martes, 4 de diciembre de 2007

LANTANA

La película ha llegado por puro azar a mis manos. No tenía la menor idea de su existencia. En la última semana unas cuantas personas vinieron preguntando por ella, y luego me enteré que era para un curso de guión que se impartía en alguna escuela de escritores cercana. La teníamos retirada incluso, pero me llamó la atención porque realmente no la conocía. Cuando la puse en el reproductor después de un par de capítulos de una famosa serie de moda, no me podía imaginar ni de lejos que me iba a sorprender tanto. Después de verla no me extraña que estuviese seleccionada en la Sección Oficial del festival de San Sebastián en el año 2001, ni que ganase todos los premios de la academia de cine Australiano.

Lo que más me ha llamado la atención es su complejo... más bien elaborado guión (entiendo porque se dedicaban a analizarlo). La primera impresión es que tiene mucho que ver con aquellas películas de los noventa que maestros como Robert Altman (Short Cuts) ó Paul Thomas Anderson (Magnolia) supieron llevar a la máxima expresión. Porque se trata de una película coral. Cuatro parejas con sus cuatro tramas entretejidas entre si dan vida a esta historia de mentiras, que como trasfondo tiene el tema del amor... del desamor ó del peligro de la rutina en las relaciones. Es difícil hacer una disección sin contar una parte importante del argumento. Sobre todo en la segunda parte del metraje, que es donde se concentra lo más jugoso. Así que sirva de aviso a navegantes; voy a desvelar algunas de las claves que resuelven la historia.


Como en cualquier guión coral, Andrew Bovel (guionista) y Ray Lawrence (director) dedican una parte importante a presentarnos todos los personajes y las tramas. Es necesario que el público sepa de que estamos hablando. No buscan la identificación directa, sólo que conozcamos a las cuatro parejas protagonistas y las circunstancias de las mismas. Al personaje que más tiempo dedican es al policía maravillosamente interpretado por Anthony LaPaglia (todos los actores están fantásticos). Y es que, él es el personaje principal, el hilo conductor que une todas las tramas. Además de policía, es marido y padre de familia. De una familia que está a punto de desestructurarse. Así los personajes comienzan a relacionarse entre si. LaPaglia engaña a su mujer con una compañera de la escuela de baile a la que la pareja asiste para darle un poco de sentido a su monótona vida conyugal. Al mismo tiempo, su mujer asiste a terapia con una prestigiosa psicóloga que acaba de escribir un libro sobre el asesinato de su hija de cinco años. La psicóloga también tiene su propia crisis conyugal con su marido profesor universitario Geofrey Rush, del que piensa que también la engaña (con otro hombre en este caso). Por otro lado la protagonista separada tiene una joven pareja con hijos como vecinos, a los que les cuesta salir adelante a fin de mes, y que aunque en principio son sólo “los vecinos” pronto tendrán una papel fundamental en el giro dramático de la película. En definitiva, personajes que se cruzan e intervienen de una manera u otra en la vida de los que les rodean.

Cuando a la hora de metraje el asesinato de la psicóloga involuntariamente desestabiliza la débil estructura de todos los protagonistas, ya estás completamente introducido en el particular mundo de esta comunidad sustentada por la estabilidad familiar. El asesinato de la psicóloga no es más que una excusa para meter aún más el dedo en los problemas que han ido apareciendo en la primera hora. La llamada de la psicóloga a su marido después de un accidente en mitad de la carretera hace sospechar al policía del marido de esta. Pero el personaje de Geofrey es tan cínico consigo mismo que mantiene un oscuro secreto ocultando donde se encontraba cuando su mujer le llamó antes de la desaparición. Por otra parte la separada ve desde la ventana de su habitación como la misma noche de los sucesos el marido vecino llega a casa y lanza un objeto a un bosque cercano. Al día siguiente ella se dedica a buscar el objeto después de ver el telediario y enterarse que ha desaparecido una mujer en una carretera cercana. El objeto resulta ser un zapato de tacón de la psicóloga. Por otra parte durante la investigación el policía descubre en que su mujer veía en secreto a la psicóloga y roba unas cintas con las confesiones de su mujer. Cuando las escucha descubre además que ella es consciente de su infidelidad... Porque si hay algo en lo que se aplica el guión es en que nada es lo que parece.

En definitiva, todo se tuerce de manera magistral para que el espectador se sienta (ahora si) identificado con la mentira, que resulta ser uno de los temas de la película. Pero lo que el confiado espectador no puede imaginar es que no sólo mienten los personajes. También lo hacen el director y el guionista. En este sentido son tramposos. Posicionan conscientemente al público para que tome una decisión y juzgue a alguno de los protagonistas de antemano, para luego, en un nuevo giro de guión magistral, darle la vuelta a toda la historia y que todos se den cuenta de lo equivocados que están/estamos por prejuzgar. ¿Cómo? A través de un flash-back explicativo (para que seamos capaces de creerlo) que nos muestra la verdad. Entretanto los personajes se recrean en la mentira cada uno con su propia intención (especial mención me merece la mentira del hijo pequeño del policía por teléfono, que también tiene sus más que justificadas motivaciones) El personaje de LaPaglia aprende una valiosa lección que le hace reencontrarse consigo mismo al descubrirse reflejado con Rush durante la confesión de una infidelidad que no viene al caso.

El colofón al terminar el policía de escuchar la cinta (y el espectador de ver la película) con las confesiones de su esposa podría parecer amable, pero está envuelto en una dosis de mala leche, igual que la confesión cargada de culpa del personaje de Rush contando por fin su oscuro secreto.

No me extenderé más en el guión, pero el análisis pormenorizado del mismo nos llevaría muchas líneas más y no disponemos del espacio. Sólo añadir que se trata de una película de visionado obligatorio (como bien ha recomendado el desconocido profesor de guión de mi desconocido curso de guión) para todo el que se quiera dedicar al tema profesionalmente. La mentira, y las constantes paradojas que plagan el guión lo levantan de manera sutil, lejos del efectismo yanqui. Con una cadencia lenta pero constante que le infieren un estilo muy particular y me atrevería a decir que muy europeo... aunque excluiré de esta catalogación al cine español. Porque estoy absolutamente seguro que este guión es demasiado complejo y elaborado para que en nuestro país ningún productor se atreviese a llevarlo a cabo. De hecho, estoy completamente seguro de que ninguno lo hubiese llegado a leer siquiera hasta el final. Así que mi rendido homenaje a Jan Chapman, el productor de la cinta, por una película tan difícil, y por supuesto a mi desconocido profesor de guión por recomendarla a sus alumnos.

Por cierto, Lantana es un arbusto perenne cuyas flores brotan todo el año en climas cálidos con una gran gama de tonalidades... juzguen por si mismos después de verla y no por lo que yo les pueda contar, seguro que les mentiria.

Víctor Gualda.

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