lunes, 19 de octubre de 2009

TETRO

No me voy a cortar. Tetro me ha vuelto a reconciliar con el cine. Pero el cine de verdad, el que personalmente me mueve. Aquel que cuenta historias cercanas, el de personajes. En el que se encuentran los conflictos verdaderos. Familias, amigos, la vida. Aquel en el que el antagonista es uno mismo, en el que el mayor reto es el viaje personal hacia los propios infiernos del ser humano sin elementos extraños e impostados que nos hacen reflexionar sobre la sociedad, olvidando que la sociedad se compone de individuos con conflictos propios todavía sin resolver.

Creo que Francis Ford Coppola es uno de los pocos genios vivos. Consciente de que su llama se apaga ha decidido reinventarse. Y cuando una llega a la cima es complicado hacer un ejercicio de autocrítica, un ejercicio de análisis interior para lanzarse a la reinvención. Eso es precisamente lo que hace el director, volver a los orígenes y comenzar de cero. Muchos dicen y dirán que el intento es fallido, que ha perdido la frescura, que esperaban mucho más. Pero pocos tienen las pelotas de hacer el viaje de Dante y rebuscar entre sus cenizas lo que queda de lo que les convirtió en lo que ahora son, o de lo que siempre quisieron ser. Coppola si. Él está dispuesto bajar del pedestal y buscar sus orígenes. Algo es cierto. Ya no tiene treinta años y el camino es más arduo porque las energías no son las mismas. Tampoco tiene los colaboradores ni el presupuesto. Dirán que su “nuevo” cine es impostado. Que resulta arcaico. Que es cartón piedra. Yo les digo que se equivocan. Tetro es Coppolla. Tetro es un genio maldito que tiene que luchar con su propia leyenda. La misma que le condiciona y le bloquea. Pero el Tetro personaje tiene una cuenta pendiente. Sus propios fantasmas le atormentan, y cuando sea capaz de enfrentarse a ellos será capaz de asumir su rol que no es el de mito, sino el de hombre. Y como en una tragedia griega, será a través de la sangre como lo consiga. A través de sus herederos que son su extensión. Pero ellos no tienen las cadenas de La Culpa. Toda una metáfora de su propia vida. El gran tema del cine del director que no puede esquivar sus orígenes ítaloamericanos. Por eso cuando el símbolo de la pierna inmóvil se traspasa de generación en generación el sucesor no tiene los miedos que le atenacen y se lanzará al vacío, y allí se encuentra la dura verdad que se alcanza en el clímax. Un clímax arduo y duro, nada impostado. Apenas una declaración. Son los efectos devastadores lo que falla del metraje. El final está demasiado lejos del giro y sólo ha sido sugerido. Por eso el final es eterno. Porque no entendemos que hay una batuta de director de orquesta que hay que romper, un yugo que aplasta a todos. Hay pocos directores que dominen el símbolo como lo hace Coppola. Pocos que sean tan cinéfilos. Menos aun que trasladen con soltura el símbolo a la historia. Y eso es lo que hace grande al director. Su capacidad para trascender la imagen y el maravilloso encuadre a la historia, al símbolo, al cine y por último a la vida. No es casual. No es impostado. No es un mero melodrama que algún descastado ha querido comparar con Almodovar. Almodovar se queda en la superficie. Coppola es una carga de profundidad al alcance de los que aman tanto el cine como la capacidad de contar historias con sinceridad.

Tetro es el héroe, el mito, Verdú el bastón sobre el que se apoya, Benni (Alden Ehrenreich) el heredero, la nueva conciencia, la frescura, el faro que ilumina mientras recorre su propio viaje iniciático hacia la madurez. Maura es la sacerdotisa puente entre los dioses y los hombres, entre la realidad y la ficción. Desaprovechada por su histrionismo. No creo que supiese ni de que iba el personaje y es junto a algunos tramos del guión lo único que ensombrece la película. Lo que me resulta curioso es que Coppola haya tenido que huir de Hollywood (en realidad no tanto, porque este tipo de cine está desterrado allí) para hacer esta película. Y más curioso aun, que Tornasol haya sido la productora que ha cofinanciado. Creo que no leyeron el guión, que se dejaron llevar por el nombre, porque no recuerdo ni una sola película de la productora que arriesgue en la historia lo que arriesga Herrero en esta (más viendo el cine que se autoproduce como director absolutamente carente de sangre). Mi última frase de la crítica se la quiero dedicar a Mihai Malaimare Jr por su fotografía maravillosa y a ambos directores por el encuadre (que no el plano), porque contracorriente consiguen el encuadre más estético que he visto posiblemente en los últimos diez años.

Víctor Gualda.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Lo que me gusto de la película y coincido con tu visión, en parte, es sobre todo la tensión de los personajes (menos el de Maura que está tan desaprovechada como el personaje)también la fotografía y encuadres. Al comienzo de la peli uno se queda cautivado por el devenir de la historia, pero luego hay una sensación de vacío, de que se estira demasiado, que decae el ritmo hasta llegar al clímax.
El cruce que haces con la estructura de la tragedia es claro, con las historias padre-hijo- hijo-madrastra-hijo-hermano. Para mí lo mas destacable del film es el sentido que Coppola le da a la familia, la sensación de dualidad, gracia y desgracia a la vez, que te persigue, que no elijes, que te fulmina. Y el otro cruce que es el más intimista, que tiene que ver con él mismo, una clase de Tetro del cine, que sigue en la búsqueda interior a pesar de "la aprobación" de su obra, que se busca a sí mismo, que necesita reconciliarse, volver al punto inicial de su duración artística. Y como Tetro, (creo que no solo presupuestaria es su apuesta por filmar la peli fuera del establishment), Coppola crea fuera de su espacio habitual, concibe a este hijo en el exilio me imagino para reecontrar eso que anhela. Creo que es difícil para un creador como él, volver a la escencia más pura de su arte, la intención es válida y aunque se acerca no pude alcanzar la cima de por ej "La ley de la calle".