martes, 23 de septiembre de 2008

LA FAMILIA SAVAGES

Poco hay que comentar de esta producción menor, sustentada básicamente en el buen hacer de sus protagonistas. Philip Seymour Hoffman es un actor crecido por las merecidas y frecuentes buenas críticas, y nuevamente borda el papel encomendado. La autosuficiencia es en este momento dulce algo que difícilmente puede suponer un reto para él, y a pesar de ser coprotagonista, no puedo evitar acordarme del bueno de Pepe Isbert que en boca de Alfredo Landa explicaba como hacer que la cámara le diese el mayor protagonismo y atención. Aún así, tengo que reconocer que no le roba el plano a una fantástica Laura Linney en su caracterización de Wendy, clara alter-ego de la directora Tamara Jenkins, y que tiene el mayor peso dramático en la película. No en vano, a pesar de que la trama del padre es compartida, la mayor parte de las subtramas pasan por sus manos. Incluyendo la de la relación de su hermano Jon-Seymour Hoffman vivida por el espectador a través del punto de vista de ella.

Otro tema es el trasfondo de la película. A pesar de que es una película correcta y con momentos realmente buenos, más que seguir una trama que lleve a alguna parte, lo planteado es el conflicto al que todos nos enfrentamos cada día. El trabajo, las relaciones, los sueños y ambiciones etc... En esta, al igual que en “La edad de la ignorancia”, nuestros protagonistas están en crisis. No les gustan sus vidas, y en el caso de Wendy ni siquiera la acepta. Por supuesto la historia necesita “algo” que la mueva, y ese algo es la demencia del patriarca Savages que requiere los cuidados y atenciones de sus hijos. Una primera parte centrada (después de la presentación de ambos) en la recogida del padre que vive en la costa Oeste, será el sustento de todo el primer tercio de metraje. El conflicto, el tono, los personajes, todo está perfectamente planteado de manera ágil divertida y concreta.

Pero el segundo tercio supone para la guionista-directora Jenkins (para cualquier director) un escollo difícil de salvar. También para la familia. Los hermanos Savages van a volver a convivir después de mucho tiempo separados (este debería ser el conflicto que mueve la película, pero apenas está suficientemente sugerido). Ambos son escritores, o al menos pretenden serlo. La competencia entre ellos, la búsqueda del lugar adecuado para el padre, los recuerdos y las relaciones se explayan en esta segunda parte, pero el dinamismo se va perdiendo por el camino. El desenlace es previsible, y muy autocomplaciente. No me parece adecuado que la muerte del patriarca sea el punto de giro que los protagonistas necesitan para sacar adelante sus vidas. A fin de cuentas, dan a entender que hasta el momento del arranque de la película no se han tenido que ocupar de un padre al que no quieren y que ha supuesto una traba psicológica para ellos... al menos la directora se limita a sugerir el maltrato que recibían de pequeños, pero una vez más es sólo un quiero y no puedo. Al final me quedo con la sensación de que Tamara Jenkins ha hecho terapia con su propia vida utilizando el cine como medio. No digo que sea ilegitimo, pero creo que no es objetiva y que trata de dar a Wendy (sobre todo) el carisma y la simpatía que no tiene (me refiero al personaje).

Lo que si me parece interesante es el tono, que huye del dramatismo barato, y el planteamiento social de la película, con personajes que necesitan triunfar a su manera para sentirse realizados, y que en el fondo están atrapados (quién no lo está). Y en este punto, el que este libre de pecado... También la desgracia del individuo al envejecer. En definitiva una película que se deja ver con facilidad, pero que dudo hubiese funcionado con la contundencia que lo hace, como reflejo del hombre moderno, si no llega ser por la solvencia indudable de sus dos fantásticos protagonistas.

Víctor Gualda.

12 comentarios:

Unknown dijo...

So good......

Anónimo dijo...

Quién no tiene fantasmas que para no afrontarlos son soterrados y evitados?
Esta es una de las claves de la película y así, no creo que el conflicto movilizado por el padre sea menor.
Precisamente porque el padre ha perdido su identidad evita una confrontación de los dos hermanos hacia quien parece fue un gran hijo de puta.Y así,efectivamente no hay sangre,pues por azares y por ley de vida,los papeles se intercambian, y los dos hermanos se mueven entre el resentimiento,la culpa y el perdón.Y lo más importante,los kilómetros de distancia emocional y física se anulan, en una especie de terapia familiar,en una segunda oportunidad para que esos lazos basados en complejos de inferioridad,resentimiento y mentira se rompan y surja un nuevo status quo.
En definitiva,en mi opinión es un conflicto bastante potente
Zero

Anónimo dijo...

baaaaaaaaaaaad girl dijo...
Bueno no, soy Margüita. Pues yo no podré opinar más que sobre la primera parte, porque de momento, problemas técnicos diversos me impiden ver más allá. El arranque me pareció estupendo... aunque a partir de los primeros 30 minutos la cosa empezó a hacerse un poco lenta y espesa, sustentada solamente en la maravillosa interpretación. Y hasta aquí puedo leer!! Cómo se resuelve sigue siendo para mi un misterio.

De todos modos, el conflicto padre-hijos me suena poco realista, si tenemos en cuenta el contexto en que la historia se desarrolla. Tengo mis dudas acerca de esas supuestas "redes" de solidaridad familiar. Del mismo modo tengo mis dudas de que él mismo (el padre, quiero decir) no se hubiera garantizado un seguro de vida, o de muerte si se prefiere, dentro de un pais donde el mañana es frecuentemente más importante que el hoy. No sé, veo huecos. Aun me queda la ilusión de que se cubran en la segunda parte!!!!

Anónimo dijo...

Me da la impresión de que la directora utiliza al padre como excusa para indagar en los miedos de los dos hermanos. Que la película trata más bien de la relación entre ellos y con ellos mismos... hasta en el cartel americano (el que está colgado) el padre sale de espaldas. La excusa es potente y por eso la utiliza la directora, pero si que se le hubiese muerto el canario hubiese aportado el peso dramático necesario, lo hubiese utilizado. Las relaciones con el padre sólo se dejan entrever, de manera que bajo mi punto de vista la película pierde peso dramático. Y no es que esperase algo al estilo Tennessee Williams, pero un poco más de drama y un poco menos de justificar al personaje de la Liney creo que le darían más potencia a una película que funciona a medio gas.
Bi.

Anónimo dijo...

Si el padre no tuviese demencia y se le hubiese roto una pierna,pues o los hijos no hubiesen ido (como en buena parte de su ancianidad)o bien se hubiesen unido en frente común contra él.
De esta manera,el drama se desarrolla de otra manera.Tal vez hubieses esperado algo más melodramático,pero en el cine de hoy,con otros personajes(universitarios,cultura del éxito,egocentrismo y empanada mental) surgen otros conflictos.
Ya lo dijo W.Allen en "Recuerdos de una estrella" tras ver "El ladrón de bicicletas":el conflicto de ese obrero es más supervivencial que en el de sus películas,que por tratarse de gente con las necesidades cubiertas y demás,son más mentales y de mayor complejidad.
Zero

Anónimo dijo...

por eso mismo hay que hacer una distinción clara entre meloderama y drama. La muerte es un tema que parece la sociedad actual trata de rechazar, pero es lo único seguro. Me parece mucho más interesante la reacción ante esta por parte unos hijos que rechazan la figura paterna, que las pajas mentales de un par de pijos pseudointelectuales que quieren ser artistas. Por eso la película de Vittorio de Sica sigue emocionando... paradógicamente igual que lo hacen las de Pixar. Porque van directamente a las emociones primarias, mientras que las de Woody Allen te gustan o no, por motivos más intelectuales, pero nunca llegan a emocionarte (al menos a mi...) Esta señora trata los temas que le interesan a ella, pero los que nos interesan a todos unicamente están bocetados.

Anónimo dijo...

Creo que todo el mundo tiene derecho a expresarse según lo que vivan y cómo lo vivan,al igual que Aznar tiene derecho a dejarse el pelo como un poeta arruinado y creerse más moderno.De todo se puede rascar y buscar la empatía y emoción,y el parroquiano de turno puede sentirse tentado por la hermana de su mujer como M.Caine en "Hannah y sus hermanas" o el ejecutivo del barrio de Salamanca puede verlo todo negro porque pierde los clientes como L.Maggiorani su bici en "Ladrón de bicicletas"
Zero

Anónimo dijo...

las comparaciones son odiosas y la empatia (de la que yo no he hablado) es un elemento más, pero las emociones primárias de las que hablo van mucho más lejos. Yo no me siento identificado con la situación de Italia después de la segunda guerra mundial, porque no lo he vivido, pero cualquiera siente empatía por ese hombre que pierde su bicicleta que es su único medio de supervivencia. Yo particularmente no siento empatía con un ejecutivo que se arruina, puede que el director consiga hacer que me caiga bien, pero seguro que no consigue removerme por dentro como lo consigue alguien que pierde lo único que tiene para sobrevivir. y puede que me sienta identificado con Liney que trata echar los fantasmas de su vida, pero en una difícil relación con mi padre, no puedo anteponer a mis emociones primarias mis ansias por conseguir mis metas en la vida. la identificación (ponerse de parte del protagonista) es algo más sencillo de conseguir para un director porque normalmente sólo muestra una cara de la moneda, mientras que ser capaz de sentir como el personaje siente, sufrir por y con él es un privilegio que sólo unos pocos en el cine consiguen. Ni Tamara Jenkins, Allen, ni mucho menos Aznar consiguen sobrepasar la barrera de las emociones... al menos de las mias.

Anónimo dijo...

Decir que hay emociones primarias,compartimos el ADN y que hay unas cuantas historias universales que siempre se repiten es cierto,pero no quiero ser simplista.
Así que me parece bien tu posición y que el desarrollo de una trama,el contexto o algo tan mecánico como la conducta de los personajes pueda parecernos más o menos lejano,más o menos aceptable.
Sólo digo que mi opción es la de intentar comprender cualquier tipo de opción,en mi intento de no sesgar mi mirada.
Y cuando hablo del ejecutivo,el parroquiano o de Aznar me refiero a ellos como espectadores.Sin más que decir.
Zero

Anónimo dijo...

a ver si terminamos esta conversación bien... Tal vez sea simplista, pero el espectador medio (entre el que me encuentro por cierto) reacciona mejor ante sentimientos que conoce que ante complicados retruecanos psicoanalíticos. Sino sólo tienes que ver que películas y que sentimientos generan las que están en el imaginario colectivo cuando se habla de cine. El ejemplo de "Ladron de bicicletas" es perfecto porque en su sencillez consigue lo que la mayoría de pretenciosas películas de autor no es capaz ni de intuir. Que cualquiera que la vea sea cual sea su posición social, credo raza o religión la disfrute, se identifique y sufra con las suertes y desgracias de nuestro Antonio Ricci. El tiempo la ha convertido en un clásico indudable. Si dentro de veinte años alguien (que no seamos nosotros) se acuerda de esta "Familia Savages", entonces te daré la razón... Todo es cuestión de emplazarse.
Pd. Esto lo hemos hablado mil veces. Todos tenemos opiniones sesgadas porque las vemos desde nuestro punto de vista, aunque el director no haya querido decir lo que nosotros nterpretamos, pero ese es parte del encanto del cine
Bi.

Anónimo dijo...

Margüita dijo...
Totalmente de acuerdo con Bi. Basta echar un ojo a qué tipo de películas se han llevado los grandes premios del público, ese gran soberano.

Anónimo dijo...

El próximo Sábado 28 de noviembre de 2009 ponen "El ladrón de bicicletas" en la Filmoteca.