Debo reconocer que me atraía la idea de que un director español dirigiese la secuela de una película que me resulto más que interesante. Fresnadillo es para mi ese tipo de director a la par meticuloso y poco espontáneo, pero con la rara cualidad de caer siempre de pie (otro ejemplo es Amenabar, este con más éxito aún) El caso es que el canario dirigió aquel corto en blanco y negro “Esposados” que acabó representando a nuestro país en los Oscar. No ganó, pero aquello le abrió directamente la puerta de la sección de cine del grupo Prisa para dirigir su primer largo. “Intacto”. Una película ambiciosa que fue muy bien publicitada y que no estaba mal, pero al igual que el corto, me dejó una sensación de vacío. Tal vez sea porque el cine de Fresnadillo (igual que el de Amenabar) son muy funcionales a nivel de estructura de guión, de trama y de todo lo que se refiere al proceso técnico, pero sus personajes (personas) son un poco de cartón piedra. Escritos por y para cumplir su función, pero con cero resquicio de humanidad y credibilidad.
“28 semanas después” es un sucedáneo de su mayor, con más presupuesto, mejores efectos y por supuesto más zombis. Pero que una vez más deja a sus protagonistas como meros instrumentos de una trama bien urdida. Con todo, y para que no parezca lo que no es, la película es muy entretenida. El problema es que los 28 días me hicieron pensar al salir del cine, mientras que las 28 semanas sólo me mantuvieron entretenido las dos horas de metraje, pero no dejaron ningún poso en mi.
Ya el planteamiento de “28 días después” me parece cuanto menos revelador. Unos monos son sometidos a una especie de tortura sicológica por la que les obligan a ver imágenes de odio, destrucción, guerras etc. Muy al estilo del sistema de redención que Kubrick le aplica al protagonista de “La naranja mecánica”. Cuando unos defensores de los animales asaltan el lugar donde se les tiene cautivos, no quieren pensar en las consecuencias de liberarlos. Un científico metido en el guión de forma explicativa trata de detenerlos. Pero es demasiado tarde e inmediatamente se extiende el virus de la ira. Hay que reconocer que basta con poner el telediario para ver que el susodicho virus está realmente extendido, y que no hace falta ser un quijote para ver que una sobredosis de violencia acaba insensibilizándonos ante esta... En el caso de “28 semanas después” el arranque nos presenta a el protagonista (antagonista en realidad) Robert Carlyle que en su huida de los infectados deja atrás a su amada esposa en su huida, mientras los zombis dan buena cuenta de ella. Pero la mirada desesperada de ella va a crearle pesadillas al culpable Robert.
Volvamos a la película que realmente cuenta algo. Nuestro protagonista Jim (Cillian Murphy, de sorprendente parecido físico con nuestro compañero de la devedeteca Eduardo) despierta en la camilla de un hospital. Está aturdido, no sabe lo que ha sucedido. El hospital está destrozado y no hay nadie por sus pasillos. Con ropa hospitalaria recorre las calles de un apocalíptico y abandonado Londres. Nosotros como espectadores tenemos más información que el prota. Sabemos del virus, pero no lo que ha sucedido con Londres. Cinco minutos de video clip musical nos lo muestran. Pero es hora de entrar en acción y pronto nuestro prota conocerá los peligros que le esperan, a los que van a ser sus enemigos, una masa de zombis encolerizados (pero impersonalizados). Atención a la primera secuencia en la que aparecen. En una iglesia, con una visible crítica y doble intención. En “28 dias después” no hay malos. El enemigo es el virus, y los zombis sólo peones. En esta secuencia el director presentará también a la chica de la película, Selena (Naomie Harris)
En el otro metraje y después de la presentación que nos enganchó con un Carlyle medio héroe, medio villano, las semanas han pasado y la mayor parte de los zombis han muerto por inanición al ser incapaces de autoabastecerse (es lo malo que tienen la ira) El ejercito americano (como no) ha creado un área de seguridad del que Robert es un jefecillo civil, con libre acceso a todo el chiringuito. Sus hijos vuelven al país de sus estudios en España (haciendo patria) y quieren saber que ha pasado con su madre. Robert suelta una trola de dimensiones astronómicas que no le deja nada mal. Pero los chicos, en un retruécano de guión un poco raro, deciden saltarse los controles militares y hacer una excusión por el Londres prohibido para buscar sus cositas en casa. Por supuesto, esto es sólo el inicio de los problemas.
Por cierto que se me olvidó comentar para los que no lo sepan, que el director de “28 días después” es Danny Boyle. Aquel que nos sorprendió con la fantástica adaptación del libro de Irving Welsh “Trainpotting” que nos introdujo en mundo yonkie de Escocia, (aparte de otras maravillas como “Tumba abierta”). El caso es que no pienso seguir contando el argumento de las películas para no reventarlas. Pero añadiré que en la de Danny el guión está dividido en dos partes claramente diferenciadas y que después de huir de los zombis nuestros protas se encuentran que en unas determinadas condiciones, los “sanos” no lo son tanto. Que el director hace una crítica mordaz a las guerras y de soslayo a los militares. Que introduce elementos de “Alicia en el país de las maravillas”. Que el personaje del protagonista crece, madura y evoluciona dejando la adolescencia y su necesidad de una imagen paterna para convertirse en el héroe que realmente necesita la película, y todo ello con una buena combinación de escenas acción y escenas emotivas. Mención aparte merece que la película se rodó en video digital (canon XL 1 entre otras) y el resultado estético de la imagen es espectacular. En una demostración más de que los medios técnicos están cada vez más al alcance de todos.
En el otro extremo, Fresnadillo y su guionista utilizan la nueva modalidad del portador del virus. Convierten a los hijos en protagonistas, guiados por una militar “en prácticas” y el virus se personaliza en el padre (Carlyle), en una escena devastadora (que está muy bien resulta) como pago de sus “pecados” . De forma que el padre busca a los hijos para... no sé muy bien cual es la justificación... pero con un estilo muy “Terminator 2”. En el caso de la secuela, hay que reconocer que las secuencias están muy bien resueltas (se nota que el presupuesto es mucho mayor que el de la primera), hay mucha acción y te la tragas casi sin pestañear. Pero los personajes son planos y el mensaje de la “ira social” se ha perdido. En realidad me recordó a la comedia inglesa “Zombies party”, pero sin el sentido del humor de esta. Encima te dejan un final abierto que amenaza con una nueva entrega de zombis a granel. Más, viendo los espectaculares resultados de la del canario en taquilla. Y es que en el fondo a todos nos encanta la serie B. Sólo hay que echarle un ojo a los programas más vistos de la televisión.
Víctor Gualda.
1 comentario:
Yo no he visto aún la segunda parte, pero sí la primera. Yo no he visto aún la segunda parte, pero sí la primera. Y allí no había ni monos, ni monas. A mi me pareció una fantástica metafóra del mundo real, del entrenamiento militar, del sistema capitalista, y una forma cinematográfica de representar el mítico "el hombre es un lobo para el hombre".
Y me gustó, bastante, a decir verdad. Veré la segunda parte en cuanto pueda, pero si es cierto que tu opinión coincide con la mayoría de las que he escuchado hasta el momento.
Por cierto, a mi me encantaría ver Serie A en televisión... por qué canal lo echan???
Publicar un comentario