Tambien el tema de "premios y castigos" que parece un circulo vicioso de la sociedad actual extrapolable tambien a otros ámbitos.
Si es muy fuerte el final de la peli, y el hecho de que alguien sienta que no aprendió nada demuestra que la grieta es aun mayor que lo que se ve en la superficie, y es ahi donde pega mas fuerte, porque como espectadores nos contentamos con la falsa apariencia, nos da cierta comodidad facilista y romantica, pero en el fondo enmascara la otra cruda realidad.