
Sobre la superficie, es sencillamente un thriller policíaco en el que el personaje de Harrison Ford es un detective (Deckard) que tiene como misión encontrar a cuatro criminales esclavos que se han amotinado en una cárcel (otro planeta). Como se trata de una película futurista, estos desaparecidos resultan ser robots casi perfectos. Este giro con la introducción de robots, ya le confieren a la película un nuevo argumento. El prometeico, que requiere un análisis más detenido. Y es que estos cuatro humanoides (replicantes) saben que tienen las horas contadas, y buscan a su creador para pedirle que les alarguen la vida. De forma que ese viejo sueño de la inmortalidad, se traspasa a unos seres artificiales, que en realidad son más humanos que los propios humanos. A nivel argumental, no están dotados de sentimientos, lo que lleva a pensar que cuando asesinan con sus propias manos para conseguir su objetivo, en realidad son unos psicópatas incapaces de empatizar (un nuevo argumento). Pero ni siquiera este punto es real. Pues con los modelos más evolucionados, Sean Young y Rutger Hauer (Nexus 6) entendemos que el sufrimiento y el miedo están presentes al haber sido hechos a imagen y semejanza de su creador. Que resulta ser una extrapolación de Dios. De modo que “el creador” Tyrell lo es en toda la extensión de la palabra. Además, a partir de este punto, se introduce un elemento mesiánico. Y es que el hijo del creador que en principio no está dispuesto a morir, acaba aceptando su destino, y de alguna manera con su gesto, y con imágenes simbólicas, como la de clavarse el calvo en l

-“...todos estos momentos se perderán en el tiempo como lagrimas en la lluvia”- es un epitafio perfecto mientras la lluvia, que no deja de caer en todo el metraje, se mezcla con las lágrimas de la certeza. Ha llegado el fin para el ser más poderoso creado por el hombre. Ha llegado la muerte para el hombre.
Atrás quedan temas, secuencias y momentos memorables que comentar, como la banda sonora de Vangelis, la fantástica escenografía del decadente futuro diseñada por el artista conceptual Syd Mead y combinada por la dirección artística de David Snyder, inspirada en el trabajo de Moebius (que rechazó trabajar en la película) o subtramas como la de “la inmortal” partida de ajedrez, las influencias de “Metrópolis”, o los cotilleos de rodaje de peleas entre Director y protagonistas. Pero el espacio es reducido y “Blade Runner” es una obra maestra que necesita muchas líneas para comentar. Como epílogo homenaje, los dos finales; el original, y el de la reedición. Creo que Harrison estaba de acuerdo con que se eliminara. No le culpo... yo mismo eliminaría este último párrafo, meramente informativo “happy end”.
Víctor Gualda.
2 comentarios:
A mí me parece una joya creo que es la única vez que en cine se mezclan ciencia ficción, filosofía y poesía pura (maravillosa e inquientatante fórmula que si ha dado la literatura. Bradbury o el propio K Dick, autor de la novela en la que está basada la peli, sin ir más lejos). Lo mejor la puesta en escena onírica y al mismo tiempo tan reconocible y el monólogo de Rutger Hauer (no sé si es cierto, pero me contaron que fue improvisado por el actor en estado de gracia)
Esta semana pasada han salido "Mil años de oración" y "La princesa de Nebraska" que son grandes peliculas de un maestro de la narración como es Wayne Wang (por cierto las teneis en alquiler)
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