viernes, 18 de julio de 2008

EL SALARIO DEL MIEDO

Tengo que reconocer que esta película me la llevé por recomendación de Roi. Casi siempre que me paso por Opera, llego a casa sin saber cómo, con alguna película de autor o clásica. En este caso fue la película de Clouzot. Y tengo que reconocer (una vez más) que se trata de una obra maestra muy peculiar. Tal vez porque es de 1953, y el lenguaje narrativo, el ritmo, o las interpretaciones, son diferentes a las que nos ha ido acostumbrando el cine de aventuras americano... tal vez porque está basado en el libro de George Arnaud, y lleva una compleja reflexión existencialista-nihilistas a sus espaldas.

La película tiene un planteamiento bien sencillo. Unos desheredados encerrados por su situación en alguna colonia del trópico, conviven como en un ghetto junto una base americana. Un accidente en un pozo petrolífero obliga a los americanos a transportar una carga de nitroglicerina desde la base hasta los pozos situados a quinientos kilómetros para poder parar el incendio. Para el transporte contaran con un par de camiones y cuatro hombres que seleccionan del grupo de desheredados. Y ahí es donde entran nuestros protagonistas Yves Montand y Charles Vanel, que conducen uno de los camiones. La nitroglicerina transportada en esas condiciones hace que la tensión esté garantizada, ya que un simple bache puede hacer que salten por los aires... pero por partes.

Podemos decir que la película se divide en dos grandes bloques. El primero lo podemos considerar como de presentación. Conocemos a los personajes, sus circunstancias. Dividido en pequeñas subtramas en las que vamos descubriendo las relaciones de todos ellos. Montand es el eje. Una de estas subtramas es la relación entre el protagonista y el personaje interpretado por Vera Clouzot. He leído críticas muy desfavorables a ella, y no puedo estar más en desacuerdo. Es cierto que está sobreactuada (casi sacada de una película muda) pero creo que cumple su cometido a la perfección, y me parece que tal vez la relación entre ella y Montand, sea la más interesante de la película. Probablemente más que la de los dos protagonistas que están demasiado condicionados por el suspense generado por el camión. Lo cierto es que en este punto (el lento arranque) la película esta parada. Conocer a los personajes nos sitúa, pero al igual que ellos nos sentimos atrapados en ese lugar perdidos de la mano de ¿Dios? sin ninguna esperanza. La vida pasa lentamente y la convivencia entre los desarrapados se convierte en asfixiante. Acentuado todavía más si cabe por un personaje atrapado (uno más) que no ha sabido asumir su condición y que trata de huir desesperado. Su drama dará paso al siguiente bloque. Pero antes, como un soplo de aire fresco, la aparición estelar de Charles Vanel. Con su llegada, la pesada maquinaria de la trama comienza a moverse. Su ambición sin límites, hacen que veamos a un emprendedor que jamás se rinde, capaz de cualquier cosa para huir de su exilio. Salir de allí es su motivación desde el primer plano en que aparece. El dinero el objetivo para ello. A través de él entramos por primera vez en la base americana de la que somos vecinos. Gracias a él entramos de lleno en la trama principal... Antes de continuar, paremos un segundo la crítica con una secuencia para el recuerdo. Aquella en la que Vanel demuestra que el diablo sabe más por viejo que por diablo en el duelo del bar. La tensión está medida a la perfección, y nos impide quitar los ojos de la pantalla.

En el segundo bloque todo es mucho más sencillo, pero no por ello menos eficaz. Comienza una película nueva. Arranca la trama. Los roles están perfectamente dibujados, ya tenemos cuatro elegidos para la gloria y dos camiones que les llevaran a ello, aunque inconscientemente nos imaginamos cual va a ser el resultado, queremos saber a que peligros se enfrentaran. INCREÍBLE, perdonad que lo ponga con mayúsculas, pero la capacidad de generar tensión (en realidad cualquier sensación) con objetos inanimados es algo que me fascina. Lo comparan con Hitchcock, pero el inglés siempre utiliza además de las tramas, a los personajes para generar las sensaciones. No es el caso del salario... El enemigo es invisible, no existe, sólo el hombre contra si mismo, y contra el camino. Ahora vamos a ver de que pasta están hechos los héroes. Los obstáculos no son humanos, tampoco extraordinarios, sólo la relación entre los personajes descarga esa tensión. El desenlace no puede ser distinto del que es. El epílogo es de un pesimismo extraordinario. Puede que incluso te moleste.... después de todo lo que hemos pasado juntos no se puede ser tan estúpido, pero Montand como todos los héroes, lo es por inconsciencia. Es un crío inmaduro, y sin el temple y madurez de Vanel está perdido. Hasta el premio a la mejor interpretación que se llevó Vanel en Cannes suena a una medalla al reconocimiento por el esfuerzo de haber llevado el camión al pozo petrolífero... Sólo me queda rendir homenaje a Clouzot por haber convertido la buena literatura en mejor cine.

Víctor Gualda.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Tengo un grato recuerdo de la película,superior del de "Las diabólicas".
hablas del enemigo invisible, y a mi no me viene otra imagen que el Aguirre de Herzog,ese viaje alucinógeno muy superior a mi juicio a Apocalypse Now
Zero