martes, 29 de enero de 2008

LA CARTA ESFERICA

Que el cine español es un moribundo que da bandazos sin rumbo fijo es algo que no pasa desapercibido a cualquier observador optimista. Por este motivo la mayoría de las productoras no se arriesgan. Un director reconocido, Uribe en este caso. Unos actores presuntamente solventes, Carmelo Gómez y Aitana Sánchez Gijón. Y una adaptación del título de un escritor superventas en nuestro país, Arturo Pérez reverte. Son una buena combinación de factores a priori para sacar un producto ganador. No es el caso que nos ocupa.

“La carta esférica” es una película mediocre que no desentona con el actual panorama del cine español. Ni para bien, ni para mal. El argumento se resume con facilidad. Unos planos de un barco hundido, una mujer ¿misteriosa?... aunque más bien se podría decir interesada. Un par de malos estereotipados (me recuerda las películas del cine clásico en las que el malo era reconocible porque llevaba bigote) y un marinero buenazo fuera de su medio que se deja llevar por la bragueta. Sólo hay que añadir que los planos son de un galeón hundido con tesoro incluido, y seguro que el hábil lector-espectador ya se ha imaginado todo lo que va a pasar en la película. Pues si el espectador hace el ejercicio de coger un papel y escribir todo lo que se le ocurra, apuesto a que acertará y todavía se le ocurrirán un par de cosas que se podrían haber incluido en la película. Y es que el problema creo que viene de atrás. Es decir del manuscrito original. El escritor utiliza casi siempre la misma técnica. Crea una trama sencilla, y paralelamente mete una trama histórica llena de documentación, que cuando lees la novela es la parte más interesante, pero que al adaptarla a guión no hace avanzar la trama y hay que prescindir de ella. Sólo se puede incluir una pequeña parte que sirve de “sustento ideológico” de la trama principal y que suele ser de tipo pseudo-policial. Lo hizo con “Alatriste”, lo hizo con “El club Dumas” (“La novena puerta”), “La piel del tambor”..., lo hizo con casi todas sus novelas. De esta forma garantiza una lectura amena que proporciona al lector medio cierto conocimiento, pero que siempre da la impresión de que falla en la resolución, porque este se cierran con estereotipos mil veces vistos o leídos.

Así que con una base tan poco cimentada, todo el peso queda en manos de los actores. En el caso de “La carta esférica” estos no son capaces además de levantar una película tan mal estructurada. La primera parte del metraje no acaba de engancharte del todo. El guión marea al protagonista pero la trama no acaba de arrancar. Las escenas se repiten al menos dos veces sin que lleven a ningún lado. Peleas, enfrentamientos verbales, escenas de sexo, escenas de enfado entre los protas, escenas de seducción, escenas de búsqueda infructuosa, dos intentonas en el momento del descubrimiento... así todo el metraje hasta que acabas hasta el moño de ver una y otra vez lo mismo. Sólo me atrevería a salvar de la quema la relativa sorpresa del descubrimiento parental de la protagonista con uno de los antagonistas y la secuencia en la que un actor secundario, (fantástico Carlos Kaniowsky) con todo el cinismo, mala ostia, y mucha carga de dobles sentidos (que además corresponde con la información oculta mencionada respecto a barcos y parentescos, hace avanzar la encallada trama) les da los datos imprescindibles que necesitan para llegar al lugar en el que está hundido el ansiado barco. Curioso que siendo una iniciativa de la protagonista no se le ocurriera recurrir a él desde el segundo minuto de película. Pero bueno, esto es cine. Volviendo a los actores, me da la oscura impresión de que Uribe tiene demasiada confianza en la solvencia y experiencia de ambos y les ha dejado actuar a su libre albedrío, olvidando que los personajes, independientemente del orden que establezca el plan de trabajo, necesitan una evolución emocional de la que se ocupa el director. No puede ser que las interpretaciones, especialmente la de Aitana sea tan plana a lo largo de 104 minutos. Ni que hablar de las dos secuencias de sexo, casi seguidas en la que la actriz sobreactua intentando dejar claro que ella es la que impone su ritmo y no se deja dominar. Carmelo defiende con dignidad el personaje, pero acaba uniéndose a la fiesta de despropósitos y acercándose peligrosamente al estereotipo que domina a los “malos”... que son todos.

En definitiva, que ni actores, ni técnicos de reconocido prestigio, Aguirresarobe en la fotografía, Font en el montaje o Mendizábal en la banda sonora, son capaces de arrastrar el lastre que lleva el texto de la película, demostrando una vez más la importancia de contar con un buen guión. Va a ser difícil que las salas cinematográficas y concretamente el cine español recupere a los espectadores que perdió el pasado año con estás películas que buscan lo seguro. Porque lo único seguro es que el DVD se apaga en mitad de la película si no te gusta a ti y a tus colegas y/o familia, y pones otra. Mientras en las salas, el espectador se piensa mucho en que película dejar siete euros por cabeza más complementos. Al tiempo que políticos incompetentes se dan palmaditas en la espalda cuando una o dos películas al año levantan la cuota de pantalla y entre partidos utilizan la excusa del cine para insultarse.

Víctor Gualda

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