Merece la pena revisitar el clásico de John Boorman para comprobar la evolución del cine de acción antes de los setenta. Lo curioso es comprobar que aunque todavía el lenguaje es un tanto artificial y más emparentado con el cine clásico de género, Boorman introduce nuevos elementos muy cercanos al cine europeo y en concreto al “film noir.
Walter (Lee Marvin) es un ladrón que es engañado por su mejor amigo y su mujer tras cometer un robo a otros ladrones. El lugar; la mítica prisión de Alcatraz ya abandonada. Símbolo presente a lo largo de todo el metraje, la película comienza y termina entre las sombras de sus rejas. Será el lugar elegido para la traición. Flash-backs cortantes con mucha presencia del sonido más que del diálogo. Un Walker malherido y con un fantástico juego de acciones paralelas mezclado con un guía que explica en off la historia de las fugas de la prisión. Entendemos que Walker es tipo duro que ha conseguido sobrevivir a los disparos y las aguas sólo para disfrutar de la venganza.
“A quemarropa” es sobre todo un western centrado en el tema clásico de la venganza del personaje (fantásticos los angustiosos flash-backs que atormentan al personaje y que parecen salir desordenados de su cabeza) que hasta utiliza el formato Panavision, pero con la peculiaridad de que la estructura se rompe casi en el primer giro dramático. La mejor forma de encontrar su dinero es que sea su propia mujer quien le conduzca a su antiguo amigo y socio. Este sería el fin último de cualquier película, pero Boorman rompe las reglas para introducir un personaje ambiguo que es “La organización” (al final la suma de nuevos individuos que bajo el amparo de la empresa no toman conciencia ni responsabilidad de sus actos delictivos), y que se convertirá en el antagonista. Esto le resta emoción al argumento. Una vez que se ha saltado a su ex esposa y al traidor, no hay involucración emocional por parte del espectador, ya que el clímax se encuentra con ellos (en una fantástica secuencia en el ático por cierto) pero las escenas de acción continuaran hasta que Walker recupere sus noventa y tres de los grandes. Supongo que esta situación será la prolongación de la novela de Richard Stark (seudónimo de Donald E. Westlake)
Si un espectador medio suele recordar un par de secuencias de las películas, “A quemarropa” tiene un buen puñado de escenas fantásticas que luego han sido imitadas hasta la saciedad. Maravillosa la secuencia en la que Walker se cuela en el ático. Fantástica la secuencia del vendedor de coches, la del tirador, y el desenlace de Alcatraz. Eso si, dramáticamente no tiene igual, ni siquiera en la actualidad, aquella en la que el amigo le convence para le ayude en el robo. La situación surrealista de ambos en el suelo rodeados de piernas crea un desasosiego y tiene un punto surrealista que sólo imagino a Tarantino siendo capaz de reinventar. Y es que Boorman (igual que Tarantino) deja ver su gusto por el cine negro francés de manera clara en este homenaje con los elementos de la venganza, la amistad y la traición como sustento de una trama desigual, en la que un Lee Marvin entre duro y tierno, se deja acompañar por la fantástica Angie Dickinson.
La maravillosa utilización de los zooms ahora tan anticuados, combinados con travellings lentos, el montaje cortado y desigual que cambia el ritmo externo, el sonido con un inusual protagonismo, los flash-backs machacones, un sugerido expresionismo en las secuencias de la cárcel, los diálogos directos y poco explicativos, y un ritmo desigual que parecen pertenecer a otro género, incluso toques de humor encubiertos, son algunas de las características de este clásico de acción en el que la cámara todavía permanece alejada del personaje para mostrarlo todo, pero que invita a cualquier cinéfilo a revisar el género que tal vez más haya cambiado con el paso de las décadas.
Víctor Gualda.
Walter (Lee Marvin) es un ladrón que es engañado por su mejor amigo y su mujer tras cometer un robo a otros ladrones. El lugar; la mítica prisión de Alcatraz ya abandonada. Símbolo presente a lo largo de todo el metraje, la película comienza y termina entre las sombras de sus rejas. Será el lugar elegido para la traición. Flash-backs cortantes con mucha presencia del sonido más que del diálogo. Un Walker malherido y con un fantástico juego de acciones paralelas mezclado con un guía que explica en off la historia de las fugas de la prisión. Entendemos que Walker es tipo duro que ha conseguido sobrevivir a los disparos y las aguas sólo para disfrutar de la venganza.
“A quemarropa” es sobre todo un western centrado en el tema clásico de la venganza del personaje (fantásticos los angustiosos flash-backs que atormentan al personaje y que parecen salir desordenados de su cabeza) que hasta utiliza el formato Panavision, pero con la peculiaridad de que la estructura se rompe casi en el primer giro dramático. La mejor forma de encontrar su dinero es que sea su propia mujer quien le conduzca a su antiguo amigo y socio. Este sería el fin último de cualquier película, pero Boorman rompe las reglas para introducir un personaje ambiguo que es “La organización” (al final la suma de nuevos individuos que bajo el amparo de la empresa no toman conciencia ni responsabilidad de sus actos delictivos), y que se convertirá en el antagonista. Esto le resta emoción al argumento. Una vez que se ha saltado a su ex esposa y al traidor, no hay involucración emocional por parte del espectador, ya que el clímax se encuentra con ellos (en una fantástica secuencia en el ático por cierto) pero las escenas de acción continuaran hasta que Walker recupere sus noventa y tres de los grandes. Supongo que esta situación será la prolongación de la novela de Richard Stark (seudónimo de Donald E. Westlake)
Si un espectador medio suele recordar un par de secuencias de las películas, “A quemarropa” tiene un buen puñado de escenas fantásticas que luego han sido imitadas hasta la saciedad. Maravillosa la secuencia en la que Walker se cuela en el ático. Fantástica la secuencia del vendedor de coches, la del tirador, y el desenlace de Alcatraz. Eso si, dramáticamente no tiene igual, ni siquiera en la actualidad, aquella en la que el amigo le convence para le ayude en el robo. La situación surrealista de ambos en el suelo rodeados de piernas crea un desasosiego y tiene un punto surrealista que sólo imagino a Tarantino siendo capaz de reinventar. Y es que Boorman (igual que Tarantino) deja ver su gusto por el cine negro francés de manera clara en este homenaje con los elementos de la venganza, la amistad y la traición como sustento de una trama desigual, en la que un Lee Marvin entre duro y tierno, se deja acompañar por la fantástica Angie Dickinson.
La maravillosa utilización de los zooms ahora tan anticuados, combinados con travellings lentos, el montaje cortado y desigual que cambia el ritmo externo, el sonido con un inusual protagonismo, los flash-backs machacones, un sugerido expresionismo en las secuencias de la cárcel, los diálogos directos y poco explicativos, y un ritmo desigual que parecen pertenecer a otro género, incluso toques de humor encubiertos, son algunas de las características de este clásico de acción en el que la cámara todavía permanece alejada del personaje para mostrarlo todo, pero que invita a cualquier cinéfilo a revisar el género que tal vez más haya cambiado con el paso de las décadas.
Víctor Gualda.
P.D.- A partir de la primera semana de agosto la Devedeteca contará con "A quemarropa".
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