martes, 29 de julio de 2008

EL VIDEO DE BENNY

En estos calurosos días de verano en los que arrasa en cartelera el héroe “guay” Hancock, con su incontrolada violencia, me apetecía ver una película en la que ese mismo tema; la violencia, estuviese distribuida a lo largo del metraje de manera tal vez menos efectista, pero seguro que más inteligente y realista. No tengo nada contra Will Smith y su superhombre; Es más, he disfrutado de la escasa y tal vez insuficiente hora y media. Pero tal vez el tono comedia remezclado con violencia, ese coctel mágico que Wilder dijo la base del éxito de “Pulp Fiction”, no llenaba del todo la dosis de cinismo que necesitaba. Ya me había parecido en su día, que “Funny Games” era una gran película, y sabía que “El video de Benny” me aseguraría esa porción. No me decepcionó.

Haneke encontró en Arno Frisch su alter ego violento. Su inexpresiva mirada, mezcla perfecta de buen chico y psicópata hacen de él, el protagonista perfecto y de la película una especie de primera parte de “Funny Games”. En 1992, Haneke decide contar lo dura que puede ser a violencia desde los ojos de un adolecente de clase media (una de las obsesiones del cineasta). El director huye así de los estereotipos del asesino de clase baja impulsado por el odio a la sociedad que le reprime, o la venganza. Sus malos, lo son sencillamente por curiosidad, falsa inconsciencia o como parte del lado oscuro incontrolable que todos poseemos, pero que tratamos de reprimir por las normas sociales. No hay motivaciones más profundas, evidentes o justificadas. No hace falta, y eso agranda aún más si cabe sus actos. Benny no tiene capacidad de empatizar con su víctima. Tampoco los chicos de “Funny Games” Ese es su encanto. Su violencia es completamente injustificada, pero paradójicamente muy cerebral. El espectador se pregunta en sus películas qué impulsa a estos chicos de buena familia, porque necesita una explicación, y para ello el cineasta deja pistas a modo de justificación. La obsesión de Benny por las películas violentas le lleva a experimentar participando como espectador (ojo, igual que el propio espectador, que no quita la vista de la pantalla)… como testigo mudo de la matanza de una cerdo. Esta escena que abre la película nos sirve como anticipación, nos crea expectativas para tratar de descubrir los sentimientos (o la falta de ellos) del adolescente Benny. Aun así, cuando la secuencia crucial de la película llega a la media hora escasa, experimentamos una curiosa y macabra sensación de sorpresa y alivio, para pasar de nuevo a la tensión que domina toda la película, y que es marca de la casa del director austriaco.

Es curioso ver como Haneke juega con nuestra curiosidad y morbo por saber que hará Benny después de su acto. De nuevo nos sorprende y nos muestra una parte más del curioso carácter del protagonista. La confesión en la religión católica, sirve en un acto simbólico para redimir la culpa (¿quién necesita psicólogos?). Aquí además, la culpa tiene el doble valor de que se traspasa.

El director nos vuelve a reconducir (lo hace a su antojo en todo el film a donde quiere) a la normalización de las rutinas. El viaje a Egipto como éxodo necesario y simbólico también lo convierte en una rutina más, para descolocarnos y llevar la película al momento más bajo rítmica y anímicamente. Pero sólo es un momento, para coger impulso y volver a descolocarnos por última vez, porque se puede huir de los demás, pero no de uno mismo. Demostrando que tal vez la curiosidad, tal vez una oscura posesión infernal (es coña), se produce en el protagonista. Lo cierto es que se ha abierto una puerta en su psique y comprendemos que va a ser imposible cerrarla.

Alucinante y perfecta primera parte de una tesis de la que “El video de Benny” es el primer acto, “Funny Games” el segundo… y nos falta el más aterrador y definitivo desenlace que espero que el dúo Haneke-Frisch nos sirvan en breve, para remover un poco más los miedos de la esa clase media-burguesa europea que se tiene en tal alta estima, pero que el austriaco ha demostrado que es tan frágil.

Como colofón y comentario final; la secuencia del giro (no quiero desentrañar nada) del primer acto, con cámara estática como testigo mudo, me parece de lo mejor que he visto en cine. La secuencia emparenta además la película con aquel capítulo del “Decálogo”, y con aquella del invalido con prismáticos; cimas del voyerismo cinematográfico. Sencillamente magistral la posición casi de cómplice en la que Haneke coloca al espectador, alentando su curiosidad y su morbo. En definitiva, obra maestra con algunos defectos de ritmo en algunos momentos. Pero necesaria para entender el lado más oscuro de las obsesiones del ser humano.

Víctor Gualda.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Uno de los puntos fuertes de Haneke es que muestra en muchas ocasiones a sus personajes en soledad,momentos íntimos no aptos para ser filmados y que contrastan con los códigos emocionales del video casero de festejo, de ahí lo acertado del segmento del viaje a Egipto.Aunque no tengo un recuerdo especialmente nítido de la película, me parece inferior a las sin duda más radicales "71 fragmentos de una cronología del azar" o "El séptimo continente"(dentro del mismo pack en La Devedeteca,ese gran videoclub).
Para finalizar,una anécdota:
Yo también fui a ver Hancock,acompañado de un niño de 12 años.Tenía la esperanza que me dejase invitarle a Superagente 86,Kungfu panda o Indiana Jones,pero prefirió Hancock porque quería ver los FX y las otras se pueden comprar de la manta.
No sólo me quedé con la sensación de haber perdido el tiempo,sino que a esas edades me interesaba más una buena historia que la sucesión de gags y de efectos.
Zero

Unknown dijo...

A mi el video de Benny me ha parecido brutal. Asi de pancha lo digo, y así de ancha me quedo.
Reconozco abiertamente que me he obsesionado con este hombre... Justamente me faltan las dos pelis que Zero menciona (por no variar, ya sabes!) para haber visto todo el pack de pelis de Hanecke, ese gran director ;-)
Y dices que son las mejores? Madrecita, qué nervios pues!

No he visto Hancock. No creo que lo haga, la verdad. Pero tanto a esas (en mi caso ya, aquellas!) como a estas edades, sigo prefieriendo una buena historia....

Unknown dijo...

PD: era yo, Margüita. Un saludo a todos!