Es curioso lo que ha sucedido con esta pequeña “peliculita” y no lo digo en tono despectivo hacia sus creadores, sino más bien hacia la gran masa de la población consume-cine de nuestro país. De ser una película que parecía haberse colado en los Goya de prestado, se ha convertido en la más solicitada de nuestras estanterías, e incluso Cameo se va a lanzar a reestrenarla esta misma semana en las salas. Tengo que comunicaros que la película sigue siendo la misma que antes de los premios de nuestra academia. La misma por cierto que fue al pasado festival de Cannes, donde Rosales es seguido con interés desde su anterior fantástica opera prima “Las horas del día”. Y es que en nuestro país somos por norma general los últimos en enterarnos de lo que pasa en casa.
Lo primero felicitar a su director Jaime Rosales que igual aun no lo sabe, pero acaba de pasar de ser un perfecto desconocido, a ser una estrella mediática a la que mirar con lupa en su próximo proyecto... El hombre del momento tiene motivos fundados para dar las gracias a su equipo, porque si algo hay que destacar no son los premios que le dieron, sino a los que no le nominaron. Para empezar, y con permiso de Maribel (Verdú) me gustaría felicitar a Petra Martínez que bajo mi modesto punto de vista hace la mejor interpretación femenina del año, e injustamente, ni siquiera ha sido nominada. A Petra (Antonia en la película) ya la conocéis por el corto de Mateo Gil que colgamos la semana pasada “Allanamiento de morada” pero en esta, borda a la perfección el papel de madre y eje de tres de las protagonistas femeninas. Por otro lado esta la otra madre, la separada que con su hijo decide irse a vivir a Madrid (Sonia Almarcha), que también hace un papel complicado merecedor de algún reconocimiento... pero más tarde hablaré de la interpretación.
Se equivocan aquellos que la critican la película porque dicen aquello de “es que no pasa nada”. Al igual que en “Las horas del día”, la película tiene una línea dramática perfectamente delineada con todos los elementos de rigor. Pequeña no significa descuidada. Resulta un poco engañosa para el espectador despistado porque el ritmo es lo que condiciona al usuario medio de cine comercial. En el caso de “La soledad” el director trata de que este sea casi documental para aportarle el mayor realismo posible al metraje. De esa forma condiciona los elementos más “cinematográficos”; la fotografía que busca el mayor realismo posible con una imagen neutra y cero movimiento de cámara, tratando de colocar al espectador en un punto objetivo. Por otro lado, ningún tipo de música que altere o condicione las emociones. Pero curiosamente utiliza un recurso expresivo que no deja de ser estético y por tanto que se salta su propia norma, la muy comentada "polivisión", que no es otra cosa que la utilización de un par de cámaras partiendo la imagen en dos (en plano fijo, eso si) y recogiendo simultáneamente lo que sucede en distintas habitaciones de la casa, o incluso sustituyendo el popular plano contraplano de toda la vida. La idea, o la excusa, no lo sé, creo que es que permite contemplar las reacciones de los actores aportando más realismo, más inmediatez, pero el tipo de interpretación no necesita de estos recursos en realidad, con lo cual no deja de ser pura estética.
La película se plantea como pequeños dramas cotidianos. (¿La cotidianeidad como forma de expresión no la hemos visto con Guerín en “En construcción”, o incluso en las últimas de Gus Van Sant?) desarrollados por dos tramas principales asentadas sobre la base de los personajes. Por una parte una madre divorciada que se traslada a Madrid con su hijo de apenas un año, y sus dos compañeros de piso, de una de las cuales, Ines (Miriam Correa) parte la otra trama que da forma a este conglomerado de problemas cotidianos, y que consiste en su relación con los miembros de su familia. Así el director nos anuncia los cambios de acto por capítulos (no deja de ser una estructura convencional) con un punto de giro bastante duro mediada la película, que hace plantearse al espectador como va a reaccionar la involucrada. No desvelare las claves de la trama, pero insisto en que no se salta los lugares comunes del cine convencional. Lo que hace es mostrarlos de forma “más objetiva”. Solo añadir que tiene mucho en común en su estructura y forma de contar la historia con la anterior “Las horas del día”, con lo cual el espectador avisado no se sorprenderá.
En cuanto a la interpretación, el director ha debido utilizar un método muy común en el rodaje con actores no profesionales (aunque en este caso lo son) consistente en dibujar la estructura de las secuencias, marcar lo que debe pasar en cada una de ellas, para luego improvisar con los actores y hacer que hagan suyo el inexistente texto. De esta forma el actor se hace con el personaje y se consigue un efecto más realista en los diálogos. Tal vez en este punto sea muy repetitiva la opción de no mover a los actores, me refiero a la puesta en escena. Los personajes conversan, se pelean o se expresan en la mayor parte de las ocasiones sentados. Bien alrededor de una mesa, o en un sillón, pero pocas veces expresan dramáticamente la situación sino es por boca, cuando la expresión corporal es tan importante como lo que se dice, más si hacemos caso a los clásicos que parecen servir de inspiración a Rosales, e incluso si nos fijamos en situaciones parecidas de nuestro entorno. De cualquier forma mi más sincera felicitación a todo el reparto porque están fantásticos, y este pequeño detalle de la puesta en escena es sólo una cuestión de dirección.
Para cerrar esta crítica, quiero felicitar a Rosales por la valentía de acercar este tipo de cine al espectador medio saturado de explosiones y efectos especiales. A sus productores por una apuesta arriesgada, aunque estoy escuchando estos días que es cine independiente y no puedo estar más en desacuerdo, porque en nuestro país no existe el concepto de industria, y en la producción de esta película (tenga el presupuesto que tenga) han intervenido los conductos habituales de producción y distribución. Ministerio, TVE, Televisión de Catalunya, ICO, Media (CEE), Catalan films, The Match factory, Wanda Visión, Cameo... y esto no es lo que habitualmente entendemos por cine independiente. Aún así, felicidades y gracias por esta pequeña obra maestra que acerca lo cotidiano a la ficción. Ojala hubiese muchos productores dispuestos a arriesgar, seguramente se levantaría el nivel del moribundo cine español.
Víctor Gualda.
Lo primero felicitar a su director Jaime Rosales que igual aun no lo sabe, pero acaba de pasar de ser un perfecto desconocido, a ser una estrella mediática a la que mirar con lupa en su próximo proyecto... El hombre del momento tiene motivos fundados para dar las gracias a su equipo, porque si algo hay que destacar no son los premios que le dieron, sino a los que no le nominaron. Para empezar, y con permiso de Maribel (Verdú) me gustaría felicitar a Petra Martínez que bajo mi modesto punto de vista hace la mejor interpretación femenina del año, e injustamente, ni siquiera ha sido nominada. A Petra (Antonia en la película) ya la conocéis por el corto de Mateo Gil que colgamos la semana pasada “Allanamiento de morada” pero en esta, borda a la perfección el papel de madre y eje de tres de las protagonistas femeninas. Por otro lado esta la otra madre, la separada que con su hijo decide irse a vivir a Madrid (Sonia Almarcha), que también hace un papel complicado merecedor de algún reconocimiento... pero más tarde hablaré de la interpretación.
Se equivocan aquellos que la critican la película porque dicen aquello de “es que no pasa nada”. Al igual que en “Las horas del día”, la película tiene una línea dramática perfectamente delineada con todos los elementos de rigor. Pequeña no significa descuidada. Resulta un poco engañosa para el espectador despistado porque el ritmo es lo que condiciona al usuario medio de cine comercial. En el caso de “La soledad” el director trata de que este sea casi documental para aportarle el mayor realismo posible al metraje. De esa forma condiciona los elementos más “cinematográficos”; la fotografía que busca el mayor realismo posible con una imagen neutra y cero movimiento de cámara, tratando de colocar al espectador en un punto objetivo. Por otro lado, ningún tipo de música que altere o condicione las emociones. Pero curiosamente utiliza un recurso expresivo que no deja de ser estético y por tanto que se salta su propia norma, la muy comentada "polivisión", que no es otra cosa que la utilización de un par de cámaras partiendo la imagen en dos (en plano fijo, eso si) y recogiendo simultáneamente lo que sucede en distintas habitaciones de la casa, o incluso sustituyendo el popular plano contraplano de toda la vida. La idea, o la excusa, no lo sé, creo que es que permite contemplar las reacciones de los actores aportando más realismo, más inmediatez, pero el tipo de interpretación no necesita de estos recursos en realidad, con lo cual no deja de ser pura estética.
La película se plantea como pequeños dramas cotidianos. (¿La cotidianeidad como forma de expresión no la hemos visto con Guerín en “En construcción”, o incluso en las últimas de Gus Van Sant?) desarrollados por dos tramas principales asentadas sobre la base de los personajes. Por una parte una madre divorciada que se traslada a Madrid con su hijo de apenas un año, y sus dos compañeros de piso, de una de las cuales, Ines (Miriam Correa) parte la otra trama que da forma a este conglomerado de problemas cotidianos, y que consiste en su relación con los miembros de su familia. Así el director nos anuncia los cambios de acto por capítulos (no deja de ser una estructura convencional) con un punto de giro bastante duro mediada la película, que hace plantearse al espectador como va a reaccionar la involucrada. No desvelare las claves de la trama, pero insisto en que no se salta los lugares comunes del cine convencional. Lo que hace es mostrarlos de forma “más objetiva”. Solo añadir que tiene mucho en común en su estructura y forma de contar la historia con la anterior “Las horas del día”, con lo cual el espectador avisado no se sorprenderá.
En cuanto a la interpretación, el director ha debido utilizar un método muy común en el rodaje con actores no profesionales (aunque en este caso lo son) consistente en dibujar la estructura de las secuencias, marcar lo que debe pasar en cada una de ellas, para luego improvisar con los actores y hacer que hagan suyo el inexistente texto. De esta forma el actor se hace con el personaje y se consigue un efecto más realista en los diálogos. Tal vez en este punto sea muy repetitiva la opción de no mover a los actores, me refiero a la puesta en escena. Los personajes conversan, se pelean o se expresan en la mayor parte de las ocasiones sentados. Bien alrededor de una mesa, o en un sillón, pero pocas veces expresan dramáticamente la situación sino es por boca, cuando la expresión corporal es tan importante como lo que se dice, más si hacemos caso a los clásicos que parecen servir de inspiración a Rosales, e incluso si nos fijamos en situaciones parecidas de nuestro entorno. De cualquier forma mi más sincera felicitación a todo el reparto porque están fantásticos, y este pequeño detalle de la puesta en escena es sólo una cuestión de dirección.
Para cerrar esta crítica, quiero felicitar a Rosales por la valentía de acercar este tipo de cine al espectador medio saturado de explosiones y efectos especiales. A sus productores por una apuesta arriesgada, aunque estoy escuchando estos días que es cine independiente y no puedo estar más en desacuerdo, porque en nuestro país no existe el concepto de industria, y en la producción de esta película (tenga el presupuesto que tenga) han intervenido los conductos habituales de producción y distribución. Ministerio, TVE, Televisión de Catalunya, ICO, Media (CEE), Catalan films, The Match factory, Wanda Visión, Cameo... y esto no es lo que habitualmente entendemos por cine independiente. Aún así, felicidades y gracias por esta pequeña obra maestra que acerca lo cotidiano a la ficción. Ojala hubiese muchos productores dispuestos a arriesgar, seguramente se levantaría el nivel del moribundo cine español.
Víctor Gualda.
8 comentarios:
Fast Eddy Felson:
En el cine,como el la vida,todo es cuestión de ritmo.
A aquellos que desprecian este tipo de cine,les diría que cerrasen los ojos.Y al abrirlos, mirasen las cosas como el que vé por primera vez.
Pienso lo mismo de Petra Martínez, me encanta, me la traería a casa. En cuanto al ritmo, me parece necesario vivir así para apreciar las pequeñas cosas, que x lo menos a mi me hacen feliz. Creo que esta película no está hecha para el tipo de seres humanos que buscan siempre lo exagerado. Para exagerado, el gentío y el ruido que se respira en Madrid y que en la pelicula no se ve reflejado (quizá fuera ese el punto de imaginación desbordante)
Nadie es profeta en su tierra. Rosales tampoco, pero eso no es novedad.
No he visto la peli, y tardaré me temo en poder verla, pero ganas no me faltan. De todos modos, y a raíz de la crítica y los comentarios, creo que sería necesario matizar si lo que acusa la película es un ritmo lento, o una falta de ritmo. Porque para mi, e imagino que para los demás, son cosas bien diferentes. Imagino que aquí hablamos de lo primero, no?
la película tiene un ritmo interno propio que trata de responder a la realidad de forma casi documental, eso no sigunifica que le falte ritmo, si no que es coherente con el ritmo que impone la historia. Es cierto que es lenta, pero de ninguna forma esta falta. Tal vez lo que la diferencie, es que estamos acostumbrados al ritmo MTV que se ha impuesto en televisión y cine americanos, y la película corre el riesgo de aburrir al espectador desprevenido. Pero como decia en el artículo en la película no dejan de pasar cosas... y a diferencia del cine yanqui(en general), invita a reflexionar.
Bi.
Extraño poder decir que este año ha habido cierta justicia a la hora de elegir la mejor peli del año.... Por suerte este, sera la excepcion que confirme la regla.
la justicia está en que exista una alternativa, que no es poco en el cine español... y cuidado, porque es posible que la excepción se convierta en regla.
Me alegro de que en una cosecha tan mala como la del 2007 la más beneficiada fuese 'La soledad'. El año pasado creo que fueron injustos con 'Ficción', de Cesc Gay, que iba en una línea parecida y fue ninguneada (ni una sola candidatura, ni siquiera nominaron a Eduard Fernández). Mi crítica negativa de 'La soledad': la duovisión a veces sobra (creo).No sé si es necesaria una justificación, pero considero que a ratos no tiene ninguna.
"Ficcion" magnifica. Otra peli mas que solo la conoceran 40.000 (eso si llega) cinevidentes?.
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