sábado, 31 de mayo de 2008

EN BUSCA DEL ARCA PERDIDA

El estreno de la última película de la saga Indiana Jones, me pareció una excusa perfecta para hacer una revisión de la trilogía. Después de ver “En busca del arca perdida”, es fácil entender el éxito. Y es que la primera entrega es una obra maestra que merece estar en las listas de mejores películas de la historia.

Todo el mundo sabe que la idea partió de George Lucas, que fue matizada por Philip Kaufman, y que Spielberg además de dirigirla, aportó detalles importantes, pero lo que no tanta gente sabe, es que Spielberg tiene un merito adicional, que probablemente marque el gran éxito de la saga. El caso, es que el “rey Midas” de Hollywood es un gran cinéfilo, que siempre está al tanto de nuevos directores, actores y guionistas. Él fue quien descubrió a Lawrence Kasdam, (que por aquella sólo había conseguido vender un par de guiones en Hollywood) y le dio la oportunidad de dar forma sobre la idea del personaje ya compuesto (Lucas), y a la búsqueda del arca de la alianza (Kaufman). Y es que lo mejor de “En busca del arca perdida” es sin lugar a dudas su guión.

Kasdam, que luego fue guionista de la segunda entrega de “Stars Wars” (para mi, la mejor con diferencia), aportó todo lo que necesita una película de aventuras. Escribió un guión complejo, al más puro estilo clásico de cinco actos No es sencillo que la película no decaiga en un solo momento. Para ello, introduce puntos de giro casi cada diez minutos, y entre el tercero y cuarto (acto), que es el momento más lento, y narrativo del metraje, utiliza acciones paralelas para evitar decaiga el ritmo. Además las constantes escenas de acción, respetan los tempos para que el espectador descanse entre una y otra, pero sin permitir que pierda interés ni un minuto. Cada acción lleva a la siguiente, y el espectador no puede despegar los ojos de la pantalla. Tal vez el último acto, cuando los alemanes han recuperado el arca y se lo llevan a una isla para abrirla, sea el momento más bajo narrativamente, ya que el personaje no interviene directamente en la resolución y la película se solventa en un “Deus ex machina”. Pero para esta ocasión, los efectos visuales introducidos, (que es lo que “peor” ha envejecido de la cinta) y la inteligencia del héroe, suplen a la perfección los esfuerzos físicos.

Otros elementos que influyen directamente en el éxito de Indiana, es la historia de amor entre Ford y Allen (Karen), que sigue las reglas de las series dramáticas y se mantiene en una tensión sexual no resuelta a lo largo de toda la película. Otro es el tono. Es una película de acción, pero en tono de comedia, y es que los constantes gags, inteligentemente distribuidos a lo largo de las casi dos horas, hacen que el espectador se identifique aun más, si cabe, con el personaje interpretado a la maravilla por Harrison Ford. -Me pregunto qué hubiese sucedido si Tom Selleck hubiese aceptado el papel-... Probablemente que él tendría ahora la carrera de Harrison, pero en vez de eso, prefirió hacer la serie Magnum... creo que todos los fans de Indiana Jones se lo agradecemos.

De cualquier forma, como todo tiene una fuente de inspiración, los elementos aventureros del Doctor Jones, me recordaron poderosamente una peli que vi en la infancia cuyo protagonista era el recientemente fallecido Charlton Heston. “El secreto de los Incas” (creo). En ella encontramos muchos de los elementos incluso de vestuario de nuestro héroe. Y es que su “look” es inconfundible. Basta con una sombra que deje entrever su gorro para que sepamos de quién hablamos. Su vestuario forma parte indispensable e inseparable del mito, y en la última entrega, pudimos ver en uno de los maiking off como Spielberg se esmeró en conseguir que le hiciesen a mano una colección de gorros de fieltro de diferentes formas y tamaños para el rodaje, en la tienda de Jones de siempre “Herbert Jonson”, o el látigo de piel de canguro en “David Morgan”. Como un elemento más que le identifica, también la música del habitual de John Williams es imprescindible. Así que este aventurero de Lucas, transformado en una especie de James Bond de Spielberg, parece que va a cumplir su contrato original de cinco partes, que era lo que en principio se firmó con la Paramount (aunque la tercera parecía ser la última). Eso si, me da la impresión que la ilusión inicial se ha sustituido por la maquina de hacer dinero que es la saga; series, cómics, videojuegos, etc... y es que con la pasta que se van a sacar sus responsables con su “arriesgado contrato” (tienen que recaudar al menos lo que costó para empezar a cobrar), Ford parece haber confirmado su presencia en la quinta... si no tardan otros veinte años en rodar.

Víctor Gualda.

miércoles, 28 de mayo de 2008

EL AMOR EN LOS TIEMPOS DEL COLERA

Entiendo que adaptar a Gabriel Garcia Marquez no es un trabajo fácil. El colombiano es uno de los mejores escritores vivos, y adaptarle debe ser un trabajo titánico. La presente película es un claro ejemplo de que este esfuerzo no tiene porque tener como recompensa una película a la altura del manuscrito.

El primer “fallo” de la película es tratar de abarcar todo el libro, que es casi lo mismo que decir abarcar toda una vida. La de Florentino Ariza y Fermina Daza. Para ello el escritor utiliza elipsis temporales, y suprime parte de la vida de sus protagonistas para adaptarse a las 443 páginas que tiene la edición escrita (al menos la que yo tengo), el director Mike Newell y el guionista-escritor-adaptador Roald Harwood, deberían haber hecho algo parecido para adaptarse al formato de dos horas que permite el celuloide. Querer abarcar lo máximo posible del texto escrito les lleva a hacer una película demasiado larga, en la que no hay una continuidad dramática en los personajes, sino una constante precipitación de hechos que no deja meterse en su piel y comprenderlos. Pasan demasiadas cosas en demasiado poco tiempo, y no todas tienen valor dramático (tal vez si melodramático). Por otra parte está claro que el texto escrito permite conocer las reflexiones del personaje más allá de sus actos, y en el formato cinematográfico esto se suple con la voz en off. En la presente se ha utilizado de manera prudente, ya que de lo contrario la narración se hubiese ralentizado hasta parar la acción. Así que Harwood se encuentra en una encrucijada que le obliga a tomar decisiones. Al final se decide por la más lógica y acorde con el formato. Recurrir a las acciones más que a las palabras. Lo que lleva a la siguiente cuestión. El punto de vista.

El punto de vista en el libro permite mantener una mirada objetiva y cambiar de personaje de manera natural porque esta escrito en tercera persona... En la película está repartido entre ambos protagonistas. Lo conocemos todo de ambos. Javier Bardem y Giovanna Mezzogiorno nos muestran las situaciones personales de los personajes por separado y desde sus propios puntos de vista, sin que domine claramente el de ninguno (aunque la idea sea que el principal sea el de Florentino). Con lo cual nosotros no podemos estar de parte de ninguno. Recientemente analizábamos “American Ganster”, que tenia una estructura parecida; el objetivo de cada secuencia era que ambos personajes acabaran encontrándose (excepto en la presentación de ambos) y todo complementaba para que entendiésemos a los personajes y generaba tensión por saber cuando llegaría el delicado momento. En esta, a pesar de que el objetivo claro es el mismo, el problema es que las secuencias sólo nos llevan a entenderlos por separado. Tienen una vida paralela común, y el objetivo de Florentino-Bardem se sobreentiende, pero no tiene nada que ver con el de Fermina-Giovanna (que no tiene uno claro) hasta casi el final.

Luego hay cosas que son difíciles de entender en la película. La más extraña a nivel de dirección es la primera aparición de Bardem. Uno se pregunta si a Fermina ha dejado de interesarle Florentino porque Unax Ugalde le gustaba más que Javier, o hay una razón no explicada de mayor peso (quiero decir que el cambio de actor te saca de la narración). Y es que el cambio de actor, se produce en uno de los puntos de giro del guión. Tal vez en este punto hubiese estado bien que se le hubiese dejado esta escena trascendental a Unax, de forma que entendamos que la negativa le ha cambiado. Pero el espectador es muy consciente del cambio injustificado (mientras que el resto siguen siendo los mismos) y se rompe la imprescindible identificación. Aunque entiendo que teniendo a Bardem se le quiera sacar el mayor partido posible, creo que esta fue una decisión equivocada. Además la respuesta tan brusca e inexplicable por parte de ella hace que al espectador le caiga mal inconscientemente el personaje, aunque sólo sea porque no entiende su decisión (no hay una evolución clara para ella).

Hablando de los intercambios de actor, también se pregunta el espectador por qué el único personaje que cambia y envejece es el del protagonista, mientras el resto siguen siendo evidentes jóvenes maquillados. Todo esto le resta credibilidad a la trama y a los actores, y así es difícil dejarse hipnotizar por esta bonita historia.

Tal vez lo que mejor está reflejado sea la evolución del personaje de Javier. Sus primeras experiencias personales, su desarrollo y su azarosa vida sexual como preparación para el día en que se encuentre con ella. El objetivo del personaje está claro y nada de lo que le pase o de las mujeres que conozca le alejará de ella. Hay una secuencia en la que un personaje secundario le pregunta por qué tiene tanto éxito con las mujeres. Y él en realidad está mostrando lo más profundo se su alma explicando que todas saben que en realidad nunca podrán tenerle, que está vacío... porque él se reserva para una sola mujer, Fermina.

Así que al finalmente me quedo con la sensación de que los grandes meritos del libro, son precisamente los grandes defectos de la película. Las interpretaciones son correctas y bastante comedidas, porque la intensidad está en los acontecimientos, no en el texto. Y esa capacidad para adaptarse y crear un nuevo personaje en cada interpretación, es precisamente lo que hace grande al actor Bardem.

Víctor Gualda.

viernes, 23 de mayo de 2008

LOS CRIMENES DE OXFORD

Aséptica. Esta creo que es la palabra que mejor define esta película. No lo digo con connotaciones negativas ni mucho menos... pero tampoco positivas. El simple hecho de poder hacer cine en nuestro país ya me parece un milagro, y Alex de la Iglesia es un gran director que se involucra en todos sus trabajos. El caso de “Los crímenes...” no puede ser la excepción, por mucho que se aleje del estilo personal que tienen sus anteriores películas. Y paradójicamente ese tal vez sea el mayor problema de la que nos ocupa, que es una película limpia y correcta, pero sin rastro de la personalidad del director. Probablemente esté equivocado, pero me da la impresión de que esta es una película de encargo para hacer caja.

En cuanto al guión, es una perfecta adaptación de la novela de Guillermo Martínez por el guionista habitual de Alex, Jorge Guerricaechevarria y el propio director. Una enrevesada trama de asesinatos y códigos secretos muy al estilo americano. Presentación de los personajes y planteamiento de la trama en los primeros veinte minutos de película. Desarrollo de la trama, subtramas paralelas que enriquecen la principal y posibles culpables en la segunda. Resolución a la hora y media justa, y epílogo aclaratorio con sorpresa final. Todo ello con dos actores de peso como son John Hurt y Elijah Wood. Todo demasiado milimétrico. Casi podría dar por concluida en este punto mi visión de la película... pero antes, me gustaría comentar varios detalles.

En primer lugar, no creo equivocarme al decir que las sombras de Patricia Highsmith y su obsesión por el crimen perfecto, y los dos protagonistas-antagonistas masculinos (que aquí sólo llegan a ser antagonistas en dos secuencias) y sobre todo del maestro Hitchcock a nivel técnico, planean sobre todo el metraje (imagino que primero sobre el libro). Incluso en la fantástica planificación del director. Me encantó la secuencia anterior al primer asesinato, en la que la cámara en un casi plano secuencia (esta cortado a la entrada y salida de la librería) dirige la atención a las acciones de los personajes en una perfecta coreografía y va cambiando el punto de vista para seguir a unos y otros aleatoriamente hasta llegar a la casa de la asesinada. Como digo, me gustó a nivel técnico, aunque resulte tramposa en cuanto a guión. También me encantó el detalle del contraplano contrapicado con un leve travelling cámara en mano hacia Elijah después de hablar con la hija de la primera víctima, cuando ella le dice que le ha involucrado en el crimen en un diálogo lleno de cinismo... y me gusta por la inestabilidad que genera en el protagonista (lastima que lo insinúen, pero no lo utilicen como falso culpable).

Pero aparte de estos dos momentos de cine técnico en estado puro, la película que comienza muy bien con el primer asesinato, tiende a perder interés y ritmo a partir de aquí. La aparición en escena a los cuarenta minutos de Leonor Wathling, que a priori debería dinamizar la trama y crear conflicto entre los protagonistas, se queda en un par de secuencias en las que la atención se fija más en el cuerpo de la actriz que en la trama. Hitchcock lo explicaba claramente en sus conversaciones con Truffaut. Prefería una institutriz en la que el sexo estuviese implícito que una en la que el sexo fuese evidente y distrajese la atención de la historia. Además de estar poco explotada la confrontación entre los protagonistas, también lo está la implicación de la enfermera en la trama. Ella misma se señala como posible sospechosa, cuando es más que evidente que no lo es. Con lo cual, al final el personaje se queda en un figurín sin importancia ni peso especifico. Un personaje femenino que acompaña a los protagonistas pero que no aporta nada.

Por otra parte, sería fácil y gratuito, después de vista, decir que estaba claro cual iba a ser el desenlace desde el principio, pero desde luego todas las posibles dudas se aclaran con la secuencia en mitad del metraje en la que Hurt explica (y el espectador ve en imágenes) la historia del asesino que había escrito una especie de diario con catorce formas de matar a su mujer. No me extenderé para no destripar el final. Lo cierto es que toda la película es un gran papel de caramelo con explicaciones teóricas complejas para distraer la atención de una trama simple, que llegado el clímax del segundo acto, tiene un giro al que se le podría haber sacado partido (me refiero a la secuencia del autobús) pero que se queda en gatillazo porque hay que darle todo el peso a un epílogo que luego tampoco resulta espectacular.

Por otro lado me da la impresión de que los personajes secundarios y posibles sospechosos están descuidados: el compañero de habitación no cumple su función ni genera tensión (interpreta en un tono diferente al resto de los actores); la hija de la primera víctima tiene tres secuencias de interés, y en cada una de ellas parece un personaje diferente, dejando clara la inestabilidad, pero restando interés y credibilidad... además también se señala como posible sospechosa de forma evidente. ¿Por qué en esta película todos se empeñan en ser culpables? Hablando de secundarios, tampoco el policía tiene peso en la trama, y le faltan detalles de personalidad. Luego esta el tema de que en la resolución teórica todo está cogido con pinzas. Me refiero a que los argumentos que se esgrimen no los vemos en pantalla, sino que los conocemos de boca de los personajes en la secuencia explicativa final necesaria para que el espectador entienda, pero que aquí ha servido también de desenlace.

En fin, no quiero que parezca una mala película, porque no lo es, pero desde luego que exprimir a los protagonistas y su verborrea tiene el riesgo de no construir una estructura sólida. A la película le falta tensión, suspense, sorpresa, conflicto, ironía... todos los elementos que hacen grande este género menor.

Sus productores pueden estar contentos (y me consta que lo están) porque tienen un producto comercial, que puede ser explotado a nivel internacional y que está a la altura de la película media americana sin grandes efectos especiales. También Alex, que hace años que debería estar dirigiendo y dando alegrías a los grandes estudios en los States. Pero “Los crímenes...” me deja un sabor agridulce, por la certeza de que podría haber sido mucho mejor película si hubiese seguido a pies juntillas las enseñanzas del maestro del género.

Víctor Gualda.

martes, 20 de mayo de 2008

XXY

Se trata de una película difícil de analizar por varios motivos. El primero de ellos; porque a pesar de que tiene una estructura narrativa reconocible, no está sostenida por la importancia de la trama, sino más bien sobre los personajes que viven una situación concreta. Con lo cual hay que entrar a valorar puntos de vista que no son tan objetivos como en otras películas. Pero lo primero que me gustaría decir es que bajo el mio, es una original y buena película.

El título ya nos anuncia y da pistas de alguna manera del tema que se va a tratar en pantalla. No así en la película. Pues el arranque no está planteado hacia el espectador, sino hacia la situación que viven los personajes y en particular su protagonista Alex (Inés Efron). La llegada a un pueblo costero de Uruguay de una pareja con su hijo Álvaro (Martín Piroyanski), nos introduce como parte de esa familia recién llegada, en la situación extraña que vive la familia de Alex. La tensión que se respira, sobre todo desde el primer momento en el que aparece el padre de Alex, interpretado por Ricardo Darín, anuncia que algo sucede que les hace especiales. Ricardo trata de proteger el secreto que esconde la niña de nombre ambiguo Alex. Durante la primera media hora de metraje, se van dejando pistas, que sin llegar a mencionar el conflicto, dan fe de una situación anormal.

Alcanzado el primer tercio de película hay un giro fantástico entre Alex y Álvaro que deja claro cual es el alcance de la situación. Este giro está además enriquecido con la aparición por sorpresa de Darín, que como voyeaur involuntario hace acto de presencia en el “peor” momento. A partir de este punto, las sospechas del espectador sobre la naturaleza sexual de Alex se aclaran.

El segundo tercio de película, ya más de cara hacia el informado espectador, va complementando el recién reconocido problema, con alguna subtrama informativa. Por un lado, la aparición de unos recortes de periódico que guardaba Darín y que le llevan (también al espectador) a conocer a alguien con un problema similar. Secuencia que bajo mi punto de vista tenía dos posibilidades: Suprimirla; para no abrir más la trama porque no aporta nada a la situación particular del personaje. O haber sido utilizada de manera más efectista (porque está planteada sobre el papel para que así lo sea) de forma que le hubiese llevado a tomar una decisión en el futuro al desorientado Darín, que necesita conocer respuestas que están fuera de su alcance... Sólo Alex puede tomar una decisión (así lo plantea el propio Ricardo en una fantástica secuencia de interpretación cuando cuenta el nacimiento de Alex)

Pero como decía, los conflictos sobre los que se sostiene la película son más entre personajes. Por un lado el conflicto interno de Alex; Por otro el conflicto de un Álvaro también desorientado que ha sido cogido por sorpresa y no sabe que postura tomar; Por otro el conflicto interno de Darín y su mujer que tratan de proteger a su hija y no saben si han hecho lo que tenían que hacer; por otro, el conflicto de Alex con su mejor amigo del pueblo; por otro el conflicto de Darín que no quiere que sus visitantes les observen como un fenómeno extraño; por otro el conflicto de Álvaro con su padre... Creo no equivocarme diciendo que la directora y guionista Lucia Puenzo toma un punto de vista casi objetivo lanzándose a plantear el problema, y que sólo al final se pone de parte de Alex (el personaje cae bien por si solo, tal vez por identificación del espectador con su problema), pero el debate sobre si los padres de Alex han hecho lo correcto está lanzado. Al final de este segundo bloque, es evidente que el secreto se ha convertido en algo de dominio público, y tiene unas consecuencias dramáticas que vuelven a equilibrar el guión para que no se convierta en algo cerrado. Pero el nuevo giro dramático, una vez más sólo es un resorte para que los personajes crezcan. No así para el espectador, que se conforma indignado con compartir la violenta situación que vive la protagonista.

Ahora sólo queda la imposible resolución. El problema de identidad que se plantea no se puede resolver en hora y media. Alex no puede tomar una decisión de nada, tiene quince años y se considera un monstruo, pero el camino para llegar a aceptarse está abierto. La película se tiene que cerrar como se abrió. Con la familia visitante iniciando el viaje de regreso a la gran ciudad. Tal vez hayan aprendido algo sobre ellos mismos, tal vez el único que haya sido capaz de plantearse algo sea Álvaro, lo que es seguro, es que cada uno tendrá que tomar sus propias decisiones... como en la vida misma.

He leído algunas críticas diciendo que la película está mal planteada. Que resulta burda, cruel y aburrida. No puedo estar más en desacuerdo. Creo que es una película valiente, que el único oportunismo del que se la puede acusar es de abrir un camino hacia un argumento que no está tratado en el cine, pero que sólo podrían valorar de manera objetiva aquellas pocas personas que compartan con Alex el “problema”; porque sólo ellos serán capaces de entender el verdadero alcance de la situación que vive la protagonista. Mientras que los que lo vivamos desde fuera no nos podemos hacer ni remota idea del conflicto interno que sufre la protagonista. Por otro lado, yo no me atrevería a decir que es una película aburrida porque no haga las concesiones habituales. El espectador tiene la posibilidad de entrar en un mundo muy íntimo y lo debe hacer desde el conflicto de Alex o la desorientación de Darín y su esposa. Por ello me parece una película ejemplar. Por eso, y por lo poco habitual de las formas de un guión que se extiende con círculos concéntricos de dentro (de los personajes) hacia fuera (las consecuencias reales de la situación). Pero la sensibilidad con que está dirigido e interpretado, hace a la película merecedora de los premios que ha cosechado desde su estreno... Habrá que leer el relato de Sergio Bizzio en el que está basada la película para conocer el verdadero merito del desarrollo del guión.

Víctor Gualda.

viernes, 16 de mayo de 2008

MICHAEL CLAYTON

Para mi, el gran acierto de George Clooney es que nunca saca los pies del tiesto. Muy consciente de su edad y de su imagen, el bueno de George procura escoger siempre papeles que le vayan tan bien como los trajes a medida de Emidio Tucci que viste en todas sus películas. “Michael Clayton” no puede ser menos, y en esta se lo enfunda como abogado de tercera en un bufete de primera. En realidad él no ejerce como abogado, sino más bien como resuelve-problemas, (con lo ambiguo que resulta el termino).

Tal vez lo más original de la película es la presentación del personaje. Nos muestra su caracter con una serie de secuencias que corresponderían al momento anterior de la resolución, para luego con un flash-back re-direccionar la trama con el consabido cartel de “cuatro días antes”. Pero lo original en realidad (y tal vez más por el montaje que por el guión) es que el director y guionista Tony Gilroy no se limita a mostrarnos una secuencia previa al clímax para luego volver a empezar de cero, sino que introduce más de media hora de metraje del corazón de la historia. ¿Qué consigue? Además de crear interés por saber cómo el personaje ha llegado hasta el punto de ver explotar su coche, el director nos muestra a un hombre desestabilizado. Así conocemos a Michael metido ya en la trama principal; En una subtrama en la que un sujeto le chilla; Sus problemas para hacerse cargo de su hijo; Su relación con su hermano, y sus deudas por un negocio fallido. Toda esta concentración de información desconcierta al espectador que inconscientemente trata de encajar las piezas para entender qué está pasando en la película.

Es una apuesta arriesgada porque el espectador no suele tener mucha paciencia y puede desesperar e incluso enfadarse... pero antes de que esto suceda, aparece el mencionado cartel que anuncia el retroceso en el tiempo, y que resulta providencial para volver a enganchar a un público al que poco a poco se le conduce, ya de forma más convencional, hacia el desenlace. El espectador se sentirá doblemente gratificado. Por una parte al sentirse participe. Por otro lado al verse capaz de entender lo que ha sucedido, y porque su concentración le habrá metido de cabeza en la trama. Todo ello con un simple truco de montaje (que realiza John Gilroy) que cambia el orden del primer acto y parte del segundo. Ya hemos mencionado lo que decía Godard en alguna otra crítica... algo así como una película tiene primero, segundo y tercer acto, pero no necesariamente en ese orden.

Total, que para cuando realmente comienza la película, y en definitiva la trama, llevamos más de hora y pico de película. Entendemos que todo es una conspiración de una gran corporación a la que representa el bufete de Clooney, pero que tiene el enemigo en casa en la figura de su abogado defensor, interpretado por el secundario habitual Tom Wilkinson. Es curioso como está presentado este personaje. Como un abogado que se ha vuelto loco; ha perdido los papeles y va a perjudicar inocentemente sus propios intereses y los de la compañía a la que representa. Nada más lejos de la realidad. El presunto loco no lo es tanto, y tras un giro dramático (apoyado en una pequeña subtrama que hará que Clooney encaje todo) marca el inicio mencionado de la película con una trama de asesinato, Cloney en un papel de detective privado involuntario, va haciendo los descubrimientos necesarios casi convirtiéndose en un personaje de Hitchcock. Así que la película que comenzó como una película de intereses económico y jurídicos, se convierte en una especie de thriller.

Es entonces cuando ese alargado arranque del comienzo encaja del todo, el punto de vista se divide en dos, y en una especie de acción paralela se llega al punto de inflexión del personaje a nivel personal. El cambio en los valores (tal vez el tema más interesante de la película) se produce como una revelación justo para salvarle (¿Podemos considerar un Deux ex machina la secuencia de los caballos?) y cambiarle la vida a Michael Clayton. Ya sólo queda cumplir con el deber cívico, y en la prototípica escena de desenlace americano; dar su merecido a los “malos”. Ahora al espectador no le queda ninguna duda de que Clayton-Clooney será capaz de enmendar su vida, conseguir alejarse del juego, montar un nuevo negocio que esta vez le salga bien y educar a su hijo en los valores americanos del individuo, perdidos por culpa de las grandes corporaciones.

Sólo añadir ese plano final casi reflexivo que sirve de epílogo al tiempo que comienzan a aparecer los títulos de crédito, que le da un toque personal a una película de Hollywood interesante y entretenida, que en algún momento me recordó a aquella otra “Network” (sin ánimo de comparar) Por el tema común de la ética del individuo en choque frontal con los intereses económicos de las grandes compañías, que en realidad al funcionar como “individuos jurídicos”, necesitan ser representadas en pantalla por “tiburones” sin ética ni principios, como el personaje antagonista interpretado a la perfección por Tilda Swinton.

Víctor Gualda.

martes, 13 de mayo de 2008

BEOWULF

Poca cosa hay que comentar de la última producción del director Robert Zemeckis. Sus películas suelen ser puro entretenimiento en el mayor de los casos con poco o nada de contenido. Eso si, adornadas por algún efecto especial resultón. En el caso de "Beowulf", toda la película es un adorno floral sustentado en el efecto visual “captación del movimiento”. Un sistema que le da una apariencia animada a actores reales, de forma que cualquier efecto cuela (véanse dragones y demonios), y la interpretación de los actores desaparece, o al menos es susceptible de correcciones digitales. Este efecto ya lo pudimos ver en “Polar Express ”... aunque en aquella ni siquiera logró mejorar la interpretación de Tom Hanks.

El argumento utilizado por Neil Gaiman y Roger Avary, está basado en un poema épico anglosajón real (aunque con cambios es la segunda y tercera parte de la historia), que mitifica a un caza-dragones estereotipo del héroe, de nombre Beowulf, que llega al reino de Anthony Hopkins (sobreactuado incluso digitalmente) para librarles de una especie de demonio sensible de oído de nombre Grendel, que les atormenta. Por supuesto nuestro héroe en la ¿piel? de un Ray Winstone bastante favorecido físicamente por los efectos, será el encargado de librar a la comarca de la amenaza. Por medio, una serie de personajes que a nivel dramático podrían tener peso especifico, pero que en realidad se quedan en un quiero y no puedo. Me estoy refiriendo en concreto al personaje ¿interpretado? Por un sorprendentemente contenido John Malkovich. ¿Qué pinta en la película? Cuando le vi aparecer pensé en que sería el antagonista perfecto con sus confabulaciones subterráneas contra el futuro rey... Nada. No pintaba nada. Era simplemente para añadir peso especifico a los créditos. Igual sucede con el personaje de Angelina Jolie, personaje que aunque tiene una función en la trama, podría haber tenido algo más interés que el de hacer imaginar al espectador adolescente (y no tan adolescente) si realmente será ese el cuerpo de la actriz. Luego, como complemento, una Robin Wright que es la que más transformación física sufre por el paso de los años y el retoque digital. Con una subtrama minúscula que podría haber tenido algo de interés si el director se hubiese fijado que estaba en la peli...
Lo único realmente interesante, es la evolución del personaje principal con el paso de los años en una elipsis temporal. El héroe ha envejecido físicamente, y gracias a ello ha madurado y se ha convertido en pesimista. Ha dejado de ser una especie de superhéroe y muestra que es débil, que la vida pasa y que... ni de coña, en dos minutos le vuelven a dar la vuelta a la tortilla, y de nuevo está guerreando y peleando con un dragón supermalisimo, y de nuevo librando al reino. Aunque por supuesto, después de que hemos conocido ese lado débil humano, el final tiene que ser la catarsis del mito. El “pecado” de la mentira (concepto introducido en la película, ya que en el poema Beowulf acaba con el personaje de Angelina inmediatamente después de hacerlo con su hijo Grendel) necesita el ultimo acto heroico para que el héroe renazca de sus las cenizas shakespirianas del pesimismo.
El final tal vez decepcione al confiado espectador, pero no puede ser distinto del que es, y no porque lo diga la leyenda, sino porque sería un monigote digital intercambiable, y el sacrificio es precisamente lo que convierte a los héroes en mitos únicos. Lo curioso es que el enemigo se ha trasformado en un animal monstruoso exento de personalidad o de valores humanos. Es decir, no podemos en ningún caso darle la opción de la duda, incluso después de descubrir que el dragón es “sangre de su sangre”. Una pena que nos de igual, porque el tema de la descendencia del héroe sólo se insinúa, pero no se desarrolla.

En definitiva, una película sin mayor atractivo que los efectos digitales que complementan el poema épico, con alguna secuencia interesante sobre el papel, pero poco convincente en pantalla, como aquella en la que Beowulf se enfrenta desnudo a Grendel (ya aparece en el poema para realzar el valor y la pureza del guerrero), o la presentada como subtrama de la competencia entre la esposa y la dama de compañía, interesante a priori, pero luego completamente desaprovechada. Conclusión; hemos visto una película intrascendente de puro entretenimiento.
Víctor Gualda.

viernes, 9 de mayo de 2008

VIAJE A DARJEELING

Desde mi punto de vista, el gran merito de Wes Anderson es haberse mantenido fiel a su particular forma de narrar a lo largo de su filmografía. Me refiero tanto a nivel estético, como de fondo. En cuanto a lo primero, está claro que tiene un gran peso en su cine. Anderson no deja a un lado el decorado en el que narra como extensión de los personajes. Un complemento necesario que sirve para definirlos y agrandarlos. En el otro lado, el del fondo, el tema que trata una y otra vez es la dificultad para integrarse del individuo, a partir de las referencias familiares, sobre todo paternas. Esta complejidad sicológica del individuo hace que sus tramas sean algo descuidadas en cuanto al lenguaje “clásico” de la narración. Pero esto no quiere decir que se olvide de la trama, no. De hecho sus personajes, siempre tienen un objetivo desde el inicio de la película que no olvidan, pero que les hace cambiar (evolucionar) por el camino. Así la trama se convierte en un medio y no en un fin.

“Viaje a Darjeeling” es un claro ejemplo de lo anteriormente expuesto. La película es una “road movie” en toda la extensión de la palabra, en la que tres hermanos emprenden un viaje iniciatico en busca de su madre recluida en un monasterio de la India. Sin embargo, el director no esconde sus verdaderas intenciones, y pone en boca del personaje de Owen Wilson, hermano mayor que ejerce de figura paterna, que el verdadero destino es encontrarse a ellos mismos y recuperar su relación.
Desde el principio Anderson nos muestra a los tres hermanos con personalidades muy marcadas, con subtramas personales que les influyen, pero que no tienen peso especifico en la trama, más que el de definir sus personalidades a partir de las circunstancias. Mientras, utiliza la muerte del padre (situación que se va desentramando a lo largo de todo el metraje) como excusa para explicar la influencia que ha tenido en su vida, y la búsqueda de las referencias que les faltan en la figura de la madre huida. Las maletas que arrastran a lo largo de todo el viaje simbolizan la carga que supone el recuerdo del padre ausente. Pero hay más, como la obsesión de Wilson y Brody por los pequeños objetos, (como las gafas de sol), o la secuencia flash-back del coche averiado camino del entierro. Así, el padre se convierte en un personaje omnisciente fundamental para que el espectador vaya entendiendo a los personajes.

En cuanto a las subtramas que mencionaba, tal vez las de mayor peso sean la de Jasón Schwartzman. Muy curiosa y divertida, la secuencia con Natalie Portman, que te introduce directamente en el particular universo del director, muestra el tono, y ayuda a entender la relación del personaje de Schwartzman con las mujeres y en particular con Portman. Por otro lado está la de Brody con su novia, a la que acaba de dejar embarazada, y su resistencia al compromiso y responsabilidad que supone, tal vez por la situación con su propio padre...

Sacando la personalidad de los protagonistas, tengo que reconocer que el viaje no me satisfizo lo que esperaba. Me parece una sucesión de aventurillas de tres niños ricos (es así como están planteados en realidad los personajes) y caprichosos alter egos del director y tal vez los otros dos guionistas (Roman Coppola y Schwartzman), que emprenden el viaje como el que se va de vacaciones a la playa (de hecho Darjeeling fue un lugar de vacaciones de los colonialistas ingleses de la zona). Me refiero a esa actitud de superioridad moral que desprenden y reconocen los propios americanos y que impregna todo el metraje, pero en vez de hacerlo con una actitud irónica y autocrítica, creyendo realmente que son el culo del mundo. De manera que al final te queda la sensación de que todo el viaje por la India no tiene un fin tan espiritual, sino más bien estético. Porque como comentaba al inicio, Anderson es un gran estilista, pero en el caso de la película que nos ocupa, el fondo lo utiliza de decorado (el tren lo es, pero existe y está considerado Patrimonio de la Humanidad), sin involucrarse en la vida de los personajes que les rodean, ni en el ambiente... Ni siquiera en la secuencia de los niños que se están ahogando, que me sirve para reafirmarme en esa idea subconsciente que tienen de la superioridad moral. No me extenderé en este punto, pero me queda la sensación, de que si no son ellos (los americanos) los que salvan a los niños, no los podrá salvar nadie (también con el personaje de Huston como “abadesa” del convento, que llega a decir textualmente que la necesitan). Pero para que no se me malinterprete, esta sensación es pura praxis, pues en realidad, la secuencia de Brody está planteada para que el personaje evolucione y sea capaz de verse reflejado como futuro padre.

Mención aparte tiene el esperado y consabido encuentro con Anjelica Huston en el personaje de madre, con una actitud desmitificadora clara, que sabe que la vida sigue y que cada uno tiene que encontrar su camino. Aunque paradógicamente a pesar de su actitud, no deja de ser una persona que ha huido de su propia realidad.

Para terminar, sólo añadir que no quiero que quede la sensación de que es una mala película. Muy al contrario. Es una película arriesgada que te transporta a una aventura como espectador. Tal vez la más completa de Wes Anderson. Pero si hay algo que me gustaría destacar, es la fantástica interpretación de los tres protagonistas de la historia. Es difícil interpretar estos personajes casi cómicos en clave dramática, sin que se escapen hacia el esperpento. Los mejores en este campo tal vez sean Bill Murray (que lo hace casi siempre) o Ben Stiller. Pero Wilson, Brody y Schwartzman consiguen alzar la película para que se te quede la sensación de que has asistido como espectador involucrado, a un fantástico viaje.

Víctor Gualda.

martes, 6 de mayo de 2008

AMERICAN GANGSTER

Ridley Scott es un director referencia en Hollywood y en el resto del mundo. Eso no pasa desapercibido a nadie y menos aún a él. Por ello cada película tiene que ser mejor que la anterior. O al menos tiene que tener ese halo de superproducción que rodea todas sus cintas. Imagino que llegado a un estatus, uno no puede ir hacia atrás, y tiene que arriesgarse a pedir más, tanto por su parte, como por parte de los estudios que le financian (en Hollywood el único que se salta la norma es Sodergbergh). La que nos ocupa no puede ser menos. Así que él y Steven Zaillian (guionista entre otras de “La lista de Schindler”) han buscado un hueco en un argumento, a partes iguales original y sobre-explotado, para intentar hacer de manera modesta (y luego explicaré por qué) una película referente, en el tema de la mafia. Desgraciadamente, y a pesar de su gran calidad, tengo que reconocer que a la película le falta “algo”.

Lo primero que hay que mencionar es el largo metraje de la cinta. Dos horas y media. Aún así, yo particularmente recomiendo que el espectador de dvd haga un pequeño esfuerzo y emplee algo menos de media hora adicional, para ver el metraje completo que contiene el dvd. Pues las secuencias suprimidas, si bien no aportan más acción a la película, si que tienen detalles de diálogo interesantes, y sobre todo, un epílogo de un par de secuencias muy cinematográficas, y creo necesarias, para entender la relación entre los dos protagonistas.

Tras el crédito que avisa que lo que vamos a ver está basado en una historia real, la estructura de la película es sencilla. Básicamente son dos películas, que en algún momento están llamadas a encontrarse. Por un lado, una trama principal nos muestra como forma su imperio de la droga un chofer negro en el Bronx. Por otro lado, tenemos la película de cómo un policía implacable e incorruptible se dedica a tratar de detener a su antagonista. Ambas tramas circulan de manera paralela a lo largo de todo el metraje. Y ambos personajes están planteados (de manera algo tramposa) como personajes sinceros, justos y aferrados a su ética personal, para que el espectador se identifique con ambos y no se posicione. Lo que creará la tensión e incertidumbre necesarias para el desenlace.

Por un lado el chofer negro venido a más, que no podía ser otro que el megapremiado Denzel Washington (tiene dos premios de la academia, dos Globos de Oro), se hace con el control de la venta de heroína en el Bronx a la muerte de su mentor. Su estrategia es seguir los pasos de su gurú. Para ello, vemos como en las secuencias iniciales Denzel aprende del maestro para luego aplicar las enseñanzas en pantalla (de aquí la cantidad de metros de película) Paso a paso vemos como se desarrolla la trama principal consistente en importar heroína de Vietnam, utilizando como distribuidor al ejercito americano, y tratando directamente con el suministrador. Eliminando así a los intermediarios y consiguiendo de paso que la droga sea más pura. El concepto es sencillo. La droga se trata como un producto más. (Denzel mismo la compara, en una fantástica secuencia de diálogo con la Pepsi) Mejor calidad, menor precio. Así la “magia azul”, se va quedando con el mercado en Nueva York. Todo ello utilizando a “la familia”. Ese concepto directamente asociado a la mafia siciliana, que es símbolo de buena organización. Así, el desarrollo del negocio ocupa casi la mitad del metraje.

En la otra película ó trama principal, el director y el guionista son conscientes de que nuestro policía, Russell Crowe, directamente sacado del santoral, no tiene tanto peso especifico. Con lo cual nos distraen durante la primera parte con subtramas que no llevan a nada. Que sólo sirven para ganar minutos y presentárnoslo una y otra vez. La secuencia con su mujer es un callejón sin salida. La subtrama del poli yonqui se resuelve en veinte minutos. La subtrama con el dinero que incautan y devuelven (cerca de un millón de dólares) que nos habla sin cesar de la corrupción policial, y del acto heroico que supone devolverlo, utilizando una secuencia explicativa para que entendamos que el policía trasciende lo “justo” para pasar a los altares y ganarse el odio del mismo cuerpo de policía. Por último la formación del grupo de implacables que lucharan contra el crimen organizado, presentados como extensiones de Crowe (al grupo no se le da mucho peso para no restarle protagonismo a él).

Todo ello hasta la secuencia determinante. Aquella que es el punto de inflexión de la película y que está en el punto medio del metraje. El fallo que todo “malo” debe tener. Dejarse llevar por la vanidad. Ya habíamos tenido una secuencia magistral en la que Denzell cogía de las solapas a su hermano vestido de Valentino, tipo mafioso italiano, y le había dicho la frase clave de la película y recurso estilístico antecedente. Algo así como -“nunca llames la atención... el que más llama la atención del local, es el más débil”. Tal vez por su ego, aunque más bien por satisfacer a su mujer, Denzel acepta un abrigo de chinchilla para ir a un combate de boxeo, en el que nuestro poli bueno está a la caza de posibles sospechosos. Inmediatamente llama la atención sobre él, y de ser un completo desconocido, pasa a ser el centro de atención. Con lo cual, la película (lo que une las dos películas) empieza a partir de esta secuencia. El fallo no tendrá marcha atrás... No daré más claves, aunque añadiré que hay una subtrama que une de manera colateral las dos tramas, y es la protagonizada por el actor de moda Josh Brolin, como estereotipo del poli corrupto.

A nivel dramático, destacar las secuencias paralélelas al estilo Coppola del desenlace principal, pero mucho más sencillas en el guión de Scott (sólo dos) que las que utiliza el ítaloamericano en “El Padrino”. Eso si, muy claritas y con muy buen ritmo. Y hablo de desenlace principal, porque la película tiene una segunda parte condensada, probablemente apoyada en que está basada en un hecho real, que afianza (de manera poco desarrollada) la colaboración obligada y más tarde amistad entre los dos protagonistas principales, una vez que se ha resuelto la trama principal. Para dar paso al epílogo suprimido en la versión reducida, y que a mi me parece pieza clave de la película. Tanto para entender lo que une a los dos protagonistas, como para ver como ha cambiado la vida con el paso de los años. Cerrando así el circulo con una secuencia similar a la que servía de arranque de la película.

Hablaba al comienzo de la crítica, de que a pesar de ser una buena película, no es redonda. Algunos motivos pueden ser; la fotografía, que a pesar de ser muy estética, y de que la película está resuelta sin grandes aspavientos de montaje o movimientos de cámara, no sufre una evolución temporal con el metraje, como lo hacia por ejemplo “Uno de los nuestros”. Por otra parte, el director es blanco. Se centra demasiado en la trama, y se olvida que los negros tienen una cultura callejera inmensa que no aparece reflejada en pantalla. Me refiero a la calle, a como se mueven, a la música, que apenas tiene acto de presencia. Ese ambiente que Scorsese domina tan bien en la película antes mencionada, o en “Toro Salvaje” con los ítaloamericanos. Además, otro fallo puede ser que la película es demasiado objetiva, que no se involucra a nivel emocional con ningún personaje de manera real. La droga es un tema de fondo, pero no toca al principal distribuidor (Denzel) en su carne, me refiero a su familia por ejemplo. Nadie tiene problemas con ella (para no perder la línea principal y no quitar protagonismo a los dos “héroes”), y eso le resta fuerza dramática. Pero sobre todo, el principal problema es que los personajes no tienen doblez. No evolucionan hacia ningún lado. No tienen dudas. Tienen una ética inquebrantable que no les hace de carne y hueso. Sencillamente para que el espectador no se posicione, o quiera estar de parte de los dos. Y eso no es cine de verdad. Eso es sólo un producto de Blockbuster. Cine de palomitas que ambiciona algo más, pero que precisamente por su presupuesto, tiene que contentar a todos los públicos, sin acabar de complacer a nadie.

Víctor Gualda.

viernes, 2 de mayo de 2008

1408

Había oído que el planteamiento era interesante. Después de ver y comentar “Rec”, me apetecía volver a ver una buena película de terror. John Cusack, Samuel L Jackson, y Stephen King eran a priori un estupendo cóctel. Después de verla, tengo que reconocer que esperaba mucho más.

La estructura narrativa es la clásica de manual. Presentación; el personaje de John Cusack es un escritor especializado en la búsqueda y desmitificación de lugares presuntamente encantados. Qué mejor manera de introducirlo, que en un hotel de carretera bajo una tormenta intensa. Vemos su trabajo. Conocemos su carácter cínico y descreído de los fenómenos que investiga. Es sólo una introducción para que conozcamos al personaje. Luego, con calzador, el director Mikael Hafstrom nos mete en la trama principal a través de una postal que le invita a NO ir a la habitación de un hotel Neoyorkino. Hace la prueba del algodón y llama para reservarla y comprobar que realmente no le quieren alquilar la habitación. Qué mejor motivación para investigar. Una secuencia de consulta con los abogados de su editorial nos sirve de excusa para descubrir que hay un oscuro motivo añadido extra-laboral (subtrama) por el que no debería de volver a la gran manzana (él vive en California).

Siguiente tramo; Cusack llega al hotel y se encuentra con el gerente Samuel L Jackson, dispuesto a convencerle de que desista de entrar en la habitación. En un par de secuencias algo ridículas, el personaje de Samuel nos da todos los datos que necesitamos como espectadores para asustarnos. Es una secuencia completamente explicativa que tiene la función de meternos en situación y que sepamos que algo horrible le va a pasar al protagonista en cuanto entre en por la puerta. Muertes naturales, suicidios, muertes violentas, todo el abanico de posibilidades mostradas a través de fotografías. La explicación; tan sencilla como que la habitación está embrujada. No queda claro si son espíritus. Por qué en ese hotel, o por qué en esa habitación. Lo único que queda claro es que ningún cliente dura más de una hora dentro. Lo cual plantea un elemento interesante (para mi el único). A partir de este momento podemos decir que lo que ocurra dentro de la 1408 será prácticamente a tiempo real, porque es más o menos el tiempo que queda de película.

Así que ahí tenemos a Cusack entrando en la habitación con una maleta y una botella de coñac regalo de Samuel. El arranque de este bloque, como no podía ser de otra manera, una calma tensa que anuncia que cuando se cierre la puerta algo cambiará en la vida de nuestro protagonista. El tema, es que a partir de este momento todo es un despropósito... o mejor dicho un “remix” de secuencias de miedo, en las que nuestro protagonista sufrirá todos los percances que se le han ocurrido al sádico escritor. Tal vez lo único salvable a partir de este punto sea que conozcamos a través de flash–backs, más o menos trucados, lo que sucedió en la vida de nuestro protagonista, hasta el punto de hacerle huir de la ciudad dejando a su mujer e hija (la subtrama de la que hablaba al principio). No desvelaré el misterio, pero este es el punto más interesante, puesto que la habitación tiene la función de hacer que el protagonista se enfrente a sus propios fantasmas, y este es el punto clave para generar terror en él. El problema está en que el espectador tiene que ir comprendiendo lentamente. La información está dosificada para crear interés, y mientras hay que ir rellenando, por no decir parcheando. Así hay bloques tan efectistas, como aquel en el que Cusack utiliza una luz negra para buscar huellas en la habitación, y el espectador (que no el protagonista) ve cadáveres donde se supone que hay pequeñas manchas. Otro bloque sería el del intento de huida por la cornisa del edificio, o los efectos fantasmagóricos típicos que se complementan con una especie de fantasmas que le persiguen y tratan de asesinarle, y que no tienen ninguna lógica o peso especifico dentro del argumento. De hecho, me atrevería a decir que quedan incluso ridículos. Así que una vez cumplidos los rituales, el director nos devuelve a la trama principal (la de su pasado), y trata de solucionarla con un recurso de guión del que ya hemos hablado en la crítica de “Vestida para matar”. El doble final.

En el caso que nos ocupa es perfectamente predecible, a pesar de que el director nos miente y trata de manipular, porque no nos ha dado ninguna pista de lo que está pasando. Nos cuenta la historia a través de las imágenes para luego decirnos que era mentira, que la secuencia sólo ha sucedido en la cabeza de nuestro protagonista. Un truco barato y tramposo síntoma de mal cine, que busca el desconcierto y no el miedo, para que luego, cuando todo se resuelva el espectador quede satisfecho con una explicación pueril. Eso si. Por supuesto el protagonista arregla todas sus dudas interiores, y como no puede huir, se enfrenta a ellas como un héroe (giro sin sentido del personaje). tomando las riendas y recuperando su vida, y como no, su relación estancada.

Para terminar, una secuencia de regalo efectista típica y tópica del cine de terror clásico, para que él mismo, con su mujer como testigo (y por ende el espectador), recupere la credibilidad necesaria de que lo que ha vivido Cusack no ha sido producto de su imaginación, sino extraordinariamente real. En definitiva, puro entretenimiento con etiqueta de género que no cubre las expectativas que trata de generar.

Víctor Gualda