“Supersalidos” resulta ser junto a “Matrimonio Compulsivo” una de las comedias americanas de la temporada. Pero si aquella estaba dirigida por los hermanos Farrelly e interpretada por Ben Stiller, con lo cual estaba llamada a funcionar... al menos a priori. “Supersalidos”, que tal vez debiera pasar como una película únicamente para adolescentes, ha trascendido y se ha convertido en un referente. Su acierto puede que no sea otro que el de producciones anteriores que reflejaban como evoluciona el mundo adolescente en los Estates. Pero básicamente lo que funciona, es que es divertida. ¿Acaso le hace falta algo más a una comedia?
El planeamiento de la película es bastante sencillo. Un par de chavales apartados del centro social del instituto, están a punto de encaminar sus vidas hacia la presunta madurez de la universidad. El problema es que cada uno ha sido admitido en una universidad diferente, con lo cual tendrán que separar sus vidas. Así el conflicto se divide en dos, por una parte el “drama” de la separación, y por otro, el motor de la película, llegar con experiencia sexual a la universidad. El final de curso se acerca, y las oportunidades se reducen. Pero ahora podrán realizar su sueño a cambio de conseguir alcohol para la fiesta de una de las chicas. Para ello, cuentan con la ayuda de un tercer colega con carné falso (en EEUU los jóvenes no pueden comprar alcohol hasta los 21) A partir de este momento las situaciones delirantes se suceden a todo ritmo. Por un lado, el chaval del carné falso, asiste a un atraco en la tienda en la que está comprando. La llegada de un par de policías (uno de ellos, coguionista de la cinta) más adolescentes que él, desencadena una especie de viaje iniciático guiado por la noche.
Por otro lado y como trama paralela, nuestra pareja cae casualmente en una fiesta de “tipos maduros”, en la que tendrán oportunidad de conseguir el alcohol que el tercer miembro de la pandilla ha sido incapaz. Las acciones paralelas se suceden, y también las situaciones disparatadas. Justo a tiempo para llegar a su fiesta y convertirse en los héroes de la misma al haber conseguido el objetivo.
A destacar de la película el desarrollo temporal. Se puede decir que toda ella sucede en un día y sobre todo, una noche. Según los propios guionistas están basadas en sus experiencias y en las de la gente que les rodeaba, pero lo cierto es que a nivel cinematográfico se puede emparentar con producciones tan dispares como “American Graffiti” (que evidentemente varia en el tono, pero no en la idea del miedo a madurar), la fallida “Jo qué noche”, en el desarrollo temporal y el surrealismo de las situaciones, aunque en esta era un solo protagonista y algo mayor. Y como no, en todas las comedias descerebradas que marcaron nuestra adolescencia como "Porky´s", “Los albóndigas en remojo” y demás. Incluso a nivel literario me atrevería a compararlo con el Max Estrella de Valle Inclán (que me perdonen los Valleinclanianos) que a lo largo de una noche recorre las calles de la Bohemia.
Otra cuestión es el trasfondo de la película, que define el tipo de adolescentes que se manejan en los Estates. La película ha dividido el protagonismo en dos estereotipos. Por una parte, el chico sensible algo tímido y parado, y por otra el gordo obsesionado con el sexo y líder carismático de la pareja. Ambos actuaran siguiendo sus roles, pero el final será complaciente para ambos, y bastante “moral”. Porque si el objetivo es conseguir el alcohol y emborracharse, se entiende con dificultad la moralina final de que hay que ser buenos chicos y tener personalidad propia para conseguir ligar. Mientras por otro lado, los policías y el tercer protagonista adolescente, se han saltado todas las leyes que se supone defienden sólo para demostrar que los polis también son divertidos. Me refiero a emborracharse mientras trabajan, abusar de la autoridad, darle un arma a un menor para que dispare, quemar su propio coche para autoencubrirse después de haber atropellado a un chaval etc... Con lo cual uno se pregunta si no será la americana una cultura hipócrita, que conoce la fachada, pero defiende el todo vale... mientras no se sepa. Por otro lado, también el tufillo machista envuelve toda la cinta. A fin de cuentas el punto de vista que domina la película es en todo momento el de los chicos, mientras las chicas son relegadas a meros objetos sexuales, objetivos a conseguir por una pandilla de reprimidos, que sólo son capaces de relacionarse bajo los efectos de las drogas o el alcohol en fiestas destinadas para ello. Probablemente de todo lo anterior, venga ese final tan moralista e hipócrita, como lo es la propia sociedad americana.
Pero dejando a un lado el análisis sociológico, vuelvo a repetir que se trata de una película divertida, que debe verse como mero entretenimiento, ya que todos hemos sido adolescentes y nos podemos sentir identificados con estos perdedores que buscan su lugar en el mundo, y para ello son capaces de todas las cafrerias posibles. Quien trate de ver la película de otro modo, se llevará una desilusión. Esta es simplemente una comedia, de esas que los modernos con animo de delimitar definirán como “nerd”, pero que en realidad no es más que otra, (y eso si) divertida comedia para adolescentes.
Víctor Gualda.
El planeamiento de la película es bastante sencillo. Un par de chavales apartados del centro social del instituto, están a punto de encaminar sus vidas hacia la presunta madurez de la universidad. El problema es que cada uno ha sido admitido en una universidad diferente, con lo cual tendrán que separar sus vidas. Así el conflicto se divide en dos, por una parte el “drama” de la separación, y por otro, el motor de la película, llegar con experiencia sexual a la universidad. El final de curso se acerca, y las oportunidades se reducen. Pero ahora podrán realizar su sueño a cambio de conseguir alcohol para la fiesta de una de las chicas. Para ello, cuentan con la ayuda de un tercer colega con carné falso (en EEUU los jóvenes no pueden comprar alcohol hasta los 21) A partir de este momento las situaciones delirantes se suceden a todo ritmo. Por un lado, el chaval del carné falso, asiste a un atraco en la tienda en la que está comprando. La llegada de un par de policías (uno de ellos, coguionista de la cinta) más adolescentes que él, desencadena una especie de viaje iniciático guiado por la noche.
Por otro lado y como trama paralela, nuestra pareja cae casualmente en una fiesta de “tipos maduros”, en la que tendrán oportunidad de conseguir el alcohol que el tercer miembro de la pandilla ha sido incapaz. Las acciones paralelas se suceden, y también las situaciones disparatadas. Justo a tiempo para llegar a su fiesta y convertirse en los héroes de la misma al haber conseguido el objetivo.
A destacar de la película el desarrollo temporal. Se puede decir que toda ella sucede en un día y sobre todo, una noche. Según los propios guionistas están basadas en sus experiencias y en las de la gente que les rodeaba, pero lo cierto es que a nivel cinematográfico se puede emparentar con producciones tan dispares como “American Graffiti” (que evidentemente varia en el tono, pero no en la idea del miedo a madurar), la fallida “Jo qué noche”, en el desarrollo temporal y el surrealismo de las situaciones, aunque en esta era un solo protagonista y algo mayor. Y como no, en todas las comedias descerebradas que marcaron nuestra adolescencia como "Porky´s", “Los albóndigas en remojo” y demás. Incluso a nivel literario me atrevería a compararlo con el Max Estrella de Valle Inclán (que me perdonen los Valleinclanianos) que a lo largo de una noche recorre las calles de la Bohemia.
Otra cuestión es el trasfondo de la película, que define el tipo de adolescentes que se manejan en los Estates. La película ha dividido el protagonismo en dos estereotipos. Por una parte, el chico sensible algo tímido y parado, y por otra el gordo obsesionado con el sexo y líder carismático de la pareja. Ambos actuaran siguiendo sus roles, pero el final será complaciente para ambos, y bastante “moral”. Porque si el objetivo es conseguir el alcohol y emborracharse, se entiende con dificultad la moralina final de que hay que ser buenos chicos y tener personalidad propia para conseguir ligar. Mientras por otro lado, los policías y el tercer protagonista adolescente, se han saltado todas las leyes que se supone defienden sólo para demostrar que los polis también son divertidos. Me refiero a emborracharse mientras trabajan, abusar de la autoridad, darle un arma a un menor para que dispare, quemar su propio coche para autoencubrirse después de haber atropellado a un chaval etc... Con lo cual uno se pregunta si no será la americana una cultura hipócrita, que conoce la fachada, pero defiende el todo vale... mientras no se sepa. Por otro lado, también el tufillo machista envuelve toda la cinta. A fin de cuentas el punto de vista que domina la película es en todo momento el de los chicos, mientras las chicas son relegadas a meros objetos sexuales, objetivos a conseguir por una pandilla de reprimidos, que sólo son capaces de relacionarse bajo los efectos de las drogas o el alcohol en fiestas destinadas para ello. Probablemente de todo lo anterior, venga ese final tan moralista e hipócrita, como lo es la propia sociedad americana.
Pero dejando a un lado el análisis sociológico, vuelvo a repetir que se trata de una película divertida, que debe verse como mero entretenimiento, ya que todos hemos sido adolescentes y nos podemos sentir identificados con estos perdedores que buscan su lugar en el mundo, y para ello son capaces de todas las cafrerias posibles. Quien trate de ver la película de otro modo, se llevará una desilusión. Esta es simplemente una comedia, de esas que los modernos con animo de delimitar definirán como “nerd”, pero que en realidad no es más que otra, (y eso si) divertida comedia para adolescentes.
Víctor Gualda.
4 comentarios:
Margüita dijo...:
No la he visto, pero me siento como si la viera cada día!!
Cuando llegan a la Universidad la cosa no cambia mucho. Los chavales casi terminan la carrera sin alcanzar la edad legal (21) de consumo y compra de alcohol. Por eso se convierte en algo tan atractivo para ellos (digo yo), que les lleva a confundir el uso y el abuso.
Pero mira, si al menos les da para hacer comedias divertidas, pues algo es algo! (y por supuesto, este es un comentario simplón e irónico, que espero no lleve a malos entendidos)
Ni que viviéramos en Marte.Hubo otras producciones yankis de los 80 que no tenían nada que ver con nosotros, pero si hasta la última secuencia (en el centro comercial)la tenemos muy cerca.
¡¡Que horror los centros comerciales!!
Ya desde lo cinematográfico:divertida,pero las secuencias se hacen muy largas.
Zero
Margüita dijo...:
En Marte no vivimos, no (bueno, igual me he pasado con la generalización). Pero a mi me sigue pareciendo que las diferencias son abismales.
La prohibición del consumo de alcohol hasta los 21 implica prohición de entrada en bares, restaurantes, clubs, fiestas, etc etc. Imposible sin identificación. Esto genera una relación entre el sujeto y el objeto que nosotros nunca entenderemos. Cuántas copas nos habremos tomado aquí antes de los 21? Cuántas discotecas, conciertos, festivales, cenas, madrugadas...?
Y si la semana son 7 días, no dos, ni tres, pues aún más diferencias. En estado de sobriedad el parecido también escasea. Creo que el contacto visual es un privilegio que no valoramos suficientemente. Hasta que nos falta, claro.
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