En fin, poco se puede decir a nivel cinematográfico de esta película. Su atractivo radica en que la dirige Neil Jordan, al que se le presupone una cierta calidad basada en anteriores producciones, e interpretada por una Jodie Foster que se prodiga poco en la pantalla grande (una película por año, como buena estrella que es). Lo que no puedo entender es la motivación que le ha llevado a elegir la producción que comentamos. Tal vez que es un personaje femenino principal protagonista en la que los actores masculinos son relegados a meras comparsas. Pero fuera de esta razón (que es de peso, no crean que no) poca motivación más se me ocurre. Tal vez el “salario”, pero no creo que Jodie esté nada mal de dinero. Así que descarto esta opción.
En cuanto al argumento, tema, estructura, ritmo, tono e interpretación hay poco que comentar. Es una thriller correcto, que se puede traducir por paralelismo en un western, en el que las praderas han sido sustituidas por edificios y calles de un Nueva York que corresponde más al que conocemos de los ochenta, que al que nos muestra el cine norteamericano actual (por cuestiones de trasfondo, y de mensaje implícito adherido al argumento). Pero por partes. Decía que puede compararse con un Western porque el tema es la venganza. Una joven y guapa pareja multirracial a punto de casarse saca a pasear a su perro por el parque de noche, y son agredidos por un grupo de chavales sin motivación aparente. Pero claro, los medios de comunicación nos saturan cada día con hechos violentos sin más fin que el de grabarlo en el móvil. Algo de esto hay en la película. La paliza acaba de mala manera para el buen chaval medico. Lo cierto es que la situación produce algo más que magulladuras en nuestra protagonista e inicia una carrera de obstáculos poco definidos. ¿Venganza? ¿miedo?... da igual, en los estates cualquier excusa es buena para comprar un arma. La motivación esta servida. Nuestra protagonista se convierte en un ave nocturna que como única forma de redención, encuentra liberar a la maravillosa ciudad que un día fue (antes de los atentados, claro) con el alcalde republicano Rudolph Giuluani y reconvertirla, en una ciudad respetable a base de tiro limpio. Y es que los ochenta, años en los que Harry el sucio protegía la city hasta la llegada del italoamericano en 1994, quedan lejos, y una nueva “brave one” ha llegado.
Por supuesto, como el peso es demasiado grande para su espalda, entra en juego una baza que le garantiza la bendición que otorga la placa del “cura” (como sustento moral me refiero) que representa a Dios-ley. Un buen (como no) poli interesado en su caso entra en la trama con su propia subtrama a cuestas. Las motivaciones; de nuevo poco claras. ¿Le cae bien? ¿Es fan del programa de radio que ella presenta? ¿le gusta? Por si acaso, los guionistas dejan claro que el sheriff está divorciado. Es un abnegado policía que sólo quiere cumplir con su obligación. Obligación obstaculizada por la ley (aquí esta la paradoja que echabais de menos) Un malo maloso al que no vemos hacer ninguna de las acusaciones que se le imputan, tipo trafico de drogas, trafico de personas, armas... resulta que este señor del que tenemos que creer que es tan malo, es intocable para la justicia gracias a su amplio equipo de abogados. Así que la vengadora enmascarada con la justificación de que hay una extraña en ella, está dispuesta a hacer el trabajo sucio. Su seguridad ha aumentado de tal forma que ya no necesita pistola. Ella misma se convierte en un arma mortal. Por supuesto nuestro poli que ejerce de bueno, pero no de tonto, se queda del tema al hacer unas comprobaciones tipo CSI y pronto sabe que es ella la vengadora.
Por supuesto, un espectador poco atento que chatea en internet mientras ve la película ya se imagina lo que va a pasar. Más, después de la secuencia de la rueda de reconocimiento, en la que Jodie hace como que no reconoce a su agresor, para así luego poder ocuparse ella misma. Una secuencia excusa con video del móvil para que el espectador no olvide lo que sucedió en la presentación, y se ponga de parte de ella, y la secuencia más “peligrosa” (y no me refiero cinematográficamente) de toda la película. La devolución del “favor” por parte del poli... Una puta locura vamos.
Y es que bajo mi modesta opinión, el planteamiento de la película. Y me refiero al trasfondo, es muy peligroso en un país con una mentalidad tan cuadriculada y conservadora como la americana, con la dificultad añadida de que allí cualquiera puede tener un arma. No quiero resultar moralista, pero el mensaje viene a querer decir que lo mejor contra la burocracia (conflicto y problema real de la película) es la ley del talión. La venganza está justificada y protegida por sus representantes. Lo importante es el fin. Y este no es otro que el de limpiar las calles de basura negra y latina (muy encubierto este punto con el novio y el policía, pero implícito) de puteros y traficantes. Así que la ley del far west sigue vigente. Lo importante es que no sea evidente. Porque lo que no se ve, no existe. La protagonista tiene la oportunidad de apoyarse en la ley en la rueda de reconocimiento. Pero en vez de eso, elige tomarse la justicia por su mano. Está bien. La ley es una mierda y la burocracia aun más. Pero tal vez hubiese estado bien que se planteara la posibilidad de que hay que buscar soluciones contra el paro, la delincuencia, los proxenetas, los traficantes o la arbitrariedad de las leyes. No que la única solución posible fuese ejercer de manera poco ortodoxa como vengadores (ni siquiera en las pelis de Harry). Y es que el cine no deja de ser un reflejo de la sociedad. Y la norteamericana está bien podrida. Al menos eso es lo que nos muestran en su cine “social” y su política exterior.
Víctor Gualda
En cuanto al argumento, tema, estructura, ritmo, tono e interpretación hay poco que comentar. Es una thriller correcto, que se puede traducir por paralelismo en un western, en el que las praderas han sido sustituidas por edificios y calles de un Nueva York que corresponde más al que conocemos de los ochenta, que al que nos muestra el cine norteamericano actual (por cuestiones de trasfondo, y de mensaje implícito adherido al argumento). Pero por partes. Decía que puede compararse con un Western porque el tema es la venganza. Una joven y guapa pareja multirracial a punto de casarse saca a pasear a su perro por el parque de noche, y son agredidos por un grupo de chavales sin motivación aparente. Pero claro, los medios de comunicación nos saturan cada día con hechos violentos sin más fin que el de grabarlo en el móvil. Algo de esto hay en la película. La paliza acaba de mala manera para el buen chaval medico. Lo cierto es que la situación produce algo más que magulladuras en nuestra protagonista e inicia una carrera de obstáculos poco definidos. ¿Venganza? ¿miedo?... da igual, en los estates cualquier excusa es buena para comprar un arma. La motivación esta servida. Nuestra protagonista se convierte en un ave nocturna que como única forma de redención, encuentra liberar a la maravillosa ciudad que un día fue (antes de los atentados, claro) con el alcalde republicano Rudolph Giuluani y reconvertirla, en una ciudad respetable a base de tiro limpio. Y es que los ochenta, años en los que Harry el sucio protegía la city hasta la llegada del italoamericano en 1994, quedan lejos, y una nueva “brave one” ha llegado.
Por supuesto, como el peso es demasiado grande para su espalda, entra en juego una baza que le garantiza la bendición que otorga la placa del “cura” (como sustento moral me refiero) que representa a Dios-ley. Un buen (como no) poli interesado en su caso entra en la trama con su propia subtrama a cuestas. Las motivaciones; de nuevo poco claras. ¿Le cae bien? ¿Es fan del programa de radio que ella presenta? ¿le gusta? Por si acaso, los guionistas dejan claro que el sheriff está divorciado. Es un abnegado policía que sólo quiere cumplir con su obligación. Obligación obstaculizada por la ley (aquí esta la paradoja que echabais de menos) Un malo maloso al que no vemos hacer ninguna de las acusaciones que se le imputan, tipo trafico de drogas, trafico de personas, armas... resulta que este señor del que tenemos que creer que es tan malo, es intocable para la justicia gracias a su amplio equipo de abogados. Así que la vengadora enmascarada con la justificación de que hay una extraña en ella, está dispuesta a hacer el trabajo sucio. Su seguridad ha aumentado de tal forma que ya no necesita pistola. Ella misma se convierte en un arma mortal. Por supuesto nuestro poli que ejerce de bueno, pero no de tonto, se queda del tema al hacer unas comprobaciones tipo CSI y pronto sabe que es ella la vengadora.
Por supuesto, un espectador poco atento que chatea en internet mientras ve la película ya se imagina lo que va a pasar. Más, después de la secuencia de la rueda de reconocimiento, en la que Jodie hace como que no reconoce a su agresor, para así luego poder ocuparse ella misma. Una secuencia excusa con video del móvil para que el espectador no olvide lo que sucedió en la presentación, y se ponga de parte de ella, y la secuencia más “peligrosa” (y no me refiero cinematográficamente) de toda la película. La devolución del “favor” por parte del poli... Una puta locura vamos.
Y es que bajo mi modesta opinión, el planteamiento de la película. Y me refiero al trasfondo, es muy peligroso en un país con una mentalidad tan cuadriculada y conservadora como la americana, con la dificultad añadida de que allí cualquiera puede tener un arma. No quiero resultar moralista, pero el mensaje viene a querer decir que lo mejor contra la burocracia (conflicto y problema real de la película) es la ley del talión. La venganza está justificada y protegida por sus representantes. Lo importante es el fin. Y este no es otro que el de limpiar las calles de basura negra y latina (muy encubierto este punto con el novio y el policía, pero implícito) de puteros y traficantes. Así que la ley del far west sigue vigente. Lo importante es que no sea evidente. Porque lo que no se ve, no existe. La protagonista tiene la oportunidad de apoyarse en la ley en la rueda de reconocimiento. Pero en vez de eso, elige tomarse la justicia por su mano. Está bien. La ley es una mierda y la burocracia aun más. Pero tal vez hubiese estado bien que se planteara la posibilidad de que hay que buscar soluciones contra el paro, la delincuencia, los proxenetas, los traficantes o la arbitrariedad de las leyes. No que la única solución posible fuese ejercer de manera poco ortodoxa como vengadores (ni siquiera en las pelis de Harry). Y es que el cine no deja de ser un reflejo de la sociedad. Y la norteamericana está bien podrida. Al menos eso es lo que nos muestran en su cine “social” y su política exterior.
Víctor Gualda
3 comentarios:
Por un lado,decir que N.Jordan nos ofrece uno de los momentos de más mal gusto del cine posmoderno(que ya es decir en ciertos casos):el montaje paralelo de los cuerpos tras la paliza en el hospital y una escena de la pareja follando.
También diría,en consonancia al último párrafo de la crítica,que es interesante pulsar el cine como documento(interesado o espontáneo)de una época:invito a comparar la cinta con "Taxi driver",no sólo por Jodie,sino porque la referencia es a veces hasta explícita.Desde la mirada neurótica de un taxista o desde el duelo de alguien que capta los sonidos de la ciudad,se trata de darle un orden a tremendo caos.Desde un dominio presto a elecciones o desde el poder de los media y el youtube.Y Desde la segregación racial o desde el buenrrollismo racial,ambas pelis hablan de lo mismo con 30años de lapso,y en el caso de "La extraña que hay en tí" se trata de echar más madera al miedo y demás que ya apuntas.
Zero
absolutamente, la secuencia del taxi suena a guiño a "Taxi Driver" (también otras) pero las comparaciones son odiosas. Como muestra un botón. En la sección "textos de cine" os dejo la traducción de la descripción del Travis Bickle de Paul Schrader. Si después de ver "La extraña que hay en ti" veis algo en común entre el personaje de Jodie y el de Robert, es que algo falla en mi DVD.
Bi.
See HERE
Publicar un comentario