viernes, 16 de mayo de 2008

MICHAEL CLAYTON

Para mi, el gran acierto de George Clooney es que nunca saca los pies del tiesto. Muy consciente de su edad y de su imagen, el bueno de George procura escoger siempre papeles que le vayan tan bien como los trajes a medida de Emidio Tucci que viste en todas sus películas. “Michael Clayton” no puede ser menos, y en esta se lo enfunda como abogado de tercera en un bufete de primera. En realidad él no ejerce como abogado, sino más bien como resuelve-problemas, (con lo ambiguo que resulta el termino).

Tal vez lo más original de la película es la presentación del personaje. Nos muestra su caracter con una serie de secuencias que corresponderían al momento anterior de la resolución, para luego con un flash-back re-direccionar la trama con el consabido cartel de “cuatro días antes”. Pero lo original en realidad (y tal vez más por el montaje que por el guión) es que el director y guionista Tony Gilroy no se limita a mostrarnos una secuencia previa al clímax para luego volver a empezar de cero, sino que introduce más de media hora de metraje del corazón de la historia. ¿Qué consigue? Además de crear interés por saber cómo el personaje ha llegado hasta el punto de ver explotar su coche, el director nos muestra a un hombre desestabilizado. Así conocemos a Michael metido ya en la trama principal; En una subtrama en la que un sujeto le chilla; Sus problemas para hacerse cargo de su hijo; Su relación con su hermano, y sus deudas por un negocio fallido. Toda esta concentración de información desconcierta al espectador que inconscientemente trata de encajar las piezas para entender qué está pasando en la película.

Es una apuesta arriesgada porque el espectador no suele tener mucha paciencia y puede desesperar e incluso enfadarse... pero antes de que esto suceda, aparece el mencionado cartel que anuncia el retroceso en el tiempo, y que resulta providencial para volver a enganchar a un público al que poco a poco se le conduce, ya de forma más convencional, hacia el desenlace. El espectador se sentirá doblemente gratificado. Por una parte al sentirse participe. Por otro lado al verse capaz de entender lo que ha sucedido, y porque su concentración le habrá metido de cabeza en la trama. Todo ello con un simple truco de montaje (que realiza John Gilroy) que cambia el orden del primer acto y parte del segundo. Ya hemos mencionado lo que decía Godard en alguna otra crítica... algo así como una película tiene primero, segundo y tercer acto, pero no necesariamente en ese orden.

Total, que para cuando realmente comienza la película, y en definitiva la trama, llevamos más de hora y pico de película. Entendemos que todo es una conspiración de una gran corporación a la que representa el bufete de Clooney, pero que tiene el enemigo en casa en la figura de su abogado defensor, interpretado por el secundario habitual Tom Wilkinson. Es curioso como está presentado este personaje. Como un abogado que se ha vuelto loco; ha perdido los papeles y va a perjudicar inocentemente sus propios intereses y los de la compañía a la que representa. Nada más lejos de la realidad. El presunto loco no lo es tanto, y tras un giro dramático (apoyado en una pequeña subtrama que hará que Clooney encaje todo) marca el inicio mencionado de la película con una trama de asesinato, Cloney en un papel de detective privado involuntario, va haciendo los descubrimientos necesarios casi convirtiéndose en un personaje de Hitchcock. Así que la película que comenzó como una película de intereses económico y jurídicos, se convierte en una especie de thriller.

Es entonces cuando ese alargado arranque del comienzo encaja del todo, el punto de vista se divide en dos, y en una especie de acción paralela se llega al punto de inflexión del personaje a nivel personal. El cambio en los valores (tal vez el tema más interesante de la película) se produce como una revelación justo para salvarle (¿Podemos considerar un Deux ex machina la secuencia de los caballos?) y cambiarle la vida a Michael Clayton. Ya sólo queda cumplir con el deber cívico, y en la prototípica escena de desenlace americano; dar su merecido a los “malos”. Ahora al espectador no le queda ninguna duda de que Clayton-Clooney será capaz de enmendar su vida, conseguir alejarse del juego, montar un nuevo negocio que esta vez le salga bien y educar a su hijo en los valores americanos del individuo, perdidos por culpa de las grandes corporaciones.

Sólo añadir ese plano final casi reflexivo que sirve de epílogo al tiempo que comienzan a aparecer los títulos de crédito, que le da un toque personal a una película de Hollywood interesante y entretenida, que en algún momento me recordó a aquella otra “Network” (sin ánimo de comparar) Por el tema común de la ética del individuo en choque frontal con los intereses económicos de las grandes compañías, que en realidad al funcionar como “individuos jurídicos”, necesitan ser representadas en pantalla por “tiburones” sin ética ni principios, como el personaje antagonista interpretado a la perfección por Tilda Swinton.

Víctor Gualda.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

no creo que sea un deux... es simplemente la gota que colma el vaso de una serie de acontecimientos para que el personaje tome el impulso que le falta, pero no resuelve la peli con el acontecimiento, sino más tarde.

Anónimo dijo...

La secuencia de los caballos es a Michael Clayton,lo mismo que la caida camino de Damasco es a San Pablo."La luz indicativa, de que el camino escogido no es el acertado".
El giro a sus vidas vendrá más tarde. Unos doce años tardará en el caso del Santo

Anónimo dijo...

entonces es una secuencia simbólica. lo que me hace preguntarme si en una película sobre abogados con asesinato tiene algún sentido que para Clayton "se haga la luz" por el pequeño milagro de salvarse "gracias a Dios" y eso le haga tomar el "buen camino". El camino de hacer el bien. ¿No suena un poco pretencioso para una película comercial americana?
Bi.

Anónimo dijo...

Puede bien ser un deux ex machina, pues ese es su funcionamiento, pero no desde el punto de vista de resolver una situación que el guionista no sabe cómo, sino la culminación de un proceso, de una sucesión de errores humanos y técnicos (allí donde el gps flaquea),convirtiéndose en un paréntesis en el proceso catártico de Michael Clayton.
No creo que se trate de un film comercial, sino de una estupenda película.
Zero