viernes, 9 de mayo de 2008

VIAJE A DARJEELING

Desde mi punto de vista, el gran merito de Wes Anderson es haberse mantenido fiel a su particular forma de narrar a lo largo de su filmografía. Me refiero tanto a nivel estético, como de fondo. En cuanto a lo primero, está claro que tiene un gran peso en su cine. Anderson no deja a un lado el decorado en el que narra como extensión de los personajes. Un complemento necesario que sirve para definirlos y agrandarlos. En el otro lado, el del fondo, el tema que trata una y otra vez es la dificultad para integrarse del individuo, a partir de las referencias familiares, sobre todo paternas. Esta complejidad sicológica del individuo hace que sus tramas sean algo descuidadas en cuanto al lenguaje “clásico” de la narración. Pero esto no quiere decir que se olvide de la trama, no. De hecho sus personajes, siempre tienen un objetivo desde el inicio de la película que no olvidan, pero que les hace cambiar (evolucionar) por el camino. Así la trama se convierte en un medio y no en un fin.

“Viaje a Darjeeling” es un claro ejemplo de lo anteriormente expuesto. La película es una “road movie” en toda la extensión de la palabra, en la que tres hermanos emprenden un viaje iniciatico en busca de su madre recluida en un monasterio de la India. Sin embargo, el director no esconde sus verdaderas intenciones, y pone en boca del personaje de Owen Wilson, hermano mayor que ejerce de figura paterna, que el verdadero destino es encontrarse a ellos mismos y recuperar su relación.
Desde el principio Anderson nos muestra a los tres hermanos con personalidades muy marcadas, con subtramas personales que les influyen, pero que no tienen peso especifico en la trama, más que el de definir sus personalidades a partir de las circunstancias. Mientras, utiliza la muerte del padre (situación que se va desentramando a lo largo de todo el metraje) como excusa para explicar la influencia que ha tenido en su vida, y la búsqueda de las referencias que les faltan en la figura de la madre huida. Las maletas que arrastran a lo largo de todo el viaje simbolizan la carga que supone el recuerdo del padre ausente. Pero hay más, como la obsesión de Wilson y Brody por los pequeños objetos, (como las gafas de sol), o la secuencia flash-back del coche averiado camino del entierro. Así, el padre se convierte en un personaje omnisciente fundamental para que el espectador vaya entendiendo a los personajes.

En cuanto a las subtramas que mencionaba, tal vez las de mayor peso sean la de Jasón Schwartzman. Muy curiosa y divertida, la secuencia con Natalie Portman, que te introduce directamente en el particular universo del director, muestra el tono, y ayuda a entender la relación del personaje de Schwartzman con las mujeres y en particular con Portman. Por otro lado está la de Brody con su novia, a la que acaba de dejar embarazada, y su resistencia al compromiso y responsabilidad que supone, tal vez por la situación con su propio padre...

Sacando la personalidad de los protagonistas, tengo que reconocer que el viaje no me satisfizo lo que esperaba. Me parece una sucesión de aventurillas de tres niños ricos (es así como están planteados en realidad los personajes) y caprichosos alter egos del director y tal vez los otros dos guionistas (Roman Coppola y Schwartzman), que emprenden el viaje como el que se va de vacaciones a la playa (de hecho Darjeeling fue un lugar de vacaciones de los colonialistas ingleses de la zona). Me refiero a esa actitud de superioridad moral que desprenden y reconocen los propios americanos y que impregna todo el metraje, pero en vez de hacerlo con una actitud irónica y autocrítica, creyendo realmente que son el culo del mundo. De manera que al final te queda la sensación de que todo el viaje por la India no tiene un fin tan espiritual, sino más bien estético. Porque como comentaba al inicio, Anderson es un gran estilista, pero en el caso de la película que nos ocupa, el fondo lo utiliza de decorado (el tren lo es, pero existe y está considerado Patrimonio de la Humanidad), sin involucrarse en la vida de los personajes que les rodean, ni en el ambiente... Ni siquiera en la secuencia de los niños que se están ahogando, que me sirve para reafirmarme en esa idea subconsciente que tienen de la superioridad moral. No me extenderé en este punto, pero me queda la sensación, de que si no son ellos (los americanos) los que salvan a los niños, no los podrá salvar nadie (también con el personaje de Huston como “abadesa” del convento, que llega a decir textualmente que la necesitan). Pero para que no se me malinterprete, esta sensación es pura praxis, pues en realidad, la secuencia de Brody está planteada para que el personaje evolucione y sea capaz de verse reflejado como futuro padre.

Mención aparte tiene el esperado y consabido encuentro con Anjelica Huston en el personaje de madre, con una actitud desmitificadora clara, que sabe que la vida sigue y que cada uno tiene que encontrar su camino. Aunque paradógicamente a pesar de su actitud, no deja de ser una persona que ha huido de su propia realidad.

Para terminar, sólo añadir que no quiero que quede la sensación de que es una mala película. Muy al contrario. Es una película arriesgada que te transporta a una aventura como espectador. Tal vez la más completa de Wes Anderson. Pero si hay algo que me gustaría destacar, es la fantástica interpretación de los tres protagonistas de la historia. Es difícil interpretar estos personajes casi cómicos en clave dramática, sin que se escapen hacia el esperpento. Los mejores en este campo tal vez sean Bill Murray (que lo hace casi siempre) o Ben Stiller. Pero Wilson, Brody y Schwartzman consiguen alzar la película para que se te quede la sensación de que has asistido como espectador involucrado, a un fantástico viaje.

Víctor Gualda.

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