Hablar de Kurosawa es al cine como hablar de Shakespeare en la literatura o de Picasso en la pintura. Akira es un genio que ha servido de referencia para otros directores, desde Bergman hasta George Lucas. Un hombre que aúna cultura, tradición, mitología, moral, estética y cine. Uno de esos autores que paradójicamente a pesar de su universalidad es un gran desconocido.
En el caso de la película que nos ocupa lo primero que me gustaría destacar es la estructura de el guión. El metraje es de casi dos horas y media y contiene dos películas en una. La primera parte es casi una obra de teatro. El conflicto se plantea desde la primera secuencia. Unos accionistas de una empresa de calzado le proponen a nuestro protagonista hacerle una encerrona al jefe de la empresa aunando las acciones para tomar nuevo rumbo en la realización de calzado más moderno pero de peor calidad. Gondo es un hombre de principios, y aun siendo consciente que la empresa necesita una reestructuración y modernización, piensa que se debe hacer conservando el nivel de calidad del producto, para ello es necesario que él solo se ponga al mando de la nave en un autentico golpe de estado. Parece que el director en el fondo nos habla de la contraposición entre la tradición y la modernidad en términos capitalistas, y de la justificación moral de una acción. Al acabar la reunión y dejar ver que tiene sus propios planes, vemos que por una parte los accionistas se marchan contrariados, y por otra le entrega a su mano derecha y se entiende que amigo un cheque para que pague la compra de acciones que le darían el control absoluto de la empresa. También vemos que su hijo juega con el hijo del criado a vaqueros e indios. En apenas cinco minutos tenemos sobre el tapete planteadas las futuras tramas, los temas y presentados a los principales protagonistas de los mismos. A continuación sin mayor dilación y sin salir en ningún momento del salón de la casa descubrimos por una llamada de teléfono que su hijo ha sido secuestrado. Después de uso segundos de tensión, vemos que el secuestrado en realidad ha sido el hijo del criado que se había intercambiado el disfraz con el hijo del jefe. El secuestrador lejos de dejarse intimidar por la equivocación le sigue exigiendo la misma desorbitada cantidad de dinero. De esta forma nuestro protagonista se enfrenta a la diatriba de pagar por el hijo de su sirviente o no ceder y perder el honor. La aparición de la policía para tratar de arreglar el desbarajuste aporta el resto de elementos para el desarrollo de esta primera parte que transcurre en el espacio de dos días, prácticamente utilizando la aristotélica regla de las tres unidades antes de que tome una decisión. Por supuesto el honor y la moral (se nos presentó como un hombre justo y de principios) se anteponen a los intereses económicos y cede al chantaje. En medio vemos el peso de la mujer en una sociedad tradicional y machista por un lado, y como la amistad es imposible cuando median intereses económicos. Todo el desarrollo de la primera parte que está dividida en tres actos por cierto es como una obra de teatro al estilo shakespiriano (aunque este las dividía en cinco, en el caso de la película la segunda parte correspondería con los actos que faltan)
A partir de que Gondo ha tomado la decisión y ha pagado el rescate la película da un giro de ciento ochenta grados. El punto de vista deja de ser el del padre y la película se centra de forma objetiva y sin punto de vista personificado en la resolución del caso. Pronto vemos como se produce la entrega del dinero al secuestrador y la puesta en libertad del hijo del criado. Hemos salido del salón, de ese espacio asfixiante cerrado y personal para salir a las calles. Descubrimos que la casa de Gondo está en lo alto de una colina (casi en el cielo) como un tótem por encima del infierno de la calle (el calor como símbolo del mismo) en la que se concentra la pobreza y el resto de los mortales. La entrega se produce sin que la policía pueda evitarlo, y ahora tras una exposición de los datos comienza la investigación para restituir el dinero del rico que ya no lo es por haber perdido el negocio y el trabajo en la compañía nacional de calzado. El honor está restituido y los periódicos se hacen eco de las circunstancias profesionales que han rodeado el caso. Un par de secuencias explicativas muy originales informan al espectador de los datos y los ponen tras la pista del secuestrador.
El director desarrolla entonces una nueva subtrama con un par de yonquis muertos que sirven para llevar a la policía hasta el verdadero culpable. En este punto utiliza paralelamente otra subtrama con el niño que había sido secuestrado y el sentido de culpa del padre de este, para llegar al mismo punto que la policía. Una nueva exposición nos lleva ante el culpable, pero en vez de detenerlo, la policía decide que quince años de cárcel no sería suficiente castigo y le dejan actuar para asegurarle la pena capital. El desenlace es el esperado, pero el director no se conforma y en una especie de epílogo de excelente interpretación (tal vez la mejor secuencia a este respecto) enfrenta a los dos protagonistas (el empresario, y el secuestrador) en un cara a cara curioso para intentar comprender la motivación del delincuente.
En definitiva una película muy compleja en cuanto a estructura y en cuanto a temas que trata de una manera u otra. Con muchos puntos de debate tanto sociales, como morales, que darían más para escribir un libro que un artículo para detallarlos pormenorizadamente, espacio y tiempo del que desgraciadamente no disponemos. Sólo plantear unas cuestiones al respecto. ¿Acaso no ha cometido Gondo una traición a su jefe igual que su mano derecha con él? Aunque el director nos presente sus motivaciones como altruistas. ¿Es equiparable el mal con el castigo?... ó tal vez se ponen al mismo nivel. ¿Acaso nuestro protagonista no habría dudado en no pagar si no hubiese sido por la intercesión de su mujer? ¿Qué hay del consejo que le da a su hijo cuando está jugando con el hijo del criado de que espere a su enemigo y luego no tenga piedad? ¿no refleja realmente su moral? ¿Es tal vez una forma de que madure el personaje? Porque en realidad lo único que le restituye el honor (tan importante en esta sociedad... o más bien en esta clase social) es el niño.
Sirva como anécdotas de la influencia de Kurosawa en el cine occidental, y para concluir el artículo que la principal fuente de referencia de George Lucas para su “Guerra de las galaxias” es la película de Kurosawa “La fortaleza escondida”, y es que para Kurosawa el guión es el punto más importante de una película. Según el mismo dice “Un buen director puede producir con un buen guión una obra maestra; con el mismo guión, un director mediocre puede hacer una película pasable. Pero con un mal guión ni siquiera un buen director puede hacer una buena película”.
En el caso de la película que nos ocupa lo primero que me gustaría destacar es la estructura de el guión. El metraje es de casi dos horas y media y contiene dos películas en una. La primera parte es casi una obra de teatro. El conflicto se plantea desde la primera secuencia. Unos accionistas de una empresa de calzado le proponen a nuestro protagonista hacerle una encerrona al jefe de la empresa aunando las acciones para tomar nuevo rumbo en la realización de calzado más moderno pero de peor calidad. Gondo es un hombre de principios, y aun siendo consciente que la empresa necesita una reestructuración y modernización, piensa que se debe hacer conservando el nivel de calidad del producto, para ello es necesario que él solo se ponga al mando de la nave en un autentico golpe de estado. Parece que el director en el fondo nos habla de la contraposición entre la tradición y la modernidad en términos capitalistas, y de la justificación moral de una acción. Al acabar la reunión y dejar ver que tiene sus propios planes, vemos que por una parte los accionistas se marchan contrariados, y por otra le entrega a su mano derecha y se entiende que amigo un cheque para que pague la compra de acciones que le darían el control absoluto de la empresa. También vemos que su hijo juega con el hijo del criado a vaqueros e indios. En apenas cinco minutos tenemos sobre el tapete planteadas las futuras tramas, los temas y presentados a los principales protagonistas de los mismos. A continuación sin mayor dilación y sin salir en ningún momento del salón de la casa descubrimos por una llamada de teléfono que su hijo ha sido secuestrado. Después de uso segundos de tensión, vemos que el secuestrado en realidad ha sido el hijo del criado que se había intercambiado el disfraz con el hijo del jefe. El secuestrador lejos de dejarse intimidar por la equivocación le sigue exigiendo la misma desorbitada cantidad de dinero. De esta forma nuestro protagonista se enfrenta a la diatriba de pagar por el hijo de su sirviente o no ceder y perder el honor. La aparición de la policía para tratar de arreglar el desbarajuste aporta el resto de elementos para el desarrollo de esta primera parte que transcurre en el espacio de dos días, prácticamente utilizando la aristotélica regla de las tres unidades antes de que tome una decisión. Por supuesto el honor y la moral (se nos presentó como un hombre justo y de principios) se anteponen a los intereses económicos y cede al chantaje. En medio vemos el peso de la mujer en una sociedad tradicional y machista por un lado, y como la amistad es imposible cuando median intereses económicos. Todo el desarrollo de la primera parte que está dividida en tres actos por cierto es como una obra de teatro al estilo shakespiriano (aunque este las dividía en cinco, en el caso de la película la segunda parte correspondería con los actos que faltan)
A partir de que Gondo ha tomado la decisión y ha pagado el rescate la película da un giro de ciento ochenta grados. El punto de vista deja de ser el del padre y la película se centra de forma objetiva y sin punto de vista personificado en la resolución del caso. Pronto vemos como se produce la entrega del dinero al secuestrador y la puesta en libertad del hijo del criado. Hemos salido del salón, de ese espacio asfixiante cerrado y personal para salir a las calles. Descubrimos que la casa de Gondo está en lo alto de una colina (casi en el cielo) como un tótem por encima del infierno de la calle (el calor como símbolo del mismo) en la que se concentra la pobreza y el resto de los mortales. La entrega se produce sin que la policía pueda evitarlo, y ahora tras una exposición de los datos comienza la investigación para restituir el dinero del rico que ya no lo es por haber perdido el negocio y el trabajo en la compañía nacional de calzado. El honor está restituido y los periódicos se hacen eco de las circunstancias profesionales que han rodeado el caso. Un par de secuencias explicativas muy originales informan al espectador de los datos y los ponen tras la pista del secuestrador.
El director desarrolla entonces una nueva subtrama con un par de yonquis muertos que sirven para llevar a la policía hasta el verdadero culpable. En este punto utiliza paralelamente otra subtrama con el niño que había sido secuestrado y el sentido de culpa del padre de este, para llegar al mismo punto que la policía. Una nueva exposición nos lleva ante el culpable, pero en vez de detenerlo, la policía decide que quince años de cárcel no sería suficiente castigo y le dejan actuar para asegurarle la pena capital. El desenlace es el esperado, pero el director no se conforma y en una especie de epílogo de excelente interpretación (tal vez la mejor secuencia a este respecto) enfrenta a los dos protagonistas (el empresario, y el secuestrador) en un cara a cara curioso para intentar comprender la motivación del delincuente.
En definitiva una película muy compleja en cuanto a estructura y en cuanto a temas que trata de una manera u otra. Con muchos puntos de debate tanto sociales, como morales, que darían más para escribir un libro que un artículo para detallarlos pormenorizadamente, espacio y tiempo del que desgraciadamente no disponemos. Sólo plantear unas cuestiones al respecto. ¿Acaso no ha cometido Gondo una traición a su jefe igual que su mano derecha con él? Aunque el director nos presente sus motivaciones como altruistas. ¿Es equiparable el mal con el castigo?... ó tal vez se ponen al mismo nivel. ¿Acaso nuestro protagonista no habría dudado en no pagar si no hubiese sido por la intercesión de su mujer? ¿Qué hay del consejo que le da a su hijo cuando está jugando con el hijo del criado de que espere a su enemigo y luego no tenga piedad? ¿no refleja realmente su moral? ¿Es tal vez una forma de que madure el personaje? Porque en realidad lo único que le restituye el honor (tan importante en esta sociedad... o más bien en esta clase social) es el niño.
Sirva como anécdotas de la influencia de Kurosawa en el cine occidental, y para concluir el artículo que la principal fuente de referencia de George Lucas para su “Guerra de las galaxias” es la película de Kurosawa “La fortaleza escondida”, y es que para Kurosawa el guión es el punto más importante de una película. Según el mismo dice “Un buen director puede producir con un buen guión una obra maestra; con el mismo guión, un director mediocre puede hacer una película pasable. Pero con un mal guión ni siquiera un buen director puede hacer una buena película”.
Víctor Gualda.
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