sábado, 4 de agosto de 2007

LA VIDA DE LOS OTROS


Es difícil comenzar a hablar de esta fantástica película. Me da la impresión de que lo que cuenta es tan importante como lo que esconde. Se trata de una especie de iceberg que deja ver sólo una pequeña parte, y que reflexionando un poco llegas a la conclusión de que su trasfondo va mucho más allá.

Desde nuestra cómoda situación social vemos muy lejos los tiempo en los que el sistema vigilaba al individuo. Los -ismos parecen fruta madura del pasado. Ahora nos escandalizamos ante aquellos acontecimientos y nos parece que nunca más volverá a pasar. Pero no somos concientes de que la historia es cíclica y tal vez tu, o yo estamos siendo ahora mismo vigilados (y no me considero nada paranoico). En Estados Unidos, desde los atentados de las torres gemelas el gobierno americano vigila a sus ciudadanos (sobre todo inmigrantes). Miles de teléfonos, y sobre todo cuentas bancarias y correos de Internet son supervisados casi a diario por los servicios secretos americanos. La excusa, controlar a la sociedad, eso si, por su bien (¿no suena parecido al argumento de la película?). En nuestro país la situación no está llevada tan al extremo. Tal vez por nuestro carácter. Pero si levantas la vista por las calle, veras que miles de cámaras te vigilan. La Plaza Mayor, metro, carreteras, edificios oficiales, bancos etc... Todo para el pueblo, de nuevo con la excusa de la seguridad. “La vida de los otros” presenta una situación extrema. En el Berlín Oriental de finales del comunismo y por la seguridad del sistema se incentivaba denunciar y vigilar al vecino por si tenía algo que ocultar (¿no está sucediendo lo mismo en Inglaterra y EEUU?)

La presentación de la película no puede ser más certera. Nuestro protagonista, un capitán de la Stasi Gerd Wiesler nos da una lección teórica de cómo hay que interrogar a un sospechoso. Ante la pregunta de uno de los alumnos, este mismo es señalado dando a entender que también hay que investigarle. De esta forma eficaz (con la ayuda de un flas-back ilustrativo) que como espectadores vemos, pero que los alumnos sólo escuchan en una grabación. Con esta sencilla pero contundente secuencia nos presenta el director novel de irrecordable nombre Florian Henkel Von Donnersmarck (al que llamaremos a partir de ahora como Florián, que suena más patrio) al personaje principal, la situación política y social del momento y nos da un avance importante de lo que va a ser la trama principal de la película. Sin apenas darnos tiempo a situarnos el director y guionista nos lleva a la siguiente secuencia en la que conoceremos a sus superiores y los intereses políticos que estos manejan. Todo ello en un teatro en el que de paso nos presenta al escritor y antagonista Geord Dreyman (Sebastián Koch) y a la actriz Christa-Maria Sieland (Martina Gedeck) en otra demostración de economía narrativa. En media hora Florián nos ha metido de lleno en la trama de espionaje de andar por casa a la que se somete al escritor “presuntamente subversivo”. Lo paradójico es que en este momento el escritor es aún completamente fiel al régimen. Su personaje permanece completamente estático. Una vez que la vigilancia comienza el metódico Gerd va conociendo al mismo tiempo que el espectador una serie de detalles sobre la vida de sus vigilados. Cómo es la relación entre dramaturgo y actriz, los miedos de ella, el compromiso de él con el sistema. Su involucración con sus amigos, etc. En un corto espacio de tiempo se gana la simpatía... mejor dicho (y esto es importante) el respeto de nuestro espía. Pero la férrea moral de Gerd se ve pronto torpedeada por la actitud de uno de sus superiores que se dedica a extorsionar a la actriz con la excusa de la dependencia de ella del poder político. Atención especial a la secuencia del cara a cara del espía y la actriz en un bar.

En el segundo tramo de película nuestro escritor toma conciencia de la realidad de su propio país por una situación que le parece totalmente injusta. Cuando esta situación es llevada al límite es cuando Dreyman reacciona. Por otra parte Christa-Maria, tiene su propia evolución y trata de reaccionar ante el chantaje. Desde el punto de vista que corresponde al espectador, Gerd poco a poco se ha ido identificando con la vida del escritor (le roba un libro, escucha su música) y va cediendo la rigidez con la que se nos ha presentado desde el principio, perdonando algún pequeño pecadillo obstesible de ser denunciado a sus superiores, al tiempo que toma conciencia absoluta de la soledad de su propia vida. Llega un punto de la película en que ambos protagonistas han tomado conciencia de la situación tanto personal como social y reaccionan. Toman una decisión y son capaces de llevarlo hasta las últimas consecuencias.
Lo mejor, que el guionista mantiene a lo largo de todo el film a nivel dramático es la utilización del suspense muy al estilo Hitchcock, (recuerda a aquel ejemplo de la maleta y la bomba del que hablaba a Truffaut, en el que el espectador sabe la información que el protagonista desconoce y por identificación, teme por su vida, creando suspense y tensión)

No desvelaré la resolución. Pero diré que a nivel de guión las tramas confluyen de manera perfecta en un desenlace imprevisible en cuanto a la relación del escritor y la actriz (aunque coherente, a fin de cuenta ella expira sus pecados) y heroico por parte del espía Gerd, pero no a la manera típica yankie, sino de forma mucho más anónima. En este punto tengo que reconocer que me emocioné cuando el “cartero” lee la dedicatoria.

Es a fin de cuentas una obra maestra. Probablemente la mejor película del año. Con el mérito adicional de estar dirigida por un director novel de treinta y tres años, que con un presupuesto de producción razonable, ha centrado todo en un guión estructuralmente perfecto y unos actores excepcionales que dan credibilidad a todas y cada una de las secuencias sin ningún tipo de altibajos. El tono de la película se muestra desde la primera secuencia y es coherente a lo largo de todo el metraje, el ritmo es uniforme y la planificación invisible. Centrando todo en una trama con la que te identificas. Vamos, una “rara avis” de las que crean afición con la que Florián ha ganado todos los premios habidos y por haber, incluida la preciada estatuilla bañada en oro a la que una secretaria puso el nombre de su tío.

Pero como he comentado antes, la película a parte de ser un thriller maravilloso, esconde muchos temas importantes. Probablemente directamente relacionados los unos con los otros, pero que se extienden hasta nuestros días. La corrupción que produce el poder. La falta de compromiso. Vivimos en una sociedad individualista que sólo se preocupa por los caprichos que puede pagar con dinero. Pero que cada vez que tiene que comprometerse con algo o alguien, se esconde bajo excusas y huye del compromiso. Muy al estilo del Pereira de Tabuchi. A fin de cuentas es mucho más cómodo criticar desde el sillón lo que hacen los demás, que involucrarse y hacer algo uno mismo... o simplemente colaborar con las cosas que proponen otros. Entonces nos dejamos llevar por el miedo. Miedo al sistema en el caso de la película, pero en casos mucho más de “barrio”, miedo al que dirán, a nosotros mismos, a fallar, a comprometerse una vez más... el miedo lleva al conformismo. Que en el caso de “La vida de los otros” Dreyman rompe como respuesta a una situación injusta e irreversible, pero que nosotros no romperemos ni aunque nos aten, azoten e insulten (tenemos un precedente casi tan cercano como el de la película en nuestra historia)

Y es que conocer a los demás nos da una nueva perspectiva de las cosas. Entendemos, justificamos, compartimos. El desconocimiento nos aísla y nos hace tener perspectivas muy cortas que sólo miran en una dirección. Esto NO es un mensaje político, es una realidad necesaria que ilustra muy bien la película. Ante la injusticia, ante la opresión, ante las situaciones que nos agraden, hay que comprometerse y reaccionar. Poco a poco las cosas se pueden ir cambiando. Pero para eso, no basta con criticar mientras no hacemos nada. Al final, el individuo anónimo es el que cambia el sistema... Igual que Gerd ó Pereira cuando se deciden a actuar. ¿Qué ocurrirá si tú, desde tus posibilidades, te “mojas”?

Víctor Gualda.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Gran película, sí señor. En mi opinión, una de las mejores que han caído por cartelera este año. Y eso que sobrepasa ampliamente los 90 minutos que, a mi parecer, deberían ser un límite cuasi-moral!! Entretenida, intrigante, y sobre todo, creíble.

En relación a la parte menos cinematográfica de tu crítica, sin embargo, creo que el "quiz" de la cuestión no está sólamente en actuar para cambiar el mundo... sino en tener la capacidad y/o oportunidad de darte cuenta, en algún momento de tu vida, de que es necesario cambiar las cosas. La alienación, la falta de información tienes formas y colores muy variopintos. El comunismo nos parece ad-hoc una forma muy evidente de represión. Sin embargo, no lo fue tanto en su momento (evidente, digo). Y lo mismo nos sucede en cada momento. Hace falta que la historia sea historia para comprenderla!
De todos modos, estoy totalmente de acuerdo en que, si bien el primer paso es llegar a abrir los ojos, el segundo debe ser no mirar hacia otro lado! Hay que ser y hacer, aunque al final sólo podamos llegar a decir, como
Ana Belén ya cantaba hace tiempo: "soñábamos con cambiar el mundo, y sólo hemos conseguido que
el mundo no nos cambie a nostros!.

Anónimo dijo...

Yo he venido a hablar de mi libro!!!

Anónimo dijo...

no, no, si tienes razón... una pena que Ana Belen no pueda auto-aplicarse la letra de su propia canción. A no ser que ella naciera en un chalet en la moraleja, se haya hecho publicidad gratuita a costa de causas sociales (sin contar la pasta que se ha levantado su marido con los conciertos que organizó con la justa excusa que todos conocemos)... pero eso si. A ellos no les ha cambiado el mundo. Siguen siendo la cabeza de los progres del 69 (movimiento que también tomaron como propio) vamos, que van a ser los neocomunistas más ricos del cementerio.

Anónimo dijo...

no, no... si tienes razón... o la tendrías si yo quisiera, en algún momento, defender la situación socioeconómico y/o moral de Víctor Manuel y Ana Belén. Pero no era el caso. Sencillamente cogí una frase suya para ilustrar una idea, como podía haberla cogido de Cortázar, o de los guiñoles, si te gustan más. Aunque aún con todo, no entiendo qué tiene que ver el progresismo con el neocomunismo, ni veo el nexo necesario que trazas entre ser progresista y vivir miserablemente. Si algún día llego a tener mi propia casa dejaré de ser progresista por ello? (si es que ahora lo soy... no es a mi a quien corresponde colocarse esa etiqueta). Se trata entonces de luchar para nunca tener nada? Es eso? Pues entonces, no lo entiendo. Yo pensaba que era para que lo tuviéramos todos... no para no tenerlo ninguno.
Y todo aquel que tiene fama... debería de meterse en su casa y nunca forma parte de un moviento, acto social, acto benéfico, o cómo prefieras llamarlo? Umm.... pero no decías que cada uno tenía que "mover el culo" desde su posición? .... Lo siento. Me he perdido.

Anónimo dijo...

el problema es hacer demagogia para llenarse el bolsillo (la definición de demagogia segun la rae es: Halago de la plebe para hacerla instrumento de la propia ambición política)... y ojala que te puedas pagar con tu sueldo y tu esfuerzo un chalet de tres plantas en la zona más cara de madrid

Anónimo dijo...

Fast Eddy Felson:
La vida de los otros (y no me refiero a la película) nos encanta, sobre todo juzgarla.
Las consideraciones sobre Ana Belén y Víctor Manuel son más propias del tomate que de este blog.

Anónimo dijo...

Predica con el ejemplo y refiérete a la película, pues.