miércoles, 19 de agosto de 2009

EL REY DE LA MONTAÑA

El mes de agosto tiene la peculiaridad de que las distribuidoras también se van de vacaciones. Esto da la oportunidad de ver producciones que por falta de tiempo no verías el resto del año. Lo bueno es que es posible encontrar títulos que habían pasado desapercibidos por la voraz competencia de las producciones “grandes” (de presupuesto, que no de calidad) Uno de estos curiosos casos es “El rey de la montaña”. Una producción española, más que interesante, que me ha impactado porque no me esperaba nada de ella.

Lo primero que hay que advertir al espectador es que la película se mantiene en una delgada línea de verosimilitud y esto siempre es un condicionante. Si el espectador no se deja llevar por la situación acabará pensando que el director le ha tomado el pelo, pero si acepta los hechos que se plantean y los disfruta, le resultará una película entretenida e incluso en algunos puntos bastante original.

Una vez saltado el escollo de la verosimilitud, nos encontramos con un thriller de andar por casa. Un protagonista Quim (Sbaraglia) que por las casualidades de la vida se cruza con Bea (Valverde) en una gasolinera perdida en mitad de la nada. Lo que en guión se llamaría un incidente incitador, que nada tiene que ver con lo que sucederá más adelante, pero que hará que la historia avance, y ya tenemos a nuestros protagonistas huyendo de un enemigo invisible. A partir de este momento y durante cuarenta minutos se iniciará una huida cargada de tensión y suspense. Al más puro estilo yanqui, nuestros protagonista escapan de un enemigo invisible que trata de darles caza. Nuevos personajes que se cruzan en el camino y que aumentan la tensión. Por supuesto, el guionista y director Gonzalo López-Gallego, controla los tempos de la película para que el espectador coja aire, dejando ver de paso que tiene oficio. Aquí llega el principal problema desde mi punto de vista. En vez de volver a arrancar con igual intensidad, hace un amago para volver a parar. Tal vez este justificado por el giro entre maestro y complicado que va a revolucionar la película, pero ha ralentizado innecesariamente la tensión para luego cortarla con el giro definitivo. Un triple giro que no está del todo bien administrado por el director. Hay demasiados cambios interesantes en apenas unos minutos Es entonces cuando toma el camino más difícil. Desaprovecha todo lo que dejará pegado al espectador al sillón. Cambia el punto de vista principal con una sorpresa que le puede desconectar definitivamente, pero que reconozco que es de lo mejor que he visto últimamente. Nos muestra que todo es un juego que se puede interpretar como un sencillo thriller, o como algo más; una película con un trasfondo de crítica social a la violencia sin tratar de moralizar y que invita a la reflexión… pero eso será luego. Primero falta el desenlace, que ya no sorprende, pero que tanto visualmente como a nivel de tono recupera la intensidad que había dejado de lado con la sorpresa.

Una agradable descubrimiento el de Gonzalo López-Gallego que sin apenas presupuesto y con elementos mínimos consigue cuajar un gran trabajo que me hace esperar su próxima película mientras trato de recuperar las anteriores, porque creo que tiene talento y a estas alturas soltura con el lenguaje tanto sobre el papel como visualmente (además de guionista y director es montador) aunque en este caso recomiendo “El rey de la montaña” con cautela. Parece que ya hemos visto esta película mil veces, incluso en nuestra cinematografía recientemente en “Bosque de Sombras”, pero el cambio a lo Chico Ibáñez Serrador (cuando la vean lo entenderán) y su obra maestra, es notoria y original. Ademas tengo que felicitar al director de fotografía Jose David Montero por una estética acertada y a un Sbaraglia al nivel que no había visto en España desde “Intacto”. También a María Valverde, aunque no esté en alguna secuencia al nivel. Pero en general, una película bien construida que hace buena una de las máximas del guión. Hay que conocer bien las reglas para luego olvidarlas.

Víctor Gualda.

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