jueves, 14 de febrero de 2008

LOS TESTIGOS

Tal vez sea Techiné uno de los directores que con mayor justicia haya sido calificado de “muy francés”.Este apelativo, tan peyorativo, quizá sirva para distanciarnos de una cultura que ya corrimos a gorrazos cuando traían su código napoleónico.Los tópicos son así, sin vuelta de hoja:un cine de personajes, la mayoría burgueses, muy independientes, con la vida tan resuelta como para permitirse infedilidades y demás exploraciones del tiempo de ocio, que dialogan y dialogan lo que otros resolveríamos a hostias, siempre fieles a sus valores, sinceros hasta el tuétano.
Si en “Los juncos salvajes”(obra maestra con mayúsculas incomprensiblemente no editada en DVD) las quiebras y dudas se originan por el tormentoso paso de la adolescencia, en “Los testigos” lo que muestra la fragilidad del ser humano es una cuestión de coyuntura:el surgimiento del Sida a principios de los 80.
Mientras el Cáncer es una Intifada, la multiplicación caótica de células, contra el Sida se libra una guerra:así, tras los 70 en que se recogían las rosas caídas del cielo,el Sida trajo consigo el castigo divino a la depravación, tan repentino como devastador, librando una guerra de trincheras sin trincheras, y de tan inesperado que muchos cayeron como moscas.

Tan a bocajarro aparece esta pandemia que en nuestro protagonista(Manu,un joven gay,vitalista y de provincias) no se operan grandes cambios, salvo los propios de un cuerpo enfermo y un humor más agrio.Simplemente deja testimonio.
Así, como uno de tantos que cayeron sin saber por qué, tal vez haya sido escogido a traición por vivir como quiso, y por ello las cuestiones morales sobran.No es un personaje conciencia, sino una víctima.Pero vayamos por partes:
Como en una de tantas “familias” que se forman de manera espontánea, hay una serie de personajes que gravitan en torno a Manu.Y aquí es donde Techiné muestra su gran sensibilidad no sólo para dirigir actores,sino para guiar sus sentimientos.Todos ellos giran en torno a la individualidad y al sacrificio(o véase la responsabilidad), y tal vez el personaje más cercano a la pureza de Manu sea Adrien, un médico gay cincuentón interpretado de manera portentosa por Michel Blanc, que convierte su amor platónico hacia Manu en un compromiso lavado de interés.Si una imagen ha de resumir el filme es la de un Adrien borracho y despechado, que al borde del ridículo atisba en el pecho de Manu unas manchas sospechosas.Sólo los grandes hombres reaccionan como en ese momento lo hace el personaje interpretado por Michel Blanc.
Adrien contrasta así con el egoísmo de Sarah (Emmanuelle Béart) y la aspiración de triunfo personal y la cerrajón a la vida de Julie, la hermana de Manu, o del marido de Sarah, un arribista que comparte pasión y orígenes humildes con nuestro protagonista.
Por tanto, como en otras películas de Techiné, los personajes más férreos son los femeninos.
Y si me centro en el personaje de Sarah es porque rechaza su reciente maternidad.Caprichosa, trivial, excesivamente segura de si misma, impermeable a un matrimonio que no funciona, vé a su bebé como un estorbo(en esa no asunción de la maternidad, que contrasta claramente con el sacrificio de Adrien hacia Manu, seguramente haya una crítica a ese segundo sexo del que habló la Beauvoir).En este sentido es impagable la conversación que mantiene con su madre (que le hace ver la fragilidad y el milagro de la vida) o cuando trasportan el cuerpo de Manu al pueblo donde creció.Cuando descubrimos ese álbum de fotos y la figura de su padre, el personaje adquiere una dimensión casi que arquetípica.

Por todo ésto, tal vez la reflexión de la película sea la progresiva pérdida de la interdependencia de la sociedad occidental, donde aún nos manejamos con fronteras verticales (véase las de clase)pero en la que nacen uniones de nuevo cuño como la orientación sexual.
Y contrariamente a otras producciones, la enfermedad es vista desde la distancia, sin garra ni fatalismo, adoleciendo de manera premeditada de esa “panache” que los franceses tanto exigieron a Miguel Induráin.La muerte no cierra el film, sino un epílogo tan moral como anecdótico, que muestra que si bien los juncos se contorsionan, no quiebran.

Así es el cine de este gran director, que recoge la modernidad del Renoir menos militante y cuyo empeño es el de hacer la crónica del hombre en cambio, con sus dudas y deseos, en contacto con los otros y con la naturaleza.

Zero en conducta

6 comentarios:

Anónimo dijo...

aunque estoy de acuerdo practicamente en todo, hay algo que me llama la atención. Es cierto que Manu es el pivote sobre el que giran todos los personjes. Pero curiosamente me parece el menos protagonista de todos. Para mi en realidad, él es sólo una excusa para contar la evolución de todos los personajes que hay alrededor, y la mentira en la que viven. El polícia hipócrita e interesado, la escritora "madre" egoista, la hermana sosa y acomplejada, el médico también egoista que se siente solo y tiene la necesidad de hacer una buena acción (en realidad en el "epïlogo", cuando Sarah le da el manuscrito, se ve el poco interés sobre algo que ya pasó. Pero sinceramente, no creo que el director consiga lo que pretende. Para mi lo más interesante es la evolución de Manu, y cuando muere,la película cae en picado (tercer acto, no epílogo). De cualquier forma, la película me una "francesada" típica... y es que Techine representa ese cine patrio al que le gusta mirarse el ombligo y pensar que tiene alguna superioridad moral e intelectual sobre el resto de Europa. Y eso juega en su contra.

Bi.

Anónimo dijo...

... un poco como el personaje de Sarah.

Anónimo dijo...

Yo tampoco mostraría interés por el manuscrito(obviando cuestiones de guión),por venir de quién viene,porque no es el momento y porque lo que hay ya está vivido y a veces lo sincero duele(las confesiones de Manu).Y no olvides cómo reacciona cuando el chico del epílogo coge la foto:por ello me parece sincero el sacrificio de Adrien.Situar el microscopio en la psicología profunda de cada uno de nosotros me parece cruel,la imperfección es humana.
Zero

Anónimo dijo...

de nuevo de acuerdo contigo. La sinceridad del personaje de Manu desarma. El cara a cara con Sarah en la secuencia de la cena-beso después de que ella se ha enterado de que es amante de su marido duele (al menos nos doleria a los que no estamos superados como ella). Tal vez sea provocado por guión como forma de conseguir una secuencia de tensión, tal vez como reacción del protagonista ante su propio sufimiento... no lo sé. De cualquier forma, Adrien tal esté enamorado de Manu, pero de cualquier forma es un amor platónico, y la llegada del nuevo chico en el epílogo, es real, físico. La foto está en la habitación de invitados, no olvides el detalle, y representa lo que fue; sueño, ilusión. Por eso es intocable. Una cosita más, el personaje de Adrien no deja de pedir y aprovecharse de su amiga burguesa. Ella no le pide nunca nada a él, sólo quiere que supervise el libro que supone su madurez (por lo de los cuentos)... de cualquier forma, ella representa el punto de vista principal, narradora, y quien dice que no sea además alter ego del director.

Bi

Anónimo dijo...

... y no situo el microscopio. es una película de personajes y trato de entender sus motivaciones, comportamiento y reacciones, esa es la gracia y el interés de este tipo de cine. No el guión, que sólo trata de mostrar un retazo de las vidas de un grupo de gente.

Anónimo dijo...

Discrepo en lo de que el último chico sea algo más físico.Es una relación más cínica, va a ser efímera(el chaval es un viajero y pronto se irá).Por ello Adrien no se moja y disfruta,pero desde la frivolidad.Tiene muy reciente lo de Manu,y quizá le sirva para hechar un polvo y pasar el tiempo.Lo de Manu fue profundo,desgarrador y doloroso.
Y te pregunto:¿Acaso no sería ridículo ver una situación física(ya no digo de cama)entre Adrien y Manu cuando éste y Mehdi han dado rienda suelta a la pasión o cuando el chaval está enfermo?
En esta decisión de no humillarle se haya la naturaleza de este personaje,que funciona como contrapunto de Mehdi(en lo que respecta al deseo)y de Sarah(con relación al compromiso).
Zero