martes, 11 de septiembre de 2007

DAVID TRUEBA Y ESA COSA LLAMADA CINE ESPAÑOL

En primer lugar, me gustaría felicitar a David Trueba por su artículo del pasado martes en “El País” que, como él bien dice, está lleno de obviedades de esas que a veces es necesario recordar para que no se nos olvide en que país vivimos. Lástima que resulte tan fácil torear de salón. No es una crítica personal, pero desde luego para alguien que no tiene mayor problema para rodar que el disponer de una buena historia (ni siquiera esto es indispensable) todo es más sencillo de analizar... pero ¿qué pasa con todos los que llegados de provincias que desembarcamos en esta ciudad en busca de la tierra prometida? ¿Qué sucederá con los diez mil estudiantes de cine de los que hablas que buscan un hueco?. Yo te lo cuento. Que sólo uno de cada cien conseguirá ver su sueño hecho realidad, mientras el resto trabajan de camareros, vendedores ó mimos. ¿Y cuál es el motivo?. Que el cine español es una merienda de negros. La realidad es alarmante. Los denostados americanos se cuelan por todas las rendijas con su cine de palomitas y medios apabullantes porque tienen una industria, que en el caso de nuestro país es completamente inexistente. No creo que se pueda llamar industria a que una película española esté financiada íntegramente por subvenciones, ya sean estatales o privadas (por parte de las televisiones). Cualquiera que haya puesto el pie en una productora media (y no me refiero a la de la familia Trueba) sabe que sólo hay dos posibilidades para llevar a buen puerto cualquier proyecto. La subvención del ministerio y la ayuda de las televisiones. Las subvenciones de instituciones públicas curiosamente y con independencia del gobierno de turno, siempre corresponden a parecidas caras. En cuanto a las cadenas, Antena 3, Tele 5 y el Grupo Prisa producen únicamente sus propios proyectos, que en total y siendo optimistas no llegan entre las tres a diez películas al año. Así que el resto, las migajas de la tarta, es lo que queda para el resto de hambrientos comensales.

En la base de la pirámide, y si eres uno de los afortunados que ha conseguido llevar a buen puerto el guión sin que los opinadores inexpertos (que suelen ser licenciados en derecho, decoración ó corte y confección) te hayan desguazado un guión, que desgraciadamente en nuestro país y para reforzar la falta de industria suele corresponder a la misma persona que dirige, enfréntate a la figura del productor, que como siempre, seguro que los hay buenísimos y que a ti te han tratado estupendamente. Pues para los que no tienen esa suerte, les queda una carrera de fondo más solitaria y larga que la de la película de Tony Richardson, en la que tendrán que aguantar humillaciones, recortes de presupuesto en el último momento, y mil historias más que merecerían un artículo aparte. Pero no te preocupes, porque aun queda lo mejor. La distribución. Por supuesto los distribuidores quieren sacar beneficios, (como todos), pero como la mayoría de las películas apenas salen en prensa, porque los grupos de comunicación se dedican a poner por las nubes sus propias producciones, aunque sean perfectamente conscientes de que no están a la altura (por citar un ejemplo, la recién estrenada película de Medem lleva publicitándose periódicamente desde hace dos años!). El caso es que sin apenas distribución y ninguna publicidad, la mayoría de las películas se caen por su propio peso de cartel... Lo curioso es que estás mismas películas tienen la suerte de tener por ejemplo el reconocimiento de los Goya, se vuelven a reestrenar y entonces se produce el “extraño milagro” en nuestro país. Un director desconocido se convierte en director referencia, lo que al menos le garantiza una segunda oportunidad (como fue el caso de Amenábar). Por otra parte, me consta que algunas distribuidoras actúan como coproductoras y que, una vez recuperado su dinero, presuntamente les ofrecen a las pequeñas productoras la posibilidad de mantener la película unas semanas más en cartel por un dinerito. Así, la susodicha película llega al mínimo de taquilla para recibir la subvención correspondiente del ministerio y todos contentos... por supuesto, esto no se puede decir porque es parte del chanchullo.

De los cortometrajes mejor ni hablar. Hace unos años conseguir entrar en un festival de categoría A, era el camino para que nuevos directores fuesen vistos como jóvenes promesas a los que dar una oportunidad. Ahora ni siquiera apareces en prensa, ni aunque corras detrás de los articulistas, les des copias en mano de tu trabajo... o les regales un jamón. No aparecerás en prensa, a no ser que tu socio sea americano y entonces tendrás un artículo en el Variety, tal vez porque ellos si saben que cualquier ”producto” puede ser rentable en el futuro. Lo cierto es que el cortometraje sigue siendo la única puerta a la que pueden aspirar los futuros realizadores... experiencia que de nuevo desconoces, querido David. Lo mejor, es que luego resulta que estos nuevos realizadores dirigen buenos largometrajes, como por ejemplo el que “la familia” a producido a Félix Viscarret, “Bajo las estrellas” (por cierto, muy sutil al introducirlo en el artículo cuando dices “... las que logran sobrevivir bajo las estrellas, y años después son nuestro orgullo”). Pero hay más ejemplos en los dos últimos años. Daniel Sánchez Arévalo, con “Azul oscuro casi negro” (gracias a la ayuda del Grupo Prisa), Jorge Sánchez-Cabezudo y su fantástica “Noche de los girasoles”, Rodrigo Cortés con su “Concursante”, Iñaki Dorronsoro con “La distancia” ó Koldo Serra y su “Bosque de sombras”, sólo por citar unos buenos nuevos directores con películas por encima de la media americana.

En definitiva, gracias una vez más por tu artículo desde tu tribuna privilegiada y por tu defensa en el congreso hacia esos nuevos futuros cineastas, que efectivamente están en condiciones infrahumanas y a los que lo único que les mantiene es su necesidad de contar algo. Es triste comprobar que no hay espíritu de defensa de nuestro propio patrimonio por intereses partidistas. Aunque no crean que se nos olvidan las promesas electorales de los políticos, que luego, a la hora de la verdad, cuando llegan al gobierno siempre recortan de los mismos sitios. Da igual el color de la camiseta que defiendan... Eso si, luego a todos les encanta hacerse la foto con el triunfador de turno como si hubiesen hecho algo por las ilusiones de ese/a chico/a. Estaría bien si entre todos conseguimos dignificar el cine patrio, que al final será el único que nos quede como parte de lo que somos... O en un futuro de lo que fuimos (tu mismo haces referencia a la Segunda Republica). Que esas subvenciones sean para los que realmente las necesitan. Los que empiezan. Pero esto es demasiado utópico y España no es el Reino de Nunca Jamás. Así que los demás seguiremos en las trincheras con la esperanza de que algún día tendremos nuestra oportunidad, mientras envidiamos la posición de otros que están apoltronados en su sillón con la seguridad de que ellos si podrán rodar su enésimo proyecto.

Víctor Gualda.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Víctor. Muchas gracias por tu crítica, que como (casi) siempre, me parece fantástica. De todos modos, antes de hacer ningún comentario, me gustaría darle a Trueba una "primera oportunidad" y leer su artículo. Nos podrías decir qué día se publicó. Fue en el país, pero no veo el día... ni el título...

Muchas gracias!

Anónimo dijo...

el artículo se publico en la sección de opinión de la edición impresa de "El pais" el pasado martes 4 de septiembre con el título "Esa cosa llamada cine español" Tal vez se pueda ver en la edición digital del periódico, pero no estoy seguro.

Anónimo dijo...

Fast Eddy Felson:
Yo he sido testigo directo de una película española que ni se llegó a meter en bobina(ni se sacaron los rollos de las sacas) en un cine,me imagino que porque sería mala a rabiar, y se realizó un taquillaje bajo cuerda previo pago por parte de la productora digno de una superproducción,con bastante descaro,para así chupar del bote de las subvenciones.
España es un país de chorizos!!!