martes, 22 de julio de 2008

PAISITO

La película española estrenada en esa rémora que es el festival de Málaga, aun no ha llegado a las salas, pero un amigo que trabajó en el proyecto y que es socio del video me ha pasado una copia. Parece que puede ser uno de esos proyectos que a pesar de tener a Tornasol, y a Gerardo Herrero como productor, no encuentra un hueco en la cartelera. Es posible además que acabe estrenándose en DVD en vez de en el formato que originalmente estaba concebido. ¿Qué apuestan a que si hubiese conseguido algún premio en Málaga, ya hubiésemos disfrutado de ella en pantalla grande? Pero los premios, como todo, son también una cuestión de “política”, con una pequeña dosis de talento. Basta con caerle mal a alguien en este país, para que te den de lado. Además, la falta de empatía de Herrero y Tornasol, que parecen pensar que son el culo del mundo, y que todos están contra él/los (por su actitud lo digo) estoy convencido que le generan múltiples antipatías.

Pero una vez vista la película y cuestiones personales aparte, creo que “Paisito” es una película interesante, y arriesgada en varios puntos. Tal vez su mayor defecto sea una dirección (habrá quien lo atribuya al montaje) un tanto floja. Y me refiero en concreto al ritmo, demasiado monótono de principio a fin, con muy poca capacidad de planificación. Si, querida Ana Diez, el ritmo lo marca de alguna forma el montaje. Da igual que el guión sea excelente, porque si planificas y montas igual una escena narrativa-explicativa que una escena de acción, al final te quedas con la sensación de que todo es igual. Y eso no es legitimo en un texto que empieza de forma tal vez muy explicativa, pero que va ganando en interés con el paso de los minutos. Luego ahondaré más en el tema. Pero comencemos desde el principio.

El texto, ganador del premio “Julio Alejandro” de la SGAE de hace un par de ediciones, es un texto firme, que en su planteamiento me recuerda de manera más humilde a “Arde Paris” o a alguna de las películas de Costa-Gavras,( “Z“ “Desaparecido”o “Estado de sitio”, que además tiene tema común). En este caso todo es más de andar por casa. Por medio de Flash-backs informativos, ya que la historia de los personajes está desarrollada a través de los recuerdos de dos de los protagonistas cuando eran niños, conocemos las circunstancias en las que se produjo el golpe de estado por los militares en Uruguay. Los protagonistas son dos familias. Unos “gallegos” emigrados de España por sus ideas republicanas, y la familia del jefe de policía. Desde esta perspectiva, el guión tiene la cualidad de permitirnos formar parte de los dos bandos de la situación que desencadeno el conflicto. Por supuesto, cuando llegue el desenlace estará claramente sesgado emocionalmente a favor de los perdedores, pero para darle mayor énfasis a la locura de cualquier golpe militar, vamos a ver como las dictaduras se llevan por delante a todo el que se quede rezagado, sin importar si es amigo o pariente. La reconstrucción de los hechos es precisamente el leit motive de toda la película.

Como vemos, la idea está muy bien, pero tiene problemas de fondo en el paso del papel a la pantalla. Por un lado, la falta de identificación del espectador español; es fácil oír al espectador medio decir que “española y de la guerra civil, paso”, pues imagínense una película sobre una situación paralela en Uruguay. Y es que el espectador necesita que le den la comida con cuchara, digerir las ideas sin darse cuenta. Esa es la base de la publicidad, y ese es el principal fallo de la película. Por inteligente que sea el planteamiento, el público necesita héroes, buenos y malos. Necesita identificarse con un personaje. Alguien con quien comparta inquietudes, ideas... o sencillamente que el protagonista le caiga simpático... porque salvó a un perrito de una muerte segura. No es el caso. La fría muestra de la realidad es algo que inconscientemente el espectador no intelectual suele rechazar. Por otro lado está el problema del que hablaba al principio. La dirección es tan aséptica, la cámara está tan alejada de los personajes, que nos cuesta empatizar con ellos. No somos capaces de sentir sus miedos, sus emociones. Sus pensamientos están ocultos tras los planos generales en los que se limitan a soltar un párrafo (en algunos momentos del arranque demasiado largos, o demasiado informativos) La cámara está estática, y estatiza también a los protagonistas. Diez sólo se arriesga a moverla en una secuencia, en una persecución en un bosque, pero es sólo unos segundos, y se nota que es algo que se le escapa de las manos, como lo es cualquier secuencia que escape del diálogo y al plano contraplano. Me refiero en concreto a la de la captura de los rebeldes, y el amago de revuelta, que me parece la secuencia más desastrosa de toda la película. Una escena destinada a imprimir tensión que resulta casi ridícula, porque ni siquiera hemos asistido a su comienzo, porque no viene a cuento, porque es un pre-climax que debe arrojar esperanza, y lejos de ello, lo único que consigue es arrebatarle todo el sabor al clímax, que llega con un plano medio corto de espaldas del militar, que lejos de provocar alguna emoción, nos muestra algo que ya sabíamos que inevitablemente iba a pasar.

Aunque como decía en algunos momentos los diálogos son demasiado informativos, y hay secuencias que no hacen avanzar la trama, hay que destacar el subtexto de algunos diálogos, me encantó la secuencia en la que el militar pariente habla con el comisario de policía. Es una secuencia que me recordó a obras mayores ("El Padrino" en concreto) también la evolución de la trama, que mantiene un ritmo creciente y muy bien llevado (en cuanto al guión) hasta el desenlace, y la buena interpretación general del reparto, que sin estridencias nos muestra un retazo de la historia de un país hermanado con el nuestro por más motivos que una lengua común.

Por pedir que no quede. Estaría bien que productor y directora apostasen por un nuevo montaje alternativo para darle la garra que le falta a la película. Estaría bien que consiguiesen estrenar en salas, y que “Paisito” no pasase a formar parte de la dos terceras partes de películas que se realizan en nuestro país (aunque sea en coproducción) y nunca llegan a estrenarse. Estaría bien que el señor Herrero hiciese algo más, ya que se molestó en conseguir el dinero y salió en la foto del estreno. Estaría bien...

Víctor Gualda.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Si no se estrenase en salas ya se encargarán(si es que aún no lo han hecho) de realizar un taquillaje bajo cuerda y previo pago a un cine cómplice.Que se hace,pues no vamos a prescindir de la subvención.
Zero